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Su nombre es Isidra la Veragacha (FOTO+VIDEO)

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
TW/IG @LuisPerozoPadua

Corren los años 40 del Bar­quisime­to seño­r­i­al. Una des­gar­ba­da mujer cam­i­na descalza por las calles del cas­co históri­co. Su nom­bre de pila es Isidra y los niños le temen por su aspec­to. Algunos veci­nos se acer­can a ofre­cer­le una limosna. Usa un som­brero para pro­te­gerse del sol, aunque hay quienes afir­man que des­de niña gus­ta lle­var­lo, en otras oca­siones se le ve con una decol­ora­da paño­le­ta que le cubre su ya desven­ci­ja­da cabellera. Su ropa­je con­ver­tido en hara­pos rev­ela desam­paro. Es un poco extrav­a­gante por la com­bi­nación de col­ores, amén de lo volu­mi­noso, lo que sus­ci­ta repulsión.

La acom­paña siem­pre una vara larga ‑de caña brava‑, que des­cansa sobre su hom­bro y en la otra car­ga una “marusa” o bol­sa hecha con tri­pas de cau­cho o cabuya, reple­ta de piedras para defend­er­se de quienes la molestan con los repug­nantes gri­tos de “Ver­a­gacha, Ver­a­gacha”. Ira­cun­da lan­za su artillería, una tras otra, per­sigu­ien­do a sus ofen­sores que se escur­ren en los zaguanes de los caserones o en cualquier otro lugar.

 


Foto inédi­ta de Isidra la ´Ver­a­gacha´ real­iza­da en la acera de la famosa Casa Boni­ta, la vie­ja casona de la esquina de la calle 24 con car­rera 17 donde fun­cionó la Escuela Fed­er­al de Bar­quisime­to. Cir­ca 1950. Descrip­ción del cro­nista Car­los Guer­ra Brandt

 

 

 

Escucha con indi­gnación como a través de la intim­i­dad de las celosías y bar­rotes de los ven­tanales, insis­ten en hostigarla:

-Ver­a­gacha, Ver­a­gacha, cuan­do se agacha se le ve la cucaracha!

Sus descar­nadas y largas pier­nas le per­miten embe­stir con­tra los zagale­tones, a veces opta por huir lig­era del tor­men­toso remo­quete para guare­cerse bajo el históri­co Puente Bolí­var, por donde pasó el Lib­er­ta­dor en 1821, cuan­do vis­itó por segun­da vez Barquisimeto.

La caridad para los desposeídos 

Detrás de su extravi­a­da mira­da, hay una mujer bon­da­dosa y car­i­ta­ti­va. Su colec­ta del día la com­parte con los más despro­vis­tos. A veces la deja en el altar may­or del tem­p­lo de la Con­cep­ción o el San­tu­ario La Paz, otras en la Cat­e­dral de San Fran­cis­co de Asís, por donde a diario deam­bu­la. Los veci­nos de la plaza Lara, le guardan reli­giosa­mente algu­na ración.

Con el paso del tiem­po ver­tig­i­noso, Isidra se con­vierte en un per­son­aje pop­u­lar. Intér­pretes le ded­i­can can­ciones que se harán famosas, nota­bles poet­as algu­nas líneas y cro­nistas una que otro tra­zo en libros para inmor­talizar su figu­ra, tan­to así que un sec­tor del pueblo de San­ta Rosa lle­va su nom­bre. Se cree que allí nació y cre­ció. No hay datos que así lo confirmen.

Sus restos mor­tales yacen en el viejo cam­posan­to de Bel­la Vista. No hay nada que lo ates­tigüe, pues la depredación que atacó ese lugar sagra­do arrasó con los últi­mos ves­ti­gios de nues­tra Isidra, la Ver­a­gacha. Hoy, solo un mon­u­men­to en el perímetro de la ciu­dad recuer­da su existencia.

La Ver­a­gacha, pin­tu­ra al óleo de Tri­no Oroz­co 1 × 0,70 m. 1960 Colec­ción Ana Teoni­la de Azparren

Procedente de Duaca

A juicio del inves­ti­gador Miguel Vale­cil­los, cro­nista de la par­ro­quia Cat­e­dral de Bar­quisime­to, Isidra era ori­un­da de Dua­ca, radicán­dose en Bar­quisime­to después de la visi­ta de la Div­ina Pas­to­ra a esa población a prin­ci­p­ios del siglo XX. Refiere que ella sufrió de ena­je­nación men­tal pro­duc­to de que su esposo, que era jor­nalero de una hacien­da duaque­ña, murió por mord­e­du­ra de serpiente. 

“Con­ta­ba María Tere­sa Álvarez Cor­va­ia, madre de la baila­r­i­na Taormi­na Gue­vara, quien vivió cuan­do era pequeña en una casa situ­a­da en la calle 25 entre car­reras 17 y 18 de Bar­quisime­to, que Isidra casi siem­pre se asoma­ba por la ven­tana de la casona para asus­tar­la; ella le tenía mucho miedo y agre­ga, que la Ver­a­gacha gusta­ba de hac­erse coro­nas de papel las cuales se colo­ca­ba en la cabeza decía ser la reen­car­nación de la emper­a­triz María Tere­sa de Austria”.

Otro dato intere­sante que apor­ta el cro­nista Vale­cil­los, es que en una revista que dirigía Eligió Macías Muji­ca, se asien­ta que la Ver­a­gacha murió el 24 de diciem­bre de 1948 y que según Hum­ber­to Sequera, su nom­bre era Isidra Evíes.

Devota de la Virgen

La Ver­a­gacha

A la Ver­a­gacha jamás se le escuchó una grosería, obscenidad o inso­len­cia, apun­ta el cro­nista Eli­gio Macías Muji­ca, y añade que cuan­do perseguía a un mucha­cho que la hacía enco­lerizar, y entra­ba al zaguán de una casa detrás del mozal­bete, podía encon­trarse con la ima­gen de una Div­ina Pas­to­ra (se acos­tum­bra­ba a colo­car imá­genes de san­tos en los zaguanes), la loca reco­bra­ba su habit­u­al manse­dum­bre y se persigna­ba son­rién­dole a la ima­gen. “Jamás nadie se postró ante la Div­ina Pas­to­ra con tan dulce embe­le­so como la Ver­a­gacha”. (pági­nas 165–168).

En su libro Sol en las bar­das, pub­li­ca­do en Bar­quisime­to en 1995, no sin razón lla­ma­do “príncipe de las letras bar­quisimetanas”, Macías Muji­ca cita: “Cuan­do los pueb­los olvi­dan o miran con indifer­en­cia a las madres, a los ancianos, a los niños, a los san­tos y a los locos, es señal de que han muer­to para el amor, no son sen­si­bles, son impo­tentes, han per­di­do la fe y son tan dig­nos de piedad, más que los mis­mos dementes. ¡Adiós, Ver­a­gacha! Con­ti­go se acabó defin­i­ti­va­mente la infan­cia de varias generaciones”.

¿Fingía demencia?

Sobre los años dora­dos de Isidra, escribe Alber­to Castil­lo Arráez: “Todavía existe deca­dente y anciana “La Ver­a­gacha” o Isidra. ¿Loca? nadie lo sabe, se dice que fin­ge ser­lo. Tenía agili­dad de baila­r­i­na. Sus pies desnudos sabían pon­erse en pun­ta como un extraño bal­let gatuno, cuan­do para agi­tarse o infundir pavor se emp­in­a­ba ponien­do los ojos des­or­bita­dos en un gesto pávi­do y fan­tas­mal. Placíase solo en asus­tar y perseguir, pero nun­ca tomó repre­salias con­tra ninguno de la muchacher­il par­va­da cuan­do le decían en mil tonos “Ver­a­gacha, Ver­a­gacha”. Porta­ba siem­pre un inmen­so bácu­lo y una capa flotante de lien­cil­lo, com­ple­tan­do así su ves­ti­men­ta pas­to­ril con­sis­tente en larga y blan­ca túni­ca”. (pág. 63)

Tuvo un hijo

Un dato rev­e­lador que escrutó el cro­nista Omar Gar­men­dia en unas pince­ladas de la obra Bar­quisime­to que se va y deviene, describe que un día la Ver­a­gacha sor­prendió al puri­tano bar­rio con la novedad de un hijo y se la vio mansa­mente dulce con mater­nal desvelo ama­man­tán­do­lo. Alguien le quitó el pequeñue­lo fru­to de su fugaz aven­tu­ra ama­to­ria, so pre­tex­to de que era loca y des­de entonces se volvió tor­va, triste y enve­je­ció defin­i­ti­va­mente. Ya no per­sigue niños y mendi­ga indifer­ente y abstraí­da (Pági­na 64)


Fuente: Eli­gio Macías Muji­ca. Sol en las bar­das. Bar­quisime­to 1995.
Alber­to Castil­lo Arráez. Bar­quisime­to que se va y deviene. Bar­quisime­to 1944.

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

8 comentarios en «Su nombre es Isidra la Veragacha (FOTO+VIDEO)»

  • Gra­cias. Crecí frente a la Plaza Lara y esa com­posi­ción la inter­preta­ba el trío Napoleón Polo­lo Arraiz, Vic­tor Vig­oron Rodríguez Gue­vara ( mi padri­no) y Chi­chi­to Ros­ales. No conocí a La Ver­a­gacha pero si a Loli­ta, la enanita.

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  • Mi queri­do pri­mo, el Dr Este­ban Agu­do Linares me esta reseña de un per­son­aje larense que no conocía

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    • Pre­cisa­mente “La Ver­a­gacha” es un tema musi­cal cuyo autor y com­pos­i­tor fué el paisano Juán Ramón Barrios,tema ded­i­ca­do al per­son­aje en cuestión.

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  • Según el pop­u­lar Men­doci­ta. Isidra era ori­un­da de Dua­ca, se vino a Bar­quisime­to después de la visi­ta de la Div­ina Pas­to­ra a esa población a prin­ci­p­ios de siglo. sufrió de ena­je­nacióń men­tal pro­duc­to de que su esposo que era jor­nalero de una hacien­da de allá murió pic­a­do de cule­bra, con­ta­ba María Tere­sa Alvarez Cor­va­ia, la madre de la baila­r­i­na Taormi­na Gue­vara quien vivió cuan­do era pequeña en una casa situ­a­da en la calle 25 entre carr.17 y18 se asoma­ba por la ven­tana para asus­tar­la, ella le tenía mucho miedo,decía ella que Ver­a­gacha gusta­ba de hac­erse coro­nas de papel las cuales se colo­ca­ba en su cabeza decÍa ser la reen­car­nación de Emper­a­triz María Tere­sa de Austria.

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  • Estos per­son­ajes que enrique­cen nues­tra cul­tura, nues­tra idios­in­cra­sia, que bueno leer estas cronicas!

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    • Con­ta­ba mi bis­abuela Yuya de Yepes Gil , que Isidra iba a casa de Doña Ele­na de Jou­bert (madre de Doña Yuya) donde la baña­ban y la vestían con ropas limpias , pero que al cabo de dos días regresa­ba hecha hara­pos. Con­ta­ba tam­bién mi bis­abuela Yuya que Isidra era muy dulce y agrade­ci­da pero que no le gusta­ba per­noc­tar durante mucho tiem­po en un mis­mo sitio . Isidra tam­bién era asid­ua vis­i­tante de la Quin­ta May­da donde acud­ía a com­er en los grandes mesones que Doña Yuya disponía todos los días para todo aquel que tuviese hambre .

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  • “Cuan­do los pueb­los olvi­dan o miran con indifer­en­cia a las madres, a los ancianos, a los niños y a los locos, han muer­to para el amor”. Exce­lente reflexión.

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  • Bue­nas tardes vivo en ver­a­gacha y mi madre es naci­da y cri­a­da en ver­a­gacha y ella me cuen­ta que tan­to su padre mi abue­lo y mi abuela nun­ca le comen­taron de esa seño­ra y que el case­rio Ver­a­gacha lle­va el nom­bre es por un palo de vera que esta­ba en la entra­da y era pequeño lo que es muy raro por qué las verás tien­den a crecer

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