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Pedro Camejo, entre la tradición y la historia (Video+Fotos)

Ulises Dalmau
Cronista e historiador

El 27 de abril de 2015, Tocuy­i­to y la prob­a­ble huel­la aquí del prócer Pedro Came­jo comen­zaron a estar en el ojo del huracán históri­co nacional por poco menos de dos meses, que lle­garon a su fin cuan­do la Alcaldía del munici­pio Lib­er­ta­dor, el gob­ier­no region­al y las autori­dades mil­itares nacionales pro­gra­maron una Misa Solemne en la igle­sia San Pablo Ermi­taño, acom­paña­da de una para­da mil­i­tar y ofren­da ante el bus­to de Simón Bolí­var, entre otras sig­ni­fica­ti­vas actividades.
Se rendía así hom­e­na­je a los ves­ti­gios sim­bóli­cos del teniente coro­nel Pedro José Came­jo, traí­dos des­de San Juan de Payara y des­de el Cam­po de Carabobo, en su ruta hacia el Pan­teón Nacional, jun­to a una machetil­la que habría lle­ga­do a esgrim­ir el prócer llanero, con tan­ta peri­cia como su lanza.
Este trasla­do sim­bóli­co sald­a­ba en parte una deu­da de antigua data pues, paradóji­ca­mente, mien­tras unos restos igno­tos traí­dos des­de Ayacu­cho en 1930 por el gen­er­al Eleazar López Con­tr­eras  reci­bieron día y noche bajo el Arco de Tri­un­fo en Carabobo, la luz del fuego patrio jun­to a los hon­ores de una mar­cial y solemne guardia; los de Came­jo ‑quien si cayó allí por nues­tra Inde­pen­den­cia- flota­ban en el recuer­do de un pueblo que guardó su memo­ria, mien­tras muchos his­to­ri­adores y man­datar­ios la ignoraron.
Cuan­do el sec­re­tario de guer­ra, coro­nel Pedro Briceño Mén­dez ‑en el parte pre­lim­i­nar de batal­la de Carabobo, escrito el 24 de junio de 1821 a las 8 de la noche en Tocuy­i­to- nom­bra a solo cua­tro ofi­ciales entre los heri­dos y muer­tos, cul­mi­nan­do con la frase: “de resto nues­tra pér­di­da es nada”, sin quer­er prepara­ba el esce­nario para el desconocimien­to de muchos hom­bres incluyen­do a éste que pasó de escla­vo a sol­da­do por la lib­er­tad y de ser real­ista tras un botín, a defend­er un ide­al lla­ma­do patria.

Y es que aque­l­la tarde después de la batal­la, mien­tras una parte del Ejérci­to Repub­li­cano con­tinu­a­ba tras lo que qued­a­ba del Batal­lón Valencey y en el cam­po se saque­a­ban las carpas de víveres y bebidas aban­don­adas por los real­is­tas, en pun­tos dis­tantes al sec­tor donde se decide la con­frontación yacían los caí­dos al ini­cio, los héroes del Bravos de Apure y el Cazadores Británi­cos que en un prin­ci­pio fueron sor­pren­di­dos por una llu­via de balas real­is­tas, unos a la espera de ser aten­di­dos y otros cuyo des­ti­no era ser enter­ra­dos o que­ma­dos, entre quienes esta­ba Pedro Camejo.

A par­tir de ese momen­to se con­figu­ra una serie de eslabones que han rodea­do el des­ti­no de sus restos y que obe­de­cen a la for­ma como se mane­jaron las acciones pos­te­ri­ores a la batal­la, tan defi­ciente que el pro­pio Simón Bolí­var cua­tro días después, a través de Briceño Mén­dez, le expresó a San­ti­a­go Mar­iño su “dolor y sor­pre­sa” tras enter­arse de que aún no se habían envi­a­do par­tidas a recoger a los dis­per­sos, las armas y demás ele­men­tos de guer­ra aban­don­a­dos en el cam­po y sus bosques inmediatos.

Pedro Came­jo, el Primero
Pedro Came­jo, el Primero, dejó de exi­s­tir físi­ca­mente ese domin­go san­juanero, y para para la his­to­ria desa­pare­ció a par­tir del 14 de sep­tiem­bre de 1821, cuan­do el gen­er­al José Anto­nio Páez encomien­da al coro­nel Joseph de la Trinidad Travieso, sac­er­dote entre­ga­do a la causa repub­li­cana, quien com­bat­ió bajo sus órdenes durante la cam­paña de Apure, la tarea sigu­iente: “se encar­gará ust­ed de todos los bienes cono­ci­dos de la propiedad del teniente Pedro Came­jo, o por donación que le hiciere el esta­do o por su agen­cia per­son­al y la otra (parte) la entre­gará a su esposa.”

Inclu­sive en 1846, veinte años antes de que su nom­bre comen­zara a ser cono­ci­do gra­cias a la Auto­bi­ografía de José Anto­nio Páez, Jua­na Andrea Solórzano, su viu­da, tuvo que respal­dar ante el Esta­do vene­zolano una solic­i­tud de pen­sión con la fir­ma del pro­pio cen­tau­ro llanero y dos tes­ti­gos que dier­an fe de que Came­jo efec­ti­va­mente había par­tic­i­pa­do en la Guer­ra de Inde­pen­den­cia como teniente de caballería, fal­l­e­cien­do en Carabobo.

Todo este vacío hizo posi­ble lo que en Tocuy­i­to se ha tenido como cier­to sin que la his­to­ria lo haya refu­ta­do en 200 años, reivin­di­can­do la tradi­ción oral de que los restos del teniente de caballería Pedro Came­jo se fundieron con nues­tra tier­ra y que a finales del siglo XIX habría sido obser­va­da una señal de su pres­en­cia en el piso de la igle­sia San Pablo Ermitaño.


Has­ta el día en que se lle­gase a demostrar lo con­trario, inde­pen­di­en­te­mente de que haya sido enter­ra­do den­tro de la igle­sia o en el cemente­rio ya desa­pare­ci­do; que hubiera sido que­ma­do o enter­ra­do en el cam­po de batal­la o arrastra­do en aquel invier­no por la cre­ci­da de una de las que­bradas, se ten­drá por cier­to que sus restos quedaron sem­bra­dos en Tocuy­i­to, ya que Carabobo siem­pre for­mó parte de nues­tra geografía, con excep­ción de tres décadas (1964–1994) en las que inte­gró la par­ro­quia foránea Independencia.
Aque­l­la ini­cia­ti­va, en cuan­to a enmen­dar la indifer­en­cia aje­na de tan­tos años y estim­u­lar el interés del gob­ier­no nacional hacia Tocuy­i­to y Pedro Came­jo, fue acer­ta­da y opor­tu­na, pues como diría el alcalde en su opor­tu­nidad: “Son var­ios los pueb­los que se dis­putan el sitio de su nacimien­to, pero el úni­co que has­ta aho­ra se atribuye el lugar donde reposan sus restos es Tocuyito.”

Hoy, del cele­bér­ri­mo Negro Primero en el Pan­teón Nacional solo hay tier­ra de su prob­a­ble lugar de nacimien­to jun­to a la are­na del pun­to aprox­i­ma­do donde cayó, sin la machetil­la que fue exhibi­da en algu­nas localidades. 

Pero tan­to la huel­la de aquel hom­bre que al caer en los primeros tiros de la batal­la no llegó a ten­er ple­na­mente la glo­ria de batirse con el ene­mi­go, como sus restos, según la tradi­ción y según la his­to­ria, parecier­an estar des­ti­na­dos a quedar por siem­pre sem­bra­dos aquí, en Cam­po de Carabobo o en Tocuy­i­to. Nadie sabe, en realidad.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «Pedro Camejo, entre la tradición y la historia (Video+Fotos)»

  • Felic­ita­ciones, siem­pre la his­to­ria y acon­tec­imien­tos de la guer­ra patria por la inde­pen­den­cia, es en si, muy emo­ti­va y fasci­nante, la emo­ción de leer, sobre estos hechos, me hace sen­tir, más patri­o­ta. Siga pub­li­can­do, ten­emos que saber de dónde ven­i­mos y hacia donde vamos .

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