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La noche del magnicidio frustrado al Libertador el corneta Dorantes también sobrevivió

 

Juan José Peralta
Periodista

Eran los tiempos azarosos de la Gran Colombia. La oposición a Simón  Bolívar había crecido en Bogotá entre los liberales neogranadinos tras declarar El Libertador la dictadura el 27 de agosto de 1828 y allí se inició la conjura. 

En una de las reuniones de las sociedades sec­re­tas, Luis Var­gas Teja­da pro­pu­so asesinar al Pres­i­dente. Muy pron­to pasaron a los hechos.La con­spir­ación con­tra el pres­i­dente de la Gran Colom­bia esta­ba en mar­cha y el inten­to de mag­ni­cidio se fragua­ba en los oscuros recin­tos de la con­spir­ación, en los bajos sen­timien­tos de quienes ya lo odi­a­ban y querían sacar­lo del juego.

La fatídi­ca medi­anoche del 25 de sep­tiem­bre de 1828, unos doce civiles y 25 sol­da­dos bajo las órdenes del coman­dante Pedro Caru­jo forzaron la puer­ta del Pala­cio San Car­los (pala­cio pres­i­den­cial) y asesinaron a los guardias. Los ene­mi­gos de Bolí­var inten­taron asesinarlo por envío del gen­er­al Fran­cis­co de Paula San­tander y bus­caron su cuar­to para cumplir su cometi­do. Manuela Sáenz quien se encon­tra­ba esa noche con él lo des­pertó. El Lib­er­ta­dor tomó su pis­to­la y su sable y trató de abrir la puer­ta pero ella lo con­ven­ció de escapar por la ventana.

El Lib­er­ta­dor logró saltar y evadirse mien­tras ella entretenía y enfrenta­ba a los con­ju­ra­dos. Bolí­var fue sal­va­do por Manuela Sáenz quien le cubrió la hui­da y des­de entonces la lla­maron “la lib­er­ta­do­ra del Lib­er­ta­dor”. El resul­ta­do de esta con­spir­ación fue la muerte de su edecán inglés coro­nel William Fer­gu­son, la heri­da del joven Andrés Ibar­ra y una con­tusión por un golpe en la frente que recibió la sal­vado­ra del ilus­tre caraqueño.

Lo que no dicen los his­to­ri­adores es que el cabo qui­boreño José Bernar­do Doran­te­ses­ta­ba aque­l­la noche de cen­tinelacomo cor­ne­ta del Escuadrón de Granaderos a Cabal­lo de la Guardia de Su Exce­len­ciadel Lib­er­ta­dor. Los con­ju­ra­dos sor­prendieron a los cen­tinelas y los acuchillaron, entre ellos a Dorantes, quien no pudo impedir la entra­da de los asesinos. Un ciu­dadano francés, Agustín Hor­ment, se abal­anzó con­tra la puer­ta y apuñaló al cor­ne­ta, quien sobre­vivió a las heri­das de gravedad, más no mortales.

Bolí­var estu­vo toda la noche bajo un puente y su escla­vo lib­er­to José Pala­cios llevó al recién sal­va­do de la muerte a un lugar seguro, Al final le cor­re­spondió al gen­er­al Rafael Urdane­ta pon­er fin al com­plot, con­tro­lar la situación y lle­var a prisión a los com­pro­meti­dos en este sinie­stro aten­ta­do, mag­ni­cidio frustrado.

Un quiboreño, héroe de la Independencia

His­to­ri­adores y cro­nistas sue­len destacar las acciones de mariscales, almi­rantes y gen­erales, exal­tar sus proezas de man­do al frente de los ejérci­tos, pero sin las hero­i­ci­dades y arro­jo de los sol­da­dos de brigadas y regimien­tos, no pueden ganarse las batallas.Sin sol­da­dos no hay gen­erales ni medallas.

Uno de esos sol­da­dos desta­ca­dos fue el cabo primero del ejérci­to lib­er­ta­dor, José Dorantes, naci­do en Quí­bor, cap­i­tal del munici­pio Jiménez del esta­do Lara, naci­do según tradi­ciones orales en 1794 y murió el 22 de mar­zo de 1884 a la edad de 90 años en el Bar­rio San Rafael, donde por decre­to del Con­ce­jo Leg­isla­ti­vo larense fue con­stru­i­da una plazuela, con un bus­to en su hon­or, frente a la comis­aría poli­cial. Una par­ro­quia de este munici­pio tam­bién hon­ra su nombre.

Muy joven debió incor­po­rarse a las tropas patri­o­tas, quizás ado­les­cente, nada extraño porque eso ocur­ría en ple­na guer­ra cuan­do los menores se sum­a­ban como ayu­dantes y has­ta sol­da­dos. A Dorantes se le señala como parte de las tropas que en 1810 comandó el mar­qués del Toro con­tra Coro y com­bat­iente en las batal­las de Los Hor­cones y Arau­re, en 1813. Tam­bién tuvo la glo­ria de estar con el Lib­er­ta­dor en la batal­la de Carabobo, el 24 de junio de 1821 como su cor­ne­ta de órdenes.

Lo cier­to es que Dorantes, un negri­to de baja estatu­ra “pelo chichar­rón”, como lo describen, se hizo cor­ne­ta y así sirvió a las órdenes del Lib­er­ta­dor y lo acom­pañó has­ta 1830 cuan­do el ejérci­to patri­o­ta regresó a Venezuela. Alre­gre­sar a Quí­bor, después de la muerte de Bolí­var, el cabo José Bernar­do Dorantes con­ta­ba anéc­do­tas de las andan­zas con el ejérci­to patri­o­ta y de las batal­las, his­to­rias que le escuch­a­ban con aten­ción por ser un per­son­aje cer­cano a los jefes y esta­ba en la cabeza de los acon­tec­imien­tos como corneta.

Muy joven, el cabo José Dorantes se incor­poró a las tropas patri­o­tas de Simón Bolívar

El pro­fe­sor qui­boreño Manuel Her­rera con­tó que según la tradi­ción oral qui­boreña en Quí­bor recuer­dan cuan­do Bolí­var pasó por este pueblo el 16 de agos­to de 1821 de Bar­quisime­to a El Tocuyo y acam­pó al lado del camino real, a la entra­da del pueblo. A oril­las de la que­bra­da Atarigua ordenó un alto para dar des­can­so a la tropa y de beber a los cabal­los. Los qui­boreños le habrían dado cáli­do recibimien­to al Lib­er­ta­dor y orgul­losos le agradecieron con­tar como cer­cano sol­da­do, cor­ne­ta de sus órdenes, a un hijo de esta tierra.

El anecdótico uniforme

Todavía cir­cu­lan en Quí­bor las anéc­do­tas del cabo primero José Bernar­do Dorantes, quien después de la inde­pen­den­cia, inclu­so de la Guer­ra Fed­er­al, los días de fies­tas patrias como el 5 de julio, el 19 de abril, el 24 de junio y otras efemérides patri­o­tas, se enfund­a­ba en su uni­forme del glo­rioso ejérci­to lib­er­ta­dor y lucía con el may­or orgul­lo en su pecho las con­dec­o­ra­ciones que le fueron otor­gadas por los más impor­tantes jefes de la ges­ta inde­pen­den­tista, el mariscal de Ayacu­cho Anto­nio José de Sucre y el Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var. Y aunque algunos estúpi­dos que no fal­tan querían burlarse de su gesto, no podían negar en sus envidias y mezquin­dades que el qui­boreño cabo primero José Bernar­do Dorantes tam­bién fue un héroe de la inde­pen­den­cia de Venezuela.

CorreodeLara

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