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Dos larenses preparan hallacas en Londres a finales del siglo XIX

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

NO PASAN INADVERTIDOS. Pese a la ele­gan­cia de sus tra­jes, su for­ma de hablar los dela­ta. Se nota a leguas que son extran­jeros. Son edu­ca­dos e int­elec­tuales. Lla­man la aten­ción por las pre­gun­tas que for­mu­lan. Bus­can ansiosos los ingre­di­entes de algu­na rec­eta extraña para los lugareños.

En las Las impon­der­ables hal­la­cas de Liv­er­pool, un for­mi­da­ble y bien escrito rela­to del acu­sioso his­to­ri­ador Fred­dy Castil­lo Castel­lanos, nos delei­ta sobre cómo dos larens­es lograron aven­tu­rarse a preparar nue­stro man­jar navideño en la remo­ta comar­ca inglesa. 

El his­to­ri­ador escribe: Son larens­es, tam­bién son peri­odis­tas e his­to­ri­adores. Ambos provienen de las aulas del tocuyano don Egidio Mon­tesinos. En este momen­to se desem­peñan como diplomáti­cos y se encuen­tran muy lejos de su patria.

Dr. Lisan­dro ALvarado

Uno de ellos ha esta­do escri­bi­en­do un libro sobre la esgri­ma mod­er­na, obra de gran val­or para el acon­te­cer citadi­no. El otro ha hecho ano­ta­ciones acer­ca de las neu­ro­sis de hom­bres céle­bres, apuntes intere­san­tísi­mos para la cien­cia moderna.

Esta mañana de 1891, muy fría en Liv­er­pool, se les ve atarea­d­os en otra cosa. Hoy cer­raron sus libros y dejaron a un lado el tra­ba­jo intelectual.

Es diciem­bre y ya casi no fal­ta nada para el 24. Días atrás, entre sus con­ver­sa­ciones, deci­den cel­e­brar jun­tos la Navi­dad y hac­er­lo a la man­era vene­zolana, para mit­i­gar fríos y dis­tan­cias. Así, se trazan la difí­cil tarea de hac­er hal­la­cas. Por suerte, un trini­tario tiene en pleno cen­tro de Lon­dres un abas­to donde se expen­den pro­duc­tos trop­i­cales. Allí con­siguen el maíz, que ter­mi­nan pilan­do ard­u­a­mente en un mortero de madera.

Una larga amistad

“…poco fre­cuente en nue­stros medios políti­cos e int­elec­tuales, de una noble amis­tad, man­teni­da a su alto niv­el por espa­cio de años, des­de la pri­mav­era has­ta el invier­no, des­de la juven­tud ilu­sion­a­da has­ta la madurez en fru­to y la ancian­idad vigorosa…”.

Car­ta de José Gil For­toul a Lisan­dro Alvarado

La históri­ca hazaña

Cam­i­nan horas sin desviarse del plan. Nada los detu­vo, ni la casi imposi­ble prue­ba de con­seguir las hojas. Se valen de sus fun­ciones con­sulares para ten­er acce­so al úni­co lugar que alber­ga­ba, en rig­urosa cale­fac­ción, la inhal­lable y cos­tosa plan­ta: el Jardín de Acli­mat­ación de Londres.

Fran­quean un largo perip­lo buro­cráti­co que exige has­ta la opinión téc­ni­ca de la Sociedad de His­to­ria Nat­ur­al para poder cor­tar cin­co hojas de un plá­tano británi­ca­mente custodiado.

Dr José Gil For­toul en Cara­cas 1939. Foto Colec­ción de Leonar­do Yépez

La proeza está a pun­to de con­sumarse. adi­ciona con su pecu­liar nar­ra­ti­va Castil­lo Castel­lanos y prosigue con­tan­do que, asan con esmero las hojas en el fuego de la chime­nea y preparan el guiso sigu­ien­do las indi­ca­ciones que sólo uno de ellos ‑el may­or- conoce bien.

Para darse áni­mo sil­ban un valsecito tocuyano tras dispon­erse a pro­bar el por­ten­toso pica­dil­lo elab­o­ra­do con carne de res y de cer­do, tro­zos de toci­no y gal­li­na. La músi­ca les da suerte: está exquisito.

Al instante uno amar­ra la déci­ma y últi­ma hal­la­ca de esta haz­a­ña culi­nar­ia. Son larens­es, peri­odis­tas, his­to­ri­adores y aho­ra aven­tureros de la cocina.

El primero tiene 33 años y se lla­ma Lisan­dro Alvara­do, aunque pre­fiera pre­sen­tarse como Peri­co el de los Palotes. El otro tiene 30 y se le conoce ya como el doc­tor José Gil For­toul, con­cluye con un dejo de nos­tal­gia Castil­lo Castellanos.


Fuente: Fred­dy Castil­lo Castel­lanos. Las impon­der­ables hal­la­cas de Liv­er­pool. Pub­li­cación en el blog Due­los y Que­bran­tos. Diciem­bre 17 de 2007.
Rela­to de “Apuntes de Aníbal Lisan­dro Alvara­do, hijo del preclaro larense en su libro Menú-Ver­na­c­ulis­mos. Edime, Cara­cas-Madrid, 1953 Pp. 44 y 45”.

Foto: Colec­ción y com­posi­ción de CorreodeLara.com

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