MúsicaReportajes

No hay radio para tanta gente

 

Freddy Torrealba Z.
Escritor e investigador


Un medio de transporte como el Ferrocarril Bolívar, enmarcado en el reordenamiento y primer proyecto nacional emprendido durante la presidencia de Antonio Guzmán Blanco, enlaza al estado Lara con el resto del país y el mundo. 

Ese invento que trajo la Revolución Industrial en Inglaterra nos puso en contacto con las más avanzadas transformaciones que se generaban en el mundo capitalista moderno, entre otros la radio obra del italiano Guillermo Marconi en 1894.

Este sis­tema de trans­porte fue exten­di­do a Bar­quisime­to con la línea Tuca­cas-Bar­quisime­to inau­gu­ra­da el 18 de enero de 1892, cuya estación fun­cionó en lo que hoy es la actu­al igle­sia Cat­e­dral. Entonces la cap­i­tal larense tenía una población de unos 35 mil habi­tantes y se extendía aprox­i­mada­mente hacia el suroeste has­ta la calle 37. El indi­ca de anal­fa­be­tris­mo en la enti­dad era de un 90 %. Ello que hacía de la radio el medio ide­al para comu­ni­carse con la may­or can­ti­dad de público.

Una ciu­dad cuyo poder económi­co y políti­co lo aca­para­ban las clases de los ter­rate­nientes y com­er­ciantes, los caudil­los, altos burócratas en la admin­is­tración públi­ca, unos pocos pro­fe­sion­ales y mil­itares que des­de la Guer­ra de Inde­pen­den­cia se creyeron en el dere­cho de ocu­par por la fuerza las mejores posi­ciones de la sociedad. Esta gente ape­nas con­sti­tuía un apre­ta­do 10 % de la población que si podía dis­fru­tar del inven­to elec­tróni­co de la radio.

Llegan por el Ferrocarril Bolívar

Tras su fun­dación el 18 de enero de 1892 se ini­cia un inten­so inter­cam­bio económi­co por medio de las importa­ciones y exporta­ciones de diver­sos rubros. En ese mar­co lle­gan los primeros recep­tores a la urbe que ocu­pa­ba el quin­to asen­tamien­to luego de su destruc­ción por el dev­as­ta­dor ter­re­mo­to en mar­zo de 1812.

Los primeros recep­tores se conocieron en Bar­quisime­to en 1926 año en que en Cara­cas inau­gu­ran la pio­nera radiod­i­fu­so­ra cono­ci­da como AYRE. Por el fer­ro­car­ril tam­bién lle­gan equipos y artícu­los elec­tróni­cos como trans­misores, con­so­las micró­fonos, dis­cos de 79 rev­olu­ciones por min­u­to y gramó­fonos para escuchar músi­ca. Es parte de lo que trans­porta que incidirá en los gus­tos, for­mas de entreten­imien­to, pen­sar, moda y gas­tronomía de los moradores de la ciu­dad que tími­da­mente se abre a los cam­bios que tienen lugar en el mun­do pues aún estábamos en la tene­brosa y her­méti­ca dic­tadu­ra gomecista.

La dic­tadu­ra ejer­cía un estric­to con­trol sobre los mis­mos. El com­prador esta­ba oblig­a­do a llenar una planil­la con una serie de datos, entre estos el sitio de la casa donde lo colo­caría. Góméz sabía o sospech­a­ba del poder de la radio por su alta pen­e­tración en la sociedad. Era la may­or rev­olu­ción tec­nológ­i­ca de la primera mitad del siglo XX. Recordemos que Hitler pro­hibió a los ale­manes escuchar radios del extran­jero al tiem­po que hizo de ésta un apara­to de pro­pa­gan­da al ser­vi­cio de la ide­ología del fascismo.

Fer­ro­car­ril Bolívar

Solo para unos pocos

Por sus pre­cios los mis­mos solo eran acce­si­bles a unos pocos priv­i­le­gia­dos pertenecientes a las clases dom­i­nantes. El resto de la población may­ori­taria esta­ba exclu­i­da de su dis­frute. En 1935 un obrero ape­nas devenga­ba men­su­al­mente 100 bolí­vares y recep­tor de radio tenía un pre­cio de 500 Bs. Lo que indi­ca que esta nue­va téc­ni­ca de la comu­ni­cación de masas no lle­ga­ba a todos sino a unos pocos por causas económi­cas Entre los pri­va­dos de oír­la esta­ban los moradores del bar­rio de Paya con­for­ma­do por gente del pop­u­la­cho de exigu­os recur­sos económi­cos. Pero el inge­nio pop­u­lar inven­ta los radios de gale­na a los que se pega­ban los habi­tantes de Paya. La gale­na es un min­er­al con la propiedad de cap­tar ondas sono­ras que abun­da en Cer­ro Gordo.

Es decir, que en este ámbito se man­i­fi­es­tan las difer­en­cias de clase vis­to que a la may­oría no le esta­ba per­mi­ti­do su acce­so. Una situación que pro­gre­si­va­mente fue cam­bian­do en la medi­da que se mod­ern­iz­a­ba la economía del país lo cual tra­jo una may­or movil­i­dad social.

El desta­ca­do comu­ni­cador social Fred­dy Andrade Alvara­do en Radio Minuto

Tecnología norteamericana

El nue­vo mer­ca­do de esta tec­nología comu­ni­ca­cional es pen­e­tra­do de inmedi­a­to por Esta­dos Unidos. Son al menos 14 las mar­cas de fab­ri­cantes norteam­er­i­canos que invaden Venezuela estando a la cabeza Radio Cor­po­ración Amer­i­cana (RCA Víc­tor). Las otras son: Zen­it, Philips, Fer­gu­son, Cof­fin, Vin­tong, Ekco, Retro, Tele­funken, Addi­son, Sam Sung, Baik­ert, Gen­er­al Elec­tric. Las mis­mas dom­i­nan el mer­ca­do vene­zolano has­ta aprox­i­mada­mente 1955. El recep­tor venía incor­po­ra­do en un mue­ble de madera gen­eral­mente de col­or mar­rón cod­i­ci­a­dos por todos en esos tiem­pos. Era la expan­sión por Venezuela del primer medio de comu­ni­cación de masas. Es una expre­sión de la depen­den­cia tec­nológ­i­ca del país de EEUU quien dom­ina­ba a sus anchas el nego­cio. Esta situación fue sim­i­lar en el resto de Lati­noaméri­ca donde estas empre­sas con­tro­laron la deman­da de estos aparatos eléctricos.

A Bar­quisime­to lle­ga­ban los recep­tores mar­ca RCA Víc­tor que eran exhibidos en: la sala de los hog­a­res, pulperías, bot­i­cas, botillerías, botiquines, posadas, hospeda­jes, cen­tros sociales y ofic­i­nas públi­cas. Las emiso­ras de Cara­cas se oían como locales con una poten­cia de 1 kilo­va­tio en los años 30 y 40. Del exte­ri­or por onda cor­ta entra­ban la BBC y la Voz de los Esta­dos Unidos de Améri­ca, entre algunas. 

Gra­cias a esta apli­cación tec­nológ­i­ca los bar­quisimetanos dis­fru­taron en los años 30 de la voz del ído­lo argenti­no del tan­go Car­los Gardel. En 1940 del mex­i­cano Jorge Negrete. En 1950 de Pedro Infante. Y en 1960 de Javier Solís.

Los Segura en el negocio

En Bar­quisime­to las primeras casas com­er­ciales ded­i­cadas a su ven­ta son la del sirio Teodoro Richa ubi­ca­da en la calle 31 cer­ca de El Man­te­co. La otra era de los her­manos segu­ra iden­ti­fi­ca­da como la Casa Philco en la car­rera 21 entre 27 y 28.

La radio paso a ser para los bar­quisimetanos el medio que en parte llen­a­ba las 8 horas del tiem­po libre con su pro­gra­mación musi­cal en vivo y dis­cos. Por las noches el públi­co se daba cita en sus estu­dios para dis­fru­tar de la pre­sentación artis­tas en vivo. Radio Bar­quisime­to disponía de un audi­to­rio con más de 150 sillas.

En los hog­a­res los miem­bros de la famil­ia se reunían alrede­dor del apara­to recep­tor para dis­fru­tar de la pro­gra­mación que tam­bién incluía radioteatros y decla­madores al igual que var­iedades que hacían de las deli­cias del oyente. Inclu­so se hizo cos­tum­bre mon­tar la fies­ta en la casa con la músi­ca que ofrecía la radio para bailar. Por lo que se con­sti­tuyó en un ele­men­to social­izador y unifi­cador de la famil­ia y sociedad local. Todos los 31 de diciem­bre los escuchas esper­a­ban ansiosos el con­move­dor men­saje de Amíl­car Segu­ra por Radio Barquisimeto.

Los Segu­ra tam­bién se dedi­caron a com­er­cializar trans­misores de chatar­ra que adquirían en EEUU y luego revendían en Venezuela. Luego ven­dría la eta­pa de radiod­i­fu­sores cuan­do en 1938 fun­dan a Radio Bar­quisime­to y suce­si­va­mente se hacen de otras 3 emiso­ras con las cuales con­for­man un con­sor­cio radi­al. Es gente de ori­gen campesino proce­dente del esta­do Yaracuy, ded­i­ca­da orig­i­nal­mente al com­er­cio de diver­sos rubros, entre estos el de los cau­chos, que pen­etró ínte­gra­mente el nego­cio de la radio con una evi­dente capaci­dad empre­sar­i­al y geren­cial. Es más, el primer trans­misor de Radio Bar­quisime­to fue de chatar­ra traí­da de EEUU sin que los Segu­ra lo pen­saran dos veces al com­prar­lo. Al fin y al cabo, gente con buen olfa­to com­er­cial que supo apos­tar todas las fichas a la vida en su momen­to oportuno.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «No hay radio para tanta gente»

  • exce­lente cróni­ca históri­ca de la radio.
    felic­ita­ciones al escritor Fred­dy Tor­re­al­ba Z

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