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Cabudare ostenta con orgullo su patrimonio religioso

Luis Alberto Perozo Padua 
Periodista

A Naudy Salguero, 
ilustre cabudareño que lleva el gentilicio por doquier. 
Dedico


El 10 de junio de 1834, los pobladores de Cabudare ven materializados sus sueños al contemplar concluida el majestuoso templo de San Juan Bautista. Fue un día festivo para los moradores de la pequeña comarca

El recin­to se comen­zó a con­stru­ir en 1818, en ter­renos don­a­dos por don Juan de Ponte, espa­cios que esta­ban ded­i­ca­dos a la cría de capri­nos. La fas­tu­osa inau­gu­ración y ben­di­ción solemne de la igle­sia se llevó a cabo, por autor­ización del obis­po doc­tor Ramón Igna­cio Mén­dez, el 24 de junio del mis­mo año. La par­ro­quia ecle­siás­ti­ca y su tem­p­lo matriz San Juan Bautista, fueron dec­re­ta­dos el 1º de abril de 1818.

Antes, la feli­gresía recibía la pal­abra del Señor en el ora­to­rio de San­ta Bár­bara, propiedad del alférez real don José Alvara­do de la Par­ra, pero debido a lo dis­tante de dicha capil­la, el pres­bítero Manuel Anto­nio Limar­do, con ayu­da de algunos fieles, impro­vis­aron una ermi­ta “con techo de tamo” en el cas­co del sitio de Cabudare.
Tomaron parte en la con­struc­ción de la igle­sia San Juan Bautista, mano de obra paga­da. Otros colab­o­raron con “un jor­nal”, es decir un día de tra­ba­jo. Las damas cabu­dareñas tam­bién dieron su aporte: fueron las encar­gadas de bus­car el agua en la que­bra­da Tabu­re, a un lado del históri­co jabil­lo donde acam­pó el Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var. Tam­bién cocin­a­ban la comi­da de los jor­naleros, así como el trasla­do de mate­ri­ales como ladril­los, sacos de cal, palos y tejas. 
El his­to­ri­ador Tay­lor Rodríguez Gar­cía, cro­nista ofi­cial de Palave­ci­no, escribió que varias famil­ias cabu­dareñas donaron bienes mate­ri­ales y dinero a la igle­sia, lo que se cono­ció como oblata.
La facha­da de la igle­sia es tes­ti­go de la his­to­ria cabudareña

El bautisterio y la torre

No fue has­ta 1865, cuan­do se ini­cia la con­struc­ción del bautis­te­rio y el cam­pa­nario de la igle­sia San Juan Bautista de Cabu­dare. El gen­er­al Nicolás Patiño, hijo de esta tier­ra, pres­i­dente del Gran Esta­do de Bar­quisime­to 1965–1868, a través de la leg­is­latu­ra del esta­do, con­tribuyó con 10.000 pesos, y el dinero restante fue sufra­ga­do por los veci­nos. El bautis­te­rio fue ben­de­ci­do el 24 de junio de 1883, en actos de cel­e­bración del nata­l­i­cio del Lib­er­ta­dor, que es cuan­do el tem­p­lo asume la mejes­tad arqui­tec­tóni­ca definitiva.

Gratitud de los fieles

Según tes­ti­mo­nio de don Eurípi­des Ponte, otro hijo ilus­tre de Cabu­dare que per­manece en la memo­ria pal­pi­tante de la población, las cam­panas que estrenó la vis­i­ble torre de la igle­sia matriz, fueron don­adas por las famil­ias con poder económi­co: los Meleán, Bernal, Mén­dez y Ponte, y fueron for­jadas allí por Manuel Tor­res y Manuel Escorche. 

El vis­toso cam­pa­nario de la igle­sia dom­ina­ba todo el poblado

De igual for­ma, los por­tones del tem­p­lo fueron un dona­ti­vo de los señores Agustín y Zacarías Laba­do, quienes habían graba­dos sus nom­bres en la regia madera. Ambos veci­nos inmedi­atos de la igle­sia. En la cúpu­la de la torre, aun se obser­va una girán­du­la o vec­tor, con las ini­ciales inmor­tal­izadas de Juan Zacarías Laba­do Gar­cía, que otro­ra gira­ba con el vien­to prove­niente de Tere­paima. Ya en el siglo XX, Enrique Oroz­co, pres­i­dente del Ayun­tamien­to, dona todo el mosaico de la igle­sia San Juan Bautista para el der­rui­do piso de las naves lat­erales. Da tes­ti­mo­nio del hecho, dos pla­cas ubi­cadas en el tem­p­lo.

El anuncio de las campanas

Ponte ase­guró en una entre­vista para EL IMPULSO, que las cam­panas rep­re­senta­ban “un modo de infor­ma­ción para el pueblo y su sonido se podía escuchar en las Sabanas de Tara­bana”. Los domin­gos a las seis de la mañana, dobla­ban las sonaras cam­panas para anun­ciar la prox­im­i­dad de la cel­e­bración de la eucaristía.
Refir­ió que a las seis de la tarde ‑de todos los días- las cam­panas toca­ban el Angelus, para rezar un Ave­maría y en la mañana un Padrenue­stro. A las ocho de la noche las cam­panas volvían a sonar ocho veces para noti­ficar el cierre de las puer­tas del com­er­cio, y a las nueve dec­reta­ban el des­can­so de la población.
Nar­ró Ponte, que existía otro “toque”, el de alar­ma, que era cuan­do las cam­panas son­a­ban con­tin­u­a­mente para así aler­tar a los habi­tantes de Cabu­dare “que algo malo ocur­ría”, y era cono­ci­do tam­bién como arreba­to o plegaria.
“Era algo real­mente trági­co escuchar este angus­tioso sonido. Nor­mal­mente era cuan­do algu­na casa se esta­ba que­man­do y el pueblo salía inmedi­ata­mente a la calle a ver que esta­ba suce­di­en­do”. La loable labor de eje­cu­tar todos estos toques, sería de Jesús ‘Chu­cho’ Cama­cho y Jesús María Espinoza, entre otros tan­tos campaneros.

Festividades religiosas

Durante todo el año se real­iz­a­ban fes­tivi­dades litúr­gi­cas en la igle­sia San Juan Bautista de Cabu­dare. “Hoy día se han per­di­do y solo quedan en el recuer­do”, apun­tó Ponte en entre­vista para EL IMPULSO.
Pro­ce­sión del Nazareno de Cabu­dare  a su sal­i­da del tem­p­lo en 1990

Señaló que las fes­tivi­dades eran las pro­ce­siones de imá­genes de Nues­tra Seño­ra del Car­men, San­ta Rita, la Div­ina Pas­to­ra (de Cabu­dare), Nues­tra Seño­ra del Rosario, Las Mer­cedes, San­ta Faz (Divi­no Ros­tro), San Fran­cis­co, San Anto­nio de Pad­ua, Nues­tra Seño­ra del Per­petuo Socor­ro, Corazón de Jesús, San José, María Aux­il­i­ado­ra, El Nazareno, y las infalta­bles misas de Aguinal­dos, a las cua­tro de la madru­ga­da, entre otras celebraciones.

“La niña Socor­ro Meza, Gra­ciela y María Meleán, eran las encar­gadas de preparar a los niños para la prox­im­i­dad de la primera comu­nión”, reg­istró Ponte. Todas las imá­genes del tem­p­lo San Juan Bautista fueron dona­ciones de acau­dal­a­dos com­er­ciantes y hacen­da­dos de la zona, otras por con­tribu­ciones de la feligresía.

Patrona de Cabudare
La inau­gu­ración de la igle­sia se real­izó un 24 de junio, día de San Juan Bautista, “por eso hay la tradi­ción de pen­sar que este es el san­to patrono de Cabu­dare”, sostiene el cro­nista, acotan­do que la patrona de la comar­ca es Nues­tra Seño­ra de la Can­de­lar­ia, porque la may­oría de los veci­nos que con­tribuyeron con la con­struc­ción del tem­p­lo, eran de ori­gen canario.

Como dato sorprendente

Entre los años 1912 y 1914, se ren­ovó todo el piso de la nave cen­tral de la igle­sia San Juan Bautista,
rem­plazán­do­lo por mosaico. En difer­entes partes del piso se podía obser­var una serie de pan­e­les que enseña­ban un número, y cada uno de éstos rep­re­senta­ba la láp­i­da de un cadáver sepul­ta­do allí. Actual­mente, en el tem­p­lo hay 53 mosaicos de col­or blan­co con una cruz, espar­ci­dos por todo el piso del templo.
Frente al altar, se encuen­tra enter­ra­dos los restos mor­tales del gen­er­al Nicolás Patiño, los cuales están iden­ti­fi­ca­dos con una gen­erosa pla­ca que con­tiene todos sus datos. En la últi­ma restau­ración de la igle­sia, en 2009, cuan­do se esta­ba refac­cio­nan­do el friso de las pare­des de la capil­la con­tigua a la nave lat­er­al derecha, fue encon­tra­do –entre los adobes de bar­ro y arcil­la- restos de osa­men­ta humana. Allí, en memo­ria de estas per­sonas no iden­ti­fi­cadas, se colocó otra lápida.
Igual­mente, en una capil­la de la nave norte, se encuen­tra sepul­ta­do el pres­bítero Vicente Sánchez Belis­ario, cura pár­ro­co de notable trayec­to­ria con­tem­poránea de la cat­e­dral de Cabu­dare. Hoy el tem­p­lo atraviesa difí­ciles situa­ciones por la caren­cia de un pre­supuesto que le per­mi­ta su man­ten­imien­to, pero pese al dete­ri­oro pro­gre­si­vo, la ruina en algunos pun­tos, en el inte­ri­or del recin­to reli­gioso se res­pi­ra his­to­ria, huele a cróni­cas, que no es más que una lucha con­tra la desmemoria.
En la grá­fi­ca se obser­va la casa par­ro­quial con­stru­i­da a finales del siglo XIX

La cat­e­dral de Cabu­dare estu­vo cer­ra­da por espa­cio de 10 años

CorreodeLara

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