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El contexto de una nostalgia en la majestuosidad del caserío Terepaima

José Luis Sotillo J 
Cronista Parroquial de Agua Viva
aguavivajose@hotmail.com
En twitter e Instagram: @aguavivajose 

 

Ded­i­ca­do a mis ami­gos: Eduar­do Sánchez, 
Rosaura Ino­josa, don Román Sánchez 
y Jhon­ny González, 
quienes lle­van a Terepaima 
en las cor­ri­entes de sus pensamientos

SUMERGIDOS EN LO ÍNTIMO de un recuerdo, añoranzas que todavía laten en el sentir de aquellos habitantes, los cuales sacan a relumbrar con precisión el contexto de los espacios, parajes indescriptibles los cuales seducen y tiñen los ojos con el verdor de las frías montañas de Terepaima, escenarios donde se afloran recuerdos que jamás regresarán. 

Tere­paima el uni­ver­so de arom­a­ti­za­dos olores de flo­res de cafe­to; en olas de sus­piros que abri­g­an las memo­rias de quienes fueron tes­ti­gos de los que­hac­eres cotid­i­anos, en el des­per­tar de la nos­tal­gia rad­i­ca­da en un pun­to donde se abrazan los sueños. 

Los cer­ros de Tere­paima no solo fueron el granero abun­dante del Palave­ci­no de vie­jas épocas, en aquel paisaje cordiller­a­no que en la imborrable his­to­ria fuese refu­gio nat­ur­al de impor­tantes caudil­los y guer­rilleros, des­de la Inde­pen­den­cia has­ta la Fed­eración se pier­den la can­ti­dad de hechos que nutren una parte la his­to­ria del actu­al municipio.

Estas ser­ranías de labran­zas estu­vieron cul­ti­vadas por grandes exten­siones de café, cam­bur y maíz, que en arreos de bur­ros y mulas eran trans­porta­dos has­ta la con­tigua población Cabu­dareña. Des­de los año­ra­dos caseríos: Los Puentes, Los Caim­i­tos, Los Naran­jos, San­ta Fe, Loma Redon­da, Corozal, La Vainil­la, Gua­macire, Agua Blan­ca, San Rafael, Los Aposen­tos y el mis­mo Tere­paima, entre otros, se car­ga­ban las bes­tias para tra­ji­nar largas horas e inclu­sos días, has­ta lle­gar a sur­tir las bode­gas, almacenes o pulperías del com­er­cio de Cabu­dare. Según diver­sos tes­ti­mo­nios de veci­nos de aque­l­las altas mon­tañas. El trueque imper­a­ba, sobre todo con el pujante com­er­ciante Augus­to Casamayor.

Don Román Sánchez rela­ta con el agrad­able ver­bo que le car­ac­ter­i­za, las cir­cun­stan­cias que le tocó vivir cuan­do residió en el caserío Tere­paima. Recor­dan­do el sin­fín de pequeñas bode­gas exis­tentes entre los años 60 del siglo XX, jus­to cuan­do las cir­cun­stan­cias del des­ti­no lo lle­varon a ocu­par la espesura viva de Terepaima.

Las contabilizadas bodegas

En el com­ple­jo inusi­ta­do de los diver­sos sitios y caseríos local­iza­dos en el inte­ri­or de la mon­taña, los expen­dios de víveres no podían fal­tar, por tal razón don Román Sánchez y Eduar­do Sánchez enu­mer­aron el total de bode­gas o pulperías exis­tentes, entre las que recuer­dan, además de la de don Lucio Per­aza, fig­ura­ba en La Vainil­la la de don Arnol­do Anto­nio Per­aza, la cual esta­ba sur­ti­da de pro­duc­tos com­er­ciales de aque­l­la época y de fru­tos o cose­chas extraí­das de su propia huer­ta. Infor­ma­ción está cer­ti­fi­ca­da por el opor­tuno tes­ti­mo­nio de su sobri­no Jhon­ny González.

La más cer­cana bode­ga al sec­tor “Las Quin­tas” de impre­scindible con­cur­ren­cia, era la de San­tos Cama­cho, donde se con­seguía des­de Kerosene detal­la­do, chimó, panes dul­ces, carame­los, man­te­ca de cochi­no, gra­nos, cig­a­r­ril­los, aguar­di­ente, papelón, aceite, azú­car, arroz, pas­ta, entre otros insumos. 

Las famil­ias asen­tadas en Tere­paima, even­tual­mente con­fec­ciona­ban escobas de beju­co de mur­ciéla­go, hechas de man­era man­u­al, las cuales en oca­siones se vendían en Cabu­dare o en Río Claro

En la zona de El Vigía, Isidro Ino­josa quien ostenta­ba el car­go de jefe de caserío, con su esposa María Luisa Col­menárez poseían un incip­i­ente expen­dio de insumos. Cabe resaltar que su hijo Blas Ino­josa ejer­cía el ofi­cio de arriero, y quien en los años 60 tra­jin­a­ba con­tin­u­a­mente los caminos des­de Tere­paima has­ta Cabu­dare, a obje­to de estable­cer el común trueque de pro­duc­tos con Augus­to Casamay­or, para luego, inter­cam­biar lo que adquiría con sus veci­nos más cer­canos. La deman­da de café, carao­tas, maíz, quin­chon­cho, cam­bur, carao­tas chi­vatas; era lo más usu­al de lle­var de Tere­paima a Cabudare.


Rosaura Ino­josa en la entra­da a la Ganadería Terepaima.

Otras de las pequeñas pulperías o minori­tarias bode­gas eran: la de Mele­cio Linarez en La Lagu­ni­ta, Catal­i­no Her­ize en Los Caim­i­tos y Ángel María Her­ize en Los Puentes; jus­to en la Fila de los Naran­jos. Y en la Fila del Potrero pre­cisa­mente en el caserío de igual nom­bre, se ubi­ca­ba la de Juan Gámez. Estas bode­gas trans­porta­ban sus mer­cancías bien sea por vehícu­los en algunos casos o por medio de bes­tias, ya que eran resistentes antes las tro­chas o pequeñas veredas donde nece­sari­a­mente había que recorrer. 

En los años 70 se proveían para dotar las despen­sas, en la son­a­da bode­ga “La Cei­ba” de Pas­tor Her­rera o en el nego­cio de Domin­go Jiménez, con­tiguo a la plaza Bolí­var de Cabudare. 

El contexto de aquel lugar

En el paisaje pre­dom­i­nante de Tere­paima, eran exu­ber­ante la can­ti­dad de pre­dios cul­ti­va­dos por la labo­riosi­dad de su gente, ya que en lo intrínseco de sus para­jes, los antigu­os pisa­tar­ios de una por­ción con­sid­er­able de hacien­das entre ellos la famil­ia Yepes Gil, con­sol­i­darían toda una gama impor­tante no solo de vías de pen­e­tración, como el actu­al camino a Tere­paima que partía des­de el sec­tor cono­ci­do como Tara­bana has­ta el pun­to más alto de la ser­ranía; tam­bién la vía que viene por El Vigía has­ta el sec­tor “Las Tor­res”, la cual  se comen­zó por decisión de don Mar­i­ano Yepes Gil, para poder trasladar la famosa “jaula del tigre”, des­de Tere­paima has­ta la Hacien­da Tara­bana, car­retera está que pasa­ba por el sitio de Tabu­re; caminos con­stru­i­dos en los 50. 

Y así el alum­bra­do el cual fue con­segui­do por este rico pisa­tario bajo el gob­ier­no de Rómu­lo Gal­le­gos. La tam­bién “Caja de Agua” fue parte de su ini­cia­ti­va, para poder garan­ti­zar el pre­ci­a­do líqui­do al urban­is­mo que con­fluía en las ady­a­cen­cias del caserío Tere­paima conc­re­ta­mente en el sec­tor “Las Tor­res”. Asimis­mo, en los años 50, la pre­ocu­pación mostra­da por Mariela Yepes Gil de Valen­zuela con­ll­e­varía a que se dili­gen­cia­ra el ini­cio de una escuela que fun­cionó de man­era muy tem­po­ral en la recono­ci­da “Ganadería Tere­paima”; e inclu­so en la mis­ma hacien­da de don Mar­i­ano Yepes Gil se con­struyó una capil­la, la cual con el pasar del tiem­po era fre­cuen­ta­da por los nativos de aquel lugar. 

Entre los 50, 60 y 70 se con­solidó el sec­tor “Las Quin­tas”, con deslum­brantes casas que pese al pasar de los años aún per­du­ran. Este desar­rol­lo se dio por ini­cia­ti­va de don Mar­i­ano Yepes Gil, sien­do las últi­mas vivien­das que se edi­fi­caron las de: Gus­ta­vo Rojas Lugo, Pérez Lugo, Ale­jan­dro Ramírez y la Ñaña Valero; según el tes­ti­mo­nio de Eduar­do Sánchez.

La cono­ci­da “Quin­ta” de Tere­paima de admirable belleza arqui­tec­tóni­ca, se con­struyó por ini­cia­ti­va de don Daniel Yepes Gil (abue­lo de Luis Alber­to Per­o­zo Pad­ua, direc­tor-edi­tor de CorreodeLara.com), con lis­tones de madero traí­dos espe­cial­mente de Canadá, casa que luego fue ocu­pa­da por Julián Sequera Cardot. 

Los paperos   

Mario Valen­zuela a medi­a­dos de los años 60 decidiría arren­dar una por­ción amplia de fecun­das tier­ras, a obje­to de que fue­sen cul­ti­vadas de papa, para ello Los Isleños como se le conocían, serían los intere­sa­dos en pro­ducir el irreg­u­lar ter­reno, con­tratan­do primera­mente con mano de obra de veci­nos de Tere­paima, Agua Viva y de otros sitios cercanos. 

Las tier­ras arren­dadas esta­ban sec­tor­izadas en la Fila del Pal­i­to y los Gachos; sin embar­go, Los Isleños aprovecharían su últi­ma per­ma­nen­cia en aquel sitio, para arren­dar los sec­tores cono­ci­dos como: Los Col­orados, Corozal y Los Palos Moro­chos, sitios muy próx­i­mos al sec­tor Tabu­re, bus­can­do hacia la que­bra­da La Mata. Estos con­ven­drían con el antiguo Insti­tu­to Agrario Nacional, sem­brar una impor­tante por­ción de tier­ras reser­vadas por esté Insti­tu­to en el sec­tor El Vigía.


    Don Julian Sequera Car­dot en Terepaima


Evo­can en sus relatos tan­to Román como Eduar­do Sánchez los nom­bres de: Enio Meza, Gre­go­rio Pérez y otras tan­tas per­sonas de ori­gen canario, quienes por espa­cio de 5 a 6 años per­manecieron en los cer­ros de Tere­paima cul­ti­van­do papa; cose­chas que salían para sur­tir los grandes mer­ca­dos deman­dantes de Bar­quisime­to y la región capital. 

 Una escuela y sus maestros

Cuan­do Román Sánchez logra res­i­den­cia­rse en el epi­cen­tro de Tere­paima se topa con una evi­dente real­i­dad, una infraestruc­tura esco­lar con­stru­i­da en el gob­ier­no de Raúl Leoni en La Vainil­la que yacía en malas condi­ciones; pero su per­sis­ten­cia y la de otros veci­nos fijaron bus­car­le alter­na­ti­vas a la deman­da educa­ti­va. De esta man­era ade­cuaron una vivien­da frente a la ya recono­ci­da “Quin­ta”; que poseía techo de asbesto, sien­do una infraestruc­tura tem­po­ral por lo pequeño de sus espa­cios, pero entre ges­tiones y peti­ciones Román Sánchez jamás imag­inó como en una ocasión se tropezaría con aquel indi­vid­uo que ejer­cien­do la admin­is­tración de la Gob­er­nación de Lara, impul­saría y mate­ri­alizaría cubrir la necesi­dad de los infantes de aque­l­los tiempos.


En la leg­en­daria fotografía fig­u­ran alum­nos y docente Hada Riera en la parte exter­na de la Escuela de Tere­paima en 1971. De izquier­da a derecha al fon­do de pie los niños: Irai­da Ramirez, Jose Coro­mo­to Sanchez, Pas­to­ra Rodriguez, Arquimedes Ramirez y Jose M. Sanchez; En la segun­da fila: Arca­dia Sanchez, Elias­mar Sanchez, Rosaura Ino­josa, Rosendo Sanchez, Oscar Lopez, Fideli­na Col­menarez, Eduar­do Sanchez, José Clemente Sanchez. Sen­ta­dos: Nan­cy Sanchez, Justi­no Colmenarez, Lil­iana Sanchez, Dan­ny Lopez y Anto­nio Sanchez


Fue así como un día, estando para­do frente al aula abier­ta donde los niños jun­to a la docente Martha Gavidia recibían clases sen­ta­dos en blo­ques y a la intem­perie; de casu­al­i­dad don Román logra entablar un diál­o­go con Ale­jan­dro Ramírez, quien para la época era admin­istrador de la Gob­er­nación, al pal­par el alto fun­cionario aque­l­la real­i­dad, de man­era inmedi­a­ta artic­uló jun­to a los pre­ocu­pa­dos veci­nos la con­struc­ción de una R2, que en escasas tres sem­anas lograron replantear el ter­reno, echar la losa, lev­an­tar las pare­des y colo­car sus techos y otros detalles. De esta for­ma se logró eri­gir aquel local que alber­garía en su ini­cial nómi­na a 75 niños, e inclu­so serviría de cen­tro electoral. 

Esta escuela fue dota­da de pupitres y otros detalles, jus­to cuan­do se puso en fun­cionamien­to, sien­do su primera docente Martha Gavidia, luego pasaría por sus aulas Dil­ia de Loaiza, Rafael Vir­guez y por últi­mo la maes­tra Hada Riera. Todos ellos gozaron de gran apre­cio por parte de la colec­tivi­dad de aquel caserío. 

Las festividades patronales 

Para 1969 los inqui­etos pobladores de aque­l­los tiem­pos, armarían todo un con­vite para realizar las fies­tas patronales a la Vir­gen de Coro­mo­to, las cuales lograron exten­der­se has­ta 1983. Las mis­mas comen­zaron gra­cias a la ini­cia­ti­va de Román Sánchez, Isidro Ino­josa y Julio Alcalá, logran­do en primera instan­cia ade­cuar la Capil­la ubi­ca­da den­tro de la pos­esión de la famil­ia Yepes Gil, arman­do todo un sarao con car­reras de saco, pol­lo enter­ra­do, car­reras de mula, músi­ca de cuer­das; entre otras dis­trac­ciones sanas.

 


Facha­da del Ora­to­rio-Capil­la Vir­gen de Coro­mo­to, en un mat­ri­mo­nio. S/F

 

 

 

Ini­cial­mente las misas eran pre­si­di­das por el sac­er­dote Emilio Lacon­ca, ya que des­de tem­pranas horas de la mañana dicho cura pár­ro­co de Cabu­dare, era traslada­do en el vehícu­lo par­tic­u­lar de don Enrique Per­laez. Cuen­tan que a las fies­tas logra­ban trasladarse veci­nos de Cabu­dare, Agua Viva y sus alrededores. 

Este con­jun­to de remem­bran­zas y anéc­do­tas pasadas con­for­man la esen­cia mis­ma de una his­to­ria poco divul­ga­da, aque­l­la que es parte del actu­al con­tex­to de la par­ro­quia Agua Viva, vivi­da por quienes fueron sus actores inmedi­atos, aque­l­los que año­ran y reco­bran sus andan­zas en el espíritu con­move­dor y divi­no, sem­bra­dos en la majes­tu­osi­dad de Terepaima. 

Foto de por­ta­da: Car­reras de mula frente a la Quin­ta de Tere­paima, 1971

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CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

17 comentarios en «El contexto de una nostalgia en la majestuosidad del caserío Terepaima»

  • Mi gran ami­go José Luis Sotil­lo, ala­ga­do por men­cionar a mi abue­lo Don Daniel Yepes Gil y a mi tío abue­lo Don Mar­i­ano, famil­ia que con­tribuyó con el pro­gre­so del munici­pio en lo económi­co y social, tal como en var­ios de tus ensayos lo haz referi­do. Por demás, ten­go que felic­i­tarte por tan fasci­nante rela­to, que sin duda más tem­pra­no que tarde, será ref­er­en­cia para los nuevos inves­ti­gadores. No te deten­gas, sigue inda­gan­do, con­tinúa escri­bi­en­do, que aquí esta­mos com­placidos de ten­erte entre nosotros. Felicitaciones

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  • Dis­frute mucho la lec­tura de este artícu­lo. Muchas gra­cias y felicitaciones

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  • Es para mí todo un gus­to poder ali­men­tar el recuer­do y las viven­cias nos­tál­gi­cas de quienes pres­en­cia­ron tales hechos. De tal man­era apre­ci­a­do ami­go Luis Alber­to Per­o­zo Pad­ua; nun­ca des­ma­yaré ni he des­maya­do a pesar de las situa­ciones adver­sas que ten­emos por delante, Dios nos brinde la salud y el esfuer­zo para poder seguir ali­men­tan­do la Cróni­ca Viva de nues­tra entrañable parroquia.
    Gra­cias por esas pal­abras, de este lado un fuerte abra­zo de quien defiende el ofi­cio de Cro­nista con pasión y devo­ción. Espero esté artícu­lo deje en alto no solo a la famil­ia Yepes Gil; sino tam­bién al habi­tante del caserío Terepaima.

    Respuesta
  • Es para mí todo un gus­to poder ali­men­tar el recuer­do y las viven­cias nos­tál­gi­cas de quienes pres­en­cia­ron tales hechos. De tal man­era apre­ci­a­do ami­go Luis Alber­to Per­o­zo Pad­ua; nun­ca des­ma­yaré ni he des­maya­do a pesar de las situa­ciones adver­sas que ten­emos por delante, Dios nos brinde la salud y el esfuer­zo para poder seguir ali­men­tan­do la Cróni­ca Viva de nues­tra entrañable parroquia.
    Gra­cias por esas pal­abras, de este lado un fuerte abra­zo de quien defiende el ofi­cio de Cro­nista con pasión y devo­ción. Espero esté artícu­lo deje en alto no solo a la famil­ia Yepes Gil; sino tam­bién al habi­tante del caserío Terepaima.

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  • Felic­ita­ciones Sotil­lo y gra­cias por este her­moso rela­to por un momen­to me remonte al pasa­do imag­inán­dome las bode­gas en espe­cial la que tenia mi papá en Caro­ra y por supuesto me imag­ine a los niños estu­dian­do deba­jo de un árbol al aire libre. Salu­dos y que con­tinúes con éxi­to tus relatos.

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  • Felic­ita­ciones a nue­stro apre­ci­a­do cro­nista, Jose Luis Sotil­lo, sus escritos estan llenos de año­ran­zas y poesia

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    • Feli­ci­dades ami­go un plac­er leer sobre la his­to­ria de nue­stro pueblo , es impor­tant man­ten­er en el ideario de las per­sona los fun­dadores de nues­tra historia.

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  • Esti­ma­do y entrañable AMIGO, José Luis Sotil­lo, para los que fre­cuen­ta­mos la cordilleras del cer­ro Tere­paima, es muy gra­to leer tus sabías cróni­cas, lo cual nos enseña y nos impul­sa a seguir ade­lante en ese plac­er de dis­fru­tar el con­tac­to con la nat­u­raleza y a su vez, pal­par físi­ca­mente la his­to­ria domés­ti­ca de nue­stros ance­s­tros. Lo cual nos hace cono­cer, quere y cuidar este acer­vo para las gen­era­ciones futuras. Por siem­pre agradecido.

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  • Extasi­a­da con la mag­ni­tud de la año­ran­za de este artic­u­lo Jose Luis Sotil­lo. Muchas gra­cias por evo­car esos anec­do­tas para nosotros naci­dos en Lara queno cono­cen estas his­to­rias y los no naci­dos como mi caso que me hacen año­rar esos tiem­pos donde los Vene­zolanos lograbamos nue­stros avances con teson y auto­ges­tion, no esper­abamos a papa Gob­ier­no sino que como estas famil­ias Sem­bra­ban, cul­tiva­ban y se dota­ban sus necesi­dades esa es la Venezuela que nece­si­ta­mos, donde cada Vene­zolano ges­tione ayu­das para mejo­rar una escuela, una comu­nidad un case­rio, donde se retome la sol­i­dari­dad y el respeto de unos a otros, donde seamos mas amables y rescate­mos nue­stros Val­ores con avances pro­duc­tivos. Dios te siga col­man­do de pacien­cia, sabiduria y teson para que con­tin­ues tu tra­ba­jo ami­go mio

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  • Gra­cias recor­da­do y cam­i­nante de la vida Fran­cis­co Ota­zo, ya no solo cono­ces a Tere­paima por tus propias viven­cias, sino tam­bién por sus historias.

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  • Yohana muy impor­tante tu con­se­jo man­ten­er viva nues­tra memo­ria, has­ta aho­ra ha sido nue­stro norte, espero Dios me per­mi­ta seguir ali­men­tan­do con letras lo que no es muy divulgado.

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  • Gus­to en salu­dar­le apre­ci­a­da Arq. Clau­dia Rodríguez, de lo que may­or­mente dis­fru­to es que nue­stros lec­tores se apa­sio­nen en ese mun­do, el de inmis­cuirse apa­sion­ada­mente en los escritos, ya ust­ed es una de esas tan­tas per­sonas. Salu­dos y gra­cias por sus palabras.

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  • Emil­ia esa magia solo nos las despier­ta la ima­gen viva del cer­ro Tere­paima, y ust­ed como veci­na lo sabe más que yo. Salu­dos para usted.

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  • Lucila tu como siem­pre tan sol­i­daria y con­se­cuente con nue­stros escritos, me ale­gra mucho que el pre­sente, te haya trans­porta­do a tu eta­pa de infante. Salu­dos y siem­pre a la orden para ti.

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  • Felic­ita­ciones por brindarnos, una parte de la His­to­ria de nue­stro Ama­do Tere­paima, al que por su impor­tan­cia y Belleza, me inspiro’ a escribir­le un poema..
    Eres tu Tere­paima, la montaña,
    el prin­ci­pio y el fin, Alfa y Omega. Eres el Yin y el Yan, eres balanza.
    El lugar encan­ta­do, que equi­li­bra y enciende, la pasión de aven­tu­ra, que recrea mi existencia…

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  • Mag­nifi­co trabajo,me trasla­do a ese tiem­po poco olvi­da­do pero lleno de val­or en nues­tra historia,una mon­taña llena de his­to­ria y belleza,Sotillo te felic­i­to por tan buen trabajo,gracias.

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