CrónicasReportajesTodas Las Entradas

El país de los enanos en Lara

 

Omar Garmendia
Cronista y escritor


La primera referencia relativa a la existencia del país de los enanos de debe al oficial alemán de la Casa de los Welser, Nicolás Federmann, quien el 12 de septiembre del año 1530 emprendió un viaje de expedición y descubrimiento que lo llevaría desde la ciudad de Coro en Venezuela, hasta las fértiles comarcas del Valle del río Turbio en Barquisimeto. 

En esa dramáti­ca trav­es­ía el ger­mano tran­sitó por igno­tas tier­ras ances­trales de difer­entes naciones indí­ge­nas que habla­ban difer­entes lenguas: jira­jaras, aya­manes, cay­ones, ajaguas y caque­tíos. Dicho via­je quedó doc­u­men­ta­do en las memo­rias o diario del alemán, His­to­ria indi­ana, (Indi­an­is­che His­to­ria), pub­li­ca­da en 1557.

Nicolás Fed­er­mann, sal­ió de Coro con 110 españoles a pie, 16 a cabal­lo y 100 “nat­u­rales caque­tíos” de la zona. Andu­vo por incier­tos y fer­aces caminos, atrav­esó la sier­ra de San Luis, pasó por donde actual­mente se encuen­tra Chu­ruguara, atrav­esó el río Tocuyo, cer­ca de Siquisique, inten­tó subir las impen­e­tra­bles ser­ranías de Paru­pano pero desis­tió y toman­do el cur­so del río Tocuyo, que corre por las sabanas de Caro­ra, avanzó durante cua­tro días has­ta Are­nales o Atarigua has­ta lle­gar a Coary (hoy Bue­na Vista) a tres mil­las ape­nas del Valle de Bar­quisime­to al cual lle­ga el 1° de noviem­bre, después de 50 días de haber sali­do de Coro. (Aspec­tos históri­cos del Valle de Bar­quisime­to y de su sec­u­lar vocación agrí­co­la. Unidad del Cro­nista Munic­i­pal, 1999).

Los enanos de Parupano

Ofi­cial alemán de la Casa de los Welser, Nicolás Federmann

Asev­er­a­ban los jira­jaras que en lo más pro­fun­do e inex­tri­ca­ble de las sier­ras lla­madas de Paru­pano y Matatere, hab­it­a­ba un pueblo que, de acuer­do con la descrip­ción de Fed­er­mann, que aunque todos pertenecían a la nación ayamán, algunos de esos hom­bres y mujeres eran de muy baja estatu­ra y otros de mejor dis­posi­ción y altura de cuer­po: “…Los más altos eran de cin­co pal­mos (alrede­dor de un metro con 50 cen­tímet­ros) y algunos de cua­tro, pero bien pro­por­ciona­dos de cuer­po con relación a su altura”. Sin embar­go, desiste de esa cor­rería de subir a la mon­taña por lo escabroso del camino para sus hom­bres y cabal­los y por razones tácticas.

Habién­doles pre­gun­ta­do Fed­er­mann a los nat­u­rales la razón de esta difer­en­cia, respondieron que tiem­po atrás, según record­a­ban sus may­ores, hubo una gran mor­tan­dad entre los nativos ayamán debido a una peste y ellos que has­ta entonces hab­it­a­ban la zona sin mezclarse, al morir una gran can­ti­dad de indí­ge­nas enanos se vieron en la obligación de con­fed­er­arse con otros pueb­los por no ten­er sufi­cientes hom­bres para defend­er­se de sus ene­mi­gos los jira­jaras que hab­it­a­ban más al norte y casarse con sus mujeres. Por ese moti­vo algunos de ellos tenían may­or estatu­ra que otros.

¿Existió el país de los enanos?

Arcaya (1916) comen­ta este aspec­to, dubi­tan­do y aun negan­do la exis­ten­cia de tales enanos: No podía Fed­er­mann dejar de seguir el espíritu fan­taseador de su época por eso en su Relación, por lo demás bas­tante exac­ta, intro­du­jo la fábu­la de que eran pig­meos o enanos los Aya­manes. Que es una pura fábu­la lo que dice del tamaño de estas gentes lo demues­tran las con­sid­era­ciones sigu­ientes; 1) Pérez de Tolosa en sus car­tas no habla de una cosa tan extra­or­di­nar­ia como sería la exis­ten­cia de toda una raza de pig­meos en Venezuela. 2) Que Castel­lanos tam­poco dice nada de esto y se ocu­pa en sus Elegías del via­je de Fed­er­mann. 3) Que la descen­den­cia de los Aya­manes, que habi­ta hoy el Munici­pio San Miguel, con­serván­dose muchas famil­ias de pura raza indí­ge­na, no se dis­tingue en el tamaño de sus indi­vid­u­os, de modo notable, de los demás habi­tantes de Fal­cón y Lara. (Arcaya, 1916).

Sin embar­go, es sug­es­ti­vo pen­sar, a pesar de lo dicho por Arcaya, lo que Fed­er­mann anotó en su diario: “El cacique o señor me pre­sen­tó y regaló tam­bién una enana de cua­tro pal­mos de altura, de bel­la y bue­na pro­por­ción y figu­ra, que dijo ser su mujer, pues esto es habit­u­al entre ellos para con­fir­mar la paz. La acep­té a pesar de que se porta­ba mal y llora­ba mucho, porque creía haber sido regal­a­da a demo­ni­os, pues por estos nos toman, y no por hom­bres. Llevé esta enana con­mi­go has­ta Coro, donde quedó, pues no quise sacar­la de su tier­ra, porque ella, como los demás indios, no viv­en mucho tiem­po fuera de su patria y espe­cial­mente en tier­ras frias”.

REFERENCIAS
Arcaya, Pedro M. (1916). Nar­ración del primer via­je de Fed­er­mann a Venezuela, Tr. Pedro Manuel Arcaya. Cara­cas: Lib. y tip. del Comercio
Aspec­tos históri­cos del Valle de Bar­quisime­to y de su sec­u­lar vocación agrí­co­la (1999). Bar­quisime­to: Unidad del Cro­nista Municipal

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *