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Y así el patriota Tomás Lander estuvo 38 años momificado en la sala de su casa

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Miembro de la Diputación Provincial de Caracas; “cosiatero”; fundador del periódico El Venezolano, entre otros; gran teórico del Liberalismo Amarillo; antimilitarista, pero sobre todo, un patriota consumado


Tomás Lan­der

Durante los primeros años, los miedosos no se atrevían a pasar cer­ca de la vie­ja casona. Los más atre­v­i­dos, des­de la calle, a través de la celosía del gran ven­tanal, se asoma­ban para ver al muer­to, con sus anteo­jos puestos, ele­gan­te­mente tra­jea­do de negro, con una pluma en la mano en pose de escritor de los doc­u­men­tos que le dieron a cono­cer como gran teóri­co del lib­er­al­is­mo amarillo.

Tam­bién arreglado esta­ba que parecía vivo. Con el paso del tiem­po, los veci­nos de la Cara­cas añe­ja se acos­tum­braron tan­to a ver­lo, que ya no les pro­ducía temor ni asom­bro. Las cróni­cas refieren, que sus nietos, antes de irse a la escuela y al regre­so, al pasar por la sala se hin­ca­ban en solic­i­tud de la tradi­cional ben­di­ción al abue­lo momificado.

Otra de las cróni­cas cuen­ta que todas las mañanas una hija de Lan­der le daba los buenos días, mien­tras le sacud­ía el pol­vo de los hom­bros con un plumero.

Las razones de momi­ficar a Lan­der y man­ten­er­lo en su despa­cho, hoy aún per­manecen en la bru­ma del misterio.

Independentista y «cosiatero»

Tomás Lan­der nació el 29 de diciem­bre de 1792. Estudió en la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela donde obtu­vo el gra­do de bachiller en filosofía, pero aban­donó las aulas sin recibir el doc­tor­a­do, com­ple­tan­do su for­ma­ción a través del estu­dio autodidacta.

Con incli­nación hacia la causa de la inde­pen­den­cia, entabló amis­tad con Fran­cis­co de Miran­da quien se lo sug­iere a Simón Bolí­var, como un «hom­bre muy dili­gente, capaz y de una inteligen­cia asombrosa».

El Lib­er­ta­dor lo nom­bra su sec­re­tario durante la Cam­paña Admirable (1813). Estu­vo por var­ios años en el exilio, des­de 1814 por motivos de la masacre empren­di­da por Boves; regre­san­do inter­mi­ten­te­mente a Venezuela y marchán­dose de nue­vo, antes a las Antil­las y luego a Europa has­ta 1820.

Inte­grante de la Munic­i­pal­i­dad de Cara­cas después de la Batal­la de Carabobo en 1821. Tam­bién fue sec­re­tario de la sociedad crea­da para edi­tar el per­iódi­co El Vene­zolano (1822–1824), en cuyas colum­nas colab­o­ra con frecuencia.

Jun­to al gen­er­al José Anto­nio Páez en 1826, abo­ga fer­vien­te­mente por la sep­a­ración de Venezuela de la Gran Colom­bia en las pági­nas del órgano de pren­sa «cosi­atero» El Cometa, recla­man­do, además, el deses­tanco del taba­co, la instau­ración de la lib­er­tad de cul­tos, la extin­ción de los diez­mos y may­oraz­gos, así como una refor­ma de las leyes que entor­pecían el desar­rol­lo de la agri­cul­tura en aquel país arru­ina­do por la Guer­ra de Independencia.

Lan­der figu­ra entre los miem­bros de la minoría oposi­cionista de la Diputación Provin­cial de Cara­cas en 1830. Con­suma­da la sep­a­ración de Colom­bia la grande, tiene a su car­go dos impor­tantes per­iódi­cos: Venezuela y el Con­gre­so (1831) y El Elec­tor Par­lero (1832).

Se con­vierte en uno de los más elocuentes voceros del «lib­er­al­is­mo amar­il­lo», y par­tic­i­pa en la fun­dación del Par­tido Lib­er­al en 1840, y comien­za a pub­licar una serie de artícu­los ‑muy polémicos‑, en las colum­nas de El Vene­zolano que dirige Anto­nio Leo­ca­dio Guzmán.

Misterioso suero momificador

Por su sagaci­dad como peri­odista com­pro­meti­do con la causa, Lan­der fue con­sid­er­a­do como un posi­ble can­dida­to del Par­tido Lib­er­al para las elec­ciones pres­i­den­ciales de 1846.

Cuan­do se ver­i­ficó el dece­so de Lan­der, la famil­ia optó por con­tratar los ser­vi­cios del afama­do médi­co alemán Got­tfried Knoche, espe­cial­ista en momi­ficar cadáveres, quien llegó a Venezuela a medi­a­dos de 1840. Luego de reval­i­dar su títu­lo en la Uni­ver­si­dad de Cara­cas, ejer­ció en el Hos­pi­tal San Juan de Dios en La Guaira.

Su amor a la nat­u­raleza lo llevó a fijar su res­i­den­cia en una enorme propiedad de nom­bre Bue­na Vista, ubi­ca­da en la parte alta del Pica­cho de Galipán, en pleno Cer­ro El Ávila. 

Got­tfried Knoche, el mis­te­rioso médi­co alemán que embal­sam­a­ba cadáveres en El Ávila

Además de la casa de habitación, con­struyó un mau­soleo con seis crip­tas y un lab­o­ra­to­rio donde prepara­ba un mis­te­rioso y descono­ci­do suero para embal­samar o momi­ficar. Esta fór­mu­la era inyec­ta­da en la yugu­lar del cadáver, evi­tan­do así su descomposición.

Se espec­u­la que ini­ció sus exper­i­men­tos con cadáveres del Hos­pi­tal de La Guaira, aque­l­los que no eran recla­ma­dos, y que pos­te­ri­or­mente embal­samará y enter­rará, jun­to a los miem­bros de su famil­ia en las crip­tas del mausoleo.

Fal­l­e­ció el Dr. Knoche en 1901. Sus restos fueron inhu­ma­dos en la crip­ta famil­iar por el cón­sul de Ale­ma­nia en Venezuela, Julius Leisse. Al no exi­s­tir herederos, la casona fue aban­don­a­da y final­mente saque­a­da y destru­i­da, las crip­tas pro­fanadas y las momias lan­zadas al mar, reseña la inves­ti­gado­ra María Soledad Hernán­dez Bencid.

Exhumado con honores

Trein­ta y ocho años con cua­tro meses estu­vo sen­ta­do en la sala de su casa el cadáver embal­sama­do del líder lib­er­al y tal­en­toso fun­dador del per­iódi­co El Vene­zolano, Tomás Lan­der, has­ta que, por orden del pres­i­dente, gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co, lo lle­varon al Pan­teón Nacional.

El 5 de abril de 1884, sus restos fueron solem­ne­mente con­duci­dos al Pan­teón Nacional, hon­ras fúne­bres pre­si­di­das por el primer man­datario nacional que, enfun­da­do en su uni­forme de gala, con todas sus con­dec­o­ra­ciones, sobre un cabal­lo blan­co orna­men­ta­do con el amar­il­lo lib­er­al, Guzmán Blan­co fue escolta­do por los miem­bros de su gabi­nete y los famil­iares del prócer civil.

Atavi­a­dos en rig­uroso luto, los rep­re­sen­tantes de todos los poderes públi­cos par­tic­i­paron en los funerales: los mag­istra­dos de la Alta Corte Fed­er­al y los con­se­jeros fed­erales, los diputa­dos y senadores. El cuer­po diplomáti­co acred­i­ta­do en Cara­cas en pleno, ami­gos y alle­ga­dos tam­bién de gala mar­charon al mau­soleo de los héroes de la patria.

La escrito­ra Migdalia Leza­ma, sub­raya que Tomás Lan­der, afin­ca­do en los valles del río Tuy, fue «defen­sor de la suprema­cía civ­il en el mane­jo de lo públi­co, rec­hazó el tute­la­je mil­i­tar que jus­ti­fi­ca­ba la per­ma­nen­cia de los héroes de la inde­pen­den­cia en los altos puestos de gob­ier­no, como los úni­cos capac­i­ta­dos para el ejer­ci­cio políti­co. Insis­tió con vehe­men­cia en el respeto a la Con­sti­tu­ción y en el prin­ci­pio de la altern­abil­i­dad política».


Igle­sia de la San­tísi­ma Trinidad. Hoy Pan­teón Nacional

 


Fuente: Juan José Per­al­ta. Lan­der, embal­sama­do y en el reci­bo. www.CorreodeLara.com. 31 de octubre de 2018.
María Soledad Hernán­dez Ben­cid. Knoche, el médi­co alemán que momi­ficó a Tomás Lan­der. El Ucabista. 29 de abril de 2020.
Migdalia Leza­ma. Tomás Lan­der. Bib­liote­ca Biográ­fi­ca Vene­zolana de El Nacional Vol­u­men 128. Cara­cas 2011.

CorreodeLara

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