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La demencia devenida de Diógenes Escalante aceleró el golpe a Medina

 

Juan José Peralta
Periodista


Hombre muy bien formado, elegante y educado, desde muy niño siempre soñó con la presidencia. Graduado en Ciencias Políticas en París, Diógenes Escalante (al centro, de pumpá) estuvo de Ministro Plenipotenciario casi tres lustros en Londres. En 1929 su nombre estuvo en la mente de Juan Vicente Gómez para traérselo del Reino Unido, pero al final el tirano se inclinó por Juan Bautista Pérez, a quien encargó de la presidencia y más tarde defenestró. En 1934 Gómez lo envió a Ginebra a defender los límites de Venezuela de la voracidad terrófaga de Colombia.

Dió­genes Escalante en un leg­en­dario y for­mi­da­ble retra­to de 1944

Escalante fue sec­re­tario de su coter­rá­neo el pres­i­dente Eleazar López Con­tr­eras, ambos naci­dos en Queniquea, Táchi­ra, a quien llev­a­ba seis años y emba­jador del pres­i­dente Isaías Med­i­na Angari­ta en Wash­ing­ton, donde juga­ba golf con su ami­go el senador Har­ry Tru­man con quien desar­rol­ló pro­fun­da amis­tad, más tarde pres­i­dente de los Esta­dos Unidos cuan­do su nom­bre sonó otra vez en Caracas.

Med­i­na pro­pu­so a Escalante como can­dida­to de su Par­tido Democráti­co Vene­zolano, PDV  y el Acción Democráti­ca coin­ci­dieron con él: Habían logra­do can­dida­to de con­sen­so. Rómu­lo Betan­court y Raúl Leoni se fueron a Nue­va York y se reunieron con el diplomáti­co tachirense, quien dejó la emba­ja­da y se vino a Cara­cas para conc­re­tar el acuer­do con Medina.

Los ade­cos querían –entre otras reivin­di­ca­ciones– elec­ciones del pres­i­dente y los car­gos de rep­re­sentación medi­ante el voto uni­ver­sal, direc­to y secre­to por los vene­zolanos may­ores de diecio­cho años, inclu­idas las mujeres des­de siem­pre arrin­conadas por el machis­mo a los fogones. Como pres­i­dente, Escalante debía pro­mover los cam­bios exigi­dos por la sociedad venezolana.

La razón perdida

Dió­genes Escalante jun­to al pres­i­dente Eleazar López Contreras

Con­vo­ca­do a Miraflo­res el 3 de sep­tiem­bre de 1945 a una reunión con el pres­i­dente, su gabi­nete y la direc­ción del PDV, en medio de fras­es inco­her­entes y sin sen­ti­do Escalante pedía a su sec­re­tario pri­va­do Ramón J. Velásquez aplazar la cita por no encon­trar las camisas que esta­ban en el armario. El asis­tente explicó la situación a Miraflo­res cuan­do lla­maron para cono­cer del retar­do del candidato.

Una jun­ta médi­ca con­for­ma­da por los doc­tores Rafael González Rin­cones, Vicente Peña, Miguel Ruíz Rodríguez y Enrique Tejera París, cer­ti­ficó que Dió­genes Escalante había per­di­do la sindére­sis. Tiem­po después, en las ter­tu­lias de El Nacional cuan­do fue su direc­tor, Velásquez record­a­ba la frase del doc­tor Tejera, “Per­di­da, la razón está per­di­da, Escalante se ha vuel­to loco”.

Ante la indis­posi­ción men­tal del vir­tu­al pres­i­dente, el aplaza­mien­to del acuer­do no se hizo esper­ar. Tru­man lo mandó a bus­car en el avión pres­i­den­cial y Med­i­na insis­tió con su can­dida­to, el min­istro de Agri­cul­tura, Ángel Biag­gi­ni, prop­i­cian­do mes y medio más tarde el golpe de esta­do del 18 de octubre de 1945 por un sec­tor joven del ejérci­to ali­a­do a últi­ma hora con los diri­gentes adecos.

“Anodi­no y gris” había cal­i­fi­ca­do Betan­court al min­istro Biag­gi­ni que Med­i­na quiso impon­er y fue la man­zana de la dis­cor­dia para el golpe de octubre de 1945.

La demen­cia ines­per­a­da le impidió a Escalante el sueño de ser pres­i­dente y acel­eró el golpe de esta­do con­tra Med­i­na Angarita.

El pasajero de Truman 

En 2008, casi de man­era simultánea cir­cu­laron en Cara­cas dos libros sobre la con­tro­ver­sial figu­ra de Dió­genes Escalante, los tra­ba­jos de inves­ti­gación de la peri­odista Maye Primera Gar­cés en la Bib­liote­ca Biográ­fi­ca Vene­zolana y la nov­ela El pasajero de Tru­man, del escritor mar­gariteño Fran­cis­co Suni­a­ga (Edi­to­r­i­al Mon­dadori), quien reunió en tres per­son­ajes la nar­ración del hecho real de la locu­ra de Escalante, el pro­pio per­son­aje, Hugo Oroz­co y Román Velandia. El títu­lo viene por la decisión del Jefe de Esta­do norteam­er­i­cano de man­dar­lo a bus­car en el avión presidencial.

Las camisas voladoras

Inspi­ra­do en ambos libros y otras ref­er­en­cias, en 2011 el actor y dra­matur­go catalán de toda la vida en Venezuela Javier Vidal, mon­tó con éxi­to de públi­co la pieza teatral Dió­genes y las camisas volado­ras, estre­na­da en el Teatro Trasno­cho de Cara­cas el 1 de julio de ese año con Vidal en el per­son­aje de Escalante, José Miguel Dao y Jan Vidal Res­ti­fo, como sec­re­tario del diplomáti­co, bajo la direc­ción del dra­matur­go Moisés Gue­vara. Los argu­men­tos del can­dida­to eran que las camisas no esta­ban, se fueron en vue­lo estim­u­ladas por sus ene­mi­gos. Pero sobre la cama esta­ban 18 camisas. En su locu­ra no logra­ba verlas.

CorreodeLara

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