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El Impulso es memoria periodística

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En Twitter: @LuisPerozoPadua

Inalterable, justo, incorruptible, se ha mantenido EL IMPULSO ante el asedio de gobiernos de turno. Quien puede negar que EL IMPULSO ha sido la voz de quienes no son escuchados. De quienes han sido callados


EL IMPULSO es el diario en cir­cu­lación (hoy en for­ma­to dig­i­tal) más antiguo de Venezuela. Su fun­dación ocur­rió en Caro­ra, un puebli­to ter­roso y ári­do del esta­do Lara, el 1° de enero de 1904. Nació infor­man­do y for­man­do. Ese fue ‑des­de el principio‑, el cometi­do y la visión de don Fed­eri­co Car­mona, aque­l­los años remo­tos de la auro­ra del siglo XIX.

Allí, en la Imprenta Tor­res, de don Fed­eri­co, la cual fun­ciona­ba en su casa de habitación con asien­to en la esquina suroeste de la plaza Bolí­var, cruce de la calle Com­er­cio con calle Zamo­ra, N°3, en fusión con la Imprenta Sucre del bachiller Rafael Losa­da, se editó un pan­fle­to de dos hoji­tas de 22 cen­tímet­ros de ancho por 31 cen­tímet­ros de alto que fue lle­va­do, a lomo de mula, a todos los para­jes de Lara, en donde se exponía la necesi­dad de crear un per­iódi­co que nar­rara los acon­tec­imien­tos más rel­e­vantes de la ciu­dad y su entorno.

Cir­cu­laría ini­cial­mente como ves­per­ti­no en los días de labor, a dos bolí­vares al mes en aque­l­la Venezuela donde ape­nas el 10% de su población sabía leer. Se imprimía en una pren­sa Wash­ing­ton que don Fed­eri­co impor­taría de Esta­dos Unidos en 1888 y que pro­ducía 60 ejem­plares en una hora con la asis­ten­cia de tres operadores.

La imprenta y el mate­r­i­al tipográ­fi­co llegó a Venezuela, por la Vela de Coro y fue traslada­do a Caro­ra en arreo de bur­ros a través de un agreste recor­ri­do de 300 kilómet­ros, cuya insta­lación y ensam­ble se real­izó en dos semanas.

Pero el proyec­to de edi­ción de EL IMPULSO tar­daría 16 años en conc­re­tarse has­ta que ocur­rió el avance insur­rec­cional de las tropas de Cipri­ano Cas­tro el 23 de mayo de 1899 con­tra el pres­i­dente Igna­cio Andrade, der­ro­ca­do poco después y ascen­di­en­do Cas­tro a la primera mag­i­s­tratu­ra tras una elección. 

Don Fed­eri­co Car­mona, fun­dador del Diario El Impul­so. Foto: Colec­ción Tito Mendoza

Sal­vador Macías, uno de nue­stros más sobre­salientes cro­nistas, apun­ta desposeí­do de lison­jas, que don Fed­eri­co “fue quizás, el peri­odista más pop­u­lar y desta­ca­do de su época en Caro­ra y unas cuan­tas mil­las a la redon­da. Fue el que más renom­bre con­quistó en su tiempo”.

Esta apre­ciación de Macías, es coin­ci­dente con otros cro­nistas y via­jeros que conocieron en per­sona la deter­mi­nación y el entu­si­as­mo de don Fed­eri­co y su magna empre­sa de tin­ta y papel.

“Vivir del peri­odis­mo y para el peri­odis­mo”, desta­ca Macías, en ref­er­en­cia al modo de exi­s­tir de don Fed­eri­co, en una de sus cróni­cas, pub­li­cadas en var­ios medios impre­sos de Barquisimeto.

“Él, jun­to a su esposa doña Fran­cis­ca Figueroa, y her­manos, avi­zoró un rum­bo para el impre­so, trasladán­do­lo luego de un tiem­po, para la ciu­dad cap­i­tal” (Bar­quisime­to), idea que ali­men­ta­ron en incon­ta­bles con­ver­sa­ciones a la luz de las velas y largas horas de cavilación.

Empresa renovada 

En 1919 EL IMPULSO se muda a Bar­quisime­to, cap­i­tal del esta­do Lara, propi­a­mente a la calle Juares N°25 y de allí, entre 1944 y 1948, mueven su sede para la calle del Com­er­cio con Obis­po, N° 120 (hoy Aveni­da 20) entre calles 26 y 27.

La redac­ción esta­ba integra­da por hom­bres muy jóvenes y muy tal­en­tosos como: Luis Fer­nán­dez Yépez, Luis Oropeza Vásquez, Andrés Rafael Chávez, José Her­rera Oropeza, Amador Came­jo Octavio, licen­ci­a­do en peri­odis­mo, redac­tor de la colum­na ‘Ven­tanales’; y por supuesto Guiller­mo Morón, reportero quien fungía a la vez como direc­tor jefe de la Redacción.

EL DATO


Para 1910, se reg­is­tra­ban en el mun­do 70 mil per­iódi­cos en circulación

Firmes ante la férrea censura

Días cru­eles atrav­esó este vocero durante las primeras décadas del siglo pasa­do, y sería Juan Vicente Gómez, uno de los más fero­ces ene­mi­gos de la pren­sa y del pen­samien­to, quien sin dilación ordenó la clausura de EL IMPULSO y el encar­ce­lamien­to de su direc­tor, quien a su vez era hijo de don Federico.

Por su osadía de abrir una sucur­sal en ple­na cap­i­tal de la dic­tadu­ra gomecista, Juan Car­mona tuvo que sopor­tar con­fi­namien­to en una sór­di­da cel­da de La Rotun­da, a donde fueron a parar hom­bres con ide­ales democráticos.

Vit­ral Diario El Impul­so, cuyo con­tenido plas­ma la his­to­ria de este diario des­de su fun­dación. Autor Jorge Arteaga

Durante el manda­to de Mar­cos Pérez Jiménez, en innu­mer­ables opor­tu­nidades, peri­odis­tas de EL IMPULSO, así como sus direc­tores, fueron detenidos y con­fi­na­dos en maz­mor­ras de la dic­tadu­ra, y las pági­nas del rota­ti­vo revisadas a diario por un sen­sor que ver­i­fi­ca­ba con arro­gan­cia cada línea, lo que atenta­ba con­tra la pal­abra y el pen­samien­to libre.

DIARIO EL IMPULSO 1978 ROTATIVA COTTRELL MODEL 845

Luego, este cen­te­nario rota­ti­vo, fue con­tin­u­a­mente ase­di­a­do por gob­ier­nos de turno, con pun­zantes ame­nazas públi­cas de cierre y con igno­min­iosas vis­i­tas guber­na­men­tales, pre­ten­di­en­do arrodil­lar su línea editorial.

Inal­ter­able, jus­to, incor­rupt­ible, se ha man­tenido EL IMPULSO ante el ase­dio de gob­ier­nos de turno. Quien puede negar que EL IMPULSO ha sido la voz de quienes no son escucha­dos. De quienes han sido callados.

EL IMPULSO ha sido un con­no­ta­do defen­sor de las lib­er­tades públi­cas e indi­vid­uales. Se ha plantea­do des­de su géne­sis, pres­en­ciar y reseñar pequeños y grandes acon­tec­imien­tos, siem­pre com­pro­meti­do con “el bril­lo de las libertades”. 

Enhorabue­na por esta cen­turia que con jus­ti­cia se ha trans­fig­u­ra­do en memo­ria peri­odís­ti­ca, y que pese a los rig­ores del tiem­po y la adver­si­dad de los regímenes, jamás podrá disiparse. 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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