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El Porteñazo, el día de la absolución final

 

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista
luisalbertoperozopadua@gmail.com

 

ANTES DE LA AURORA, los alzados arrestaron a los comandantes de la Base Naval de Puerto Cabello, liberaron a los presos políticos del Castillo Libertador y desplegaron tropas armadas por toda la ciudad portuaria para asegurar el control absoluto. Iniciaba lo que pasaría a la historia como El Porteñazo, que sería calificada por estudiosos como: “la operación más sangrienta y prolongada que se registra en la historia militar de esos años. Cálculos conservadores estiman las víctimas fatales entre 400 y 700; y se produjeron más de 1000 detenciones entre infantes de marina y civiles”


Un sol­da­do yace en el sue­lo, parecía heri­do, pero cuan­do el padre Padil­la inten­ta socor­rerlo, el uni­for­ma­do le con­fió: “No estoy heri­do, padre, pero no me puedo parar porque me van a matar”. La metral­la sil­ba­ba sobre sus cabezas; y el sac­er­dote le dijo: “está bien, no te muevas”. Al rato lo colocó en una ambu­lan­cia jun­to con los heri­dos y muer­tos. Una vida más era salvada


Aque­l­la madru­ga­da del 2 de junio de 1962, la Base Naval del cita­do emplaza­mien­to carabobeño fue toma­da por el capitán de cor­be­ta Pedro Med­i­na Sil­va y los cap­i­tanes de navío Víc­tor Hugo Morales y Manuel Ponte Rodríguez, con la par­tic­i­pación de los civiles Ger­mán Lairet (PCV), Raúl Lugo Rojas (MIR) y los inde­pen­di­entes Manuel Qui­ja­da y Gastón Carvallo.

Ape­nas habían tran­scur­ri­do 28 días de la insur­rec­ción de Carú­pano, escenifi­ca­da el 4 de mayo, y el Gob­ier­no legí­ti­ma­mente elec­to de Rómu­lo Betan­court, con­frontaría “otra durísi­ma y san­gri­en­ta prueba”.

A san­gre y fuego

Al cono­cerse la insur­rec­ción arma­da, dos o tres horas después, el gob­ier­no respondió con la Fuerza Aérea y el Ejérci­to rodeó Puer­to Cabel­lo, cumplien­do la orden de recu­per­ar el sitio “a san­gre y fuego”, pro­ducién­dose cru­en­tos enfrentamien­tos en el sec­tor La Alcan­tar­il­la, entre los com­plota­dos y las fuerzas leales a la Constitución.

El batal­lón de Infan­tería de Mari­na Gen­er­al Rafael Urdane­ta se plegó a los mil­itares alza­dos de la Base Naval y la tropa del batal­lón Carabobo (Ejérci­to), al man­do del coro­nel Alfre­do Monch. El Fortín Solano, con­stru­i­do por los españoles en 1750, esta­ba bajo con­trol insur­rec­cional y era uti­liza­do como escudo.

Cer­ca del mediodía, los destruc­tores ARV Almi­rante Clemente, ARV Gen­er­al Morán y ARV Zulia ya fuera de la rada de la Base Naval, se empeñaron en bom­bardear las insta­la­ciones de la Infan­tería de Mari­na del Batal­lón Gen­er­al Rafael Urdane­ta, destruyen­do las bar­ra­cas con los cañones de 40 mm. En el Fortín esta­ban mon­ta­dos dos poderosísi­mos cañones de 155 milímet­ros, dis­puestos por el gen­er­al Cipri­ano Cas­tro en 1905, con el obje­ti­vo de rec­haz­ar cualquier nue­vo inten­to de blo­queo del puer­to por poten­cias extran­jeras. Igual­mente habían más de 200 proyec­tiles para las dos unidades, pero resultó imposi­ble para los rebeldes oper­ar­las por su antigüedad, por lo que pron­to, esta for­t­aleza cayó bajo con­trol de las fuerzas leales.

[drop­shad­ow­box align=“none” effect=“lifted-both” width=“auto” height=”” background_color=“#C0C0C0” border_width=“1” border_color=”#dddddd” ]La leg­en­daria foto que le dio la vuelta al mun­do en tan solo 24 horas, mues­tra al padre Padil­la ‑en blan­co y negro‑, aux­il­ian­do al Cabo Segun­do Andrés de Jesús Quero, plaza del Batal­lón Piar fue cap­ta­da en el crucero de La Alcan­tar­il­la, el día domin­go del 3 de junio de 1962[/dropshadowbox]

La peri­odista Mila­gros Socor­ro nar­ra que en medio del tiro­teo y con­fun­di­dos con los hom­bres que avan­z­a­ban detrás de los tan­ques blinda­dos, en desaca­to de la restric­ción de entrar al sitio, algunos peri­odis­tas ingre­saron a Puer­to Cabel­lo, aun cuan­do aque­l­lo era un infier­no por el estru­en­do de los dis­paros y los heri­dos. Entre ellos: Héc­tor Rondón Lovera, quien inmor­talizaría con sus fotos, el estreme­ce­dor episo­dio del padre Luís María Padil­la, pár­ro­co de Bor­bu­ra­ta y capel­lán de la Base Naval por 14 años, socor­rien­do a un mori­bun­do sol­da­do, tes­ti­mo­nio grá­fi­co que más tarde, fue galar­don­a­do con los pre­mios World­PressPho­to (1962) y Pulitzer (1963).

Final­mente la sedi­ción fue aplas­ta­da, y sus par­tic­i­pantes cap­tura­dos y encer­ra­dos, pero para el pres­i­dente de la Repub­li­ca Rómu­lo Betan­court, quien más ade­lante logró afi­an­zarse en el poder, nada volvió a ser como antes. Ese fatídi­co episo­dio mar­có un antes y un después para la frágil democ­ra­cia y para la his­to­ria políti­ca del país.

Pres­en­cia de Padilla 

En el frente de opera­ciones, en los hos­pi­tales, en la línea de fuego, la pres­en­cia de mon­señor Luis María Padil­la se hizo famil­iar. Apun­ta José Alfre­do Sabati­no Piz­zolante, que mon­señor Padil­la, jamás imag­inó que su valiente gesto en momen­tos tan aci­a­gos se per­pet­u­aría en una fotografía, como tam­poco pudo antic­i­par que su pro­ced­er le val­dría la antipatía de algunos de los cabecil­las de la ason­a­da mil­i­tar, tal y como sucedió con el capitán Med­i­na Silva.

En 1960 el Obis­po Adam nom­bró a Padil­la Juez Sin­odal, y pre­cisa­mente es a par­tir de esa fecha, que recibe el títu­lo de mon­señor. En 1961 lo encon­tramos aten­di­en­do la Par­ro­quia Nues­tra Seño­ra del Socor­ro de Patanemo. 

Asimis­mo ejer­ció la fun­ción de pár­ro­co de Bor­bu­ra­ta has­ta 1979, y de la Base Naval, asim­i­la­do con el gra­do de Capitán de Cor­be­ta. A los 83 años de vida y 57 años como Sac­er­dote, res­i­den­ci­a­do en Orlan­do, esta­do de la Flori­da, Esta­dos Unidos, fue lla­ma­do a la Casa del Padre Eter­no en 1985. La foto del padre Padil­la ‑en blan­co y negro‑, aux­il­ian­do al Cabo Segun­do Andrés de Jesús Quero, plaza del Batal­lón Piar fue cap­ta­da en el crucero de La Alcan­tar­il­la, el día domin­go del 3 de junio. Ese día y los sub­sigu­ientes, la grá­fi­ca le dio la vuelta al mundo. 

Héc­tor Rondón fal­l­e­ció el 21 de junio de 1984. Nadie sabe dónde están los orig­i­nales de las fotos que tomó aquel fin de sem­ana en Puer­to Cabel­lo. Ni siquiera la de la más famosa, aque­l­la cono­ci­da como Absolu­ción Final.


Fotos: Archi­vo de Oscar Padua
Fuente:
Mila­gros Socor­ro. La ayu­da del padre o Absolu­ción final. Revista Clí­max, junio de 2012
Luis María Padil­la. José Alfre­do Sabati­no Piz­zolante. El Nacional junio 29, 2018

CorreodeLara

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2 comentarios en «El Porteñazo, el día de la absolución final»

  • Mi pri­mo Héc­tor rondón ya fal­l­e­ci­do fue un gran peri­odista las­ti­ma q cuan­do enfer­mo fue uno más olvi­da­do y bueno lo recor­daré siem­pre porque cuan­do yo tuve mi acci­dente con 14años el dono san­gre para mi

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  • buen recuen­to de ese nefas­to dia.…y los que murieron quien los recuerda?

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