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Una cabudareña que suma 100 años de mágicos momentos

María Tio­dosia Vásquez,
‘Tiobo’ como le dicen con car­iño, nació según su reg­istro de iden­ti­dad  el 29 de sep­tiem­bre de 1913, y su número de
cédu­la indi­ca 3.317.995, aunque sostien  que esos números son errados

Tiobo se declara
creyente y devota de la Div­ina Pastora, 
y remar­ca que no se duerme, ni se
lev­an­ta antes 


de ofre­cer­le su gratitud 


“Tengo
5 hijos, 14 nietos, 16 bisnietos y 2 tataranietos sin contar uno que está por
llegar”, determina María Tiodosia Vásquez

Para
Tiobo, es este mi más pequeño tributo

Con
paso lento pero firme se acer­ca María Tio­dosia Vásquez, al sitio pau­ta­do para
respon­der el largo cues­tionario de pre­gun­tas para una mujer que cumple cien
años de edad.
Se
dice fácil, pero cuán­ta agua puede haber pasa­do por ese puente, dice con
esplén­di­do sen­ti­do del humor.
Con
fasci­nante tono de voz ini­cia su ter­tu­lia, acom­paña­da de su hija Adri­ana, y su
bis­ni­eta Nai­ly. Se sien­ta firme, ergui­da, apre­tan­do su bastón que la ha
acom­paña­do por años, no por imposi­bil­i­dad de cam­i­nar, sino más bien como
asidero para sus vis­i­tas al patio a revis­ar sus plantas.
Sin
vac­ilar ni tratar de vencer a la memo­ria, apun­ta: “Ten­go 14 nietos, 16
bis­ni­etos y 2 tatarani­etos sin con­tar uno que ya está por lle­gar”, final­iza con
picardía.

Nací
luego de un eclipse

Tiobo,
como sue­len lla­mar­la por car­iño, se desprende de sus lentes al tiem­po que
afir­ma que nació luego de un eclipse total que oscure­ció el país antes de 1913,
eso quiere decir que cre­ció con el siglo.
“Me
cuen­tan que fue un acon­tec­imien­to muy espec­tac­u­lar, que nueve meses después, mi
madre moriría a con­se­cuen­cia de una enfer­medad, crián­dome mi abuela paterna”,
evo­ca con añoranza.
 
Tiobo tiene 5 hijos, 14 nietos, 16 bis­ni­etos y 2 tataranietos, 

sin con­tar uno que ya está por llegar


Con
gra­cia sostiene que nació en El Despar­ra­madero, esta­do Yaracuy, y en su mocedad
la trasladaron a Non­a­vana, un caserío del munici­pio Irib­ar­ren, incrus­ta­do en un
valle que vio nac­er a Juan Canelón.
Allí,
con el paso del tiem­po, la maes­tra Julia de Mogol­lón, quien visitaba
reli­giosa­mente el puebli­to en labores de enseñan­za, “me invitó a mudarme a su
casa en Barari­da, jun­to a mis hijos”.
En
sus pal­abras se percibe grat­i­tud por la maes­tra ‘Mamá Julia’ de quien refiere
es una mujer car­i­ta­ti­va, bon­da­dosa, con una mís­ti­ca para el trabajo
insu­per­a­ble, que ayudó a muchas famil­ias y que merece infini­ta consideración.

Leoni
la trajo a Cabudare

Tiobo apela a la memo­ria sin difi­cul­tad algu­na. Aclara: “Esta casa la con­seguí cuando
el Gob­ier­no de Raúl Leoni y me costó cin­co mil bolí­vares que los pagué con
mucho sac­ri­fi­cios”, añade sumergi­da en risa.
Observa
fija­mente con la mano en el men­tón y remar­ca: “Las casas las entre­garon sin
ser­vi­cios, y había que ir has­ta donde es hoy la Casa de la Cul­tura de Cabudare,
a recoger agua en una pila”.
Más
tarde, le tocaría al pres­i­dente del ayun­tamien­to cabu­dareño, Igna­cio Dan, construir
la red de ser­vi­cios públi­cos: acue­duc­to, cloa­cas y asfaltado.
Al
naciente urban­is­mo se le llamó Urban­ización La Mata como hom­e­na­je a la hacienda
propiedad de Julio Alvara­do Sil­va, situ­a­da en esas fér­tiles tier­ras que
procu­raron para el bien social hom­bres como Fran­cis­co ‘Coché’ Rojas y Eurípi­des Ponte.
Las
primeras famil­ias que lle­garon a la antiquísi­ma urban­ización fueron: Soraya
Car­mona, Aura Vegas, Saúl Castil­lo, Patri­cia  Rodríguez, Cán­di­da Pérez; y
Lucas Loza­da y su esposa Ani­ta Castil­lo, lle­garon después. 

Mágicos
momentos

Tiobo
tra­ba­jó muchos años en la escuela Val­more Rodríguez de Cabu­dare, en el Programa
de Edu­cación de Adul­tos, de cin­co de la tarde has­ta las nueve de la noche, para
cri­ar a sus cin­co hijos, con un suel­do de 200 bolí­vares men­su­ales de donde
sal­ió pensionada.
De
esos glo­riosos días remem­o­ra que com­par­tió con el pro­fe­sor Elías Majano, Rafael
Alvara­do, Mireya Gil, Wiomar Álvarez, Irma Velásquez, Elba Sánchez, que eran
los mae­stros, más no deja a un lado a sus com­pañeros de labores: Mar­le­nis de
Nieves, esposa del expres­i­dente del Con­ce­jo Munic­i­pal Gon­za­lo  Ramón Nieves; María Añez, que aun vis­i­tan a
Tiobo y que por supuesto, están inclu­i­dos en la gala  para cel­e­brar su centenario.
Williams
Ger­ar­do, su nieto, apun­ta que Tiobo aún se pre­ocu­pa por estar enter­a­da de los
últi­mos acontecimientos.

Tiobo
trae a la memo­ria que cuan­do Williams Ger­ar­do era niño, ella le daba
diari­a­mente un real y medio para que com­prara EL IMPULSO  — y pese a no saber leer‑, lo invita­ba le
ley­era todas las noti­cias, cos­tum­bre inque­brantable que aún hoy conserva
íntegra.
En
cor­tas pal­abras advierte que el momen­to más boni­to es ver día a día su familia
cre­cer en unidad.
Se
declara creyente y devota de la Div­ina Pas­to­ra, Vir­gen a la que acom­paña todavía
en cada pro­ce­sión: “No me duer­mo, ni levan­to en las mañanas antes de ofrecerle
mi eter­na gratitud”.

Texto
y fotos: 

Luis
Alberto Perozo Padua

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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