En la Provincia de Venezuela corrió la sangre entre conquistadores

Francisco ´Larry´ Camacho
Historiador y periodista
larrycamacho2002@gmail.com

Año 1546, Provincia de Venezuela: corrió la sangre por las ambiciones de poder entre conquistadores alemanes y españoles


A El Tocuyo, esta­do Lara, se le ha denom­i­na­do la “Ciu­dad Madre de Venezuela”, por ser la primera que se fundó tier­ra aden­tro y porque des­de allí partieron, a medi­a­dos del siglo XVI, las expe­di­ciones de los con­quis­ta­dores que fun­daron Bar­quisime­to, Valen­cia, Cara­cas, Bor­bu­ra­ta y otras pobla­ciones en la para entonces Provin­cia de Venezuela. Esta Provin­cia ocu­pa­ba el espa­cio que hoy com­prende el cen­tro, llanos y occi­dente del país, des­de el esta­do Zulia has­ta la cer­canía de Barcelona, esta­do Anzoátegui, incluyen­do a las enti­dades de Méri­da, Guári­co, y Barinas.

Además de este curioso detalle, en torno a la fun­dación de esta ciu­dad el 1° de noviem­bre o el 7 de diciem­bre de 1545 (hay ver­siones encon­tradas entre los his­to­ri­adores acer­ca de cuál de las dos fechas es la cor­rec­ta), gira una tra­ma de intri­gas y pug­nas de poder entre unos expe­di­cionar­ios de la casa Welser o los Belzares, ban­queros ale­manes (los primeros europeos en explo­rar el occi­dente de la Provin­cia) y el fun­dador de El Tocuyo, Juan de Car­va­jal, un ambi­cioso fun­cionario del reino español. El sal­do de este enfrentamien­to fue la decap­itación de cua­tro agentes de la Welser y la hor­ca de Car­va­jal en la mis­ma ciu­dad que fundó.

II

Luego de la lle­ga­da de Cristóbal Colón en 1492, y de la repar­ti­ción de las tier­ras amer­i­canas entre España y Por­tu­gal, un acuer­do cono­ci­do como el Trata­do de Torde­sil­las (1494), cada reina­do debió exten­der expe­di­ciones en sus recién “adquiri­dos” domin­ios. El reino español hizo lo suyo en lo que hoy cono­ce­mos como His­panoaméri­ca y varias de las islas del Caribe, y los por­tugue­ses ocu­paron lo que actual­mente es Brasil. Por eso, pro­duc­to de la col­o­nización, hablam­os español y por­tugués en la may­or parte del con­ti­nente, y por una raíz cul­tur­al común, la religión católi­ca es la de may­or pres­en­cia en la región.

Aho­ra bien, dada la vastedad de su ter­ri­to­rio, los españoles no esta­ban en capaci­dad de con­quis­tar­lo y col­o­nizar­lo en sen­ti­do pleno. Por eso, y para sal­dar una deu­da con­traí­da por la Coro­na españo­la, en 1528, los Welsers y el Rey Car­los V fir­maron una “capit­u­lación”, un con­tra­to que establecía la explo­ración del ter­ri­to­rio, la paci­fi­cación de los indí­ge­nas y el poblamien­to de parte de los espa­cios de los que el reino de Castil­la se había apropi­a­do. Cabe la pre­gun­ta de por qué no hicieron esta tarea los pro­pios españoles y dejaron tan impor­tante empre­sa a los ale­manes. El his­to­ri­ador vene­zolano Reinal­do Rojas dice que esto se debió a:

Deu­das con­traí­das por Car­los V con los ban­queros ale­manes (Welsers ) para alcan­zar su procla­mación como emper­ador de la mitad de Europa, incluyen­do a España y sus colo­nias. (Reinal­do Rojas, 2002, p. 37)

En 1529, lle­garon los ale­manes y con ellos en tier­ra firme quedó instau­ra­da la Provin­cia de Venezuela. Fueron los primeros en traer cabal­los y yeguas a estas tier­ras. La “capit­u­lación” com­prendía la licen­cia para “Des­cubrir, con­quis­tar y poblar” el ter­ri­to­rio entre el Cabo de la Vela (actu­al zona goa­ji­ra, en los límites con Colom­bia) has­ta Mara­ca­pana (en el esta­do Anzoátegui actu­al). Los ben­efi­cios para los Welsers o Belzares, se establecieron en estos términos:

…que todas la tier­ras que así des­cubri­ere­des y pobladeres a vues­tra cos­ta, según y de la for­ma y man­era a que de suso se con­tiene, ayais y lleveis qua­tro por cien­to de todo lo prove­cho que en cualquier man­era se nos sigu­iere para vosotros y para vue­stros herederos y suce­sores para siem­pre jamás… (Doc­u­men­to cita­do en Reinal­do Rojas, 2002, p. 38)

Para tal fin, los Welsers orga­ni­zaron una arma­da de cua­tro navíos y 250 hom­bres entre los que se hal­la­ban 50 mineros alemanes.

…mae­stros mineros a vues­tra cos­ta, para que con su indus­tria y saber se hallen las minas y ven­eros de oro y pla­ta y otros met­ales que oviere… (Doc­u­men­to cita­do en Reinal­do Rojas, 2002, p. 37 y 38)

Los Welsers lle­garon con esa autor­ización del Rey Car­los V al occi­dente de la actu­al Venezuela con miras explo­rar el ter­ri­to­rio en bus­ca de oro y riquezas nat­u­rales con las que la Coro­na sal­daría su deu­da. Estu­vieron entre 1529 y 1545, año de la trage­dia en El Tocuyo que ya describiremos. 

De esta casa financiera rad­i­ca­da en Augs­bur­go fueron los con­quis­ta­dores Ambro­sio Alfin­ger, fun­dador de Mara­cai­bo, Nicolás Fed­er­man y Jorge Spi­ra. Todos estu­vieron al frente de expe­di­ciones en las que había españoles como lugarte­nientes, lo que gen­eró roces debido a que los penin­su­lares se sen­tían desplaza­dos por los ale­manes en un ter­ri­to­rio que al ser de su Rey, y como súb­di­tos de él, tenían dere­chos a ejercer el poder directamente. 

Ese resen­timien­to embargó a Juan de Car­va­jal, quien había sido des­ig­na­do Gob­er­nador y Capitán Gen­er­al por la Real Audi­en­cia de San­to Domin­go. Los ale­manes, por su parte, tam­bién entre­ga­ban car­gos de alta jer­ar­quía, lo que avivó las ten­siones entre ellos y los peninsulares.

III

Car­los V (1516–1556), quien suscribió las referi­das “capitu­al­ciones”, tenía una doble fun­ción: era emper­ador del Sacro Impe­rio Romano Ger­máni­co (gra­cias al apoyo financiero de los ban­queros ale­manes), y era tam­bién Car­los I, Rey de Castil­la, Navar­ra, Aragón y las Indias amer­i­canas. Esto se debe a su par­entesco en línea direc­ta entre la realeza ger­máni­ca (por vía pater­na) y los reyes españoles. 

Su madre fue Jua­na I, cono­ci­da como “Jua­na la loca” y su padre, Felipe, “El her­moso”, que como su apo­do indi­ca y según la his­to­ri­ografía, era muy apuesto. Car­los es nieto de Fer­nan­do e Isabel, “los reyes católi­cos” para el momen­to en que Colón lle­ga­ba a Améri­ca y bajo cuyo gob­ier­no se logró la expul­sión de los árabes (moros), que tuvieron bajo su dominio a España durante ocho siglos.

Car­los nació en Gante (Bél­gi­ca) y es nieto de Max­i­m­il­iano I de Aus­tria. Debido a la repenti­na muerte de su padre, y a la enfer­medad men­tal de la madre, fue des­ig­na­do Rey en 1516 sien­do un mucha­cho de 16 años de edad, y al morir el abue­lo Max­i­m­il­iano, tam­bién asume el man­do del Sacro Impe­rio Romano, que además de los lla­ma­dos País­es Bajos tam­bién com­prendía Sicil­ia y Boloña. Este nom­bramien­to implicó una serie de nego­cia­ciones con las autori­dades de esas regiones, un juego de intere­ses que supieron mane­jar bien el joven Car­los y sus aliados.

IV

Juan de Car­va­jal, nat­ur­al de Vil­lafran­ca, León, llegó a la Provin­cia de Venezuela en 1530 como “escrib­ano” en Mara­cai­bo cuan­do el Gob­er­nador de Provin­cia era Ambro­sio Alfin­ger (agente de los Welsers ). En un tiem­po estu­vo en Coro, como escrib­ano públi­co y del cabil­do y antes, en el mis­mo car­go en la Real Audi­en­cia de San­to Domin­go, en el ter­ri­to­rio de la actu­al Repúbli­ca Dominicana. 

En esas fun­ciones tuvo acce­so a mucha infor­ma­ción, allí leía la cor­re­spon­den­cia que salía para el Rey y se dio cuen­ta de las ten­siones entre la casa Welser y la monar­quía españo­la, ya que las capit­u­la­ciones no se esta­ban lle­van­do a cabo en los tér­mi­nos que esper­a­ba Car­los V. (Nieves Avel­lán de Tamayo, 1997)

En diciem­bre de 1544, Juan de Car­va­jal es des­ig­na­do por la Real Audi­en­cia de San­to Domin­go, Gob­er­nador y Capitán Gen­er­al de la Provin­cia de Venezuela, en cal­i­dad de pro­vi­sion­al has­ta que lle­gara de Castil­la el Licen­ci­a­do Juan de Frías. Una vez en la Provin­cia de Venezuela Frías, Car­va­jal iría en condi­ción de Capitán Gen­er­al a con­quis­tar ter­ri­to­rio aden­tro. Pero, el ansioso Car­va­jal no esperó al jefe, par­tió con un grupo de hom­bres antes de que lle­gara Frías.

Mien­tras los ale­manes se esmer­a­ban en la búsque­da de oro, Car­va­jal se pro­pu­so col­o­nizar el ter­ri­to­rio, que era lo esper­a­do por el reino. Es el primer europeo en val­o­rar las poten­cial­i­dades de la tier­ra para col­o­nizar espa­cios urbanos esta­bles que per­mi­tier­an la riqueza sobre la base del trabajo.

En 1545, Car­va­jal, acom­paña­do de su ami­go Juan de Vil­le­gas (fun­dador de Bar­quisime­to y Bor­bu­ra­ta), “sol­da­dos” españoles, suizos, ital­ianos, ale­manes (no Welsers ) y un por­tugués, fun­da Nues­tra Seño­ra de la Pura y Limpia Con­cep­ción de El Tocuyo. En total, fueron 120 per­sonas las que lle­garon para quedarse, entre ellos mujeres, niños e indí­ge­nas esclav­iza­dos. (Avel­lán de Tamayo, 1997). 

Llev­a­ban tam­bién cabal­los, ove­jas, cabras, vacas, asnos y puer­cos. El recor­ri­do entre Coro y la nue­va ciu­dad le tomó siete meses luego de nego­ciar con indí­ge­nas rebeldes y una fuerte llu­via que los retu­vo durante días enteros. Mien­tras, los ale­manes and­a­ban tras la pista de El Dora­do, un mito según el cual había una ciu­dad de oro per­di­da en el inmen­so ter­ri­to­rio del reino. Tras la búsque­da de El Dora­do fueron muchos con­quis­ta­dores que perdieron la vida sin hal­lar la for­tu­na en los tér­mi­nos que esperaban.

Cuan­do tenían unos tres meses asen­ta­dos en El Tocuyo, Car­va­jal y sus com­pañeros tuvieron noti­cias de que se aprox­ima­ba Felipe de Hut­ten, un alto fun­cionario de la casa Welser (con el car­go de Capitán Gen­er­al) y otros agentes de la Welser con inten­ción de regre­sar del ori­ente a Coro y además, con el con­vencimien­to de ser autori­dades de la Provin­cia, lo que puso en aler­ta a Car­va­jal, que no esta­ba dis­puesto a que se le cues­tionara su poder. La ver­dad es que ni unos ni otros lo tenían tan seguro. Allí empezó la tragedia.

V

El alemán Felipe de Hut­ten llegó a las costas de Coro cuan­do tenía 29 años de edad, en 1535. Lo hizo como parte de la trip­u­lación del Gob­er­nador Jorge Spi­ra (car­go des­ig­na­do por la com­pañía Welser ). En car­ta envi­a­da a su padre a Ale­ma­nia, de Hut­ten afir­ma que en una expe­di­ción en la zona con­tro­la­da por los indios rebeldes “choques”, (entre 1535 y 1538) se encon­tró con:

… un hor­ror todas las sabandi­jas como son ser­pi­entes, sapos, lagar­ti­jas, víb­o­ras, “lac­er­das”, gusanos, hier­bas y raíces, y además comi­da siem­pre de la mis­ma especie y sin ningún val­or que comieron los pobres cris­tianos en esta expe­di­ción. Algunos, con­trar­ian­do la nat­u­raleza, han comi­do carne humana: así se encon­tró un cris­tiano que coció la cuar­ta parte de un niño jun­to con algu­nas verduras…Yo mis­mo, con otros cris­tianos, com­pré un per­ro por 100 pesos, muchas pieles de vena­do, como las que los indios lle­van en vez de escu­d­os, en algunos lugares, se metieron en agua, se coci­naron y se comieron. (Doc­u­men­to cita­do en Nieves Avel­lán de Tamayo, 1997, p. 212)

De Hut­ten era de armas tomar, según parece. Cuan­do muere el Gob­er­nador Spi­ra, creía de Hut­ten que le darían la investidu­ra de aquel, pero no fue así. Le asig­naron el car­go de Capitán Gen­er­al. En agos­to de 1541, con tal alto com­pro­miso, par­tió tier­ra aden­tro el nue­vo Capitán Gen­er­al en bus­ca de riquezas. 

Ya hemos dicho cuán­to cau­tivó a los europeos el mito del Dora­do, la avari­cia dejó un sal­do de penas y trage­dias para estos hom­bres. Entre sus acom­pañantes, 150 hom­bres, se encon­tra­ba Bar­tolomé Welser, hijo de uno de los propi­etar­ios del ban­co alemán. Durante cua­tro años, dado que esta­ban muy ale­ja­dos de Coro, estu­vieron inco­mu­ni­ca­dos con los cen­tros del poder.

VI

Pasó Felipe de Hut­ten por la comar­ca de Bar­quisime­to antes de que fuera fun­da­da como ciu­dad y de allí tomó rum­bo a Mara­ca­pana, en el ori­ente, pero en ese trayec­to, dadas las penurias que pasaron los hom­bres debido a los ataques de los indios y a las condi­ciones del ter­ri­to­rio, Bar­tolomé Welser y un grupo de expe­di­cionar­ios exigieron al Capitán de Hut­ten regre­sar por el mis­mo camino a Coro. Cuan­do están de vuelta en Bar­quisime­to, Car­va­jal los hace pre­sen­tarse ante él en su condi­ción de Gob­er­nador y Capitán Gen­er­al, apre­sa a un grupo y orde­na a Juan de Vil­le­gas que busque a de Hutten.

Vil­le­gas y sus huestes cumpli­eron su manda­to, per­suadieron a de Hut­ten de que nada le pasaría, de que fuera a El Tocuyo, donde sería bien recibido. Felipe de Hut­ten tenía otra idea en mente, aspira­ba a que Car­va­jal se sometiera a sus órdenes y de eso supo el español. Una vez en sue­lo tocuyano, el “Sába­do San­to de 1546”, entre Car­va­jal y de Hut­ten se pre­sen­tó una dis­pu­ta tras mostrarse cada uno sus cre­den­ciales como autoridades. 

Según el alemán, las suyas como Capitán Gen­er­al eran las ver­daderas, a lo que replicó Car­va­jal dicien­do que los doc­u­men­tos suyos, fir­ma­dos por la Real Audi­en­cia de San­to Domin­go, eran los que daban fe de su man­do y de ser legí­ti­mo rep­re­sen­tante del Rey. 

Como de Hut­ten esper­a­ba que su ene­mi­go se sometiera a sus órdenes y como Car­va­jal no esta­ba dis­puesto a tal cosa, hubo un force­jeo entre ambos, pero fueron sep­a­ra­dos, retro­cedió Car­va­jal en sus inten­ciones de hac­er­lo pre­so allí mis­mo. En poco tiem­po ven­dría la desdicha.

Cuan­do los ale­manes esta­ban dis­puestos a salir de El Tocuyo con rum­bo a Coro, hubo inten­tos de que se lle­gara a un acuer­do de paz, inclu­so fir­maron una tregua en la que se acordó que se respetaría el ran­go de Car­va­jal y se dejaría ir a de Hut­ten y a los suyos. Pero la inquina seguía intac­ta, el odio hizo que Car­va­jal deci­diera cobrar la osadía del alemán y orga­nizó una expe­di­ción con él mis­mo a la cabeza para apre­hen­der a de Hut­ten y a su gente cuan­do hubier­an avan­za­do en el camino de vuelta a la costa. 

En las afueras de Qui­bore (actu­al Quí­bor), al norte de la sier­ra de Baragua, mien­tras se disponían a des­cansar en sus hamacas “desnudos” y ago­ta­dos, fueron arresta­dos Felipe de Hut­ten, Bar­tolomé Welser, Diego Romero y Gre­go­rio de Plasen­cia (estos últi­mos españoles).

Los hom­bres de Car­va­jal empezaron a increpar­le a éste que se hiciera jus­ti­cia, esto es, que se asesinara a los traidores que desconocían su autori­dad, lo que sig­nifi­ca­ba la autori­dad del mis­mo Rey. El Gob­er­nador Car­va­jal esta­ba muy aira­do por la ofen­sa y se dejó lle­var por las pasiones, suyas y de sus sub­al­ter­nos, según los “juicios de res­i­den­cia”, él ordenó a …un negro suyo cor­tar la cabeza a Diego Romero, por el cogote, por traidor, que yo lo man­do como Gob­er­nador y Capitán Gen­er­al. (Doc­u­men­to cita­do en Nieves Avel­lán de Tamayo, 1997, p. 236)

El obje­to con que les fue cor­ta­da la cabeza a los hom­bres, sim­i­lar a un machete, no esta­ba sufi­cien­te­mente afi­la­do. En el mis­mo doc­u­men­to leemos a propósi­to del tra­ba­jo que le tomó al ver­dugo lle­gar a su cometi­do, dadas las condi­ciones en que se encon­tra­ba el mel­la­do instru­men­to, que:

…tan voto de haber servi­do en otras cosas, que más a golpes que cor­tan­do, con cru­el tor­men­to y agonía de los pobres pacientes, sobre la mis­ma tier­ra, sin pon­er nada deba­jo, les fue cor­tan­do a todos las cabezas. (Doc­u­men­to cita­do en Inés Quin­tero, 1993:51)

Tra­jo sus con­se­cuen­cias esta acción. Los licen­ci­a­dos Juan de Frías y Juan Pérez de Tolosa, des­ig­na­dos por la Real Audi­en­cia abrieron un pro­ce­so en con­tra de Car­va­jal y le sen­ten­cia­ron a muerte. Ordenó Pérez de Tolosa que fuera … saca­do de la cár­cel donde está, ata­do a la cola de un cabal­lo y por la plaza de este Asien­to sea lle­va­do arrastra­do has­ta la pico­ta y hor­ca y allí sea col­ga­do del pes­cue­zo con una soga de espar­to, o de cáñamo de man­era que muera de muerte nat­ur­al (Ermi­la Tro­co­nis de Ver­caoechea, 1997, p. 716)

Así se hizo, en la mis­ma “pico­ta” que él mandó a colo­car para que se hiciera jus­ti­cia, se hizo la jus­ti­cia con Juan de Car­va­jal, quien fue ahor­ca­do el 17 de sep­tiem­bre de 1546. Dijo esto en su declaración el culpable:

…el solo tenía la cul­pa de sus muertes y en ello ofendió grave­mente a Dios Nue­stro Señor y esta muerte la recibe con pacien­cia, en rec­om­pen­sa del yer­ro y de otros graves yer­ros que ha hecho y cometi­do con­tra la Div­ina Majes­tad de Dios Nue­stro Señor, como muy pecador y mal cris­tiano… (Doc­u­men­to cita­do en Nieves Avel­lán de Tamayo, 1997, págs. 290 y 291)

Fray Pedro Simón, cro­nista y reli­gioso, en obra que data de 1626 –en un dis­cur­so clara­mente ses­ga­do en con­tra del infor­tu­na­do Car­va­jal–, asev­era que hubo en el pueblo una leyen­da según la cual, a los pocos días de haber muer­to éste, la madera de la hor­ca (una cei­ba) comen­zó a mar­chi­tarse y por la pos­ta irse secan­do y con­sum­ien­do has­ta que en pocos días no quedó memo­ria de él. (Doc­u­men­to cita­do en Inés Quin­tero, 1993, p.51)

Con estas muertes se cier­ra la pres­en­cia de los Welsers en ter­ri­to­rio vene­zolano. En España, los ale­manes entablaron un juicio que duró has­ta 1557 para que se les resti­tuy­era en el gob­ier­no de la Provin­cia de Venezuela. Desistieron de la deman­da, quizás por la certeza de que ya no tenían el apoyo de la Coro­na, ya que un año antes había fal­l­e­ci­do Car­los V.

Si los ale­manes hubier­an logra­do su cometi­do de quedarse en el ter­ri­to­rio vene­zolano, si hubier­an con­segui­do el Dora­do y si hubier­an col­o­niza­do el vas­to ter­ri­to­rio amer­i­cano, quizás este post hubiese sido escrito en su lengua.


Pub­li­ca­do orig­i­nal­mente en Steemit bajo el seudón­i­mo de Tres Minotauros

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