José Antonio Páez murió en Estados Unidos

 

Basilio Francisco
Escritor

El General José Antonio Páez falleció en Nueva York, el 6 de mayo de 1873, cuando contaba con 83 años de edad. Su muerte se produjo a las siete y veinticinco de la mañana, en una modesta casa marcada con número 42 de la calle 20 Este.

Asistido por el Médico A.K Gardner, muere a causa una bronconeumonía, resultado de un fuerte resfriado, probablemente adquirido en los paseos a caballo que acostumbraba a realizar por Central Park en las semanas previas a su fallecimiento, debido al frío clima neoyorkino


Fue el más longe­vo de todos los próceres de nues­tra inde­pen­den­cia y como tal quien más activi­dad mil­i­tar y políti­ca desar­rol­lo. Para el momen­to de fal­l­e­cer, esta­ban a su lado, su hijo Ramón Páez Ricau­rte y muchos emi­gra­dos políti­cos como él, la may­oría cubanos, que le amaron y le respetaron en vida, recor­dan­do la exce­lente dis­posi­ción que man­tu­vo Páez, de obe­de­cer la esco­gen­cia que de él hizo el Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var, para con­ducir y man­dar una expe­di­ción a Cuba, con miras a con­sol­i­dar la inde­pen­den­cia de esa isla caribeña y quisieron trib­u­tar­le en sus últi­mos momen­tos una prue­ba de ese amor y ese respeto que por tan­tos títu­los era acree­dor el anciano Gen­er­al venezolano.

En la pren­sa amer­i­cana de ese día 6 de mayo, aparece lo sigu­iente: “…Murió pobre, emi­gra­do de su país natal, del sue­lo que lib­ertó con su pujante lan­za, con el fuego de su corazón y con la energía de su espíritu ardi­ente como el sol que baña los inmen­sos llanos que fueron la cuna de este ilus­tre campeón de la inde­pen­den­cia amer­i­cana; como si la Prov­i­den­cia hubiese queri­do recibir­le en su seno mater­nal, en los momen­tos de su muerte, en la mis­ma condi­ción humilde y sen­cil­la en que le dio el sop­lo de vida en la igno­ta y pobre Vil­la de Arau­re…” Había muer­to casi en la mis­e­ria y en sus últi­mos años se le veía lle­var una vie­ja ropa para ser remen­da­da. Su cadáver fue embal­sama­do gra­tuita­mente por el médi­co cubano Fed­eri­co Gálvez.

 

 

Su cadáver sería sepul­ta­do en una parcela munic­i­pal del Mar­ble Cementery por no con­tar con dinero sufi­ciente para adquirir una pri­va­da. Allí per­maneció durante 15 años y estu­vo a pun­to de ser colo­ca­do en una fosa común por cuan­to no había deja­do bienes de for­tu­na a sus famil­iares para que estos cubriesen los gas­tos de un sepul­cro dig­no y privado

Tomas Miche­le­na en su obra Resumen de la vida Mil­i­tar y Políti­ca del Ciu­dadano Esclare­ci­do Gen­er­al José Anto­nio Páez (Tipografía El Cojo, 1899) describe el hecho de la sigu­iente manersa: 

“… ayer por la mañana a las 10, los ami­gos per­son­ales del muer­to, inclu­sive los dolori­dos, se reunieron en la últi­ma mora­da de la Calle 20 del Este, para dar la últi­ma visi­ta a sus restos. — A las diez y cuar­to sal­ió el féretro entre las lágri­mas de los dolientes, y fue colo­ca­do en un sen­cil­lo car­ru­a­je tira­do por dos cabal­los. Sobre el féretro había dos ban­deras amer­i­canas, una de las cuales hecha de seda y ter­ciope­lo y her­mosa­mente bor­da­da en pla­ta y oro, había sido pre­sen­ta­da por el pro­pio Gen­er­al Páez al May­or A.E. P. Green quien comand­a­ba la tropa que escoltó al caudil­lo al buque que lo llevó a Venezuela, en la primera par­ti­da de esta ciu­dad a su Patria… 

…El car­ru­a­je y el acom­pañamien­to com­puesto de una doce­na de coches, lle­garon a la Igle­sia Católi­ca Romana de San Este­ban (sic) a las diez y media de la mañana. Ya a esta hora esta­ba llena la her­mosa igle­sia por todas partes. El féretro fue lle­va­do al pie del pres­bítero y colo­ca­do sobre unas andas a cuyos lados había seis can­de­labros con velas encen­di­das. Sobre el ataúd había cua­tro guir­nal­das de flo­res, mien­tras a la cabeza y pies esta­ban colo­ca­dos en posi­ción rec­ta dos cruces de flo­res siem­pre­vivas…” “…Pos­te­ri­or­mente fue lle­va­do al Mar­bel Cementery y deposi­ta­dos tem­po­ral­mente en una bóve­da a la espera que el Gob­ier­no y el pueblo de Venezuela recla­ma­ran los restos de aquel patri­o­ta para ser sepul­ta­dos con hon­ores militares…”

Fue sola­mente en 1888 cuan­do Páez regresó a su patria, durante el gob­ier­no del Gen­er­al Her­mó­genes López. Los actos que entonces se orga­ni­zaron para lle­var sus restos al Pan­teón se inti­t­u­laron “La Apo­teo­sis del Gen­er­al Páez”. Su cadáver había esta­do fuera de su tier­ra natal durante quince años.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Ver comentarios

  • excelente. vivo en New York y desde hace tiempo estaba deseoso de conseguir la dirección de la casa donde viviera este ilustre llanero.

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