Categorías: Crónicas

En Barquisimeto estaría fundado el primer hospital de la Provincia de Venezuela

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

En 1565, con dineros de Erario Real y otra parte de la cari­dad, el canóni­go Pedro del Castil­lo lev­an­ta un pequeño alber­gue para enfer­mos «donde cur­a­ban curiosos pues no tenían médi­cos, ni ciru­janos, tam­poco san­gradores, ni bot­i­cas», solo era aten­di­do por esclavos. El Rey Felipe II le des­ig­nará el nom­bre de Hos­pi­tal Real de Bar­quisime­to, y se man­tenía gra­cias a los rédi­tos de 100 pesos según vol­un­tad tes­ta­men­taria de su fundador.

Para la his­to­ri­ado­ra Nieves Avel­lán de Tamayo, en su libro La Nue­va Segovia de Bar­quisime­to (1992) el primer hos­pi­tal se con­struyó en Coro, pues un antiguo doc­u­men­to fecha­do el 6 de agos­to de 1535, hace ref­er­en­cia al hos­pi­tal de la Provin­cia de Venezuela, que para el momen­to era la cap­i­tal de aque­l­la jurisdicción.

Según el doc­u­men­to del año del Señor de 1535, cuan­do los procu­radores ante la corte de la ciu­dad de San­ta Ana de Coro solic­i­tan en Madrid ayu­da económi­ca para con­stru­ir algunos hos­pi­tales en Venezuela; y ante aque­l­la peti­ción, el emper­ador Car­los I de España y V de Ale­ma­nia expi­de una Real Cédu­la fecha­da el 9 de enero de 1535 en la que «hace merced al Ospi­tal de la Provin­cia de Benezuela de la escov­il­la y rrelaves de oro».

Este hos­pi­tal esta­ba situ­a­do en la esquina noroeste diag­o­nal a la igle­sia de la Con­cep­ción, en la lla­ma­da calle­ja de El Tocuyo

Los hos­pi­tales en Venezuela se man­tenían por rentas propias gra­cias a las dona­ciones, con el noveno y medio de los diez­mos recogi­dos en la juris­dic­ción, esto quiere decir, que el total recogi­do se dividía en nueve partes iguales y una parte y media de esas nueve, cor­re­spondía para el hospital.

El 30 de enero de 1582 el obis­po de Coro Fraile Juan Martínez de Man­zanil­lo dirige comu­ni­cación al rey de España, infor­man­do que «no hay hos­pi­tales por estos pueb­los, sal­vo en la ciu­dad de Nue­va Segovia de Bar­quisime­to donde hay uno fun­da­do por el cléri­go Pedro del Castillo».

Escribe el inves­ti­gador Emilio Acos­ta, en su artícu­lo Hos­pi­tal de San Lázaro de Bar­quisime­to, pub­li­ca­do en CorreodeLara.com, que en 1579 el hos­pi­tal pasa a denom­i­narse San Lázaro, adi­cio­nan­do que con­ta­ba con dos salas de enfer­mería, divi­di­das para hom­bres y mujeres, seis camas y mue­bles para la aten­ción de los enfermos.

El obis­po Mar­i­ano Martí en su descrip­ción sobre la visi­ta pas­toral a Bar­quisime­to el 11 de mar­zo de 1779, apun­ta un dato curioso al recomen­dar la necesi­dad de com­prar un escla­vo joven que quisiera casarse con la escla­va moza que había en el hos­pi­tal, para mejor aten­ción de los enfer­mos en una ciu­dad de 8.776 almas y solo 303 casas.

«Está edi­fi­ca­do este hos­pi­tal, cita Martí, en una esquina de la plaza prin­ci­pal de dicha ciu­dad de Bar­quisime­to, a dis­tan­cia de una quadra poco más o menos de su igle­sia par­ro­quial hacia poniente» (sic), se refer­ía el prela­do al tem­p­lo de la Inmac­u­la­da Concepción.

Nieves Avel­lán de Tamayo asien­ta que la ubi­cación de este hos­pi­tal cor­re­spon­dería hoy en día a la esquina sureste del cruce de la car­rera 16 con la calle 27, donde posi­ble­mente per­maneció des­de 1565 has­ta 1812, cuan­do quedó reduci­do a escom­bros por el terremoto.

Otro dato curioso prue­ba que para 1632 Mauri­cio Gil de Gamar­ra era el may­or­do­mo del hos­pi­tal y para 1645 lo era don Fer­nan­do de Heredia.

El 6 de junio de 1678, se reg­is­tra la ven­ta de un solar por parte de doña Juliana de Vil­le­gas Gudiño, cuyos lin­deros cita la vecin­dad con la fábri­ca que está hacien­do el hos­pi­tal, pre­dio adquiri­do por el noso­comio para nuevas áreas.

Con relación al hos­pi­tal de Bar­quisime­to, apun­ta el médi­co e his­to­ri­ador Rafael Cebal­los Garzón, en su obra Del Hos­pi­tal de la Cari­dad al Hos­pi­tal Cen­tral de Bar­quisime­to 1880–1954, que para 1715, regenta­ba el lugar Lope Galín­dez, de ori­gen vas­co, quien se que­ja en un memo­r­i­al al rey donde pre­cisa que el hos­pi­tal estu­vo cer­ra­do por más de 40 años, asum­ien­do en ese lap­so los vic­ar­ios como may­or­do­mos y trans­fir­ién­dole a la igle­sia el noveno y medio que le cor­re­spondía al hos­pi­tal, agre­gan­do que la igle­sia le adeud­a­ba al noso­comio al menos unos 8.000 pesos. 

Detal­la tam­bién que no ha podi­do cobrar esta deu­da ni mucho menos los intere­ses, por tan­to, ha tenido que uti­lizar cua­tro de sus esclavos de la hacien­da para ade­lan­tar la obra y con el aux­ilio de limosnas con­stru­ir una sala fuerte y segu­ra «para mujeres escan­dalosas» cuestión que le encar­gó el arzo­bis­po, con un anexo donde viva una mujer casa­da que se encar­gue de aten­der­las. Asimis­mo, infor­ma que los curas se excu­san de no ofi­ciar la misa para los enfer­mos porque el hos­pi­tal no puede pagar 80 pesos de renta acor­da­dos para el capellán.

Cebal­los señala que para 1768, el Hos­pi­tal Real de Bar­quisime­to se man­tenía con los cen­sos de un cap­i­tal de 9.574 pesos, que pro­ducían anual­mente 478 pesos, 5 reales y 9 mar­avedís, además de recibir el noveno y medio de los diez­mos de tres veredas, que eran más de 1.100 pesos en total, pero que se adeudaban.

Bienes y gas­tos del nosocomio

Según inven­tario del may­or­do­mo Loren­zo de Anzo­las, disponía el hos­pi­tal para ese año (1768) de cin­co camas o catres, «una de ellas muy vie­ja»; tres col­chones de cole­ta y uno de lis­ta­dos, rel­lenos con paja o lana; cin­co almo­hadas, una de angaripo­la y las demás de lis­ta­do; tres fun­das, dos de ruan flo­rete; seis sábanas de igual mate­r­i­al; ocho colchas de bayeta y dos corti­nas de lis­ta­do para cada cama. El cupo era para cin­co enfer­mos y si había espa­cio, se podía dar posa­da a pobres y/o foras­teros, pero este cupo se reducía si la renta no alcanzaba.

En cuan­to a la dieta, Anzo­las da cuen­ta que ésta dependía del esta­do mór­bido de los pacientes, y eran ali­men­ta­dos con pan de maíz y carne, otros con gal­li­na, pan de tri­go, almi­dones, biz­cochue­los y vino; incluían huevos y atoles.

En cuan­to al gas­to diario, refle­ja el may­or­do­mo Anzo­las, que para los pacientes ali­men­ta­dos con pan y carne el gas­to era de 5 reales. En velas si había uno o dos enfer­meros se gasta­ba medio real por la noche. La cri­a­da costa­ba un real diario y el enfer­mero, otro real. Además, se com­pra­ba leña y agua, y en pequeñas can­ti­dades azú­car, canela, cacao, papelón y aceite. Una libra de azú­car costa­ba un real y medio, y las cua­tro de papelón un real. La ropa para los enfer­meros se guard­a­ba en una caja fuerte del hos­pi­tal y con­sistía en cua­tro camisas, una de lien­zo y tres de bretaña.

Este hos­pi­tal no tenía médi­co ni bot­i­cario, ya que no existía en toda la ciu­dad y se con­trata­ba a curiosos locales o de San Felipe y Cara­cas. La cri­a­da, de nom­bre Vic­to­ria, escla­va lib­er­a­da en 1783, padecía de bubas y el enfer­mero ofi­cial era un negro escla­vo. Cebal­los afir­ma que el informe del Loren­zo de Anzo­las fue cer­ti­fi­ca­do por el Cor­regi­dor de Bobare y Jus­ti­cia Inter­no de Bar­quisime­to, José Martín de Gainza.

Para 1800 la med­i­c­i­na era ejer­ci­da por curan­deros autor­iza­dos, como lo eran Douper­on y Juan Azas, pero ya para 1832 la ciu­dad cuen­ta con un médi­co, el español licen­ci­a­do Anto­nio María Pine­da Ayala, padre del abo­ga­do Anto­nio María Pine­da Sanabria quien fuera pres­i­dente de la Fac­ul­tad de Cien­cias Políti­cas del Cole­gio Fed­er­al de Primera Cat­e­goría y padre del Dr. Anto­nio María Pine­da Bujan­da fun­dador y primer direc­tor del que sería más, tarde el «Hos­pi­tal Pineda».

Enfer­meras bar­quisimetanas grad­u­adas en Cara­cas. Foto real­iza­da en el antiguo Hos­pi­tal Dr. Anto­nio María Pine­da, hoy Museo de Bar­quisime­to. Desta­can en la primera fila infe­ri­or: Angela Men­doza Quero, primera del bor­de izquier­do; y la sép­ti­ma, en la mis­ma fila Auro­ra Rivas. Cir­ca 1950

Se nece­si­tan médicos

El 11 de octubre de 1851, El Correo de Cara­cas, en su pági­na I, pub­licó una nota curiosa que entre otros detalles rev­ela la ausen­cia de pro­fe­sion­ales de la med­i­c­i­na en Barquisimeto.

“A los pro­fe­sion­ales de la med­i­c­i­na. –La pop­u­losa y rica provin­cia de Bar­quisime­to carece de los fac­ul­ta­tivos nece­sar­ios para aten­der a sus necesi­dades en el orden médi­co-quirúr­gi­co, pues ape­nas exis­ten en toda ella tres o cua­tro doc­tores en ejer­ci­cio; habi­en­do can­tones como los de Cabu­dare, Yaritagua, Quí­bor &a, que no tienen un solo pro­fe­sor que alivie la humanidad.

–Un médi­co-ciru­jano inteligente que se situ­ase en la cap­i­tal de Bar­quisime­to, ten­dría mucha ocu­pación, porque aten­dería a los enfer­mos de dicho lugar y a los de inmedi­atos can­tones; y no hay duda de que haría su for­tu­na, como la han hecho var­ios en poco tiem­po- (Por un mes)”.

El avi­so de El Correo de Cara­cas da cuen­ta que, en Bar­quisime­to, cier­ta­mente había una noto­ria ausen­cia de médi­cos, pero señala que es una provin­cia con recursos.


Fuente: Raúl Azpar­ren. Bar­quisime­to, paisaje sen­ti­men­tal de la ciu­dad y su gente. Bar­quisime­to, 1972.
Nieves Avel­lán de Tamayo. La Nue­va Segovia de Bar­quisime­to. Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria, 1992.
Emilio Acos­ta. Hos­pi­tal de San Lázaro de Bar­quisime­to. Pub­li­ca­do en www.CorreodeLara.com, 7 sep­tiem­bre, 2022. 
Rafael Cebal­los Garzón, Del Hos­pi­tal de la Cari­dad al Hos­pi­tal Cen­tral de Bar­quisime­to 1880–1954. UCLA 2008

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