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El río Turbio era el caudal de agua potable más importante de Barquisimeto

Carlos López
Cronista y escritor

El río Tur­bio nace del inte­ri­or de un sifón ‑gar­gan­ta muy estrecha‑, de una cue­va, para ser más pre­ciso, en las cer­canías del caserío El Zan­cu­do en los límites del Munici­pio Andrés Eloy Blan­co, con el Munici­pio Jiménez, y desagua en el río Cojedes, trib­u­tario del padre de nues­tras aguas, el Orinoco. En su cor­to recor­ri­do de poco más de cien kilómet­ros, recibe el maná de múlti­ples que­bradas que bajan del piede­monte larense


Los primeros proyec­tos para con­stru­ir un acue­duc­to provenían del río Tur­bio. A medi­a­dos del siglo XX se pen­só en con­stru­ir una pre­sa que pasó al olvi­do y sería el mae­stro Fran­cis­co Tamayo quien en 1969, durante un Cabil­do abier­to en el sitio de Angos­tu­ra, donde luego se “con­stru­iría” la repre­sa de Yacam­bú, quien hizo ver lo factible de retomar­la, pero la vorágine faraóni­ca de entonces hizo caso omiso de la adver­ten­cia y emprendió lo que sería una gigan­tesca, impon­der­able y para siem­pre incon­clusa obra.

En 1821, durante la segun­da visi­ta de Bolí­var a Bar­quisime­to pudo “con­statar la apremi­ante necesi­dad de los aldeanos de con­tar con un acue­duc­to, y a peti­ción de un grupo de nota­bles, se comi­sionó a Don Juan Galín­dez a com­prar los mate­ri­ales nece­sar­ios en Europa. Éste via­jó a la isla de San Thomas, donde haría escala y allí murió”. Con él, los recur­sos para la con­struc­ción del ansi­a­do acueducto.

En 1847, Anto­nio Guzmán Blan­co proyec­tó un acue­duc­to que no llegó a realizarse y hubo de esper­ar has­ta 1890 cuan­do el Pres­i­dente de la Repúbli­ca Dr. Pablo Rojas Paúl ordenó su con­struc­ción, sigu­ien­do los planos elab­o­ra­dos por el inge­niero Luis Mario Mon­tero en 1847. Dicho acue­duc­to partía de los bosques de Titi­care, a oril­las del río Tur­bio has­ta Caja de Agua, espe­cial­mente con­stru­i­da como depósi­to, por la fia­bil­i­dad de trasvasar­la por gravedad al cen­tro urbano.

En 1931, Eusto­quio Gómez ejer­cien­do la pres­i­den­cia del Esta­do, amplió el acue­duc­to y la Caja de Agua, dotan­do a la ciu­dad del ser­vi­cio por tubería, que al poco tiem­po sería insu­fi­ciente. Luego se explotarían los acuífer­os de Macu­to y se impul­só la siem­bra de especies veg­e­tales que pro­te­gier­an las nacientes. A la muerte de Eusto­quio Gómez en 1935, los proyec­tos se paralizaron.

Al poco tiem­po, durante el gob­ier­no region­al de Hon­o­rio Sigala, se conc­re­taría el plan gomero y se con­stru­iría la famosa pisci­na de Macu­to en for­ma de gui­tar­ra, rodea­da de Mapo­ras y con una pista de baile cola­da entre el fol­la­je, ésta fungía de román­ti­co paisaje y lugar de ensueño de los enam­ora­dos de la época.

Su acce­so era ries­goso pues se debía cruzar el Tur­bio y su cauce para 1940, man­tenía un cau­dal impor­tante; cruzar­lo se con­vertía en temer­ario por aque­l­lo de las cor­ri­entes y la luna. Basta­ba un sopli­do del cielo para varar a los noc­tám­bu­los par­ran­deros has­ta más allá del amanecer debido a las intem­pes­ti­vas crecidas.

El agua que llen­a­ba la pisci­na, con­ta­ba con abre­vaderos con cisnes y patos e irri­ga­ba las mapo­ras que aún sobre­viv­en, más una que otra especie lla­ma­da a pro­te­ger el entorno, hoy en día sat­u­ra­do por inva­siones, explota­ciones de granzón y urban­is­mos que por igual socavaron el idíli­co paisaje.

En 1962 se con­struyó el primer puente sobre el río Tur­bio, durante la segun­da gestión de Eli­gio Anzo­la Anzo­la, ori­un­do de Río Claro. Como prome­sa a su pueblo nati­vo, pavi­men­tó la vía y recu­peró la decaí­da pisci­na y el sitio de Macu­to, que a la postre ter­mi­narían en ruinas.

Puente de San­ta Rosa sobre el río Tur­bio. Colec­ción CorreodeLara

Tan per­di­das como nue­stro ori­gen. En estas pisci­nas muchos bar­quisimetanos aprendieron a nadar y otros, no tan­tos, perecieron en el inten­to. Un pop­u­lar per­son­aje alquil­a­ba tra­jes de baño, puesto que no eran comunes los bal­n­ear­ios públi­cos y el pudor imperaba.

En 1993 se con­struyó la aveni­da Her­mano Nec­tario María, cono­ci­da como Ribereña pues fue con­stru­i­da al lado del río, luego con­ver­ti­da en cuasi autopista.

En 1999, una fuerte cre­ci­da, auna­da al socavamien­to de las bases por el saque de are­na, der­rum­bó el puente con­stru­i­do por Anzo­la y por largo tiem­po tuvo un puente de guer­ra pro­vi­sion­al. El actu­al fue con­clu­i­do en el 2004.

Barquisimeto: un hidropónimo 

Has­ta comien­zos del actu­al siglo se con­sid­eró que el nom­bre de la ciu­dad era un hidro­to­poními­co, puesto que deriv­a­ba del río. Has­ta el 2002 cuan­do el inves­ti­gador Rena­to Agagli­ate pub­licó un sesu­do ensayo tit­u­la­do Bar­quisime­to y su beju­co inspi­rador, en el cual atribuye a un beju­co común en las rib­eras el ori­gen del nombre.

Has­ta la fecha poca aten­ción se le ha presta­do al estu­dio de Agagli­ate, idén­ti­co a la obviedad de con­tin­uar igno­ran­do nues­tra ver­dadera fecha fun­da­cional. La difusión y reim­pre­sión de tan lúci­do aporte per­mi­tiría paliar acen­dradas deu­das cul­tur­ales sobre nue­stro origen.

De allí que sien­do río o la plan­ta el ori­gen de su nom­bre, la ciu­dad que pisamos, a cuyo hor­i­zontes lan­zamos o reb­o­ta­mos imprope­rios merece algo más que la nos­tal­gia: debe acu­nar su ori­gen, dig­nificar sus estancias y el pat­ri­mo­nio que a duras penas con­tra gob­ier­nos y cat­a­clis­mos per­du­ra en algunos lugares de la amplia y rica geografía de los munici­p­ios Jiménez, Irib­ar­ren y Palave­ci­no del esta­do Lara, y del Munici­pio Peña del esta­do Yaracuy los cuales atraviesa el río.

Estu­diosos de la ictiografía, la avi­fau­na y el agua dejan ver la impor­tan­cia de los aportes de nue­stro minús­cu­lo aflu­ente sobre el eco­sis­tema. El arras­tre del piede­monte larense con­ll­e­va enormes aportes al ecosistema.

El agua ha sido el sendero que guía la ciu­dad, su des­bor­de el recuer­do remo­to del ímpetu que la dom­i­na, y su flo­ra, her­mosa y rebosante en la sequía, imán para via­jeros, pájaros y especies ances­trales. El río Tur­bio es un lla­ma­do per­ma­nente de la nat­u­raleza para repen­sar la belleza, la urgente necesi­dad de som­bras donde cobi­jarnos y de agua para regar nue­stro des­dibu­ja­do pen­samien­to y el des­ti­no mis­mo, que no pre­vé la sed.

Foto de por­ta­da: Atrav­es­an­do el río Tur­bio. Bar­quisime­to. Cir­ca 1930. Colec­ción Grabriel Marul­lo 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «El río Turbio era el caudal de agua potable más importante de Barquisimeto»

  • Ten­go enten­di­do que la Av. Her­mano Nec­tario María o Rivereña fue con­stru­i­da en gob­ier­na de Luis Her­rera en 1979–83

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