CrónicasSemblanzas

Se llamaba Simón Heredia, pero conocido en Barquisimeto como Richardi

 

Omar Garmendia
Cronista y escritor

 

DENTRO DE LOS PERSONAJES barquisimetanos pertenecientes a la cultura etílica de nuestra ciudad se encontraba Simón Heredia. Le decían Richardi, porque un día sirvió de asistente de un mago-ventrílocuo llamado Richardini. Hay quienes decían que en sus años mozos a causa de un despecho y un amor no correspondido decidió incorporarse al seminario para hacerse cura, pero tal propósito no fructificó por no tener la vocación requerida para ello. Se entregó al alcohol y a pesar de ello era un borracho decente, pues no decía groserías, no peleaba ni ofendía a nadie. Por el contrario, era muy solícito, ayudaba a las personas haciendo mandados y causaba la diversión e hilaridad de la gente con sus salidas ingeniosas, jocosas y hasta filosóficas en cada situación.


A veces en la algar­abía de un bar, la gente lo ani­ma­ba y le daba dinero para que se luciera hablan­do en un latín macar­róni­co, pro­duc­to de su imag­i­nación y quizás de sus recuer­dos del paso por el sem­i­nario, habi­da cuen­ta que para esa época (años 50) las misas todavía se cel­e­bra­ban en latín. Su lugar de res­i­den­cia era cotid­i­ana­mente el cuar­tel de policía, adonde se retira­ba cuan­do se daba cuen­ta que esta­ba muy bor­ra­cho y podía causar algún prob­le­ma. Bebía “triquilín”, que era un licor que lo hacían con las sobras que deja­ban los bebedores en los bares y en gen­er­al cualquier bebe­di­zo bara­to prove­niente de la vie­ja y noble cañandonga.

Simón Here­dia alias Richardi

Un día, estando en el Cir­co-Cine Are­nas durante una cor­ri­da de toros y en medio de una pea, se lanzó al rue­do y un becer­ro lo arras­tró por el sue­lo, con el con­se­cuente jol­go­rio del públi­co que se reía y goz­a­ba con ese espec­tácu­lo impro­visa­do. Llegó la policía a restable­cer el orden y se lle­varon pre­so a Richar­di. Para esos momen­tos el Pre­fec­to de la ciu­dad era de apel­li­do Becer­ra, por lo que cuan­do esta­ban metien­do al beo­do a la patrul­la iba diciendo:

-Me agar­ró el becer­ro y no me peló el Becerra.

Otro día iba cam­i­nan­do con unos ami­gos frente al cemente­rio de Bel­la Vista y una ambu­lan­cia lo atro­pel­ló, Lleno de san­gre por los raspones y otras heri­das menores, la mis­ma ambu­lan­cia lo llevó al hos­pi­tal La Cari­dad y dada la pre­ocu­pación de los ami­gos y algunos transeúntes que lo conocían de que las heri­das podían infec­tarse les dijo:

Simón Here­dia pop­u­lar­mente cono­ci­do en Bar­quisime­to como Richardi

-No se pre­ocu­pen, esa ambu­lan­cia está desin­fec­ta­da, ¿no ven que es de la Sanidad?

Una vez hubo un tem­blor de tier­ra y la gente asus­ta­da cor­ría de un lado a otro. El cura de Alt­a­gra­cia, como una medi­da de pre­cau­ción ante el temor de que el tem­p­lo se cay­era le pidió a Richar­di que lle­vara el cál­iz con las hos­tias con­sagradas a la casa de una devota para que estu­viera a buen res­guar­do. Cumplió su cometi­do lle­van­do la copa envuelta en un paño blan­co. Al ver la gente a Richar­di lle­var con mucha prisa tal azafate, alguien le preguntó:

-¿Qué llevas ahí, Richardi?

Y este contestó:

-¡Na guará! Nada menos que a nue­stro Señor Jesucristo.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

3 comentarios en «Se llamaba Simón Heredia, pero conocido en Barquisimeto como Richardi»

  • Bar­quisime­to de otro­ra tuvo var­ios per­son­ajes que se dis­tin­guieron por sus ocur­ren­cias, manias y locuras. Como no recor­dar por ejem­p­lo a Galileo o a Piir­u­la, asid­u­os a los pre­dios de La Cat­e­dral o a Tripi­ta fiel a los lados de el mer­ca­do Tere­paima. Otros tiem­pos, román­ti­cos e ingen­u­os, con Bar­quisimetanos cor­diales y respetu­osos, tan­to que has­ta los locos lo eran.

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  • Simón Here­dia alias Ricar­do. Per­son­aje Bar­quisime­to entre­ga­do al alco­hol quién deam­bu­la­ba por las calles del cen­tro de Bar­quisime­to prác­ti­ca­mente a diario por las Car­reras 19 y 20, cer­ca del Cen­tro Social.-

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  • ¿Que sería de la vida de un vende­dor de lotería de los años cin­cuen­ta, a quien llam­a­ban “Rosi­ta” muy aman­er­a­do (así se decía en esa época, quizás aho­ra debe.ser incor­rec­to) , yo lo veía por la car­rera 19 y la 20, ton­gone­an­dose con la cachucha de medio lado.

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