CrónicasSemblanzas

Los dos amores de José Antonio Páez

Mario R Tovar G.
Historiador y escritor

“Es que Doña Domin­ga era en el ejérci­to republicano 
un con­sue­lo para todos los que sufrían heri­das o enfermedades.” 
Fran­cis­co González Guinán, 
cita­do por Felipe Hernández. 
www.CorreodeLara.com (13–11-2018)

El gen­er­al José Anto­nio Páez nació en Cur­pa, esta­do Por­tugue­sa, el 13 de junio de 1790. Fueron sus padres Juan Vic­to­rio Páez, fun­cionario del Estanco del Taba­co y doña María Violante Her­rera. Sus primeros años de infan­cia tran­scur­ren en nue­stro esta­do Yaracuy, especí­fi­ca­mente en Gua­ma, donde recibe las primeras enseñan­zas en la escuela pri­va­da regen­ta­da por la maes­tra Gre­go­ria Díaz.

Tiem­po después, le encon­traremos real­izan­do, con su cuña­do Bernar­do Fer­nán­dez, algu­nas tar­eas de com­er­cio menor en el cen­tro occi­dente del país. Pre­cisa­mente ocu­pa­do en estos men­esteres tiene un serio per­cance en 1807, cuan­do regresa­ba de Cabu­dare, sien­do  asalta­do en el bosque de Mayu­rupí por cua­tro mal­he­chores, a quienes Páez enfrenta, da muerte a uno de ellos y pone en fuga a los restantes; hecho que mar­ca su vida y le obliga en con­se­cuen­cia a huir hacia los llanos de Apure, donde se emplea como peón en el Hato La Calza­da, propiedad de Manuel Anto­nio Pulido.

En 1809 se casa con Domin­ga Ortiz, en la población de Canaguá, hoy Lib­er­tad, en el esta­do Méri­da. Pos­te­ri­or­mente en 1810, decide alis­tarse en el escuadrón de caballería coman­da­do por su patrón Manuel Anto­nio Puli­do, donde mili­ta has­ta 1813; año en que pide su  baja, egre­san­do como sar­gen­to primero. 

Luego se incor­po­ra en San­ta Bár­bara, esta­do Bari­nas a las tropas repub­li­canas que comand­a­ba su antiguo jefe Manuel A. Puli­do, reci­bi­en­do la orden de atacar al coman­dante real­ista Miguel Marceli­no, quien ocu­pa­ba a Canaguá, der­rotán­do­lo el  27 de noviem­bre en el sitio de Matas Guer­reras; acción donde es ascen­di­do al gra­do de capitán. En 1814  defiende la ciu­dad de Bari­nas y luego al man­do de 300 lanceros, tri­un­fa en Mata de la Miel (1816); acción por la cual le ascien­den a teniente coro­nel y en poco tiem­po a gen­er­al de briga­da, nom­brán­do­lo además como jefe abso­lu­to de la llanura.

El 11 de octubre com­bate en el Yagual y en Mucu­ri­tas (1817); mien­tras que en 1818 se entre­vista con Bolí­var, donde deci­den unir sus fuerzas y en 1819 vence en las Que­seras del Medio. En 1821 par­tic­i­pa en la batal­la de Carabobo, donde se gana su ascen­so a Gen­er­al en Jefe. Tiem­po después ya sel­l­a­da nues­tra Inde­pen­den­cia, par­tic­i­pa en el movimien­to sep­a­ratista de la Cosi­a­ta (1826) e ini­cia las bases de la República.

Páez ocupó la pres­i­den­cia en tres opor­tu­nidades y par­ticipó en la Guer­ra Fed­er­al (1859–1863). Tras el trata­do de Coche (1863), gob­ier­na nom­i­nal­mente en Cara­cas has­ta medi­a­dos de junio; fecha en que sale del país y se rad­i­ca en Nue­va York, donde se le rinden hon­ores de Lib­er­ta­dor, via­ja por Brasil, Bolivia, Perú, Panamá, Nue­va Grana­da, Méx­i­co Uruguay, donde recibe múlti­ples hom­e­na­jes y se establece en Argenti­na,  des­de 1868 has­ta 1871. Final­mente, regre­sa a Nue­va York, donde fal­l­ece, el 6 de mayo de 1873.

Dominga Ortiz, leal esposa 
y abnegada republicana

Domin­ga y José Anto­nio jamás se volvieron a ver o vivir jun­tos, pero man­tu­vieron cor­re­spon­den­cia has­ta que la muerte los sep­a­ró en 1873

En la may­oría de los estu­dios referi­dos a la ges­ta eman­ci­pado­ra nacional ha sido poco divul­ga­da la par­tic­i­pación de la mujer en la lucha inde­pen­den­tista, pese a que muchas de ellas con­tribuyeron direc­ta o indi­rec­ta­mente con esta noble causa.

En este con­tex­to, sea prop­i­cia la ocasión para exal­tar el dig­no papel ejer­ci­do por Domin­ga Ortiz, la fiel y abne­ga­da esposa del gen­er­al José Anto­nio Páez, a quien secundó en bue­na parte de su car­rera mil­i­tar, para obten­er sus múlti­ples tri­un­fos en el fragor de esta larga con­tien­da, que final­mente le lle­van a eri­girse como el indis­cutible “Cen­tau­ro de los Llanos”.

En tal orden de ideas, es opor­tuno agre­gar sobre la vida y obra de Domin­ga Ortiz, que fue hija de Fran­cis­co de Paula Ortiz y de Micaela Orzúa, descen­di­ente de famil­ia bari­ne­sa; impor­tante región donde nació su hija Domin­ga, el 01 de noviem­bre de 1792. A este respec­to, en con­ve­niente agre­gar que des­de muy joven que­da huér­fana y bajo la tutela de sus tíos mater­nos, heredan­do un próspero hato en Barinas. 

Con el tran­scur­rir del tiem­po con­trae nup­cias con José Anto­nio Páez en 1809, quien para la fecha com­er­cia­ba la com­pra y ven­ta de gana­do entre Acarigua y Bari­nas; pero luego se alista en las tropas patri­o­tas en 1810. De esta unión entre Domin­ga Ortiz y Páez nac­erían sus hijos: Manuel Anto­nio y María del Rosario, respec­ti­va­mente; con el cor­rer de los años Manuel se casa con Soledad Lovera Paul y María del Rosario se desposa con Juan Nepo­mu­ceno de las Llamozas.

Para el año 1816, en el fragor de la lucha, encon­traremos a doña Domin­ga Ortiz de Páez ayu­dan­do a los heri­dos dados de baja tras las duras batal­las en la región llan­era. A este respec­to nos cuen­ta el cro­nista Hen­ry Nadales, cita­do por Hernán­dez en el por­tal web Corre­ode­Lara (2018), entre otros aspec­tos, lo sigu­iente: “(…) Domin­ga Ortiz par­ticipó en algu­nas cam­pañas por la lib­eración de Venezuela del yugo español, y prestó ser­vi­cios a la causa revolucionaria.

En 1816 orga­nizó a un grupo de mujeres en Valle de la Pas­cua para aten­der y curar a los heri­dos del ejérci­to de llaneros que lucha­ban por la eman­ci­pación (…) Domin­ga fue una mujer mod­es­ta y pro­fun­da­mente bondadosa (…)”.

Después de la Batal­la de Carabobo, libra­da el 24 de junio de 1821, el gen­er­al Páez ya enam­ora­do de Bar­bari­ta Nieves, se ale­ja de su esposa, quien res­ig­na­da se reti­ra con sus hijos, var­ian­do de domi­cilio entre Bari­nas y Valencia.

José Anto­nio Páez con su hija María del Rosario Páez Ortiz. Colec­ción Juan Pablo Mendoza

Asimis­mo, recono­ció como hijo de José Anto­nio Páez a Ramón Ricau­rte, con quien man­tu­vo famil­iari­dad des­de muy chico. Tran­scur­ri­dos los años, cuan­do el gen­er­al Páez es someti­do a prisión en 1849, doña Domin­ga Ortiz lo vis­itó jun­to con su hija María del Rosario en el cal­abo­zo de Cumaná e insis­tió ante las autori­dades e insti­tu­ciones, hacien­do valer su influ­en­cia como digna matrona, para que su esposo el gen­er­al José Anto­nio Páez, saliera libre de Venezuela, logran­do que fuese fir­ma­do dicho decre­to, el 25 de mar­zo de 1850; tras ello, acom­paña al gen­er­al Páez para res­guardar­le la vida durante su via­je de destier­ro has­ta la isla de Saint Thomas, cumplien­do con ello su papel de esposa y madre de sus hijos.

Final­mente, Domin­ga Ortiz, la abne­ga­da repub­li­cana y leal esposa del gen­er­al José Anto­nio Páez, según la his­to­ri­ado­ra Cira Naran­jo de Castil­lo, en la biografía de esta heroí­na vene­zolana pub­li­ca­do por el Dic­cionario de His­to­ria de Venezuela de la Fun­dación Polar, muere en Cara­cas, hace 146 años, el 12 de diciem­bre de 1875; mien­tras que la may­oría de los cro­nistas datan su dece­so el 31 del referi­do mes y año; quedan­do por dilu­ci­dar el dato pre­ciso sobre el día de su par­ti­da terrenal.

Barbarita Nieves,
ductora y amante

Poco se ha escrito sobre la his­to­ria de esta cul­ta dama vene­zolana, quien com­par­tió parte de su vida sen­ti­men­tal con el Cen­tau­ro de los Llanos, José Anto­nio Páez. A este respec­to, es per­ti­nente señalar que Bar­bari­ta Nieves nació en los llanos de Apure en fecha incier­ta de 1803 y muere en Mara­cay, esta­do Aragua, hace 174 años, el 04 de diciem­bre de 1847.

Tal como lo reseña el Dic­cionario de His­to­ria de la Fun­dación Polar (1998), cono­ció al gen­er­al Páez posi­ble­mente en 1820 y se unió a él un año después, cuan­do éste aban­dona a su legí­ti­ma esposa, Domin­ga Ortiz.

Des­de ese entonces estu­vo al lado del caudil­lo llanero, a quien indu­jo el gus­to por músi­ca y la cul­tura, por cuan­to: “(…) Ella hará bro­tar melodías al piano, mien­tras él can­tará el tro­zo de algu­na ópera; de esos labios oiría la lec­tura de la vida de los grandes pro­tag­o­nistas de la his­to­ria del arte, de la políti­ca, de la literatura (…)”.

Asimis­mo, sobre esta mate­ria escribiría el recono­ci­do his­to­ri­ador vene­zolano Anto­nio Arel­lano Moreno, lo sigu­iente: “(…) Era sopra­no y toca­ba dúos con el gen­er­al. Fue quien llevó a la casa del jefe llanero algo de cul­tura ver­dadera y jun­tos leyeron a Lamar­tine, Rousseau y Cer­vantes (…)”; razón por la cual José Anto­nio Cal­caño diría que: “(…) Esas cir­cun­stan­cias expli­can bien que des­de la pres­i­den­cia apo­yara Páez las empre­sas musi­cales, así como la enseñan­za de la música (…)”.

De igual man­era, este apoyo a la cul­tura llevó a Bar­bari­ta Nieves a pro­mover el teatro, la pin­tu­ra y alen­tó al gen­er­al Páez para que aprendiera otros idiomas.

En cuan­to a la relación amorosa sosteni­da entre ambos, es opor­tuno agre­gar que la mis­ma duró más de 15 años, tiem­po que com­partieron entre Valen­cia, Mara­cay y Cara­cas, respec­ti­va­mente. En esta últi­ma ciu­dad, Bar­bari­ta Nieves residió en la Viñe­ta; her­mosa casa de amplio patio y jar­dines. Pos­te­ri­or­mente para el año de 1830,  Bar­bari­ta se hal­la­ba en Valen­cia, donde jun­to con la esposa de Miguel Peña y otras seño­ras, asistía a las sesiones del Con­gre­so, que sesion­a­ba en dicha ciudad. 

A este respec­to, cuan­do un hijo del ban­di­do Dion­i­sio Cis­neros cae en poder de las tropas de Páez, éste toma al niño bajo su pro­tec­ción y lo hizo bau­ti­zar, sien­do él su padri­no y Bar­bari­ta, la mad­ri­na.; así se lo comu­ni­ca el Cen­tau­ro de los Llanos a Cis­neros en sep­tiem­bre de 1831.

Por otra parte, el cón­sul británi­co Sir Robert Porter vis­itó por primera vez a Bar­bari­ta por primera vez en la Viñe­ta a comien­zos de 1832, para felic­i­tar­la por su san­to y la describe: “(…) Trigueña, con her­mosos ojos y cabel­lo azabache (…)”, agre­gan­do además que aun sien­do afi­ciona­da al dinero era: “(…) muy car­i­ta­ti­va y compasiva (…)”.

Un año después, en entre enero y mar­zo de 1833, Porter la visi­ta varias veces para pin­tar su retra­to, que entre­ga a Páez al estar cul­mi­na­do. En otros pasajes de su diario, entre 1833 y 1840, el diplomáti­co británi­co describe las recep­ciones y las fun­ciones teatrales a la que ella y Páez asistían, así como otras reuniones más ínti­mas en la Viñe­ta, donde se hacía músi­ca y Úrsu­la y Jua­na, sus hijas, bail­a­ban “La Cachucha” y “El Bolero”, ante un grupo de ami­gos vene­zolanos y extranjeros.

Pos­te­ri­or­mente en octubre de 1839, Páez, Bar­bari­ta y sus dos hijas, vis­i­tan a Porter en su casa para ver una pin­tu­ra de tema reli­gioso que él esta­ba pin­tan­do. Poco después el gen­er­al Páez, que era entonces pres­i­dente de la Repúbli­ca, ofrece una recep­ción con músi­ca y baile el 21 de octubre, con moti­vo del onomás­ti­co de la hija may­or de la pare­ja, Úrsula.

Tran­scur­rieron var­ios años y la grave enfer­medad que lle­va a Bar­bari­ta a la tum­ba, ocurre en un momen­to críti­co para Páez, cuan­do éste se había dis­tan­ci­a­do defin­i­ti­va­mente del pres­i­dente José Tadeo Mon­a­gas y se prepara­ba para enfren­társe­le. La muerte de Bar­bari­ta afec­tó mucho al Cen­tau­ro de los Llanos. A este respec­to, en car­tas que escribió entonces al médi­co Car­los Arvelo y otros ami­gos, Páez se refer­ía al: “(…) vacío que ha deja­do en mi casa su eter­na ausencia (…)”.

Tiem­po después en 1850, cuan­do el gen­er­al esta­ba pre­so en el Castil­lo de Cumaná, doña Domin­ga Ortiz y Rosario, la hija de ambos, via­jan a esa ciu­dad para aliviar su pena y dili­gen­ciar su lib­eración, así como cus­to­di­ar la sal­i­da del país rum­bo al exilio.

Todavía le esper­a­ba al Cen­tau­ro de los Llanos José Anto­nio Páez, par­tic­i­par en la Guer­ra Fed­er­al entre los años de 1859–1863, y afrontar los duros años de exilio en Nue­va York, has­ta que ocurre su dece­so en mayo de 1873; sobre­vivién­dole dos años después su leal y abne­ga­da esposa doña Domin­ga Ortiz, quien final­mente muere en Cara­cas durante las navi­dades de 1875.

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

3 comentarios en «Los dos amores de José Antonio Páez»

  • Aunque en Méri­da existe una población cuyo nom­bre es Canaguá, obser­vo que por razones geográ­fi­cas y mas rela­ciona­do con el medio llanero que haya sido en Canaguá, munici­pio Pedraza del esta­do Bari­nas, el lugar donde con­tra­jer­an nup­cias José Anto­nio Páez y la seño­ra Domin­ga Ortíz.

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  • Efec­ti­va­mente la población denom­i­na­da “Canaguá” se ubi­ca en el munici­pio Pedraza, esta­do Bari­nas y hoy se lla­ma San Rafael de Canaguá, y el hato La Calza­da Páez tam­bién se ubi­ca en dicho munici­pio. He esta­do ahí.

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  • Muchas gra­cias por la infor­ma­ción y por leer la cróni­ca. Un cor­dial saludo.

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