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Uyara: origen del mito caquetío venezolano de María Lionza

 

Omar Garmendia
Escritor e investigador

EL MITO de María Lionza y su culto, en el aspecto más general, representa un fenómeno sociológico de carácter mágico-religioso-ritualista que pone de manifiesto el vínculo existente entre el hombre y la naturaleza, entre lo sagrado y lo profano, lo material y lo espiritual. Como culto, estas formas de ritualización expresan una disposición religiosa de carácter sincrético, sin estructura jerárquica, dogmas universales y carencia de doctrina.


En su ori­gen mági­co como con­cep­ción indí­ge­na, el mito de María Lion­za tiene su géne­sis en Uyara o Wuh­yara, diosa de las lagu­nas, ríos y cas­cadas, madre pro­tec­to­ra de la nat­u­raleza y reina del amor (Antolínez, 1974). Se la describe como una mujer de son­risa dulce y melancóli­ca, de inigual­able belleza seduc­to­ra y que a través de sus encan­tos ejerce el poder y el dominio sobre el género masculino. 

Fue en los ter­ri­to­rios de los hoy esta­dos Lara, Yaracuy y Fal­cón en Venezuela, donde tuvo su ini­ciación el mito por parte de los indios arawa­cos, caribes y caque­tíos, estable­ci­dos en lo que se llam­a­ba Gua­na Vacoa (Valle de las Flo­res, en lengua arawa­ca), que se ubi­ca­ba en lo que hoy se conoce como Chiva­coa (Lugar de Vida).  Y es aquí, pre­cisa­mente, cuan­do el mito de María Lion­za comien­za a for­marse des­de el mis­mo momen­to en que la rit­u­al­ización ances­tral y atávi­ca de las prim­i­ti­vas etnias le con­fieren al per­son­aje poderes y encan­to, den­tro de las con­cep­ciones indí­ge­nas pre­colom­bi­nas. El mito, jus­ta­mente, dis­tingue a un tipo de men­tal­i­dad prim­i­ti­va que deman­da inter­pre­tar el mun­do con pre­do­minio de la fan­tasía sobre la razón, en la nar­ración e inter­pretación de los hechos. 

El cul­to de María Lion­za, tal como lo cono­ce­mos actual­mente, es de ori­gen reciente, absorbi­en­do creen­cias, super­sti­ciones y mitos de proce­den­cia indí­ge­na, africana y cris­tiana, incor­po­ra­dos luego de la lle­ga­da de los españoles en la con­quista y col­o­nización de la provin­cia de Venezuela. Comen­zó a for­marse el cul­to a María Lion­za en el entrete­ji­do cul­tur­al del mes­ti­za­je abori­gen, español y africano, para lle­gar a ser hoy en día una impor­tante man­i­festación cul­tur­al de carác­ter nacional e internacional. 

Valle del río Yaracuy

En su ori­gen históri­co, la denom­i­nación prim­i­ti­va de María Lion­za era María de la Onza, apel­a­ti­vo que se le daba a María Alon­so, acau­dal­a­da encomendera que vivió en la época de la Colo­nia en 1635 y porque ate­sora­ba grandes can­ti­dades de onzas de oro en ocul­tos para­jes de sus dilatadas pos­e­siones cer­canas a la población de Chiva­coa. Con el andar del tiem­po el nom­bre de María de la Onza, por con­trac­ción fonéti­ca, se con­vir­tió en María Lionza.

En los repos­i­to­rios del Archi­vo Gen­er­al de la Nación (A.G.N) de Cara­cas, Venezuela, existe una antigua escrit­u­ra, especí­fi­ca­mente el traspa­so de una hacien­da de cacao des­ti­na­da como fuente de recur­sos económi­cos para el con­ven­to de San Fran­cis­co, en Bar­quisime­to, Venezuela, donde se establece que la referi­da pos­esión está situ­a­da en el Cer­ro de María Alon­so, con el cual limi­ta por el ori­ente.  De acuer­do con los lin­deros fija­dos, aquel cer­ro es el mis­mo que hoy se conoce como Cer­ro de María Lion­za, des­ig­na­do así des­de el siglo XVII (Man­ara, 1995; Avel­lán, 2002). 

 Es de hac­er notar que en los actuales momen­tos esta man­i­festación fol­clóri­ca y rit­u­al­ista está atrav­es­an­do por un pro­ce­so de trans­for­ma­ciones, dis­gre­ga­ciones y aun ter­giver­sa­ciones y defor­ma­ciones como resul­ta­do de las múlti­ples influ­en­cias exter­nas que ha esta­do reci­bi­en­do. Ante esta situación, diver­sas per­son­al­i­dades y gru­pos orga­ni­za­dos han man­i­fes­ta­do sus inqui­etudes en pro de la defen­sa y preser­vación de esta activi­dad fol­clóri­ca de carác­ter espir­i­tu­al, por lo que se ha hecho nece­saria la difusión de obras de toda índole con­tenti­vas de los prin­ci­p­ios gen­erales del cul­to de la Reina de Sorte, como uno de los obje­tivos de esos gru­pos, para inten­tar man­ten­er en toda su pureza el cul­to orig­i­nal indí­ge­na y mestizo. 

Bib­li­ografía consultada 
Antolínez, Gilber­to (1974). Hacia el indio y su mun­do. Bar­quisime­to: Uni­ver­si­dad   Cen­troc­ci­den­tal Lisan­dro Alvarado. 
Avel­lán de Tamayo, Nieves (2002). La Nue­va Segovia de Bar­quisime­to. Acad­e­mia Nacional     de la Historia.
Gar­men­dia, Omar (2012). Dic­cionario de María Lion­za. Visión lex­i­cográ­fi­ca de un mito   vene­zolano. Edi­to­r­i­al Académi­ca Española. 
Man­ara, Bruno (1995). María Lion­za, su enti­dad, su cul­to y la cos­mo­visión anexa. Cara­cas: UCV

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «Uyara: origen del mito caquetío venezolano de María Lionza»

  • Es con­ve­niente ref­er­en­ciar que el explo­rador Nicolás de Fed­er­man en su obra “His­to­ria Indi­ana” hace por 1ra vez ref­er­en­cia al Valle de Yaracuy men­cio­nan­do la belleza de las indias encon­tradas allí, hacien­do notar su estatu­ra, belleza y com­plex­ión. Es el úni­co comen­tario hecho por un explo­rador colo­nial acer­ca de la belleza de las aborí­genes en todo el nue­vo mun­do. Lo men­ciono por el hecho de que muchas per­sonas atribuyen el atrac­ti­vo y sexap­peal de las mujeres de Venezuela al pro­ce­so úni­co del mestizaje.

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