Categorías: CrónicasSemblanzas

El trágico destino de la hija de Antonio José de Sucre

Efraín Jorge Acevedo
Twitter: @efrainjorge
efrainjorge@yahoo.es

Cuan­do se dice que hay per­sonas que están mar­cadas por un des­ti­no trági­co del que no pueden escapar, muchísi­mas veces los hechos pare­cen con­fir­mar rotun­da­mente esta creen­cia, e inclu­so a veces esa “maldición” parece exten­der­se a sus seres queri­dos. Y evi­den­te­mente cuan­do esa per­sona con­de­na­da por el des­ti­no es un per­son­aje famoso y/o históri­co, la cade­na de trági­cos even­tos que rodean al per­son­aje y su entorno ínti­mo se con­vierten en una leyen­da que con­fir­ma ese miedo atávi­co y casi super­sti­cioso al implaca­ble e inex­orable destino. 

En uno de nue­stros artícu­los ante­ri­ores hablábamos de la man­era san­gri­en­ta en la que el mariscal Anto­nio José de Sucre fue der­ro­ca­do como Pres­i­dente de Bolivia, por una rebe­lión arma­da de sus ene­mi­gos políti­cos que recibió apoyo de una invasión del Ejérci­to peru­ano; y recordábamos que todo aquel pro­ce­so comen­zó con el amoti­namien­to de un batal­lón del Ejérci­to de la Gran Colom­bia for­ma­do en su may­oría por vene­zolanos, y como al enfrentarse a los sol­da­dos sub­l­e­va­dos Sucre había sido heri­do a tiros, quedan­do inca­pac­i­ta­do tem­po­ral­mente para gob­ernar, postra­do en una cama. 

 

Mar­que­sa de Solan­da y Vil­larocha por heren­cia pater­na, y la primera Emper­a­triz de Quito gra­cias a su mat­ri­mo­nio con Anto­nio José de Sucre

Pre­cisa­mente estando en esa situación de con­va­le­cen­cia, Sucre extendió instruc­ciones para que un ami­go suyo, el coro­nel Vicente Aguirre, lo rep­re­sen­tara legal­mente y así poder con­traer mat­ri­mo­nio por poderes con su prometi­da, María Ana Carcelén de Gue­vara y Lar­rea-Zur­bano, cono­ci­da como Mar­i­ana Carcelén, VII Mar­que­sa de Solan­da y VII Mar­que­sa de Villarrocha.

Se trata­ba de una joven de la Nobleza his­páni­ca de la ciu­dad de Quito (futu­ra cap­i­tal de Ecuador y en esa época una ciu­dad del sur de la Gran Colom­bia) que había cono­ci­do durante sus cam­pañas mil­itares por aque­l­las tierras.

Y así se cele­bró efec­ti­va­mente la boda por poderes, con el novio ausente, en Quito, el 20 de abril de 1828 (dos días después de que Sucre fue heri­do a bal­a­zos), cuan­do a la novia le falta­ban poco más de 3 meses para cumplir los 23 años de edad, y el novio, Sucre, tenía 33 años.

Mar­i­ana Carcelén, Mar­que­sa de Solan­da, esposa del Mariscal Anto­nio José de Sucre y madre de su hija Tere­sa, cuyo vesti­do cubría el féretro de su esposo cuan­do final­mente fue encon­tra­do luego de ser escon­di­do durante más de medio siglo

De esta man­era Mar­i­ana Carcelén se con­vir­tió ofi­cial­mente en la primera dama de Bolivia, la primera de la his­to­ria del país; pero ella nun­ca lle­garía a pis­ar el país del que era Primera Dama, porque mien­tras se cel­e­bra­ba su boda, en Bolivia se desar­rol­la­ban los com­bat­es entre las fuerzas leales a su mari­do y las fuerzas rebeldes, y pron­to lle­garía la invasión peru­a­na para ayu­dar a los alzados.

Dos meses y medio después de la boda, Sucre acept­a­ba rendirse ante los rebeldes y los inva­sores; y menos de un mes después (casi 3 meses y medio después de la boda) Sucre renun­cia­ba for­mal­mente a la Pres­i­den­cia de Bolivia, con lo que ter­minó el efímero perío­do en el que Mar­i­ana fue primera dama. 

No sería sino has­ta el 30 de sep­tiem­bre de 1828, más de 5 meses después de la cel­e­bración de la boda, cuan­do final­mente los esposos pudieron reunirse en Quito para dis­fru­tar de su “luna de miel”.

Pero la pare­ja de recién casa­dos no dis­frutó de mucha paz y feli­ci­dad, porque mien­tras tan­to había estal­la­do la guer­ra entre la Gran Colom­bia y el Perú, la Guer­ra Gran­colom­bo-Peru­a­na, de la que tam­bién hablam­os en otro artícu­lo; y Bolí­var le pidió a Sucre que for­mara un ejérci­to de tropas gran-colom­bianas (una gran parte de ellas vene­zolanas) para que com­bat­iera al Ejérci­to peru­ano y lo expul­sara del Sur de la Gran Colom­bia (el actu­al Ecuador) que había inva­di­do. Sucre tuvo que dejar a su joven esposa para ir a com­bat­ir en una nue­va guerra. 

Juan José Flo­res, gen­er­al vene­zolano. Padri­no de Tere­si­ta de Sucre. primer pres­i­dente de Ecuador

Las andan­zas del mariscal

Pero entre tan­to algo de dicha llegó a la acci­den­ta­da vida de la pare­ja, y el 30 de junio de 1829 (exac­ta­mente 9 meses después del primer encuen­tro de los recién casa­dos luego de la cel­e­bración de su boda) nació la hija de Sucre y Mar­i­ana, María Tere­sa de Sucre y Carcelén.

La recién naci­da María Tere­sa, fue bau­ti­za­da en la igle­sia de El Sagrario, en Quito, y sus padri­nos fueron nada menos que el gen­er­al vene­zolano Juan José Flo­res (futuro Pres­i­dente de la Repúbli­ca del Ecuador, el primero de la his­to­ria de ese país) y la esposa de éste, la dis­tin­gui­da dama ecu­a­to­ri­ana Mer­cedes Jijón de Vivanco.

Una anéc­do­ta curiosa es que pos­te­ri­or­mente Simón Bolí­var le expresó su descon­tento a Sucre por no haber­lo escogi­do a él como padri­no, por lo que Sucre se dis­culpó ale­gan­do que se trata­ba de una prome­sa pre­via que le había hecho a Flo­res en la Batal­la del Portete de Tar­qui, ocur­ri­da 4 meses antes del nacimien­to de la niña, y en la que Sucre y Flo­res der­ro­taron al Ejérci­to peru­ano. De ser cier­to, en pleno cam­po de batal­la Sucre le prometió a su ami­go, paisano y com­pañero de armas que sería el padri­no de la criatu­ra que en ese momen­to esper­a­ba su mujer.

Hay que destacar que María Tere­sa no era la primera ni la úni­ca hija de Sucre; el Gran Mariscal de Ayacu­cho era un hom­bre ´mujeriego´ y algu­nas de sus muchas amantes le habían dado hijos nat­u­rales, ilegí­ti­mos o como se decía con más fre­cuen­cia entonces, “bas­tar­dos”.

Entre esos hijos esta­ba Simona de Sucre Bra­vo, una niña naci­da de Tomasa Bra­vo, una amante de Sucre, y que fue lla­ma­da por su padre Simona en hon­or a Simón Bolí­var; esa hija del mariscal lle­garía a con­ver­tirse en monja.

 

 


Anto­nio José de Sucre
Por Arturo Miche­le­na, 1895
Pala­cio Leg­isla­ti­vo de La Paz, Boivia

 

 

 

 

 

 

 

 

Con otra amante, Ros­alía Cortés Sil­va, Sucre tuvo un hijo lla­ma­do José María Sucre Cortés. E inclu­so poco más de un mes después de la boda de Sucre, nació otro hijo bas­tar­do: Pedro Ceśar de Sucre y Rojas, fru­to de su relación con María Manuela Rojas.

Pero la pequeña María Tere­sa sería la úni­ca hija legí­ti­ma de Sucre, la úni­ca naci­da den­tro del mat­ri­mo­nio; jun­to a ella y su esposa, el mariscal vivió gratos momen­tos en el ambi­ente apaci­ble de la Man­sión Carcelén (actual­mente sede del Museo Casa de Sucre) en Quito y en el Pala­cio de El Deán, a las afueras de Quito.

Pres­i­dente del nue­vo Congreso

En noviem­bre de 1829, Bolí­var ordenó a Sucre que fuera a Bogotá para que pre­si­diera el nue­vo Con­gre­so Con­sti­tuyente de la Gran Colom­bia, el lla­ma­do Con­gre­so Admirable, que Bolí­var había con­vo­ca­do urgen­te­mente como una medi­da deses­per­a­da para inten­tar sal­var la unidad y la exis­ten­cia de la Gran Colombia.

Pero el Con­gre­so fra­casó en su empeño ya que Venezuela y Ecuador esta­ban deci­di­das a sep­a­rarse de la Gran Colom­bia, con­vo­can­do sus pro­pios Con­gre­sos Constituyentes.

Cuan­do Bolí­var renun­ció defin­i­ti­va­mente a la Pres­i­den­cia de la Gran Colom­bia el 4 de mayo de 1830, Sucre, har­to de la políti­ca, se apresuró a volver a Quito, ansioso por pasar el resto de su vida en un retiro tran­qui­lo con su mujer y su hija.

Pero el 4 de junio de 1830, Sucre es asesina­do a bal­a­zos en una embosca­da en el camino, antes de poder reen­con­trarse con su famil­ia. Habían pasa­do poco más de dos años des­de su unión mat­ri­mo­ni­al, y falta­ban unas sem­anas para que su hija María Tere­sa cumpli­era un año. Pero la maldición del des­ti­no aún no había ter­mi­na­do su tra­ba­jo con Sucre y su linaje.

El bogotano Isidoro Bar­ri­ga (1801–1850) estu­vo bajo el man­do de Anto­nio José de Sucre en Ayacu­cho y Tarqui

La maldición de los Sucre

El 16 de julio de 1831 la viu­da de Sucre con­tra­jo mat­ri­mo­nio de nue­vo, poco más de un año después de la muerte del mariscal; el segun­do mari­do de la Mar­que­sa de Solan­da y Vil­larocha era el gen­er­al colom­biano Isidoro Bar­ri­ga y López de Cas­tro, quien había sido sub­al­ter­no del mariscal Sucre durante la cam­paña del Perú.

El nue­vo mat­ri­mo­nio de la viu­da de Sucre escan­dal­izó a gran parte de la alta sociedad de la época, porque la cos­tum­bre era que una viu­da no volviera a casarse, con­sagrán­dose a la memo­ria de su difun­to mari­do, o que por lo menos esper­ara 5 años des­de la defun­ción de su esposo para vol­verse a casar.

Inclu­so se acusó a Mar­i­ana Carcelén y a su fla­mante nue­vo esposo, de “adul­te­rio moral” (aunque obvi­a­mente no legal) por casarse ape­nas 13 meses después de la trág­i­ca muerte de Sucre. Pero en la actu­al­i­dad unos cuan­tos his­to­ri­adores jus­ti­f­i­can la acti­tud de Mar­i­ana como la de una mujer joven que sólo quería rehac­er su vida.

Pero el escán­da­lo del mat­ri­mo­nio se hizo más sór­di­do, porque el gen­er­al colom­biano José María Oban­do, acusó al gen­er­al Isidoro Bar­ri­ga, segun­do mari­do de Mar­i­ana, de haber orde­na­do el asesina­to de Sucre para poder casarse con la adin­er­a­da Marquesa.

Esa acusación motivó que Mar­i­ana respondiera con una enfure­ci­da car­ta en la que defendía la inocen­cia de su segun­do esposo, y record­a­ba que él había sido un ami­go ínti­mo de su famil­ia por años, y que durante los días pos­te­ri­ores al asesina­to se pre­sen­tó en su casa para diri­gir el rescate de los restos de su marido.

Hay que recor­dar tam­bién que el pro­pio Oban­do era sospe­choso de ser el autor int­elec­tu­al del crimen (por razones políti­cas), así que tal vez tenía interés en desviar la aten­ción acu­san­do a otro. 

José María Oban­do, gen­er­al y políti­co colom­biano, que acusó al gen­er­al Bar­ri­ga de ser el autor int­elec­tu­al del asesina­to de Sucre

Lo peor esta­ba por llegar

El 15 de noviem­bre de 1831, la hija legí­ti­ma de Sucre, María Tere­sa de Sucre y Carcelén, murió en extrañas cir­cun­stan­cias; la pobre niña tenía menos de 2 años y medio de edad.

Según la ver­sión más exten­di­da y pop­u­lar, que se ha impuesto en la his­to­ria, el padras­tro de la pequeña niña la tenía car­ga­da, cuan­do de repente la infan­ta cayó des­de una plan­ta alta de la casa al patio lo que le causó la muerte de inmediato.

Esta his­to­ria tiene dos ver­siones: en una el gen­er­al Bar­ri­ga esta­ba jugan­do con su hijas­tra cuan­do acci­den­tal­mente la niña se le cayó por la baran­da, en lo que sería un desafor­tu­na­do acci­dente; en la otra ver­sión más sinies­tra, el gen­er­al había solta­do inten­cional­mente a la niña, la había asesina­do deján­dola caer al patio, por razones económi­cas conec­tadas con la condi­ción de hered­era uni­ver­sal de sus padres de la niña. 

Pero la famil­ia Carcelén desmintió esta ver­sión, y difundió otra his­to­ria según la cual la niña habría muer­to por afec­ciones estom­acales, una causa común en los niños de aque­l­la época.

Nun­ca sabre­mos la ver­dad sobre la muerte de Tere­si­ta Sucre, pero es de notar que sí fuera cier­ta la ver­sión de que murió de una caí­da (acci­den­tal o no) des­de lo alto de una casa, sería una trág­i­ca coin­ci­den­cia con la muerte de María Mag­dale­na de Sucre y Alcalá, una de las her­manas del mariscal Sucre (y por lo tan­to tía de Tere­si­ta) que según diver­sas fuentes murió durante la Guer­ra de Inde­pen­den­cia de Venezuela, el 16 de octubre de 1814, cuan­do, sien­do una ado­les­cente, huía de unos sol­da­dos real­is­tas de Boves que querían vio­lar­la y se arro­jó por un bal­cón, pre­firien­do sui­ci­darse a ser ultra­ja­da. Ambas habrían muer­to de una caída.

Y es que durante la Guer­ra de Inde­pen­den­cia de Venezuela var­ios her­manos de Sucre murieron de man­era vio­len­ta, demostran­do de nue­vo que el des­ti­no jugó de man­era muy cru­el con el vence­dor de Ayacucho.

El 4 de junio de 1830 fue asesina­do Anto­nio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacu­cho, víc­ti­ma de un dis­paro en la cabeza, en su paso por la sier­ra de Berrue­cos en Colombia

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Ver comentarios

  • la sra carcelen no se merecía ser la esposa del mariscal sucre un verdadero. héroe en Todo el sentido de la palabra,la sra,carcelen junto al amante barriga,es muy probable q hayan tramado la muerte del mariscal y de la niña. está maldita mujer no quería a sucre y está demostrado que vendio la espada de sucre a precios infimos ,lo mismo q la cama de campaña del mariscal y otras cosas ,como si fuera chatarra.....un saludo al infierno de está maldita mujer.

Entradas recientes

Los misterios ocultos de la Casa de Teja en la vieja Guamacire (II Parte)

José Luis Sotillo J. Cronista  de la parroquia Agua Viva Jsotillo1974@gmail.com @aguavivajose uamacire lugar entretejido…

2 días hace

1831 La Revolución “haitiana” de Caracas

Luis Heraclio Medina Canelón Miembro de la Academia de Historia del Estado Carabobo Hay ciertos…

3 días hace

Hipólita, la esclava que amamantó a Simón Bolívar

ocos días después del nacimiento de Simón Bolívar, su familia tomó una decisión que lo…

6 días hace

La Gran Colombia, el país más poderoso

Luis Alberto Perozo Padua Periodista y escritor luisperozop@hotmail.com En las redes sociales: @LuisPerozoPadua Si el…

6 días hace

Botica del Carmen y Farmacia Lara, historia de la antigua botiquería tradicional

Luis Alberto Perozo Padua Periodista y escritor luisperozop@hotmail.com En las redes sociales: @LuisPerozoPadua a Botica…

2 semanas hace

La esclavitud en la Provincia de Carabobo

Carlos G. Cruz H Historiador y escritor galeno1999@yahoo.com ien pudiéramos decir que el tema de…

2 semanas hace