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Tarabana, contemplación Mariana por la Virgen de Las Mercedes

 

José Luis Sotillo J.
Cronista Parroquial de Agua Viva


Tarabana es un punto referencial y geo-histórico del contexto palavecinense, su vocablo de origen pre-hispánico nos refiere a una quebrada o naciente de agua que afloraba en el pie de monte del cerro de “Pudibana” o el Manzano, como se le conoce en los actuales momentos. De allí, posteriormente los de habla hispana le endosarían a la referida quebrada, la denominación de “Agua Viva”; esto según documentación oficial de principios del siglo XIX.

A sabi­en­das del ori­gen históri­co de su topon­imia; a Tara­bana se le cono­ció como una por­ción de ter­ri­to­rio amplio, sem­bra­do hacia el Nor-Oeste del Valle del Tur­bio, entrante a la población de Cabu­dare e incluyen­do de igual modo parte de la juris­dic­ción de lo que cor­re­sponde hoy a la par­ro­quia Agua Viva.

Es jus­ta­mente en esta local­i­dad, donde sus vie­jas pos­e­siones estu­vieron cul­ti­vadas de caña dulce; algu­nas hacien­das y casas con la adop­ción o patrona­to de algunos San­tos y Vír­genes. Como así lo indi­can el caso de San­ta Rita y Las Mer­cedes. Unidades de pro­duc­ción; sien­do esta últi­ma, muy común dis­tin­guir­la con el nom­bre de Tara­bana. Donde tiem­po atrás se insta­laría un trapiche azu­carero y papelonero que todavía luce der­rui­do por los años en su peor ros­tro. Mostran­do a un costa­do de está, una capil­la que implo­ra La Sagra­da ima­gen de la Vir­gen de Las Mer­cedes (patrona de los presos). 

Pre­cisa­mente en la hacien­da Tara­bana por cos­tum­bre, su prin­ci­pal propi­etario don Mar­i­ano Yepes Gil, solía ofre­cer y orga­ni­zar la cel­e­bración mar­i­ana de la Vir­gen de Las Mer­cedes, inex­cus­able­mente en su día. Con el ofrec­imien­to de una misa y una reunión com­par­ti­da entre la elite pisa­taria de las insta­la­ciones y sus tra­ba­jadores, cada 24 de sep­tiem­bre. Todo un sarao o fes­tivi­dad que exhibían tam­bién dos jaulas, las cuales pre­senta­ban como dis­trac­ción un tan­to cru­el, la con­frontación de un tigre; traí­do de las espe­sas mon­tañas de Tere­paima, y un toro; dice el tes­ti­mo­nio oral que siem­pre gan­a­ba en esta triste con­frontación el indomable toro, acon­tec­imien­to sus­ci­ta­dos a prin­ci­p­ios y medi­a­dos del siglo XX.

En los años de 1966 al 1967, esté com­ple­jo agrí­co­la paso a manos de la unidad de pro­duc­ción de parceleros de Tara­bana, adquiri­da por el extin­to I.A.N. Des­de ese momen­to y en medio de fuertes sequias vivi­das en esta sabana recono­ci­da como Tara­bana; dos recono­ci­dos per­son­ajes del entorno agrario, inda­garon acer­ca del extraño fenó­meno de la escasez del vital líquido. 

Fue cuan­do los recor­da­dos José Escalona y Javier Pérez, deci­dieron sin vac­ilación algu­na con­sul­tar­le a la veci­na del sitio de las “Ger­manías”, doña Isabel Var­gas; planteán­dole esté prob­le­ma, lo que lle­vo a doña Isabel a pro­pon­er­le con­sul­tar a un pari­ente iden­ti­fi­ca­do como “Her­mano Juan José”, vidente, que además de poseer energías descono­ci­das y fumar taba­co, le seña­lo a ambos parceleros de la zona, que para “rescatar el cur­so de las aguas sobre el vas­to ter­reno, ten­drían que lle­var en pro­ce­sión con can­tos y rog­a­ti­vas a la Vir­gen de las Mer­cedes has­ta el sitio de la Mon­tañi­ta o bosque de Agua Viva. Una vez estando allí, can­tar y tocar un velo­rio para revivir las aguas”. 

Ante tal con­se­jo, se dice que por arte de fe al sigu­iente año (1967), el agua empezó a bro­tar del sue­lo y de los siete caños local­iza­dos en los alrede­dores de aquel lugar, aumen­tan­do de for­ma asom­brosa el cau­dal de los mis­mos. El mila­gro aler­to al bosquero Can­de­lario Álvarez, quien noti­fi­caría a José Escalona lo suce­di­do, y al per­catarse de la situación man­do a limpiar las ace­quias ubi­cadas entre el Peñus­co y Tarabana. 

Esté extraño hecho, de des­bor­de de las aguas, no solo serviría para regar los cul­tivos, tam­bién per­mi­tió abaste­cer a otras local­i­dades más lejanas como el Tamarindo y el Placer.

 Des­de aque­l­los años los prome­seros asum­ieron la respon­s­abil­i­dad de que cada 24 de sep­tiem­bre se lle­vara en pro­ce­sión la ima­gen de las Mer­cedes des­de su mora­da, has­ta el bosque; dete­nien­do su pres­en­cia en medio de salves, can­tau­rias, rog­a­ti­vas y dec­i­mas; los cuales común­mente eran tocadas y enton­adas por los respeta­dos mae­stros fal­l­e­ci­dos: Manuel Fre­it­ez, Anto­nio Álvarez, Gil Camac­aro, Chico Col­menares, Pio Rodríguez y don Gra­ciano Men­doza; todos ellos mae­stros de can­tos de velo­rio, y com­pro­meti­dos con aque­l­la creen­cia mila­grosa, de haber revivi­do las aguas de esté cau­dal, extraña­mente sin expli­cación alguna. 

En la memo­ria colec­ti­va de muchos tes­ti­gos, recuer­dan como ese primer año, la aten­ción fue asum­i­da por Pauli­na Escalona con la colab­o­ración de cada parcelero.

Anual­mente la prome­sa siem­pre lle­garía has­ta el sitio del Bosque o la Mon­tañi­ta, entre Agua Viva y la estribación del cer­ro el Man­zano; pero por la triste dinámi­ca de crec­imien­to urbano que paso a exper­i­men­tar esté ter­ri­to­rio con la con­struc­ción de la aveni­da Ribereña en 1986, obli­go casi a exter­mi­nar con esta creencia. 

Ya que, para poder atrav­es­ar los exten­sos cañav­erales de Tara­bana al Peñus­co; había que cruzar de un lado al otro extremo, la naciente y peli­grosa aveni­da; lo cual anegó una devo­ción, en todo un ries­go para los asis­tentes. Con­ll­e­van­do a sus orga­ni­zadores a tomar la medi­da de sus­pender la prome­sa en 1992. Deján­dola de lle­var en hom­bros y can­tos a su sitio de siempre.

Para 1993 está pro­ce­sión se min­i­mizaría en una misa y un velo­rio en la propia capil­la lev­an­ta­da a la Vir­gen, ubi­ca­da en las inmedia­ciones de la antigua hacien­da Tara­bana. Has­ta que, en el año 2001, por ini­cia­ti­va de un grupo de lugareños del caserío el Peñus­co, encabeza­do por la veci­na Mar­lene Bra­vo; cometieron de nue­vo abrir una nue­va ruta, de lle­var­la has­ta está locación.

Con el pasar de los años a pesar de su min­i­miza­da aflu­en­cia, nun­ca se deja al olvi­do el mila­gro endosa­do a la Vir­gen de las Mer­cedes; el cual con par­tic­u­lar asom­bro rela­ta y expone Eduar­do “Chopin” Álvarez: “La ima­gen es tes­ti­go de su pro­pio suce­so”. Aún sigue per­manecien­do la fe entrañable y, hoy en día, el velo­rio se le recita en las ady­a­cen­cias del pequeño ora­to­rio Nues­tra Seño­ra del Per­petuo Socor­ro, ubi­ca­do en la puer­ta del caserío el Peñus­co; para nun­ca bor­rar de la memo­ria lo que la Vir­gen prodi­giosa­mente levan­to como el Agua viva, del man­an­tial que recorre sus anchas.

Ima­gen desta­ca­da:  Vir­gen de Las Mer­cedes, cor­re­sponde a la res­guarda­da y adquiri­da por los antigu­os parceleros de la Unidad de Pro­duc­ción Agrí­co­la de Tara­bana, hoy en día en manos de Eduar­do Alvarez cono­ci­do pop­u­lar­mente como Chopín

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «Tarabana, contemplación Mariana por la Virgen de Las Mercedes»

  • Exce­lente artícu­lo. Muchas per­sonas cono­cen el nom­bre de Tara­bana sin saber su ori­gen. Tenien­do en cuen­ta que el munici­pio Palave­ci­no es uno de los munici­p­ios en donde sus pobladores cono­cen menos acer­ca de su ori­gen, his­to­rias y crónicas

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