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El Cambural, el antiguo bar de Barquisimeto

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

“Creo que no existe en Bar­quisime­to una per­sona que no haya vis­i­ta­do o no se haya topa­do con algu­na his­to­ria cer­cana a El Cam­bur­al, el bar más antiguo de la ciu­dad”, fue la adver­ten­cia que le escuchamos hace algunos años a Arnol­do Dávi­la, un rig­uroso cro­nista presta­do a esta urbe, tes­ti­go de excep­ción de estos hechos y ref­er­en­cia fun­da­men­tal a la hora de estu­di­ar la his­to­ria cotidiana.

Tome Bidú. Antiguo avi­so del Bar El Cam­bur­al. Foto: Luis Perozo

Barquisime­to ha cre­ci­do ver­tig­i­nosa­mente, pero la calle 31, antigua Aldao, entre car­reras 15 y 16 (José Ángel Álamo y Regen­eración, respec­ti­va­mente) se detu­vo en el tiem­po, negán­dose a some­terse a los cam­bios del momen­to. Tes­ti­go añe­jo, es el leg­en­dario avi­so de la refres­cante Bidú, con un gau­cho en su cor­cel que se remon­ta a los años 70.

Entrar a El Cam­bur­al, sig­nifi­ca hundirse en las cróni­cas de Bar­quisime­to de ayer; es suscribir memo­rias; es reen­con­trarse con la ciu­dad seño­r­i­al, la de calles y esquinas con nom­bre de héroes y reseñas de proezas memorables.

Cuna de la his­to­ria de San Juan Para muchos cro­nistas como el recor­da­do y lau­rea­do Ramón Querales, el mis­mo Sal­vador Mascías, Flo­ren­cio Sequera (Fuller), y Arnol­do Dávi­la, han dado valiosos tes­ti­mo­nios que ase­gu­ran que en el Bar El Cam­bur­al, quedó “guarda­da” la his­to­ria del bar­rio de San Juan.

Bar El Cam­bur­al de Bar­quisime­to, cuya licen­cia data de 1922, céle­bre en la tradi­ción pop­u­lar bar­quisimetana. De camisa blan­ca, en el cen­tro, el recor­da­do Ben­i­to Polleto

Al entrar al recin­to, con su fisonomía que ya cuen­ta con 95 años ‑la cual per­manece inalterable‑, se res­pi­ra enve­je­ci­das anéc­do­tas y para los apa­sion­a­dos de las cróni­cas, es un paseo embria­gador por las tradi­ciones y cuen­tos de un vecin­dario de calles empe­dradas, de impo­nentes tem­p­los y un com­er­cio pujante.

El Cam­bur­al fue reg­istra­do en 1922, bajo licen­cia de licores N° 16, a niv­el nacional, sien­do su primer dueño Luis Anto­nio Rodríguez, más tarde pasó a ser propiedad del recor­da­do y queri­do Ben­i­to Pol­leto, quien colocó en uno de los antigu­os mostradores un car­tel que decía: “Las mentes grandes hablan de ideas. Las mentes pobres hablan de los demás”.

Yo visité El Cambural

Eze­quiel Bujan­da Octavio, escribió una elocuente anéc­do­ta que bien vale rescatar: “Yo vis­ité en mis años de joven el Bar Cam­bur­al, como se le llam­a­ba, para tomarnos unas cervecitas por un real (Bs 0,50) cada una, ya que en los demás expen­dios de las famosas “frías”, su cos­to era de real y medio (Bs 0,75), lo que sig­nifi­ca­ba que con bolí­vares uno cin­cuen­ta (Bs 1,50), en El Cam­bur­al uno se toma­ba tres cervecitas pero en los demás sitios de la ciu­dad solo dos. Cuál era entonces la opción para los jóvenes con poco dinero, por supuesto El Cambural”.

El fotope­ri­odista Alfre­do Defen­di­ni, otro apa­sion­a­do de las cróni­cas bar­quisimetanas, enfa­ti­za que el Bar El Cam­bur­al era ampli­a­mente cono­ci­do como: como “El Banana Club”, en donde a los clientes que toma­ban más de tres cervecitas o tra­gos, se les pro­por­ciona­ba unas mini empanadas de atún y sar­di­na picante. 

“Viaje en el Tiempo”

El cro­nista bar­quisimetano Iván Brito López, real­izó un min­u­cioso rela­to sobre la fisonomía y el fun­cionamien­to de El Cam­bur­al, indi­can­do que su nom­bre, quizá proviene del plan­tío de cam­bu­res en el patio del antiguo recin­to, sub­rayan­do que “era tup­i­da” y que pos­te­ri­or­mente, en ese patio se con­struyó una serie baños en una especie de cubícu­los divi­di­dos con postes de maderas y lámi­nas de zinc.

En cada división había una pipa con capaci­dad para 200 litros de agua dis­puestos para que los clientes acalo­rados o pasa­dos de tra­gos, pudier­an refrescarse.

Inte­ri­or del Bar El Cambural

Cada cubícu­lo tenía una repisa para el jabón y en sus vigas de madera, sobre­salían enormes clavos de acera para col­gar la ropa y evi­tar se mojara y arrugara.

Den­tro de cada tam­bor de agua, flota­ba una totu­ma o lata de leche que servía para “echarse enci­ma la gél­i­da agua ser­e­na­da, que mien­tras la jor­na­da se llev­a­ba a efec­to muchos clientes, orden­a­ban des­de su cubícu­lo les sirvier­an sus respec­tivos tra­gos o les lle­varan una car­teri­ta de tal o cual licor”. Aque­l­los baños famosos tam­bién desa­parecieron para dar paso a dos enormes y bien dis­eñadas can­chas de bolas criol­las, en donde cada tarde se reunían veci­nos de la zona y otras lat­i­tudes, a dis­fru­tar y com­par­tir sus his­to­rias y anéc­do­tas, en un via­je en el tiem­po con el inmor­tal Ben­i­to Pol­leto, en El Cam­bur­al, el antiguo bar de Barquisimeto. 

 

Colec­ción antigua de botel­las en el inte­ri­or del Bar El Cambural

Fotos: Cortesía de Iván Brito López

Publicado en Diario EL IMPULSO

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «El Cambural, el antiguo bar de Barquisimeto»

  • Conocí a Don Ben­i­to por allá en 1998, gra­cias a Ivan Brito Lopez; real­mente el Cam­bur­al es una ref­er­en­cia viva de un pasa­do que jamás se guardo.

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