Carlos Segura fue el primer alcalde de Palavecino
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
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TW / IG: @LuisPerozoPadua
¡ASEGURA TU VOTO, COMPAÑERO! Era su eufórico saludo al estrechar la mano, acción que ejercía fuerte y con decisión, sin dejar de mirar directamente a los ojos. Así atravesaba medio Cabudare, entre saludos y conversa el más popular de los políticos que llegó a gobernar el municipio Palavecino del estado Lara
Hablar de Carlos Segura Parada es evocar no solo al hombre honesto y honrado, sino también al ciudadano sencillo, al cabudareño íntegro que caminaba con naturalidad entre su gente. En el populoso municipio Palavecino no había quien no se hubiera cruzado alguna vez con sus célebres caramelos de coco. De allí nació su apodo, Carlos “caramelito” Segura, porque jamás faltaba en sus bolsillos una bolsa de dulces de papelón y coco, lista para ser repartida con generosidad a todo aquel que se le acercara en el camino.
De limpia botas a gerente hotelero
Pero no todo fue una gran sonrisa para Carlos Segura, quien había nacido en un hogar con marcadas limitaciones. Llegó al mundo en Barquisimeto el 26 de mayo de 1937. Hijo del matrimonio de Rafael Segura y Mélida Parada, quienes le regalaron el mayor tesoro: una crianza con acentuados valores delimitados por la honestidad y la responsabilidad.

Sus primeras letras las aprendió en casa y cuando tuvo edad de asistir a la escuela, lo inscribieron en la Stella Cechini, y para terminar su educación primaria pasó a la Escuela de Artes y Oficios Bolivia Tovar. De allí saltó al legendario Liceo Lisandro Alvarado de Barquisimeto, solo hasta segundo año, pues su familia atravesaba un penoso trance económico, situación que lo obligó a emplearse como caletero en los mercados municipales de Altagracia y Bella Vista.
Cuando la actividad disminuía, emprendía la rutina en la calle del Comercio hasta la moderna avenida Vargas, limpiando botas. A la hora de mayor afluencia en las funciones de los cine, se apostaba en la entrada para vender los recién salidos chicles Adams, que entregaba a las damas que venían en parejas y se los ofrecía “en oferta” para comprometer al caballero y asegurar la compra.
El dinero ganado lo llevaba íntegro al hogar para confrontar la degradada economía del momento, pues su padre había fallecido temprano. Pero su deseo de formarse fue más intenso que cualquier otro, entonces decidió inscribirse en un liceo nocturno para terminar el bachillerato.
Ese adverso escenario le llevó a aventurar un viaje a Caracas, en donde había oído era una tierra de oportunidades.
Establecido en la capital, leyó dos avisos de empleo en un vespertino: uno sobre cursos nocturnos del Centro Contable y otro sobre vacantes en el Hotel Comercio, en donde lo contrataron como botones, luego fue ascensorista, estuvo en recepción y un año después promovido al Departamento de Receptoría. Ese año de 1962, logra un merecido ascenso como asistente de la Gerencia del hotel.
El propio Segura relata que conoció a Celia Cruz una mañana cuando arribó con su comitiva a hospedarse en el hotel. Se apresuró a recibirla y embarcó todas las maletas y hasta la acompañó hasta el ascensor. Pulsó el botón para llevarla al octavo piso y salió velozmente por las escaleras.
Cuando las puertas del elevador se abrieron, ya el enérgico Segura esperaba a la famosa cantante con una sonrisa y una agradable reverencia, lo que hizo que Celia se asombrara por la rapidez y más que excelente servicio del mozo. Como ella, muchos artistas les encantaba el trato y la destreza de Segura, lo que se traducía en buenas propinas en dólares.
Pasado algún tiempo, conoció al italiano Mario Marullo, propietario del Hotel Marsofía, que lo invitó a formar parte de la organización como gerente general. Allí estuvo muchos años y como era contador, desempeñó el puesto de gerente de Administración de la mencionado hostería.

Campeón invicto
En las madrugadas aún húmedas de rocío y en las noches donde la ciudad dormitaba, Carlos ya estaba en el gimnasio. No lo hacía como un simple aspirante, sino como quien se consagra a un templo. El ring era su altar y el sacrificio diario, su credo.
Soñaba con el cuadrilátero no como un oficio pasajero, sino como la senda irrevocable de su vida. Aquella fe ardiente lo elevó con vertiginosa rapidez: de humilde asistente de entrenador a figura central, dueño absoluto del combate.
De su carrera luminosa se desprenden 39 combates, de los cuales 35 fueron victorias. En las eliminatorias para los Juegos Panamericanos conquistó la cima de su peso y, con la bandera de Venezuela flameando en sus hombros, marchó a Kingston, Jamaica.
Allí combatió en cuatro duelos memorables: tres veces hizo temblar la lona con nocauts fulminantes y solo un mexicano, duro y recio, logró arrebatarle la victoria.
De regreso en su tierra, defendió con férrea gallardía el cinturón de Peso Pluma durante tres años consecutivos. Su gesta lo convirtió en leyenda: Campeón invicto, reverenciado en el Distrito Federal y celebrado en cada rincón de Venezuela, donde su nombre resonaba como un eco de gloria y de orgullo nacional.

Una leyenda como político
Carlucho, como le llamaban con estima, regresó a Barquisimeto con cientos de preseas y un lote interesante de cinturones, pero también con una gran experiencia acumulada en el campo de la administración. Continúa su formación académica en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, UCLA, con un curso intensivo en administración e ingresa en la Galletera El Ávila, paseándose por un sinnúmero de puestos gerenciales.
En su periplo por Caracas, se incorporó al partido Acción Democrática, durante el convulso año 58, recorriendo la parroquia Sucre y todo el ámbito de San Agustín del Sur, llevando el mensaje democrático.
Posteriormente, fijó residencia en la avenida Libertador de Cabudare, frente a la Casa de AD, conocida como La Pequeña Blanquita. Poseía varios camiones 350 (tipo cava) para distribuir confites. Aficionado al juego de dominó, ejercicio que realizaba todas las tardes-noches, en la sede de AD Cabudare, compartiendo con José Rafael Alvarado y Simón Franco, entre otros.
Siendo Rafael Torín secretario de organización de AD-Palavecino, designan a Carlos Segura secretario de finanzas, por sus conocimientos en la materia. Pese a que nunca ocupó cargos de dirigencia política, como militante fue disciplinado por lo que luego de la Elección Presidencial de 1983, en donde triunfó el Dr Jaime Lusinchi, el Comité Municipal lo postuló al cargo de prefecto, ratificación que firmó el gobernador de Lara, Domingo Perera Riera.


El ex vicepresidente del cabildo de Palavecino, Luis Antonio Lozada Castillo, en su carácter de secretario juvenil de AD-Palavecino, acompañó a Carlos Segura al acto solemne de juramentación en el Salón Martín Riera Aguinagalde del Palacio de Gobierno, en donde además de entregarle el nombramiento para el periodo constitucional 1984–1989, también le dieron las llaves de la sede de la Prefectura que estaba ubicada en la Calle Miguel Bernal entre Avenida Libertador y Avenida Juan de Dios Ponte de Cabudare, en el actual edificio de la Contraloría Municipal de Palavecino.

Afirma Lozada que Segura realizó un encomiable trabajo en los caseríos y comunidades del entonces distrito, siendo el representante del gobernador en la entidad municipal, construyendo un liderazgo que se entrañó en el pueblo convirtiéndose en un dirigente popular caracterizado por su humildad, sencillez y disposición para resolver los problemas de la gente. Segura firmaba las actas de defunción y de nacimiento, encarcelaba a los vagos y maleantes y era el padrino de cuanto muchacho nacía.
Allí estuvo cinco años, encontrándose entonces en 1989, con las primeras elecciones para alcaldes y gobernadores por votación directa, universal y secreta, producto de la reforma de las leyes como la Orgánica de Régimen Municipal, que creó la figura del alcalde.
El pedregoso proceso electoral

Segura se presentó a la elección interna del partido blanco para escoger a los candidatos, compitiendo con el reconocido dirigente político Ignacio Dan, quien fuera presidente del Concejo Municipal con una trayectoria de relevancia y una gestión impecable, traducida en beneficios concretos para las comunidades como la aducción a los populosos sectores de La Mata, Los Pinos, así como su asfaltado y la electrificación.
Pero el proceso interno no fue del todo transparente, y tras varias trifulcas se extraviaron numerosas actas que según denuncias airadas, daban por ganador al inefable exconcejal Ignacio Dan, impugnación que no pudo ser resuelta, por lo que la contienda favoreció a Carlos Segura. Ignacio Dan por su parte, se enemistó con el partido y nunca más volvió a sus filas.
En esas elecciones para precandidatos a gobernador de Lara, igualmente participaron doña Dori Parra de Orellana, Guillermo Luna, Félix Otamendi Osorio, Filiberto Peña y Mariano Navarro, quien resultó ganador. Segura fue el abanderado de Acción Democrática a la Alcaldía de Palavecino, cargo que ganó con 72% de los votos escrutados, obteniendo el mayor porcentaje en todo el país.
Hoy, en Palavecino, el nombre de Carlos Segura se pronuncia como se pronuncian las cosas queridas: con respeto, con ternura y con gratitud. No fue solo el mejor alcalde que conoció el municipio, sino el ciudadano recto, generoso y humilde que caminaba las calles como uno más, escuchando, saludando, buscando siempre la manera de sembrar mejoras allí donde había necesidad.
A los 83 años, lejos de su tierra, en España, halló el calor de sus hijos y nietos, mientras el pueblo que lo vio crecer guardaba su imagen como un símbolo de honradez y entrega. Misión cumplida, don Carlos: la admiración hacia usted no es solo personal, sino el sentir agradecido de todo un pueblo.
El 15 de febrero de 2022, cuando el reloj marcaba las ocho y treinta de la noche en España (3:30 de la tarde en Venezuela), su vida se apagó con serenidad. Se marchó con la mirada tranquila, acaso recordando los ecos de sus victorias en el cuadrilátero o las jornadas intensas en Cabudare, tierra a la que dio su fuerza y su ejemplo. Allí, donde aún flotan sus pasos y su memoria, quedarán por siempre los más bellos recuerdos, custodiados por un pueblo que lo despide como a uno de los suyos más grandes.

Muy buen artículo; me sorprendío no sabía que hasta don Carlos se marcho del país que tristeza, para los que nos quedamos.
Estoy muy orgullosa de mi Tio Carlucho que Dios te cuide y te de salud y felicidad donde estas ahora. Tqm. Saludos.
Que bueno que en vida le hayan sacado este articulo a mi querido tío se lo merece que dios y la virgen le de mucha salud se le quiere y aprecia se le extraña
El mejor Alcalde que a tenido Palavecino
de verdad leer todo este articulo me lleno de alegria y orgullo, porque todo lo que se dice es la descripcion exacta, de quie es este ser tan maravilloso, Dios te Bendiga Carlucho
Excelente persona, muy bien le hicieron este reconocimiento..Ojalá esté bien de salud donde se encuentre.
Hola, Nicolás, un placer saludarlo, lamentablemente nuestro Carlos Segura falleció el 15 de febrero de este año 2022, en España, estuvo sus últimos años rodeado de esposa, hijos y nietos. En nuestros corazones vivirá eternamente. Atte Luis Perozo, editor CorreodeLara
Excelente artículo. Recordando a un destacado personaje que dio mucho al municipio Palavecino. Tristemente fallecido lejos de su tierra.