Seis anécdotas asombrosas sobre José Antonio Páez

 

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista


Tras haber sido el hombre clave en la Guerra de Independencia de Venezuela con su genio militar innato y furia en el campo de batalla, José Antonio Páez, le dio un vuelco a su vida, transformándo la bravura en autocontrol, aceptando que en tiempos de paz no podía seguir siendo el mismo. Sus contemporáneos lo veían con desconfianza porque era un hombre tosco y prepotente pese haber sido presidente de Venezuela. 

1. La pren­sa de la época llam­a­ba al pres­i­dente «viejo ladrón» sin reca­to ni miedo. Pero Páez respondió al respec­to: «Has­ta los exce­sos de la pren­sa deben ser acata­dos, porque ella es de ordi­nario el órgano gen­uino de la opinión».

2. Una vez los regi­dores del Cabil­do de Puer­to Cabel­lo lo sac­aron de sus casil­las y Paéz les ofre­ció «unas patadas». Esas expre­siones se citaron tex­tual­mente en un juicio públi­co. En lugar de argu­men­tar su com­por­tamien­to, Páez se retrac­tó en un juicio público.

Gen­er­al José Anto­nio Páez. Rever­so de la fotografía de la por­ta­da. Autor Chris­tiano Junior

3. Un día el gen­er­al Páez llegó a una reunión de ganaderos con uni­forme mil­i­tar. Uno de los pre­sentes le reclamó el atuen­do y le dijo que ahí «no se iba a pelear» y que se trata­ba de un encuen­tro ofi­cial al que podía haber ido con otra ropa. En lugar de apelar a su orgul­lo, José Anto­nio Páez pidió disculpas.

4. En otra opor­tu­nidad, le pidió a su min­istro de Hacien­da, San­tos Miche­le­na, un ade­lan­to de su suel­do como Pres­i­dente. Pero el min­istro le respondió que no porque no tenía autor­ización de prestar­le dinero del Tesoro Públi­co, lo cual Páez aceptó.

5. A Páez le encanta­ban los jue­gos de azar. Un día quiso par­tic­i­par en una «colea­da de novil­los» y no pudo porque los Alcaldes pro­hi­bieron el fes­te­jo. En lugar de echar mano de su condi­ción de Pres­i­dente, el gen­er­al se sometió a la decisión.

6. Juan Manuel Cagi­gal escribió una vez un artícu­lo de opinión en con­tra de Páez, quien usó su poder como Pres­i­dente para des­ti­tuir­lo del car­go de pro­fe­sor en la Acad­e­mia de Matemáti­cas, que era de carác­ter mil­iar. Las autori­dades uni­ver­si­tarias defendieron a Cagi­gal dicien­do que el Poder Ejec­u­ti­vo no tenía ningún poder sobre ese car­go. Páez acep­tó los argu­men­tos y pub­licó en Gac­eta Ofi­cial la anu­lación de la destitución.

CorreodeLara

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