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Cabudare en un discurso

 

Pieza oratoria de Luis Alberto Perozo Padua en Solemne Acto del Día de Cabudare. Oratorio de Santa Bárbara. Cabudare, 27 de enero de 2014

Para los cabu­dareños Luis Daniel,
Gabriel Ale­jan­dro y Andrés Santiago, 
es este mi más pequeño trib­u­to 
 
 
En primer tér­mi­no, debo agrade­cer pro­fun­da­mente al Con­ce­jo Munic­i­pal de Palave­ci­no, en la per­sona de su pres­i­dente Leonar­do Cas­tañe­da y los hon­or­ables con­ce­jales inte­grantes de este cuer­po leg­isla­ti­vo, el alto hon­or que me han dis­pen­sa­do, al ten­er la opor­tu­nidad de diri­girme a ust­edes, este día espe­cial para los cabudareños.
 
Cuan­do tan solo era un niño, recuer­do que encendía el tele­vi­sor los días de fies­ta nacional, solo para apre­ciar con vibrante ale­gría los encen­di­dos dis­cur­sos en el hemi­ci­clo del Pala­cio Fed­er­al Leg­isla­ti­vo, dis­culpen la ref­er­en­cia per­son­al y esta anéc­do­ta muy propia, pero cuán­tas veces mi imag­i­nación llegó has­ta esa tri­buna, en donde me veía dirigién­dome al auditorio.
 
Hoy 27 de enero de 2014, no es menos intere­sante el esce­nario, no es menos emo­cio­nante estar frente a este augus­to audi­to­rio, en donde la may­oría son caras cono­ci­das, com­pañeros de luchas, ami­gos de la vida que sueñan con un Palave­ci­no para todos, un Palave­ci­no para Vivir.
 
Dis­cur­so de orden el 27 de enero de 2014 en ora­to­rio San­ta Bár­bara en ocasión del Día de Cabudare
Una bril­lante mujer, Haydee Pad­ua, que hoy nos hon­ra con su deslum­brante pres­en­cia, ha ded­i­ca­do parte de su trán­si­to vital a recal­carme que es fal­so que exista un des­ti­no ya pre­fig­u­ra­do, del que no nos podemos soltar.
 
Es fal­so que no teng­amos otro camino sino el de la res­i­gnación a ser sim­ples hebras en los vien­tos de una pre­des­ti­nación frente a la cual no nos que­da opción sino la de cumplir lo ya dis­puesto por fuerzas e intere­ses supe­ri­ores y extraños.
 
Pues no, y lo mis­mo ocur­rió con los primeros pobladores de este Cabu­dare, un sitio, un pueblo, una comar­ca, como la han descrito var­ios via­jeros de tiem­pos pretéri­tos y como la han definido his­to­ri­adores de prin­ci­p­ios del siglo XIX.
 
Aque­l­los cabu­dareños, empeña­dos en el pro­gre­so obser­varon como el sitio era infati­ga­ble­mente vis­i­ta­do por via­jeros que bus­ca­ban en este iridis­cente cruce de caminos hospeda­je y pro­vi­siones para el trayecto.
 

Kabudari, árbol grande

Hace var­ios lus­tros, cuan­do por ref­er­en­cia del abo­ga­do cabu­dareño Luis Loza­da Castil­lo, para entonces edil de esta cor­po­ración munic­i­pal, me obse­quió un pequeño pero mági­co fol­leto, reple­to de ideas y de his­to­ria, en el cual encon­tré una cer­tidum­bre que en este momen­to deseo trans­mi­tir a ust­edes, en instante tan solemne, imborrable, como fuente de un pre­cioso saber. 


Desar­rol­lo del dis­cur­so en el por­tal del Ora­to­rio San­ta Bárbara
 
En este lib­ri­to, uno de mis preferi­dos, pude leer: “En lengua­je abori­gen Cabu­dare sig­nifi­ca puer­ta de los llanos. Su esplén­di­da topografía seme­ja una espa­ciosa ante­sala que une las últi­mas estriba­ciones de los Andes majes­tu­osos con las lla­nuras ilímites de nues­tra deslum­brante geografía”.
 
Fueron estas líneas apun­tadas por el acu­cioso his­to­ri­ador Fran­cis­co Cañiza­les Verde, en su dis­cur­so del 10 de noviem­bre de 1991, como orador de orden en la primera sesión cel­e­bra­da con moti­vo del Día de Cabu­dare para ese entonces, las que quizá embar­garon mi corazón, empu­ján­dome a enro­larme en las fae­nas de la his­to­ria de este sitio, de este mar­avil­loso sitio, pero tam­bién me indu­jo a cam­i­nar la trav­es­ía irre­nun­cia­ble de la lucha por las mejo­ras sociales des­de los ámbitos de la acad­e­mia y con fogosi­dad des­de el peri­odis­mo a través de EL IMPULSO.
 
Además del aporte del Dr. Cañiza­les Verde se cuen­ta con los rig­urosos estu­dios del Dr. Gus­ta­vo Rojas Lugo y del mae­stro Rena­to Agagli­ate, quiénes expo­nen que el topón­i­mo es KABUDARI escrito en lengua ARAWAKA, cuyo sig­nifi­ca­do es ÁRBOL GRANDE, lo cual nos vin­cu­la a las antiguas especies veg­e­tales de gran tamaño como la Cei­ba y el Jabil­lo Blan­co, inclu­so con la vida de los aborí­genes AJAGUAS, ances­trales pobladores en algu­na de las comu­nidades de este otro lado del Tur­bio, otra sig­ni­fica­ti­va inves­ti­gación apor­ta­da por el Cro­nista Ofi­cial, pro­fe­sor Tay­lor Rodríguez Gar­cía, así con­tenido en la Orde­nan­za de Sím­bo­los Municipales.
 
La his­to­ria nos enseña que la extra­or­di­nar­ia fuerza de un pen­samien­to, de una lucha, de una causa abraza­da con tem­ple, resuelta, valiente, ha sido capaz repeti­da­mente de mod­i­ficar los rum­bos y sen­ti­dos, de las cul­turas, de las local­i­dades y has­ta de las naciones.
 
Creo sin lugar a equívo­co, que el pueblo de Cabu­dare, ya ha entra­do en ese com­pro­miso de cambio.
 

Poblamiento formal

Sir­van los primeros pár­rafos de esta inter­ven­ción para una nece­saria aclara­to­ria. Sobre si Cabu­dare tiene 200 o 300 años de fun­da­do o estable­ci­do, es un debate latente ya sufi­cien­te­mente esboza­do, y quizá no ago­ta­do, porque las pági­nas de la his­to­ria se escriben a diario. 
 
El debate está abier­to y como dec­i­mos los human­istas, más allá de las consignas o ban­deras políti­cas, la his­to­ria entraña un val­or sub­stan­cial, para ello nos for­mamos y seguimos en esa senda. 
 
Y no podemos sosla­yar que la fun­dación es un acto ofi­cial, se reg­is­tra en un acta, en un doc­u­men­to, y en aque­l­la remo­ta época, un escrib­ano deja­ba tes­ti­mo­nio escrito del poblamien­to, con defini­ción de los límites, iden­ti­ficán­do­los, en donde tam­bién se nom­bra­ba a un juez poblador quien coor­dina­ba todas y cada una de las acciones a seguir para que el acto se inmor­talizara.
 
El poblamien­to ‑aten­ción al auditorio‑, es un acto espon­tá­neo, en donde los veci­nos ocu­pan un espa­cio para sat­is­fac­er fines, en primer lugar mate­ri­ales, pero tam­bién propósi­tos espir­i­tuales, caso especí­fi­co, y el cual hoy nos ocu­pa, los cabu­dareños des­de 1811, habían esta­do solic­i­tan­do con per­ti­na­cia, ante las autori­dades ofi­ciales de Bar­quisime­to y Cara­cas, que se dotara al sitio de una “casa de oración”.
 
Pero qué ocur­rió: ami­gos y ami­gas que nos acom­pañan, en 1793, don Juan José Alvara­do de la Par­ra, rico propi­etario del Valle de Tur­bio y alférez real del cabil­do de Bar­quisime­to, por sug­eren­cia del obis­po de Cara­cas Mar­i­ano Martí, solic­itó per­miso ante el despa­cho dioce­sano de Cara­cas, para con­stru­ir un espa­cio ade­cua­do “para el cul­ti­vo de la fe” y así fue otor­ga­do.
 
Pero no se con­stru­irá este her­mosísi­mo ora­to­rio bajo la advo­cación de San­ta Bár­bara, sino cua­tro años después, en 1797.
 
Están ust­edes, seño­ras y señores, ante una de las edi­fi­ca­ciones reli­giosas más antiguas del país, y del decir del mae­stro de la arqui­tec­tura colo­nial Grazz­iano Gas­pari­ni: “La más her­mosa” y les ase­guro que han sido inter­minables las noches de desvelo, leyen­do, inves­ti­gan­do y cav­i­lan­do sobre esta sin igual capilla.
 
Fue entonces cuan­do los habi­tantes del sitio de Cabu­dare, comen­zaron a con­gre­garse los domin­gos y días de fies­ta, en el ora­to­rio, primer tem­p­lo de la comarca.
 
Pero el hor­ren­do suce­so del 26 de mar­zo de 1812, hizo sucumbir el ora­to­rio reducién­do­lo a sim­ples ruinas, y de segui­da tan­to los veci­nos como la famil­ia Alvara­do de la Par­ra, lev­an­taron un tinglado de techo de tamo y pare­des de bahareque, sin ten­er la mis­ma recep­tivi­dad, lo que implic­a­ba que la gente debía trasladarse has­ta la igle­sia de San­ta Rosa, cuan­do los ríos Tur­bio y Claro no esta­ban crecidos.
 
En la segun­da quin­ce­na de noviem­bre de 1817, los veci­nos de este sitio reci­bieron la bue­na nue­va, que esta­ba pron­to a eri­girse la creación de la Par­ro­quia Ecle­siás­ti­ca y la con­struc­ción de su tem­p­lo mayor.
 
Pero cuál es la trascen­den­cia del 27 de enero, que es la ante­sala inmedi­a­ta a la creación de la Par­ro­quia Reli­giosa, en donde los fieles, los veci­nos, en el propósi­to de definir y sat­is­fac­er una necesi­dad espir­i­tu­al, se con­gre­garon aquí espon­tánea­mente, más allá de las con­se­cuen­cias legales que ello pudo gener­ar y que gener­aron, porque el man­do del gen­er­al real­ista Pablo Moril­lo, se aper­sonó a esta tier­ra y ordenó cer­rar las pulperías, pero ya Cabu­dare era un corazón latente.
 
No se trata­ba, de una vol­un­tad cie­ga, impro­visa­da de un grupo de veci­nos que anhela­ban con­sti­tuirse como pueblo, pues, no todos los vol­un­taris­mos son garan­tía de un mañana mejor, de una vida más digna y edi­f­i­cante, en con­se­cuen­cia, en 1826, los com­er­ciantes de Bar­quisime­to actu­aron, tras basti­dores, para que Cabu­dare no alcan­zara la jer­ar­quía de pueblo.
 
Es esta la trascen­den­cia imposter­gable del 27 de enero, que evo­can­do al recor­da­do mae­stro Fran­cis­co ‘Coché’ Rojas: “ben­di­to Cabu­dare que nació entre la Capil­la San­ta Bár­bara y el tem­p­lo matriz San Juan Bautista, bajo la advo­cación de la Vir­gen de La Candelaria.
 
Enfa­ti­zamos pues, sin el suce­so históri­co del 27 de enero de 1818, nos hubiése­mos nega­do a la edi­fi­cación de una escuela, un cam­posan­to, las primeras pulperías y nue­stro tem­p­lo matriz.
 

Ese día, se con­solidó el cas­co urbano sep­a­rán­do­lo de los solares pro­duc­tivos como El Cara­balí, Bureche, El May­al, edi­ficán­dose en Cabu­dare las sedes de los ser­vi­cios públi­cos, y es que éramos tan pequeños, que el primer colum­bario o cemente­rio, estu­vo ubi­ca­do en las már­genes de la hoy Escuela Val­more Rodríguez. 

Y cita­mos una bril­lante inves­ti­gación refle­ja­da en el cen­te­nario diario EL IMPULSO, del his­to­ri­ador Rodríguez Gar­cía, en donde cita un pár­rafo intere­san­tísi­mo, por demás rev­e­lador, repro­duci­do por el Boletín del Cen­tro de His­to­ria Larense de abril mayo y junio de 1944, en donde se reunieron los veci­nos el 27 de enero de 1818, con “la jun­ta ple­nar­ia” integra­da por el doc­tor Juan de Muji­ca, cura de San­ta Rosa, los dos curas de Bar­quisime­to, pres­bíteros bachiller Sebastián Bueno y José Anto­nio Meleán, el Alférez Real Juan José Alvara­do de la Par­ra y el padre Andrés Tor­rel­las, que rubricó el acta de demar­cación  “orde­na­da por el señor gob­er­nador de este obis­pa­do, pro­ced­i­mos a recono­cer el ter­reno que debía desmem­brarse –de San­ta Rosa- para la creación de la nue­va parroquia”.
 
Al final del doc­u­men­to se acen­túa que esta “SERÁ LA EXTENSIÓN PARROQUIAL DEL NUEVO CURATO DE CABUDARE y sus límites, los mis­mos que quedan men­ciona­dos, en cuya operación no man­i­fes­taron oposi­ción algu­na los señores curas y se con­for­maron en todo con la expre­sa­da demarcación”.
 
Seguida­mente ‑dice este valiosísi­mo pergamino‑, pro­cedemos a la demostración y reconocimien­to del ter­reno en que debe fun­darse la Igle­sia Par­ro­quial del enun­ci­a­do cura­to, casa públi­ca para la instruc­ción de la juven­tud, y casa para la habitación del cura, Y DETERMINAMOS QUE EL TERRENO SITUADO AL FRENTE DE DON MIGUEL BERNAL, HACIA LA PARTE DEL NORTE, EN POSESIÓN DE LOS ORDOÑES, ES EL MÁS PROPÓSITO Y CAPAZ PARA FUNDACIÓN…
 
En el sitio se clavó una cruz como señal de que allí se insta­laría el poder reli­gioso y así quedó escrito y fir­ma­do, por ello, sin el 27 de enero, no existiera Los Ras­tro­jos, ni agua Viva, porque des­de este epi­cen­tro lla­ma­do Cabu­dare, se con­quistó el poblamien­to que luego fue pro­gre­si­vo.
 
Aclaramos que el cro­nista de Palave­ci­no, no se lim­itó úni­ca­mente al con­tenido del cita­do boletín, sino que en archivos nacionales, estadales, locales e inclu­so en bib­liote­cas pri­vadas, con­sultó y fichó numerosos tex­tos pri­mar­ios y secun­dar­ios, luego de su inter­pretación, con­frontación, elaboró su pro­pio análi­sis, lo cual con­tribuyó a escribir el tomo número 1 de su libro: His­to­ria de la par­ro­quia reli­giosa San Juan Bautista de Cabu­dare, obra que se ampli­ará en agos­to del pre­sente año con la pub­li­cación de un nue­vo tomo.
 
Estos pár­rafos son la esen­cia que desta­ca Rodríguez Gar­cía en sus rig­urosas inves­ti­ga­ciones, son soportes doc­u­men­tales que has­ta aho­ra no han podi­do refu­tarse, pues, des­de hace 17 años, con el vis­to bueno de entes como la ilus­tre Uni­ver­si­dad Fer­mín Toro, con respal­do del Cen­tro His­to­ria Larense y otros organ­is­mos académi­cos, se logró durante la admin­is­tración del entonces alcalde Fred­dy Alber­to Pérez, que la Cámara Munic­i­pal en pleno votara unán­ime­mente para que Cabu­dare cele­bre su día cada 27 de enero.
 
Decir lo con­trario amer­i­taría una nue­va inves­ti­gación, y porque no, que se abra el debate entonces, dado los méto­dos históri­cos son flex­i­bles, por tan­to, bien­venidos a este for­mi­da­ble debate que hemos asum­i­do con pasión, primero des­de las cát­e­dras con el cro­nista Rodríguez Gar­cía, a quien respal­damos ple­na­mente en sus inves­ti­ga­ciones, serias, metódi­cas, analíti­cas;  y aho­ra bajo la tutoría for­mal del cat­e­dráti­co doc­tor en His­to­ria Reinal­do Rojas con una maestría en his­to­ria y próx­i­ma­mente y sin dilación, el doc­tor­a­do en esa cien­cia social.
 
Por cier­to, en mar­zo del año en cur­so, en este mis­mo recin­to estare­mos bau­ti­zan­do la ver­sión bib­li­ográ­fi­ca del tomo 1 sobre el Ora­to­rio-Capil­la, su impor­tan­cia en la vida espir­i­tu­al local, y un segun­do tomo que será des­ti­na­do a inves­ti­gadores sociales y en cuyo con­tenido se com­pi­larán los doc­u­men­tos más antigu­os, además de una entre­vista al mae­stro-arqui­tec­to Gas­pari­ni, obra elab­o­ra­da por el mis­mo Rodríguez Gar­cía y este servi­dor, para la cual aspi­ramos con­tar con el sel­lo edi­to­r­i­al de la fun­dación que actual­mente admin­is­tra este sub­lime oratorio.
 

Junta Promejoras de Cabudare

Quiero pedirle, a los dis­tin­gui­dos con­ce­jales, al alcalde José Bar­reras, y a este her­moso pueblo pre­sente en este mági­co recin­to espir­i­tu­al, que otro­ra fun­cionó como uno de los asen­tamien­tos más pro­duc­tivos del valle, un poco de pacien­cia, porque no podemos pasar inad­ver­tidos a dos adalides, herederos de las glo­rias del coman­dante Cristóbal Palave­ci­no, Nicolás Patiño y Aquili­no Juares, a quienes la his­to­ria les ha des­ig­na­do el hon­roso títu­lo de Los Arqui­tec­tos del Siglo XX Cabu­dareño: Fran­cis­co José Rojas Rodríguez y Eurípi­des Ponte Hernán­dez, que tuve la grandeza de cono­cer­les y entrevistar.
 
Aun recuer­do aque­l­las tardes de inter­minables ter­tu­lias en la Plaza Bolí­var de Cabu­dare. De estos dos hom­bres, de estos dos admi­ra­dos ami­gos, Cabu­dare y Palave­ci­no en gen­er­al obtu­vieron las más grandes con­quis­tas, a través de lo que lla­maríamos hoy una ONG, ade­lan­tán­dose en el tiempo.
 
Se denom­inó Jun­ta Prome­jo­ras de Cabu­dare –que repito‑, fun­cionó en la prax­is como una ONG, porque no era una orga­ni­zación políti­co-par­tidista, sino de lograr metas sociales.
 
Como por ejem­p­lo, des­de comien­zos de 1960, esta orga­ni­zación, envió cor­re­spon­den­cias y telegra­mas a: Ramón J Velásquez, sec­re­tario de la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca; a Eli­gio Macías Muji­ca, peri­odista del Diario La Nación; a Luis Augus­to Dubuc, min­istro de Rela­ciones Inte­ri­ores; a Manuel Vicente Ledez­ma, pres­i­dente de la Cámara de Diputa­dos del Con­gre­so Nacional; al peri­odista Juan Lis­cano, del Diario El Nacional; a Ilde­gar Pérez Seg­ni­ni, pres­i­dente del Insti­tu­to Agrario Nacional; a Eli­gio Anzo­la Anzo­la, gob­er­nador del esta­do Lara y Rómu­lo Betan­court, pres­i­dente de la Repúbli­ca, a fin de dar a cono­cer el dra­ma de la fal­ta de eji­dos y la carestía de agua, que podría solu­cionarse con la adquisi­ción de la Hacien­da La Mata.
 
Cuan­do el pro­fe­sor Rodríguez Gar­cía, me entregó en cal­i­dad de prés­ta­mo el grue­so libro que con­tiene la cor­re­spon­den­cia despacha­da de la Jun­ta Prome­jo­ras de Cabu­dare, entre 1958 y 1963, des­cubrí que a esta orga­ni­zación Cabu­dare le debe su pro­gre­so y lo que es hoy.
 
Intere­san­tísi­ma por demás son cada una de las epís­to­las y telegra­mas, tan llenas de ser­vi­cio social, de humanidad, de sen­ti­do de perte­nen­cia y me atre­vo a ase­gu­rar que ni los entes ofi­ciales eran tan enér­gi­cos.
 
Cuan­do fir­man el acta con­sti­tu­ti­va, en Cabu­dare el 1° de mar­zo de 1958, lo hacen “inspi­ra­dos en el espíritu y la letra de los prin­ci­p­ios estable­ci­dos, con con­cien­cia neta­mente pro­gre­sista, lab­o­rará en acuer­do con los sigu­ientes principios:
 

Sus activi­dades se realizarán con la úni­ca final­i­dad de lograr obras de ver­dadera util­i­dad públi­ca, asis­ten­cia social, edu­cación, edi­fi­ca­ciones, mobil­iario, tec­nifi­cación, embel­lec­imien­to urbano, recon­struc­ción de calles y aceras, acue­duc­to con capaci­dad sufi­ciente para la población actu­al, establec­imien­to de la red de cloa­cas, solu­ción al prob­le­ma de la caren­cia de pre­dios eji­dales para el establec­imien­to indus­tri­al y de vivien­da”. 

Con la prome­sa jura­da de servir a Cabudare
 
Dice el acta más ade­lante que los fon­dos nece­sar­ios para el fun­cionamien­to de la jun­ta, serán recaba­dos de la con­tribu­ción de sus miem­bros y medi­ante colec­tas pop­u­lares, rifas y otros medios. Y ya para rubricar el doc­u­men­to agre­gan: Con el may­or entu­si­as­mo y la mejor bue­na vol­un­tad, CON LA PROMESA JURADA DE SERVIR deci­di­da­mente a los obje­tos que sus­ten­ten estos prin­ci­p­ios.
 
De esa madera esta­ban hechos estos cabu­dareños. Es ese nue­stro lega­do. Debe ser esa nues­tra consigna señores con­ce­jales, señor alcalde, públi­co pre­sente: SERVIR DECIDIDAMENTE.
 
Fir­maron el acta con­sti­tu­ti­va de la Jun­ta Prome­jo­ras de Cabudare 
Su pres­i­dente Roseliano Palacios
Vice pres­i­dente Juan de Dios Troconis
Sec­re­taria Ned­da Álvarez
Tesorero Eurípi­des Ponte Hernández
Y los vocales: Juan de Dios Meleán, Ligia de
Meleán, Catal­i­no Escalona, Julio Álvarez Casamay­or, Pedro López Amaya y
Fran­cis­co José Rojas.
 

La Mata, primer urbanismo moderno

A través de este ente sin fines de lucro y con el respal­do de los ediles del cabil­do local, quienes lab­ora­ban sin salario alguno, se con­quis­taron impor­tantes obras para la ciu­dad, con­vir­tien­do los pre­dios de la Hacien­da La Mata, en eji­dos para la expan­sión urbana y para obten­er agua potable. 
 
Según dato que gen­til­mente nos aportó Arge­nis Latiegue, ayu­dante del cro­nista munic­i­pal, la hacien­da disponía de un mod­er­no sis­tema de riego a través de canales con­stru­i­dos con ladrillo, para servir de agua a Cabu­dare, con pilas ubi­cadas en la calle Domin­go Mén­dez entre San Rafael y Vicente Amen­gual; la sigu­iente esta­ba situ­a­da en los límites del Puente Rojas Paúl y la últi­ma en la calle Juan de Dios Ponte con Guiller­mo Alvizu.
 
La Mata en con­se­cuen­cia fue la primera urban­ización mod­er­na del siglo, con­stru­i­da entre 1960 al 67, con una exquisi­ta plan­i­fi­cación urbana, calles y aceras amplias, inau­gu­ra­da por el pres­i­dente Raúl Leoni.
 
Un urban­is­mo ver­dadera­mente human­iza­do, a donde fueron a vivir los pro­pios cabu­dareños, una nue­va gen­eración de palavecinences.
 

El 24 de agos­to de 1960, la cámara munic­i­pal acordó dis­tribuir las 538 parce­las de 1.500 met­ros cuadra­dos para la siem­bra de árboles fru­tales con su respec­ti­va vivien­da de interés social.

En con­ver­sación con el gob­er­nador de Lara, Hen­ri Falcón
 
La Jun­ta Prome­jo­ras de Cabu­dare, se pre­ocu­paría inmedi­ata­mente por con­seguir la con­struc­ción de la aveni­da prin­ci­pal, denom­i­na­da Pres­bítero Daniel Vizcaya.
 
Luego, en la gestión de Igna­cio Dam, se con­quis­taría la red de cloa­cas, la elec­tri­fi­cación y el asfaltado.
 
Sería exten­so describir la enorme can­ti­dad de obras y mejo­ras ges­tion­adas por esta ONG, inclu­sive en La Miel, Sarare, Los Ras­tro­jos y Agua Viva.
 

Eurípides Ponte para el salón de sesiones

Aho­ra, ya en el epíl­o­go de este dis­cur­so, y como lo diría mi admi­ra­do ami­go Ben­jamín Terán, pres­i­dente del Ate­neo de Cabu­dare, que por más de 21 años le ha regal­a­do cul­tura a este prodi­gioso sitio de Cabu­dare: HABLAR DE DON EURÍPIDES PONTE, ES HABLAR DE LA HISTORIA PERO TAMBIÉN DEL
PROGRESO.
 
Cono­cer a Eurípi­des Ponte fue pasearse por un tex­to de his­to­ria. Pero no cualquier títu­lo nos lle­va al mági­co mun­do de las solar­ie­gas calles de tier­ra y casas de bahareque y pal­mas, con su pulpería y bot­i­ca. La infaltable igle­sia frente a la Plaza Bolí­var con cabal­los y bur­ros con sus chir­guas y jamu­gas cargadas.
 
Hablar con Eurípi­des era sumer­girse en el pasa­do remo­to, era recon­stru­ir la his­to­ria y sep­a­rarse en el tiem­po y el espa­cio. Era com­pren­der por qué y cómo se instaló el primer con­ce­jo munic­i­pal en los albores democráti­cos, la con­struc­ción de los primeros urban­is­mos y vías de comu­ni­cación, la insta­lación de grandes estruc­turas deporti­vas, la lle­ga­da de enti­dades ban­car­ias y com­er­ciales, en fin, el pro­gre­so de la ciudad.
 
Eurípi­des, fue ayu­da­do a venir al mun­do por “mamá Micaela” una partera vet­er­ana, el 13 de noviem­bre de 1925.
 
Hijo de doña Isabel Hernán­dez Agüero, de estirpe ale­m­ana quien llegó a Bar­quisime­to a prin­ci­p­ios del siglo XX, prove­niente de Quí­bor. Su padre, José María Ponte Car­mona, era descen­di­ente de españoles.
 
Eurípi­des vino al mun­do en la casa mater­na, frente a la de Mon­señor José Anto­nio Ponte, sex­to arzo­bis­po de Venezuela y famil­iar direc­to, las vivien­das las dividía el antiguo camino Real que con­ducía des­de Bar­quisime­to hacia los llanos. Cin­co her­manos cua­tro varones y una hembra.
 
Sien­do un niño, en 1936, acom­pañó Eurípi­des al human­ista tam­bién cabu­dareño don Héc­tor Rojas Meza, en la creación de la primera bib­liote­ca de este pueblo, que
hon­rosa­mente llevó el nom­bre de Eze­quiel Bujanda.
 

En el acta con­sti­tu­ti­va de aque­l­la bib­liote­ca ha queda­do para la pos­teri­dad la fir­ma de don Eurípi­des Ponte.

Per­son­al­i­dades pre­sentes en la Sesión Espe­cial  del Con­ce­jo Munic­i­pal de Palavecino
 
Por medio de la Jun­ta Prome­jo­ras, jamás se rindió en su lucha para que en Cabu­dare se edi­ficara un liceo, el hoy alti­vo Jac­in­to Lara, que para jus­ti­fi­car­lo, jun­to a Coché Rojas, fueron de escuela en escuela a lev­an­tar un cen­so de sex­to gra­do, el cual lle­varon has­ta Cara­cas, para consignarlo al min­is­te­rio correspondiente.
 
En las inau­gu­rales elec­ciones de los albores democráti­cos, real­izadas en diciem­bre de 1958, donde par­tic­i­paron AD, COPEI, URD, UPA, PCV, Eurípi­des Ponte sal­ió elec­to con­ce­jal por la tol­da blan­ca, la cual obtu­vo la may­oría de los votos y con­sigu­ió seis ediles.
 
En 1960, encon­tramos a un Eurípi­des enér­gi­co en las labores par­la­men­tarias del ayun­tamien­to como su vicepres­i­dente; en el 61 fue pres­i­dente de la instan­cia edili­cia; en el 62 y 63 retoma la vicepres­i­den­cia has­ta 1966, que vuelve a asumir los des­ti­nos del Con­ce­jo Munic­i­pal has­ta el 68.
 
Más ade­lante, cuan­do fue a nac­er una nue­va igle­sia en Cabu­dare, a solic­i­tud de los fieles ante la Jun­ta Prome­jo­ras, el pro­pio obis­po Críspu­lo Benítez, emplazó a Coché y Eurípi­des, para con­fir­mar­le su asen­timien­to con el decre­to de creación de la Par­ro­quia Sagra­do Corazón de Jesús, situ­a­da en La Mata.
 
Es pre­cisa­mente, este caballero, este adalid cabu­dareño que ven­go a pre­sen­tar­les señores par­la­men­tar­ios, aunque hoy ya no está en cuer­po, con­ven­ci­do estoy que muchos aquí lo ten­emos pre­sente en el corazón, en nue­stro diario proceder.
 
En nom­bre de su esposa aquí pre­sente, sus hijos, sus sobri­no Naudy Salguero, a quien admiro pro­fun­da­mente, me tomo el atre­vimien­to de solic­i­tar a la ilus­tre cámara que el salón en donde se real­izan las sesiones del Con­ce­jo Munic­i­pal de Palave­ci­no, se le designe con el nom­bre inmor­tal de don Eurípi­des Ponte Hernán­dez, glo­ria de esta tier­ra a la que él tan­to amó y por la que entregó toda su vol­un­tad para ver­la grande y próspera. Él es gen­ti­li­cio cabu­dareño siem­pre y para siem­pre. Nues­tra grat­i­tud eterna.
 

Obras para la ciudad

Otro de los peti­to­rios que quisiera pro­pon­er como una urgen­cia par­la­men­taria, es la
creación del anhela­do Fon­do Edi­to­r­i­al, que lle­varía el nom­bre de Eduar­do Ortiz, peri­odista y redac­tor del Cón­dor de Tere­paima, géne­sis del peri­odis­mo en la
local­i­dad.
 
Este fon­do más que una aspiración, es una necesi­dad sen­ti­da entre los entes públi­cos del munici­pio, que coad­yu­vará con pub­li­ca­ciones ofi­ciales como gac­etas, orde­nan­zas, res­olu­ciones, decre­tos, además del aporte int­elec­tu­al de inves­ti­gadores, escritores, poet­as, con­tribuyen­do así con la cul­tura y el mun­do del
conocimien­to. 
 
Sin duda, ami­gos con­ce­jales, ambos peti­to­rios tienen ple­na jus­ti­fi­cación. Es hon­ra pero tam­bién jus­ti­cia, diría José Ángel Ocan­to, otro admi­ra­do mae­stro de peri­odis­tas, cuya pluma ha inspi­ra­do parte de este discurso. 
 
En los albores del pre­sente, deseo que la ren­o­va­da cámara munic­i­pal, jun­to al alcalde José Bar­reras y el con­cur­so de la Aso­ciación Civ­il Proyec­to Palave­ci­no, Fun­dación Esper­an­za y todas las orga­ni­za­ciones pre­sentes, con el may­or entu­si­as­mo y LA PROMESA JURADA DE SERVIR, inste­mos al Gob­ier­no nacional, a los min­is­te­rios cor­re­spon­di­entes, al Ejec­u­ti­vo region­al para ver mate­ri­al­izadas obras que son anh­elo de muchos años como la Cir­cun­valación Sur, la con­clusión del Hos­pi­tal de Cabu­dare, la con­struc­ción y mudan­za del Mer­ca­do Munic­i­pal, el liceo de Agua Viva, el Dis­tribuidor Tara­bana, la Zona Indus­tri­al de Palave­ci­no, que con­tribuiría sen­si­ble­mente a palear el cre­ciente desem­pleo de la enti­dad local, y una obra que ameri­ta urgente aten­ción, la con­struc­ción de la red cloa­cal de la zona rur­al de este municipio.
 

Cese de la violencia

No obstante, el cese de la VIOLENCIA auna­do a la destruc­ti­va INSEGURIDAD es nue­stro prin­ci­pal anh­elo. Ten­emos que recon­stru­ir la sociedad, des­de nue­stros hogares.
 
Quer­e­mos PAZ, exigi­mos PAZ, gri­ta­mos PAZ, no es el sueño ais­la­do de los cabu­dareños, es el deseo recur­rente de los larens­es, de los vene­zolanos, por todo lo ante­ri­or, esta­mos lla­ma­dos a unirnos, sin miramien­tos.
 

Un compromiso impostergable

La con­vo­ca­to­ria es para asumir este pre­sente, sin más dilación, las pre­muras, las encomien­das de la patria, de esta patria chi­ca, de este sitio de Cabu­dare, en el que tan­to hay por con­stru­ir, en el que tan­to hay por enmen­dar, en el que tan­to hay por soñar.
 
Ten­emos frente a nosotros un com­pro­miso históri­co. No esper­e­mos que nada nos sea dado sin sac­ri­fi­cio. No pro­cure­mos que nadie nos pre­pare o reglamente el futuro.
 
Vamos a luchar por ese futuro, por el ver­dadero Palave­ci­no para Vivir, con tenaci­dad, con rebeldía razon­able del decir de mi madre. Si lo hace­mos jun­tos, ten­dremos eco.
 
El mañana será nue­stro, sólo si así lo deseamos. Muchas gra­cias
 
Fotos: Kather­ine Nieto y Daniel Blanco
 

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