ReportajesTodas Las Entradas

Montenegro: El Cronista debe tener formación científica y experiencia en investigación

 

Juan José Peralta
Periodista


El médico valenciano Juan Ernesto Montenegro, quinto Cronista Oficial de Caracas, cumplió una importante tarea al frente de la memoria de la capital y dio fuerte impulso a la revista “Crónica de Caracas” donde publicó documentos de elevado valor histórico. Vale la pena reproducir el artículo El cronista de la ciudad de Caracas, publicado en el No. 83 de esta revista municipal  de los meses octubre –diciembre de 1989, año en que fuera designado.

Intere­sante inter­pretación de este médi­co al señalar que “no bas­ta estar car­ga­do de año­ran­zas patéti­cas, ni de nos­tál­gi­cas evo­ca­ciones” para el ejer­ci­cio del Cro­nista Ofi­cial de la ciu­dad, porque muchos aspi­rantes no pasan de esas año­ran­zas y nos­tal­gias, pues son insu­fi­cientes al requerirse expe­ri­en­cia en inves­ti­gación y for­ma­ción cien­tí­fi­ca para tan alta respon­s­abil­i­dad. A con­tin­uación el tex­to de la reflex­ión de Montenegro: 

Ape­nas comen­z­a­ba su vida la Ciu­dad de Cara­cas cuan­do el Cabil­do decidió nom­brar un cro­nista que debía escribir los prin­ci­pales acon­tec­imien­tos suce­di­dos en la pequeña vil­la. La des­i­gnación recayó sobre un sol­da­do ver­sa­do en letras, de apel­li­do Ulloa. Este fue el primer Cro­nista de la ciu­dad de Caracas.

En tiem­pos pos­te­ri­ores, caraque­ños y extran­jeros escri­bieron sobre la his­to­ria, las tradi­ciones, hábitos, idios­in­cra­sia y folk­lore de la ciu­dad, casi siem­pre como espon­tá­neos y muy pocos por remu­neración. Todos esos escritores fueron y son cro­nistas; unos obser­vadores, otros estu­diosos pro­fun­dos pero todos tenían por carác­ter común, su amor por Cara­cas y el deseo de hac­er­le hom­e­na­je con sus letras, muchas veces felices.

Algunos nom­bres de cro­nistas debe­mos men­cionar: Oviedo y Baños, entre los más antigu­os, Arístides Rojas y Teó­fi­lo Rodríguez en el pasa­do siglo XIX. No nom­bramos los de este siglo por ser legión, y porque no sería líc­i­to omi­tir a algunos de estos escritores enam­ora­dos de la ciudad.

Poet­as, peri­odis­tas, his­to­ri­adores, ensay­is­tas, lit­er­atos, académi­cos, políti­cos, arqui­tec­tos, antropól­o­gos, sociól­o­gos, ger­entes, proyec­tis­tas y otros int­elec­tuales que han abor­da­do el tema de Cara­cas, son cro­nistas legí­ti­mos, y algunos de ellos tienen sufi­ciente soltura para usar libre­mente ese título.

Cróni­cas de Caracas

Pero fue sólo cua­tro sig­los después de Ulloa, pre­cisa­mente en 1945, cuan­do el Ayun­tamien­to de Cara­cas crea ofi­cial­mente la figu­ra del Cro­nista de la Ciu­dad de Cara­cas. El primero en recibir ese hon­or fue Enrique Bernar­do Núñez, quien man­tu­vo muy en alto el dis­tin­ti­vo al igual que su suce­sor Mario Briceño Iragor­ry. Estos en su pro­lon­ga­da gestión, sos­tu­vieron la “Cróni­ca de Cara­cas” en una ver­dadera época de oro. Le sigu­ieron el famoso Guiller­mo Mene­ses y el pro­lí­fi­co Guiller­mo José Schael, quien sumó a su pasión caraque­ña la per­se­ver­an­cia de su estirpe tudesca.

El suscrito es el quin­to Cro­nista de la Ciu­dad de Cara­cas lla­ma­do a sopor­tar el peso de sus pre­de­ce­sores y a respon­der a los retos y las invo­ca­ciones de sus fan­tas­mas. Pese a su condi­ción hon­orí­fi­ca y a que la tradi­ción lo ha hecho vita­l­i­cio, el car­go obliga a cumplir –entre otras– con las sigu­ientes atribuciones:

  1. Cus­to­di­ar el archi­vo munic­i­pal. Este aparte com­pro­m­ete con el difí­cil man­ten­imien­to de pape­les tan antigu­os como la ciu­dad mis­ma, en bue­na parte deshe­chos mate­rial­mente. Los cuida­dos de con­ser­vación han de ser segui­dos por la restau­ración de esas joyas históri­c­as, del­i­ca­da labor que no se puede pospon­er cua­lesquiera que sean los obstácu­los que se opongan.
  2. Efec­tu­ar inves­ti­ga­ciones en dicho archi­vo. Para cumplir con este propósi­to se requieren por lo menos tres condi­ciones: 1) Expe­ri­en­cia en inves­ti­gación: For­ma­ción cien­tí­fi­ca y 3) Capaci­dad pale­ográ­fi­ca. Si no se está en capaci­dad de enten­der la escrit­u­ra antigua y su sig­nifi­ca­do, no es posi­ble explo­rar los doc­u­men­tos del archi­vo históri­co, y si se carece de metodología cien­tí­fi­ca, mal se pueden extraer datos doc­u­men­tales, some­ter­los a proce­samien­to críti­co y divul­gar­los eficazmente.
  3. Hac­er pub­li­ca­ciones rela­cionadas con la his­to­ria de la ciu­dad. El órgano divul­ga­ti­vo, es prin­ci­pal­mente la “Cróni­ca de Cara­cas”, en la que se pub­li­can los tra­ba­jos del cro­nista de la ciu­dad, doc­u­men­tos inédi­tos de los archivos, otros ya desta­ca­dos que mues­tran ren­o­va­da vigen­cia, más con­tribu­ciones de per­sonas desta­cadas en el cam­po de la his­to­ria, la tradi­ción, el folk­lore y la cul­tura caraqueña.
Con­clusión según Montenegro
No bas­ta estar car­ga­do de año­ran­zas patéti­cas, ni de nos­tál­gi­cas evo­ca­ciones de la Cara­cas de prin­ci­p­ios de siglo, para estar en capaci­dad de cumplir cabal­mente con las pesadas obliga­ciones, que hacen dura la fun­ción de Cro­nista de la Ciu­dad de Cara­cas. Si se es respon­s­able y celoso en el cumplim­ien­to del deber, siem­pre sobre­viene la ver­dad que encier­ra aque­l­la frase que me recuer­da Fray Cesáreo Armel­la­da : Hon­or, Onus, es decir, el hon­or es una pesa­da carga.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

2 comentarios en «Montenegro: El Cronista debe tener formación científica y experiencia en investigación»

  • Orga­ni­zan­do un archi­vo encon­tré casi ileg­i­ble un intere­sante artícu­lo del Dr Juan Ernesto Mon­tene­gro, tit­u­la­do LA NEGRA MATEA.

    Si lo tienen elec­tróni­ca­mente les agrade­cería enviárme­lo, pues voy a escribir un artícu­lo para EL ESPECTADOR de Bogotá, so re. Área y José Pala­cios Antunes, sin­gu­lar may­or­do­mo del Libertador.

    Respuesta
  • Fue decano de la Fac­ul­tad de Med­i­c­i­na durante el interi­na­to de autori­dades cuan­do la inter­ven­ción de 1970 (Caldera 1). Mon­tene­gro, exce­lente clíni­co del ser­vi­cio dirigi­do por Enrique Benaím Pin­to, tra­ba­jó callada­mente y sos­tu­vo la Fac­ul­tad fun­cio­nan­do. Pocos saben que donó el salario como decano (en una época que ese salario era de ver­dad) a la prin­ci­pal bib­liote­ca de la Fac­ul­tad. Fue un gran val­or para la UCV y como cro­nistas de Caracas

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *