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Los Naranjos, un viaje en la remembranza de sus pobladores

José Luis Sotillo
Cronista Parroquial de Agua Viva
aguavivajose@hotmail.com
Twitter @aguavivajose

Los Naran­jos fue cono­ci­do como un impor­tante caserío ubi­ca­do al extremo sureste del antiguo Dis­tri­to Palave­ci­no, cuyos lin­deros cor­re­spon­den hoy en día a los límites de la actu­al juris­dic­ción de la par­ro­quia Agua Viva con el munici­pio Simón Planas.

Para cono­cer un tan­to de sus fae­nas, fue nece­sario apelar la sabiduría de quienes vivieron de cer­ca el labo­rioso mun­do en que se encon­tra­ba aquel pun­to, envuel­to en una atmos­fera de amplios corre­dores de hacien­das y conu­cos, cul­ti­va­dos prin­ci­pal­mente de café, maíz, ocu­mo, cam­bur, quin­chon­cho y carao­tas; además de una inten­sa relación casi que diaria, de arrieros que con­stan­te­mente adquirían la pro­duc­ción de esos cam­pos mon­tañosos para sur­tir el prin­ci­pal cen­tro abaste­cedor de Cabu­dare, cómo lo eran las antiguas pulperías de Augus­to Casamay­or y José Fran­cis­co Patiño.

Recuas en ser­ranía de Terepaima

Inventario de creencias y tradiciones 

Según el valioso aporte de los her­manos José Fil­ib­er­to y José Guiller­mo Múji­ca nativos ambos de Los Naran­jos, e hijos a su vez de José Gre­go­rio Múji­ca y María Per­al­ta quienes eran ori­un­dos de Los Naran­jos y Gua­macire respec­ti­va­mente; jun­to a su tío mater­no Pom­peyo Per­al­ta tam­bién naci­do en Guamacire. 

Can­tos a la Cruz de Mayo. Foto autor descono­ci­do. Cir­ca 1930

Describen los esce­nar­ios de creen­cias cul­to reli­giosas, que con apa­sion­a­da entre­ga orga­ni­z­a­ban los moradores de caseríos ady­a­centes cómo Que­bra­da Aba­jo, Lagu­ni­ta, Los Caim­i­tos, Los Puentes y Las Adjun­tas. Los cuales fes­te­ja­ban las efemérides reli­giosas a la Vir­gen del Car­men, Cruz de Mayo, San Anto­nio y San Rafael. Todo envuel­to en sus pro­pios sis­temas de creencias.

José Gre­go­rio Múji­ca además de com­pos­i­tor, enton­a­ba salves y dec­i­mas; de igual for­ma con­tribuía en las fes­tivi­dades a San Anto­nio, pertenecien­do al con­jun­to de músi­cos jun­to a: Toribio Col­menárez, Alber­to Anzo­la, Rito Flo­res, Juan Anzo­la, Tri­no Agüero, Valen­tín Chacón; y en el cuer­po de baile o negr­era, esta­ban al frente Diego Per­al­ta y las dis­tin­guidas bailado­ras Fran­cis­ca Col­menárez y Nica­s­ia de Torres.

Fun­dos cafe­taleros y comercialización 

Sus Recuer­dos nos lle­van a lugares car­ga­dos de exten­sos fun­dos cafe­taleros con famil­ias depen­di­entes de aquel rubro, entre quienes esta­ban en La Lagu­ni­ta la famil­ia Per­al­ta, Col­menárez, Tua, Tor­re­al­ba, entre otros.

En Los Naran­jos el may­or pro­duc­tor era José Abel López y su famil­ia, incluyen­do la propia famil­ia Múji­ca, los cuales tam­bién altern­a­ban cul­ti­van­do y crian­do ani­males en aque­l­la entrañable fila

A la memo­ria aflo­ran per­son­ajes como Domin­go y Pas­tor Sosa, arrieros que lle­ga­dos del sitio de Gua­macire,  fre­cuenta­ban vis­i­tar el perímetro de caseríos local­iza­dos en Los Naran­jos, para car­gar las bes­tias con impor­tantes cose­chas de maíz, carao­ta, apio, cam­bur y café. 

Nor­mal­mente el arreo con­sistía en andar con siete mulas o bur­ros, tenien­do al frente del trayec­to al ani­mal más fornido, el cual usual­mente col­ga­ba con una cam­pana en el cuel­lo, para de este modo, evi­tar toparse y chocar con otra car­a­vana ya descar­ga­da de animales. 

Los caminos de recuas esta­ban dis­em­i­na­dos por toda la mon­taña de Tere­paima y eran tran­si­ta­dos por cam­i­nantes y arrieros.

De acuer­do, al opor­tuno comen­tario de José Guiller­mo y don Pom­peyo, los arrieros más cono­ci­dos en las postrimerías de los años 60 fueron Rafael Luce­na, Fran­cis­co Chacón, Este­ban Peña y Blas Ino­josa; de tal modo, que una vez car­ga­dos tomarían rum­bo hacía Cabu­dare, para sur­tir la deman­da de antiguas pulperías, o tal vez even­tual­mente alma­ce­nar los sacos de gra­nos y semi­l­las en un depos­i­to que existía en el históri­co caserío Chu­pa la Flor.

Datos impre­cisos y otros curiosos detalles

La exten­sa ter­tu­lia obligó a este trio de ami­gos a invo­car algu­nas de sus andan­zas de niños, tenien­do entre sus haberes recor­rer una parte del camino para diri­girse a donde el mae­stro Teobal­do, “quien venía de Los Naran­jil­los cer­ca de Los Ras­tro­jos, para enseñarnos a leer y escribir”; no logran­do recor­dar el apel­li­do, por las edades muy párvulas.

Otro curioso pero opor­tuno detalle eran las parteras, una de ellas lla­ma­da Brígi­da Escalona ori­un­da del caserío San­ta Fe, y otra de nom­bre Ani­ta; comadronas que prestaron ayu­da en momen­tos de dar a luz algu­na mujer.

Tam­bién por­menorizar la amplia lista de indi­vid­u­os ded­i­ca­dos a con­fec­cionar escobas de beju­co de mur­ciéla­go entre ellos Juan Vicente Men­doza, Ramón Linárez, Dolores Linárez y Leo­ca­dio Roa.

Estas escobas eran encar­gadas en establec­imien­tos de Cabu­dare o quizás adquiri­das por veci­nos de la cap­i­tal cabu­dareña. Caso par­tic­u­lar era Dolores Linárez quien se ded­i­ca­ba a fab­ricar cua­tros, vio­lines, gui­tar­ras, de acuer­do fuese el encargo.

Antigua pulpería en Venezuela. Foto: Colec­ción Cara­cas en Retrospectiva

Cuan­do alguien par­tic­u­lar­mente fal­l­ecía, solían a bus­car para los rezos a Leo­ca­dio Roa o a Ramón Gar­cés, quienes nor­mal­mente se desplaz­a­ban entre Las Adjun­tas y el caserío Los Puentes. 

Para cul­mi­nar el rela­to de don Pom­peyo, José Fil­ib­er­to y José Guiller­mo, estos recor­daron las diver­sas oca­siones cuan­do se decidían ir a bus­car bes­tias a un lugar en par­tic­u­lar, logran­do siem­pre ir has­ta Agua Viva o al Dividi­val, donde por lo gen­er­al se podía cap­turar un bur­ro sil­vestre, has­ta que aparecía el pre­sun­to dueño y lle­gar a un arreg­lo de compra.

Y así los recuer­dos y las anéc­do­tas jamás cul­mi­nan en los cora­zones de estos albaceas, en quien el des­ti­no me per­mi­tió conocer.

CorreodeLara

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6 comentarios en «Los Naranjos, un viaje en la remembranza de sus pobladores»

  • Mi ami­go Sotil­lo, es inevitable via­jar en el tiem­po con tus relatos, es como si te pasara una pelícu­la y ser partícipe de las viven­cias del gen­ti­li­cio de Agua Viva. Gra­cias por compartir.

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    • Gra­cias ami­ga por tu opor­tuno comen­tario, debe­mos vivir y sen­tir con inque­brantable pasión nue­stro tra­ba­jo para hac­er­la Crónica.

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    • Que bueno con­tar con éstas his­to­rias que nos anclan en el amor de nue­stro ter­ruño. Vital man­ten­erse conec­ta­do a nues­tras raíces.

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      • Gra­cias Rita sus comen­tar­ios nos ani­man a pros­eguir escribiendo.

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    • Gra­cias, por la exce­lente cróni­ca, me recuer­da mi ori­gen en el caserío Naran­jal del Munici­pio Beju­ma Edo Carabobo. Espero acom­pañarte Dios medi­ante en una de esas vis­i­tas. Un abra­zo y que Dios te bendiga.

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      • Salu­dos que bueno que nue­stro tra­ba­jo lo lleve a recor­dar sus para­jes. Pero sobre todo nos dan ani­mo de seguir escri­bi­en­do para ustedes.

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