CrónicasSemblanzasTodas Las Entradas

La victoria de Rafael Caldera en 1968

 

Alexander Cambero
Periodista, escritor y poeta                                                                                 

El hermoso cielo yaracuyano lo cobijó por primera vez un 24 de enero de 1916. San Felipe era un lienzo rodeado de verdes arboledas, en donde crecía el fervor de su gente buena con la estirpe propia del gentilicio. En un hogar profundamente devoto, germinaba una semilla que daría como fruto uno de los hombres más brillantes en la historia venezolana: Rafael Caldera, se convertiría en una figura legendaria del conocimiento académico y de la política


Jamás exis­tió otro ciu­dadano con tan alto niv­el cul­tur­al al frente de los des­ti­nos de la nación. En el sil­lón de Miraflo­res esta­ba un ver­dadero sabio del idioma, doc­to hom­bre de leyes, pen­sador fecun­do, escritor de un esti­lo bril­lante, orador ful­gu­rante que eclip­sa­da cualquier esce­nario. Hizo del saber una palan­ca para amar a Venezuela, como quien besa el ros­tro arru­ga­do de su madre. 

Des­de que se ini­ció como estu­di­ante en la uni­ver­si­dad, su tal­en­to lo hizo una ref­er­en­cia. Sus com­pañeros admira­ban la capaci­dad de un joven provin­ciano que llam­a­ba su aten­ción por su inteligen­cia. Sus exposi­ciones raya­ban la per­fec­ción. Los tra­ba­jos con­tenían una pro­fun­di­dad en los temas que avi­zora­ban el renac­er de un per­son­aje que ocu­paría sitiales de hon­or en la Repub­li­ca, sus pro­fe­sores habla­ban de sus pergaminos con legí­ti­mo orgullo. 

Aquel hom­bre gana­do para las acad­e­mias, con magis­tral deco­ro, fue enten­di­en­do que el ser­vi­cio públi­co era un com­pro­miso éti­co. Que prestar su may­or esfuer­zo al país, dig­nifi­ca­ba la acción del hom­bre en la tier­ra. Las encícli­cas de León XIII hablan­do de las reivin­di­ca­ciones sociales basa­dos en el human­is­mo cris­tiano, lo fueron seducien­do has­ta hac­er­lo un ciu­dadano dis­puesto a enar­bo­lar las ban­deras de la lucha; con la ben­di­ción de su fe pues­ta en el cielo de su creen­cia, pero tam­bién con el com­pro­miso de lle­var esos val­ores sobre los hom­bros de la real­i­dad social. 

EL COMIENZO

En 15 mar­zo de 1933 El papa Pio XI orga­ni­za un encuen­tro de jóvenes católi­cos en Roma. Su interés era que la igle­sia se involu­crara en la lucha de los pueb­los. El crec­imien­to del comu­nis­mo en las áreas más vul­ner­a­bles de la población, tenía que ten­er una respues­ta con­tun­dente, que garan­ti­zara la lib­er­tad, sin perder de vista la defen­sa de los dere­chos de los débiles, el encuen­tro ver­só sobre el cuadragési­mo segun­do aniver­sario de la pro­mul­gación de la encícli­ca Rerun Novarum.

Aque­l­la obra magis­tral del papa León XIII quien, en ple­na rev­olu­ción indus­tri­al, sale en defen­sa de los tra­ba­jadores expo­li­a­dos por un sis­tema abso­lu­ta­mente depredador, sig­nificó una con­tun­dente respues­ta social. El encuen­tro en el Vat­i­cano hace que aque­l­los bril­lantes líderes juve­niles asuman un com­pro­miso de vida, entre ellos esta­ba Rafael Caldera, quien par­tic­u­lar­mente esta­ba gana­do para lle­var el mensaje. 

El pon­tí­fice hizo énfa­sis en la frase de la encícli­ca: “Es inhu­mano abusar de los hom­bres, como si fuer­an cosas, para sacar prove­cho de ellos” Esas pal­abras naci­das en el atarde­cer del siglo XIX Calaron hon­do en el vene­zolano has­ta trans­for­mar­las en su visión. En Italia coin­cidió con el chileno Eduar­do Frei, quien lle­garía pos­te­ri­or­mente a la primera mag­i­s­tratu­ra chile­na. Des­de Europa llegó a Venezuela para for­t­ale­cer el movimien­to católi­co. En 1936 fun­da la Unión Nacional Estu­di­antil (UNE) Para dar­le cauce a las ideas, ellos se habían sep­a­ra­do del movimien­to estu­di­antil que tomó una ori­entación marxista. 

El líder impul­só al Movimien­to Acción Nacional(MAN) géne­sis de Acción Pop­u­lar con el cual logra ser elec­to diputa­do al con­gre­so. Su afán por crear un instru­men­to de los tra­ba­jadores hace que se con­sti­tuya en el prin­ci­pal redac­tor de la ley del tra­ba­jo. Sin des­can­so seguía impul­san­do nuevas for­mas de lucha. Fun­da al par­tido Social­cris­tiano Copei el 13 de enero de 1946 en la lavan­dería Ugarte en Cara­cas. Como era Procu­rador Gen­er­al de la Repúbli­ca, no fir­mó el acta fun­da­cional de la orga­ni­zación, pero todos saben que el sel­lo de su corazón está allí, en la vol­un­tad de todos. Con ape­nas trein­ta y un años se pos­tu­la a la pres­i­den­cia de la República.

El lau­rea­do escritor Rómu­lo Gal­le­gos, al igual que Gus­ta­vo Macha­do, son sus adver­sar­ios. Aque­l­la qui­jotesca empre­sa lo hizo recor­rer la nación con escasas prob­a­bil­i­dades de éxi­to, sin embar­go, no se ami­lanó en su anh­elo de lle­var el pen­samien­to social­cris­tiano hasta el últi­mo rincón. Los pueb­los andi­nos, tradi­cional­mente católi­cos prac­ti­cantes, le abrieron las puer­tas. La semi­l­la ger­minó en los pre­dios ben­de­ci­dos de las mon­tañas mág­i­cas, los arreos de mula que empu­ja­ban al ara­do, en las fal­das de los páramos, entre el humeante café negro que des­perta­ba la brisa con el amanecer. 

Pueb­los llenos de fe con­fun­di­dos con las laderas de las cin­co águilas blan­cas. En otras regiones su men­saje se enfrenta­ba al arraiga­do lid­er­az­go pop­u­lar de Acción Democráti­ca. Ori­ente era bastión como una roca que sostenía los pos­tu­la­dos socialdemócratas. Cara­cas man­tenía sim­patías por el men­saje comu­nista al igual que las zonas petrol­eras donde tenían pres­en­cia. Cono­cer el rompecabezas nacional; lo fue llenan­do de una ilus­tración humana que no describían los tex­tos académi­cos. Una der­ro­ta elec­toral que serviría para cre­cer en la idea. 

EL DESTINO JUEGA NAIPES

Rafael Caldera apagó las velas de sus cin­cuen­ta y dos aniver­sar­ios. Su deseo era lle­gar a gob­ernar la nación. Su vida esta­ba llena de episo­dios que engrandecían su hoja de ser­vi­cios. Aquel 1968 mar­ca­ba una huel­la en la ruta de un hom­bre que tenía vein­tiséis meses recor­rien­do a Venezuela para mostrarse como el cam­bio frente al con­tinuis­mo. Su estatu­ra moral se agi­ganta­ba en las acad­e­mias, su voz baja­da del estra­do mag­nifi­ca­do en su bril­lantez como ciu­dadano excepcional. 

El pueblo fue abrién­dole los bra­zos al men­saje de un hom­bre capaz de respon­der al fru­to de sus des­dichas, con la con­vic­ción de inter­pre­tar sus más caros anh­e­los. En el vecin­dario de su prin­ci­pal adver­sario políti­co, un cis­ma de grandes pro­por­ciones se exte­ri­or­iz­a­ba en la ter­cera división de AD. Esta vez encar­na­da por el insigne mae­stro de Améri­ca Luis Bel­trán Pri­eto Figueroa. Su reciedum­bre moral no soportó el despo­jo del cual fue obje­to, la recia per­son­al­i­dad de un hom­bre ínte­gro; recibió el fue­ta­zo de un cogol­lo que desconocía sus legí­ti­mos dere­chos de ser el aban­der­a­do pres­i­den­cial del par­tido. Las bases del mag­is­te­rio y el movimien­to sindi­cal se sin­tieron defraudados.

La gran may­oría se sumó al lla­ma­do del mae­stro, reco­gieron sus val­ores de tiza y pizarrón; para enseñar des­de la dig­nidad políti­ca, al igual que los tra­ba­jadores que expre­saron su enorme descon­tento; cam­bian­do el blan­co col­or de sus con­cien­cias, por el irre­ductible mora­do: que sim­bolizó la trinchera de un insigne ped­a­gogo con la fuerza de un huracán mar­gariteño. La orga­ni­zación colo­ca al Doc­tor Gon­za­lo Bar­rios, para que asuma la can­di­datu­ra en ple­na cri­sis interna. 

Un hom­bre bril­lante, con una hoja impeca­ble, trataría de restañar la heri­da, imponien­do la maquinar­ia y el amor por el par­tido, por enci­ma de la nat­ur­al rabia por el despo­jo hecho. La heri­da esta­ba allí, mar­t­i­rizan­do una opción; que lucha­ba con­tra el fuego inter­no, que car­comía las vísceras orga­ni­za­ti­vas, mien­tras Rafael Caldera se lev­anta­ba como el adalid frente al con­tinuis­mo de diez años des­gas­tantes. Ya la leyen­da de la lucha con­tra la dic­tadu­ra perdía fuelle ante la man­i­fi­es­ta inca­paci­dad de años de admin­is­tra­ciones poco efi­caces. La idea de un cam­bio fue ganan­do ter­reno aceleradamente. 

LA FIESTA INOLVIDABLE

Cuarenta días antes de la elec­ción Rafael Caldera, se pre­sen­ta en la plaza O´Leary de Cara­cas el 21 de octubre de 1968. Se mues­tra exul­tante ante la gran prob­a­bil­i­dad de la vic­to­ria. Su dis­cur­so despier­ta una gran expec­ta­ti­va, quien dis­erta­ba con eru­di­ción de mago de las pal­abras ya lo hacía como pres­i­dente. Del tór­ri­do lengua­je cer­van­ti­no nacían expre­siones que el pueblo com­prendía clara­mente. La cap­i­tal se llenó de alboro­zo y de ros­tros sen­cil­los. En la cam­paña se dedicó a vis­i­tar a los sec­tores más humildes. 

Los seres de las bar­ri­adas lo percibieron, el gran académi­co ador­na­do de hon­ores y reconocimien­tos; tam­bién com­prendía el dolor de aba­jo, aprendió en la piel de la necesi­dad para ser su aban­der­a­do. La suerte esta­ba echa­da. La cam­paña lo fue agran­dan­do mien­tras su prin­ci­pal adver­sario se refu­gia­ba en su maquinar­ia. Gon­za­lo Bar­rios, era un hom­bre lúci­do, de indis­cutibles méri­tos ciu­dadanos, de una com­pro­ba­da hon­esti­dad, pero carecía del caris­ma de sus míti­cos com­pañeros históri­cos. No gen­er­a­ba la debi­da emo­ción, muchas veces abur­ría como invi­tan­do a la modor­ra gen­er­al. Cans­a­ba con sus pos­es de un aspi­rante como empu­ja­do por una causa pro­tagóni­ca desfallecida.

Adolecía del clási­co ger­men ade­co de sem­brarse en lo pop­u­lar. En sus acciones falta­ba el talante explo­si­vo de Rómu­lo Betan­court, la pop­u­lar­i­dad de Leonar­do Ruiz Pine­da, la conex­ión de Alber­to Carnevali, la vital­i­dad robóti­ca de Car­los Andres Pérez, el cora­je prin­cip­ista de Pri­eto Figueroa, como descol­lante tri­buno de innego­cia­bles com­pro­misos ide­ológi­cos. Bar­rios, sim­boliz­a­ba la maquinar­ia que desliz­a­ban sobre la dis­ci­plina del partido. 

No gen­er­a­ba el éxta­sis que embriaga­ba a las masas trans­for­madas en mare­jadas, era sim­ple­mente el com­pro­miso mil­i­tante, por un hom­bre lleno de lau­ros int­elec­tuales, pero al cual le con­sta­ba el con­tac­to con la gente sen­cil­la. Esta­ba más cer­cano al prísti­no aire parisi­no, que al ven­tor­ril­lo en cualquier buhardil­la vene­zolana. Caldera tuvo tres elec­ciones ante­ri­ores para com­pren­der que había que descen­der del pedestal. El cam­bio como una impo­nente bola de nieve iba nutrién­dose de un descon­tento, que encon­tra­ba su válvu­la en las procla­mas del yaracuyano, mien­tras el aban­der­a­do social­cris­tiano vis­ita­ba las prin­ci­pales ciu­dades del país en activi­dades colos­ales, Bar­rios se mantiene mucho tiem­po en Acarigua. 

Las horas deci­si­vas encuen­tran un Caldera con paso firme, mien­tras su prin­ci­pal con­trin­cante se evap­o­ra, tratan­do de con­tener la diás­po­ra que engrosa las filas del MEP. Los son­deos indi­can un Rafael Caldera en primer lugar. Con la mues­tra en sus manos arremete de man­era con­tun­dente, sabía que la opor­tu­nidad era úni­ca. Que la alter­nan­cia en el poder no era algo desca­bel­la­do, la opor­tu­nidad la brindaría la vol­un­tad del pueblo fiel­mente expre­sa­da en las urnas elec­torales. La cam­paña por el cam­bio surtía el efec­to desea­do, un men­saje claro capt­a­ba el deseo de la may­oría. Mara­cai­bo, Barcelona, Valen­cia y Bar­quisime­to fueron con­struyen­do la vic­to­ria. Caldera por los cua­tro costa­dos. Gon­za­lo Bar­rios le pens­a­ban los instantes finales con sus sesen­ta y seis años a cues­tas. Como una súbi­ta estamp­i­da lleg­amos al día de la elección. 

Todo el país esta­ba en vilo. Pri­eto hizo un gran esfuer­zo por alcan­zar el tri­un­fo, la real­i­dad lo fue extin­guien­do has­ta quedar incon­clusa su históri­ca opor­tu­nidad. Gon­za­lo Bar­rios Bustil­los, des­cans­a­ba en la for­t­aleza del apara­to orga­ni­za­ti­vo de AD para pre­tender la con­tinuidad. Rafael Caldera creía que las urnas elec­torales le con­ced­erían la vic­to­ria. En la más reñi­das de las con­tien­das el aban­der­a­do social­cris­tiano logra alzarse con el poder.

Solo trein­ta y tres mil votos sep­a­raron a Caldera de Gon­za­lo Bar­rios. Seis días de con­teos, rumores y con­fir­ma­ciones robustecieron a la joven democ­ra­cia. Se logra­ba un cam­bio políti­co sin trau­mas. La alter­nan­cia en Miraflo­res se con­firma­ba con robustez. Acción Democráti­ca, la orga­ni­zación que encar­nó la lucha con­tra la dic­tadu­ra, con su his­to­ria llena de már­tires, cárce­les, destier­ro y per­se­cu­ción; perdía una elec­ción por el voto uni­ver­sal que tan­to pro­movieron. Los adalides del sufra­gio de las mujeres, quienes sus­ci­taron la refor­ma agraria, la expre­sión social de may­or reconocimien­to pop­u­lar, caían der­ro­ta­do en tiem­pos de tur­bu­len­tos acontecimientos. 

No era la bes­tial­i­dad dic­ta­to­r­i­al que le arran­ca­ba el poder con un sabla­zo. Fueron los votos del pueblo que esta vez, no le acom­pañaron. Perdían la vir­ginidad políti­ca en manos de un hom­bre que se preparó para ser Pres­i­dente. Enfren­tó a Rómu­lo Gal­le­gos cayen­do der­ro­ta­do. Sigu­ió luchan­do atrav­es­an­do el umbral de la dic­tadu­ra. Cada sudor de su frente lo devolvió con respetabil­i­dad. Se con­solidó como gen­uina expre­sión de una vol­un­tad de hier­ro. Enfren­tó a Rómu­lo Betan­court para salir der­ro­ta­do. Con el pacto de Pun­to Fijo logró con otros pen­samien­tos dar­le esta­bil­i­dad políti­ca a la nación. Frente a Raúl Leoni tam­poco logra el poder. Con dig­nidad ofrece el apoyo de su par­tido al gob­ier­no, sien­do con­sid­er­a­do como un acto de leal­tad patrióti­ca como bien lo recono­ció Betan­court en su momento. 

El año 1968 fue su momen­to cum­bre. Su tenaci­dad que­bró la resisten­cia del con­tinuis­mo. Pudo lograr­lo con fe en sus prin­ci­p­ios. Man­te­nien­do la unidad que faltó en la parcela con­traria. Un gob­ier­no donde no se perdió la Repub­li­ca, una obra admin­is­tra­ti­va trascen­dente, recono­ci­da como la mejor de la democ­ra­cia. Sal­ió del poder con la dig­nidad del hom­bre hon­ra­do que trans­for­mó a Venezuela en obras y en paz. 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «La victoria de Rafael Caldera en 1968»

  • “La oposi­ción puede ganar por un voto, el gob­ier­no no”. Raúl Leoni. Expres­i­dente de la repúbli­ca ante los resul­ta­dos de las elec­ciones donde Rafael Caldera se impu­so al can­dida­to del par­tido gob­er­nante, Gon­za­lo Barrios.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *