Alí Lameda, el comunista caroreño preso y torturado en Corea del Norte 

Jorge Ramos Guerra
Historiador y cronista
ardive@gmail.com

Rafel Uzcátegui
Sociólogo y escritor

Este intere­san­tísi­mo per­son­aje lo car­ac­ter­izó su condi­ción de comu­nista de for­ma­ción e ide­ales, fue víc­ti­ma de un sen­ti­men­tal­is­mo que para un comu­nista es de vida o muerte y su tes­ti­mo­nio, un kar­ma para un comu­nista porque demostra­do está, que mañana puede ser víc­ti­ma de su propia med­i­c­i­na y leámosle:

«La comi­da de la cár­cel era apropi­a­da solo para ani­males. Por meses, los pre­sos éramos pri­va­dos de comi­da acept­able. En mi opinión, es preferi­ble ser gol­pea­do, si es posi­ble, que ver un diente reduci­do a pol­vo y sopor­tar una golpiza. Pero estar con­tin­u­a­mente ham­bri­en­to es peor».

Alí Lame­da, el comu­nista tor­tu­ra­do en Corea del Norte

Lame­da, había naci­do en Caro­ra el 12 de junio de 1924, for­mán­dose int­elec­tual­mente como muchos de su gen­eración, en la bib­liote­ca de don Cecilio Zubil­la­ga Perea, úni­co Ate­neo griego revivi­do en Venezuela, de allí sal­dría poeta, escritor y vamos hacia su Cen­te­nario a espal­das del comu­nis­mo, con las prác­ti­cas que se le impusieron.

Pero veá­mos lo que nos dice el inves­ti­gador y escritor Rafael Uzcátegui sobre nue­stro biografi­a­do: Luego de su regre­so de Colom­bia, donde había esta­do estu­dian­do med­i­c­i­na, Alí Lame­da se incor­po­ra al Par­tido Comu­nista de Venezuela, donde desta­ca por su interés en la literatura. 

En 1940 via­ja a Checoslo­vaquia, donde per­manece 5 años, apren­di­en­do el idioma y tra­ducien­do al español a difer­entes autores checoslo­va­cos y poet­as france­ses. De regre­so a Venezuela tra­ba­ja en los per­iódi­cos El Nacional y Con­tra­pun­to, escri­bi­en­do sus primeros libros. En 1957 es envi­a­do como del­e­ga­do políti­co a Berlín, donde recibe la noti­cia del pre­mio Casa de las Améri­c­as de Cuba por su libro “El gran cacique”.

En los cír­cu­los diplomáti­cos y cul­tur­ales de Berlín Ori­en­tal era cono­ci­do como escritor y miem­bro dis­tin­gui­do de uno de los par­tidos comu­nistas sudamer­i­canos. Es allí cuan­do, en 1965, entra en con­tac­to con fun­cionar­ios del gob­ier­no de Corea del Norte. 

Según el pro­pio Lame­da, en ese momen­to pens­a­ba que “era una de las van­guardias de la rev­olu­ción mundi­al, que esta­ba avan­zan­do ráp­i­da­mente pro­gre­san­do en refor­mas fun­da­men­tales en su propia sociedad”. En ese momen­to el rég­i­men de Kim Il Sung bus­ca­ba for­t­ale­cer su políti­ca exte­ri­or, bus­can­do tra­duc­tores y edi­tores com­pe­tentes tan­to en francés como en español. 

Un año después Lame­da lle­ga a Pyongyang, hacién­dose car­go de la sec­ción españo­la del Depar­ta­men­to de Pub­li­ca­ciones Extran­jeras, la cual esta­ba bajo el con­trol direc­to del Min­is­te­rio de Asun­tos Exte­ri­ores. En ese puesto cono­ció a difer­entes altos fun­cionar­ios del gob­ier­no, incluyen­do al pro­pio Kim Il Sung. La real­i­dad no tar­daría en estal­lar­le en el rostro.

Luego de com­par­tir algu­nas críti­cas sobre el cul­to a la per­son­al­i­dad con su cole­ga Jacques Sedil­lot (quien tra­ducía las obras nor­core­anas al idioma galo), ambos fueron detenidos en sep­tiem­bre de 1967. Lame­da es inter­ro­ga­do y encar­ce­la­do durante 12 meses. Es lib­er­a­do y vuel­to a deten­er para ser lle­va­do a juicio y sen­ten­ci­a­do a 20 años de cár­cel, supues­ta­mente, por “haber inten­ta­do sabotear, espi­ar e intro­ducir infil­tra­dos” en el país.

En 1974 el vene­zolano fue adop­ta­do por Amnistía Inter­na­cional como pre­so de con­cien­cia y luego de var­ios meses de una cam­paña inter­na­cional, ges­tiones del Par­tido Comu­nista, el gob­ier­no vene­zolano y, espe­cial­mente, del pres­i­dente Nico­lae Ceaus­es­cu de Rumanía, fue lib­er­a­do ese mis­mo año. 

Sus declara­ciones pos­te­ri­ores a Amnistía Inter­na­cional son uno de los pocos tes­ti­mo­nios cono­ci­dos sobre las duras condi­ciones de vida den­tro de los cam­pa­men­tos de tra­ba­jo forza­do en Corea del Norte. Por sus con­ver­sa­ciones con sus carceleros, Lame­da cal­culó que en ese momen­to había 150.000 per­sonas detenidas en todo el país, dis­tribui­dos en unos 20 sitios de reclusión sim­i­lares al suyo.

Alí Lameda
Alí Lame­da

Luego de su lib­eración tra­ba­jó durante var­ios años como fun­cionario diplomáti­co, ejer­cien­do como agre­ga­do cul­tur­al en las emba­jadas de Venezuela en Pra­ga, Asun­ción y Atenas.

«Ellos no me gol­pearon ni tor­tu­raron tan­to como a otros. Sin embar­go, en una ocasión un guardia me dio una pal­iza, me pateó con sus botas y me pisoteó los pies descal­zos que tenía ter­ri­ble­mente hin­cha­dos por no haber­lo salu­da­do o algo así. Yo no fui torturado».

Esas con­fe­siones a “Amnistía Inter­na­cional” son un poe­ma que no puede estar por enci­ma de su propia poesía, recogi­da en “Corazón de Venezuela” her­mosa­mente inter­pre­tadas en “Alí el Via­jero Enlu­ta­do”.

“EL Corazón de Venezuela” según el pro­fe­sor Eduar­do Cre­ma, cita­do por Páez Ávi­la – es la epopeya del Nacimien­to de Venezuela, como Venezuela Hero­ica es la epopeya de la ema­ciación: como epopeya en la cual lo sobre nat­ur­al y mar­avil­loso no aparece como en las epopeyas antiguas que le dan el tino de una “epopeya líri­ca”–  biografía nov­e­l­a­da por el escritor Juan Páez Ávi­la, que por su esti­lo e inspiración, es úni­ca en Venezuela para hon­rar a un poeta nacional. De su análi­sis nos dice el poeta e inves­ti­gador Gorquin Camacaro:

«Es uno de esos relatos que se lee varias veces debido a la riqueza de imá­genes y eru­di­ción que encier­ra, el escritor entrete­je magis­tral­mente la poesía del vate con la fina prosa del nar­rador para deve­lar la vida de uno de nue­stros mejores poetas…Ese libro “sobre la tor­tu­osa y poéti­ca vida de Alí Lame­da  es un can­to a la lib­er­tad, a la poesía, al ero­tismo, al conocimien­to estéti­co en gen­er­al. Una obra esen­cial en nues­tra lit­er­atu­ra contemporánea».

¿Y que se podía esper­ar? para un pri­sionero en un cam­po de con­cen­tración por siete años, para quien:

«Pero si por tor­tu­ra enten­demos infli­gir dolor de man­era sis­temáti­ca, si el ham­bre ter­ri­ble y un esta­do con­tin­uo de asco por los mugri­en­tos recin­tos están bajo esa defini­ción, entonces sí. Fui torturado».

Alí Lame­da, fal­l­e­cería el 30 de noviem­bre de 1995 recor­dar­lo como sostiene Camac­aro es un “can­to a la lib­er­tad y la poesía” y a la His­to­ria voy, Vic­to­riosa o vencida.

Ima­gen de la por­ta­da: El pres­i­dente de Venezuela Luis Her­rara Campins, jun­to a Alí Lame­da (cen­tro) y Car­los-Gau­na. Foto: Crédi­tos a su autor

CorreodeLara

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