Ramón Adelis Ortiz, un líder con raíces en el terruño palavecinense
José Luis Sotillo J.
Cronista de la parroquia Agua Viva, municipio Palavecino
@aguavivajose
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Entre el murmullo de los viejos árboles de mango y mamón que aún resisten al avance del cemento, se escucha la voz de Ramón Adelis Ortiz Palacios, conocido popularmente por el cariño consagrado de su gente como “El Pollito”.
Un hombre cuya vida ha sido tejida entre el servicio a su comunidad y el amor por su tierra, testigo de la transformación de un pueblo agrícola en un mosaico de urbanizaciones.

La vocación que nació entre cañaverales
Desde los once años, Ramón Adelis sintió el llamado a servir. “Dios me mandó para esto”, confiesa con sencillez, mientras recuerda cómo los grandes sembradíos de caña de azúcar de Eustaquio Yépez y Juan Pablo Yépez dominaban el paisaje. Aquellos campos, hoy desaparecidos, eran el sustento de familias que madrugaban a las cinco de la mañana para llenar los camiones rumbo al Central Río Turbio.
Su formación en el Instituto Mosquera Suárez y su paso por la prensa —como columnista de El Informador— lo prepararon para una vida de lucha. Durante quince años, trabajó como sumariador en la antigua PTJ, pero su corazón siempre estuvo en el deporte y la acción social.

El líder que forjó campeones
En el ámbito deportivo, su legado es imborrable, ya que se destacó como Primer campeón de boche de Palavecino con el equipo “La Grapette”.
— 15 veces representó a Palavecino en torneos estadales y nacionales.
— Presidente de ligas de béisbol y bolas criollas, sembrando disciplina en generaciones.
Pero su huella trasciende lo deportivo. En 1989, fue el concejal más votado del antiguo Distrito Palavecino por el Partido Social Cristiano COPEI; organización a fin a su incuestionable vocación de servicio por los más necesitados. Lamentablemente un giro inesperado en la política lo llevo a desligarse y en las elecciones del año 1992, se mide con otra plataforma política totalmente ajena a su condición demócrata cristiana; con el partido Nueva Generación Democrática, no logrando conseguir repetir en su accionar de lucha.
En 1996, integró la Junta Parroquial de José Gregorio Bastidas representando por sufragio popular a sus vecinos demostrando alto interés por los sectores rurales de su parroquia. Sus reconocimientos, otorgados incluso por la Asamblea Legislativa hablan de un luchador incansable.

El pueblo que ya no es el mismo
Con nostalgia, evoca el Rastrojo de antaño: calles de tierra, casas de tejas, el trajín de carros a Sarare por un bolívar. Nombres como los choferes Enrique Perláez y Andrés, o su propio padre, Pedro León Ortiz, reviven en sus relatos. “Uno no puede detener el progreso”, admite, aunque el eco de aquel mundo rural aún late en sus palabras.
Fue en su momento, designado coordinador social y deportivo por el exalcalde José Barrera, siguiendo su convicción firme en su misión: “Ayudar sin discriminar, paguen o no”. Su mayor satisfacción no son los títulos, sino “la sonrisa del hombre humilde”.
Un mensaje para el futuro
Mirando al horizonte aún sonríe, con optimismo apostando a la generación de relevo “A los jóvenes les espera un futuro mejor”. Y en esa frase, se reduce el espíritu de un hombre que, como los viejos árboles de su pueblo, sigue en pie, dando sombra y frutos.
Extraordinario relato y extraordinario ser humano