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Los archivos secretos de la Seguridad Nacional (FOTOS)

Luis Heraclio Medina Canelón
Abogado — Historiador

Algo que la “historia oficial” ha ocultado en los últimos 60 años es que la Seguridad Nacional fue la primera policía verdaderamente técnica que se creó en el país. Fue con ésta que se iniciaron los procedimientos profesionales de fichaje, peritaje, fotografía, dactiloscopia, auditorías y archivo. Especialmente este departamento era llevado con las técnicas más modernas conocidas en la época, con el mayor cuidado de llevar el más minucioso registro de los criminales comunes y los subversivos.


En la S.N. se crearon depar­ta­men­tos o brigadas espe­cial­izadas, tales como la social, para los deli­tos comunes, ante­ceso­ra de la PTJ, y la tris­te­mente céle­bre Briga­da Políti­ca, que le dio mala fama, cuya fun­ción era perseguir a los adver­sar­ios políti­cos del gob­ier­no, es decir a socialdemócratas (ade­cos) y social­is­tas marx­is­tas (comu­nistas).

La S.N. con­tó con la asesoría de organ­is­mos de seguri­dad del exte­ri­or, tales como la Scot­land Yard, de Inglater­ra, la C.I.A., el F.B.I., el depar­ta­men­to de Policía de la ciu­dad de Nue­va York y la Policía Fed­er­al de Méx­i­co, entre otros.

A raíz del golpe mil­i­tar del 23 de enero de 1958, luego de que Pérez Jiménez huyó del país, una tur­ba de mil­i­tantes de Acción Democráti­ca y del Par­tido Comu­nista de Venezuela tomaron por asalto la sede de la S.N. y pro­cedieron a incen­di­ar­la, espe­cial­mente sus depar­ta­men­tos de archivos, bue­na parte de los cuales fueron  destruidos.

Pero ¿por qué se ensañaron tan­to los incen­di­ar­ios en acabar con todo ras­tro de los archivos de la Seguridad?

Pues la respues­ta es obvia: Allí fig­ura­ban, por­menorizada­mente, todas las lis­tas de los lla­ma­dos “topos”, es decir, los miem­bros de la “resisten­cia ade­ca o comu­nista” que habían sido cap­ta­dos por la Seguri­dad para tra­ba­jar como dobles agentes, que infil­tra­dos en las filas de los par­tidos ene­mi­gos del gob­ier­no entre­ga­ban a la Briga­da Políti­ca una infor­ma­ción detal­la­da de las activi­dades sub­ver­si­vas de sus compañeros. 

Igual­mente fig­ura­ban en esos archivos las nómi­nas de los jugosos pagos recibidos por los “com­pañeros” y “cama­radas” con lo que el gob­ier­no paga­ba la traición de estos infil­tra­dos. Esta es una prác­ti­ca común en toda policía políti­ca para com­bat­ir a la sub­ver­sión. Se hizo ayer, primero con la SN, luego con la DIGEPOL y la DISIP y se hace hoy y se hará mañana.

Fue gra­cias a esta pen­e­tración de las redes de los ene­mi­gos del gob­ier­no que la SN pudo ubicar, deten­er y neu­tralizar a impor­tantes miem­bros de la resistencia.
Habría sido gravísi­mo para muchos diri­gentes de AD y algunos del PCV que la infor­ma­ción de estos con­fi­dentes y sus grat­i­fi­ca­ciones salier­an a la luz públi­ca, por lo que se les hizo imper­a­ti­vo ordenar a sus mil­i­tantes la destruc­ción de estos archivos, como efec­ti­va­mente lo hicieron en la primera opor­tu­nidad que se presentó.

Aho­ra bien, pocos días antes del golpe de esta­do, Pedro Estra­da, el direc­tor de la Seguri­dad Nacional, renun­ció al car­go y se fue del país. Pero tuvo la pre­visión de lle­varse una especie de “seguro”: Estra­da llevó con­si­go una enorme can­ti­dad de copias de los archivos de la S.N. donde fig­ura­ban situa­ciones muy incó­modas o com­pro­m­ete­do­ras para algunos diri­gentes políticos. 

Si el gob­ier­no trata­ba de extra­di­tar­lo a Venezuela para enjui­cia­r­lo, Estra­da daría pub­li­ci­dad a sus archivos y muchos colab­o­radores ade­cos y comu­nistas quedarían al des­cu­bier­to. Con esto ase­gura­ba que no lo fuer­an a molestar el resto de su vida fuera de Venezuela, como efec­ti­va­mente ocur­rió. Pedro Estra­da nun­ca fue molesta­do y vivió tran­quil­a­mente en varias ciu­dades de Europa has­ta su muerte. Muchos de los que fig­ura­ban en esos archivos tenían en los nuevos tiem­pos impor­tantes car­gos en la admin­is­tración públi­ca o en el congreso.

Luego del fal­l­ec­imien­to de Pedro Estra­da, cundió cier­to nervio­sis­mo entre cier­tos mil­i­tantes de AD, ya que se desconocía cuál sería el paradero de los archivos com­pro­m­ete­dores de la S.N., has­ta que pudieron con­tac­tar a los famil­iares del viejo policía y por una suma mil­lonar­ia com­praron los archivos y pro­cedieron a destru­ir­los para poder dormir en cal­ma. Su rep­utación de “luchadores de la resisten­cia y por la democ­ra­cia” había queda­do salvada.

Otra parte de los archivos se salvó y estaría alma­ce­na­da en los depósi­tos del Min­is­te­rio de la Defen­sa, bajo estric­ta con­fi­den­cial­i­dad.  Ningún his­to­ri­ador o inves­ti­gador (que sep­a­mos nosotros) ha podi­do ten­er acce­so a estos expedientes.

Aho­ra bien, en nues­tra búsque­da de ele­men­tos históri­cos de primera mano rel­a­tivos a la S.N., pudi­mos obten­er para nues­tra colec­ción, primero que todo, una pla­ca orig­i­nal de detec­tive de la S.N. Nro. 514, asig­na­da al detec­tive “Chichí” Mén­dez de la Briga­da Social (Crim­i­nalís­ti­ca), uno de los fun­cionar­ios envi­a­dos a Méx­i­co por el gob­ier­no de aque­l­la época para capac­i­tarse en la Policía Fed­er­al en mate­ria de inves­ti­gación de delin­cuentes. (no con­fundir con el agente Isidro Mar­rero Mén­dez, de la Briga­da Políti­ca, enjui­ci­a­do por el homi­cidio de Pin­to Salinas)

Pos­te­ri­or­mente y después de años de inves­ti­gación y búsque­da, hemos podi­do localizar y obten­er los orig­i­nales de una pequeña parte que se salvó de los archivos secre­tos de la Seguri­dad Nacional, lo que hace un mate­r­i­al de extra­or­di­nario val­or históri­co. Es la primera vez que se expo­nen ante el públi­co doc­u­men­tos inter­nos de la S.N., una ver­dadera prim­i­cia que com­par­ti­mos, aquí con nue­stros seguidores Doc­u­men­tos entre los que hay mem­o­ran­dos, ofi­cios, car­tas, informes, cuen­tas y lis­ta­dos o rela­ciones de detenidos, muchos de ellos con el sel­lo de “CONFIDENCIAL”. Tomare­mos nue­stro tiem­po para analizar­los todos. Aquí una mues­tra. Lo poco que se salvó de los piró­manos en Caracas.

 

 

 

CorreodeLara

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