El botiquín La Crema, el fonógrafo y una serenata a Eustoquio Gómez

Omar Garmendia
Cronista y escritor

El botiquín La Cre­ma qued­a­ba en la car­rera 18 con calle 25 (calles Ayacu­cho y Juares) de Bar­quisime­to. Se vendían taba­cos ensor­ti­ja­dos, que­sos holan­deses, bom­bones france­ses, brandy impor­ta­do por Blohm & Cía. 

En 1929 su dueño era un checoslo­va­co de nom­bre Car­los Dvo­rak y fue el que tra­jo a ese cen­tro de diver­sión la primera ortofóni­ca mar­ca Víc­tor, más mod­er­na y de actu­al­i­dad, que vino a reem­plazar a la vit­ro­la y al fonó­grafo de cor­ne­ta larga.

Fotografías de la colec­ción Raúl Azpar­ren: Casa donde fun­cionó el Botiquín la Cre­ma en la car­rera 18 con calle 25. Ángu­lo noroeste

El viejo fonó­grafo y la vit­ro­la ya eran cono­ci­dos des­de hacía tiem­po en Bar­quisime­to. Al cono­cerse la novedad la gente iba al botiquín La Cre­ma a escuchar dis­cos de Car­los Gardel, Juan Arvizu, Ortiz Tira­do y otros artis­tas de moda. 

Era el cen­tro de reunión de los músi­cos y en ese lugar solía ensa­yar la Mavare. Tam­bién era el sitio predilec­to de una tradi­cional y con­se­cuente clien­tela de los int­elec­tuales y jóvenes de la sociedad de ese entonces, de los inqui­etos ser­e­nateros y los ami­gos de la par­ran­da, quienes los sába­dos, al rayar la medi­anoche para trans­for­marse en domin­go, comen­z­a­ban su recor­ri­do por las tac­i­tur­nas calles, hacia las celosías que finas manos femeni­nas abrirían para ser obse­quiadas con galantes can­ciones en sus onomás­ti­cos u otras oca­siones especiales.

Pero tam­bién el botiquín era el cen­tro de con­cil­iábu­los y men­tideros críti­cos de la situación políti­ca y de los acon­tec­imien­tos del momen­to, bajo el opro­bioso y tiráni­co man­do implaca­ble de Juan Vicente Gómez y del carác­ter atrav­es­a­do y áspero de su temi­do pri­mo Eusto­quio, pres­i­dente en ese entonces del esta­do Lara. En voz baja, temerosos y ses­ga­dos, solo desea­ban la caí­da y cese de la dictadura.

Inte­ri­or del botiquín La Cre­ma. De izquier­da a derecha Ricar­do Gue­vara, Raúl Azpar­ren; de pie, con tra­je blan­co, el checoslo­va­co Car­los Dovrak, propi­etario de La Cre­ma; y Jesús Bermúdez. La fotografía fue toma­da por Car­los Pereira, cuyo asien­to aparece vacío

Cier­tas noches, y durante tres sába­dos segui­dos, los gozadores ser­e­nateros habían tenido la poca cert­era ocur­ren­cia de lle­var­le ser­e­natas a Eusto­quio Gómez. En la primera opor­tu­nidad del musi­cal ofrec­imien­to, la ven­tana se abrió y la figu­ra hosca del gen­er­al hizo su apari­ción en el ven­tanal para, luego de final­iza­dos los melódi­cos acordes, lim­i­tarse a decir un imper­son­al, des­gana­do y seco “gra­cias”.

De los asid­u­os al Botiquín La Cre­ma, de izquier­da a derecha: Efe Alvara­do, Tomás Galín­dez, Napoleón Macías. Detrás, en el mis­mo orden: Igna­cio Cre­spo y Raúl Azparren

En la segun­da opor­tu­nidad, al sigu­iente sába­do, se le escuchó solo un con­streñi­do refun­fuño entre dientes, pero en el ter­cer y últi­mo sába­do espetó un dis­pli­cente y grue­so dicte­rio con voz autori­taria: “has­ta cuán­do molestan”, segui­do del cor­re­spon­di­ente por­ta­zo autocráti­co y absolutista. 

Todos los impróvi­dos ser­e­nateros salieron en veloz car­rera a escon­der­se en dis­tin­tos lugares e inclu­so algunos cautelosa­mente huyeron de la ciudad.

El botiquín La Cre­ma fue muda­do más tarde en el cruce de la calle Lib­er­ta­dor con Lara (car­rera 19 con calle 24), pero ya no era como antes, pues luego de ese acon­tec­imien­to ser­e­natero los habit­uales clientes dejaron de asi­s­tir a La Cre­ma pues el gen­er­al Eusto­quio Gómez había man­da­do a pedir el lis­ta­do con los nom­bres de los asid­u­os gozadores del botiquín, en la certeza que allí habla­ban mal del gobernante.


Fuente con­sul­ta­da:  Azpar­ren, Raúl (1974). Bar­quisimetanei­dad, per­son­ajes y lugares. Edi­ción de CANTV. Bar­quisime­to 1974

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

Ver comentarios

  • guao que buena historia yo creo que aun hay mucha gente de lara que no se imaginaba que existía antes del edificio buria ese negocio es bueno leer mucho para estar bien informado gracias a ustedes uno puedo instruirse en la historia.

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