El gobernador Martín María Aguinagalde y la creación del Instituto Industrial

 

Omar Garmendia
Cronista e historiador

DESDE LOS INICIOS DEL SIGLO XVIII, la ciencia y la tecnología en Venezuela no eran más que asomos que se circunscribían a las descripciones e inventarios de los cronistas y viajeros del mundo que para ese entonces era desconocido. Las tecnologías indígenas de carácter rudimentario y primitivo como las utilizadas en la producción de casabe, otros alimentos y bebidas, fabricación de viviendas, canoas, hamacas y toda clase de enseres, subsistían con las más “modernas”, tales como los trapiches papeloneros, alambiques, curtiembres, herrerías, telares y fábricas de velas, entre otras


Des­de la época de Simón Bolí­var, en 1814, la adop­ción de la cien­cia y la tec­nología rep­re­senta­ba un desafío extra­or­di­nario como políti­ca de Esta­do en un país en guer­ra per­ma­nente y con necesi­dades cre­cientes en arma­men­tos, muni­ciones, pólvo­ra, ves­tu­ario, trans­porte y ali­mentación de las tropas, como los aspec­tos más apremi­antes. En estas condi­ciones de guer­ra, las importa­ciones y nego­cia­ciones de pro­duc­tos e insumos se difi­culta­ban, por lo que se hacía nece­sario, no disponien­do de tales adquisi­ciones, recur­rir a la fab­ri­cación arte­sanal de todo lo que se nece­si­tara para acti­var las fábri­c­as, indus­trias y minas con el fin de pro­ducir mate­rias pri­mas, maquinar­ias y piezas nece­sarias para su fun­cionamien­to, como piedras de moli­no, maderas y min­erales de todo tipo.

Retra­to de Martín María Aguina­galde en el salón del Pala­cio de Gob­ier­no del esta­do Lara. Autor Emilio Maury.

Igual­mente, el trans­porte entra­ba en estas cat­e­gorías cien­tí­fi­cas, que todavía per­manecía en la época del cabal­lo, la mula y el bur­ro. Con el ingre­so a la mod­ernidad, la lle­ga­da en 1818 del steam-boat o bar­co de vapor, con­sti­tuyó toda una novedad por las ven­ta­jas tec­nológ­i­cas, mil­itares y estratég­i­cas en cuan­to al trans­porte de pro­duc­tos y fru­tos y de mate­r­i­al de guer­ra, así como arma de defen­sa y ataque en caso de necesi­dad. El primer fer­ro­car­ril a vapor lle­garía más tarde. Se trata­ba de la línea Tuca­cas-Minas de Aroa del fer­ro­car­ril Bolí­var, inau­gu­ra­da en 1877, para acar­rear el min­er­al de cobre de las minas has­ta el puer­to de Tuca­cas. La primera loco­mo­to­ra que llegó a la ciu­dad de Bar­quisime­to, lo hizo el 18 de enero de 1891, cuan­do fue inau­gu­ra­do el ramal des­de esta ciu­dad has­ta la estación El Hacha por el pres­i­dente de la Repúbli­ca Dr. Raimun­do Andueza Palacio.

Además de todo lo ante­ri­or­mente men­ciona­do, tam­bién se nece­sita­ba el con­cur­so de otras áreas pro­duc­ti­vas y cien­tí­fi­cas como lo era la fun­dación de escue­las, uni­ver­si­dades e insti­tu­tos de estu­dios para pro­mover la agri­cul­tura y la tec­nología con basa­men­tos cien­tí­fi­cos en las condi­ciones más ópti­mas de los ter­renos y ambi­entes para el cul­ti­vo de rubros como el añil, taba­co, café, cacao, algo­dón, lana, fibras para hilar y otros más.

Iniciativas para el progreso en Barquisimeto

Martín María Aguina­galde fue el primer gob­er­nador que quiso ocu­parse del pro­gre­so, el crec­imien­to y desar­rol­lo indus­tri­al, mate­r­i­al y social de la ciu­dad. Además de procu­rar el fomen­to de la indus­tria tex­til con la intro­duc­ción de nuevas maquinar­ias e inven­tos, atendió la condi­ción de los mae­stros y edu­cadores, buscó mod­ern­izar arcaicos sis­temas pen­i­ten­cia­r­ios y emprende la con­clusión de la Cat­e­dral de la ciu­dad y el tem­p­lo de la Con­cep­ción en 1853. El 29 de noviem­bre de 1851, había puesto el ejecútese al decre­to san­ciona­do por la diputación provin­cial de Bar­quisime­to que daba lib­er­tad a los esclavos, pro­duc­to de un decre­to del gen­er­al José Gre­go­rio Mon­a­gas, pres­i­dente de la Repúbli­ca, donde qued­a­ba abol­i­da la insti­tu­ción de la esclav­i­tud en Venezuela.

No era el gob­er­nador cualquier advenedi­zo fun­cionario que se hizo del poder en la gob­er­nación de la Provin­cia de Bar­quisime­to. Des­de 1812 se había entre­ga­do a la causa inde­pen­den­tista y sirvió bajo las órdenes de José Félix Ribas y en Carta­ge­na de Indias al ser­vi­cio de Simón Bolí­var, quien lo nom­bró teniente de drag­ones de caballería y más tarde capitán. Al regre­sar a Venezuela, fue nom­bra­do en algunos car­gos públi­cos, tales como admin­istrador de la Renta de Taba­co, juez de Primera Instan­cia, diputa­do por la provin­cia de Bar­quisime­to, pres­i­dente de la Asam­blea Munic­i­pal de Caro­ra, síndi­co munic­i­pal, jefe políti­co de Caro­ra y senador por Bar­quisime­to entre 1840 y 1844. Fue miem­bro del Par­tido Lib­er­al. En 1850 fue nom­bra­do gob­er­nador de la Provin­cia de Barquisimeto.

A Bar­quisime­to lle­garon un poco que tardía­mente los ade­lan­tos tec­nológi­cos y cien­tí­fi­cos a medi­a­dos del siglo XIX, habi­da cuen­ta del esta­do de atra­so en que se hal­la­ba la Repúbli­ca. Algunos sec­tores económi­cos de la ciu­dad prop­i­cia­ban con apremio el ingre­so al cam­po de la mod­ernidad con la intro­duc­ción de nuevas líneas de pro­duc­ción, tra­duci­das en inno­vado­ras máquinas, her­ramien­tas, inven­tos como nuevas vías para lograr may­ores rendimien­tos de las mate­rias pri­mas pro­duci­das en la región y no depen­der de la pro­duc­ción indus­tri­al extran­jera, sobre todo de los país­es más avan­za­dos y económi­ca­mente poderosos, como Esta­dos Unidos y las naciones europeas.

Creación del Instituto Industrial

La Diputación Provin­cial de Bar­quisime­to en su atribu­ción de procu­rar el fomen­to de la agri­cul­tura y el com­er­cio, emite un proyec­to de orde­nan­za el 10 de noviem­bre de 1851 cre­an­do el “Insti­tu­to Indus­tri­al”, refren­da­do por el gob­er­nador de la provin­cia Martín María Aguina­galde. Según reza en su artícu­lo 2°, “el obje­to de esta insti­tu­ción será pro­mover por cuan­tos medios sea posi­ble la intro­duc­ción a la provin­cia de toda especie de indus­trias, cul­turas y máquinas no cono­ci­das en ella” (Proyec­to de Orde­nan­za. Aproba­do el 06-11-1851 y pub­li­ca­da en la “Gac­eta de Bar­quisime­to el 25 de noviem­bre de 1851). La Diputación acordó adju­dicar la suma de 2.000 pesos para las acciones ini­ciales del decre­to legislativo.

Una vez pub­li­ca­da en la Gac­eta, el gob­er­nador remite un ofi­cio al emba­jador de Legación de Venezuela en Nue­va York, señor Lucio Puli­do, con el fin de dar ini­cio a las primeras dili­gen­cias en torno al fun­cionamien­to del Insti­tu­to Indus­tri­al y a la adquisi­ción de máquinas, per­son­al oper­ario de las mis­mas y los ani­males requeridos.

Para tales efec­tos, el artícu­lo 6° de la referi­da orde­nan­za se refiere a los informes y pre­supuestos de gas­tos para traer a la provincia:

  1. Las máquinas nece­sarias para hilar y tejer telas ordi­nar­ias de algodón.
  2. Las que sean pre­cisas para extraer, escal­dar y tejer la pita o sea cocuisa (sic).
  3. Seis cabal­los padres de raza norteam­er­i­cana de gran estatu­ra y bel­las pieles.
  4. Cien ove­jas de lanas finas cono­ci­das con el nom­bre de merinas.
  5. Diez cul­ti­vadores de taba­co de La Habana, que sien­do de bue­nas cos­tum­bres se oblig­uen a per­manecer en la provin­cia diez años ded­i­ca­dos al cul­ti­vo de estas plantas.
  6. Un obrero que con plenos conocimien­tos de ten­ería, establez­ca una ofic­i­na y se oblig­ue a enseñar hijos del país.
  7. Un cul­ti­vador que se oblig­ue a impor­tar nopales para acli­matar la ver­dadera cochinil­la en los can­tones de Occidente.
  8. Un arte­sano que establez­ca en los can­tones de Ori­ente una fábri­ca de her­ramien­tas y pre­cisa­mente de machetes de agri­cul­tura y se com­pro­meta enseñar hijos del país.

(Proyec­to de Orde­nan­za, 06-11-1851).

Asimis­mo, el 9 de febrero de 1853, la Diputación Provin­cial por medio del gob­er­nador le comu­ni­ca al Con­ce­jo Munic­i­pal de Caro­ra la solic­i­tud del envío de seis libras de dis­popo, doce cline­jas de cocuiza cru­da, dos boti­jue­las de recue­lo, una caja de holle­jos de pen­ca de cocuy, dos chin­chor­ros finos y de lujo, jun­to con la infor­ma­ción sobre la extrac­ción y proce­samien­to del cocuy y la cocuiza, así como los rendimien­tos de su cultivo.

Nuevas máquinas para hilar y tejer telas

El 13 de agos­to de 1852 el emba­jador Lucio Puli­do da respues­ta a la misi­va infor­man­do al gob­er­nador que la fir­ma A.B. Allen y Cia., uno de los mejores establec­imien­tos de maquinar­ias de Nue­va York, medi­ante catál­o­go sum­in­istra­do, man­i­fi­es­ta que exis­ten dos tipos de máquinas de hilar y tejer telas ordi­nar­ias de algo­dón, unas de tipo man­u­al al pre­cio de 30 dólares pues­tas en La Guaira o Puer­to Cabel­lo y otras movi­das a fuerza de cabal­lo a 130 dólares. Las máquinas para extraer, escal­dar y tejer la pita o cocuiza a fuerza de cabal­lo a 70 dólares. Las máquinas de desmo­tar algo­dón, man­uales, se coti­z­a­ban a 80 dólares y 130 dólares respec­ti­va­mente. En cuan­to a los cabal­los, vari­a­ba el pre­cio entre 300 y 1.000 dólares. Las ove­jas entre 5 y 20 dólares. El pre­cio del trans­porte des­de EE.UU. cor­ría de acuer­do con con­ve­nios especiales.

 En cuan­to a los obreros dis­puestos a trasladarse a Venezuela, el emba­jador Puli­do le comu­ni­ca al gob­er­nador que debería pagarse el trans­porte a razón de 30 y 40 dólares por per­sona más las her­ramien­tas, enseres nece­sar­ios y la manu­ten­ción de ellos. La difi­cul­tad que se pre­senta­ba esta­ba en con­seguir obreros exper­tos en el cul­ti­vo del taba­co y el nopal, recomen­dan­do que podían encon­trarse el Cuba y Guatemala, por ser estos país­es donde la siem­bra de estos rubros alcan­z­a­ba rendimien­tos extra­or­di­nar­ios. En cuan­to al nopal, el cón­sul expli­ca lo con­ve­niente de esta plan­ta que se cul­ti­va en Guatemala con el fin de obten­er la cochinil­la y su prove­chosa intro­duc­ción en la provincia.

Nopales. Fuente: Pixabay

Nuevos cultivos para la región: nopal y cochinilla

El emba­jador abun­da en otros detalles sobre la posi­bil­i­dad del cul­ti­vo del nopal y la cochinil­la, sien­do esta últi­ma un insec­to que se alo­ja en la plan­ta y es el que apor­ta el tinte o col­orante des­ti­na­do a diver­sos productos:

La cochinil­la es en Guatemala su más rica y prin­ci­pal pro­duc­ción y según datos que ten­go actual­mente a la vista, ella alcan­za a 1.500 balas o sur­rones de 105 libras cada uno y el pre­cio de cada libra fluc­túa entre $ 1 y 1,75 Cs.; a la vez que 50.000 nopales, que se siem­bran a solo tres pies de dis­tan­cia cosechan 100 quin­tales (…). Además de esto, en la isla de Curazao se cul­ti­va actual­mente bajo la inspec­ción del gob­ier­no de la isla y estoy infor­ma­do que hay cin­co planta­ciones en buen esta­do; sería, pues, fácil con­seguir allí un inteligente o bien enviar algu­na per­sona capaz para estu­di­ar su cul­ti­vo y hac­erse de la semi­l­la legítima.

(Car­ta que dirige el min­istro de la Legación de Venezuela Lucio Puli­do des­de Nue­va York, al señor gob­er­nador de la provin­cia de Bar­quisime­to, agos­to 13 de 1852, en Querales, Ramón, 2003)

Sin embar­go, Fed­eri­co Stelse, ciu­dadano alemán rad­i­ca­do en Bar­quisime­to, le comen­ta al gob­er­nador la posi­bil­i­dad de lograr pre­cios más bajos en Ale­ma­nia, por lo que Aguina­galde le escribe a Luis Glok­ler, Cón­sul de Venezuela en Ham­bur­go el 2 de agos­to de 1853 que las máquinas que se solic­i­tan de acuer­do con los numerales 1° y 2° del artícu­lo 6 ya cita­do, son nuevas inven­ciones que no están al alcance de sus habi­tantes para mane­jar­las con destreza y favor­ables resul­ta­dos, por lo que ofrece el envío de los informes y efec­tos anun­ci­a­dos (dis­popo, cocuiza y cogol­los de cocuy) para que los exper­tos puedan hac­er los exper­i­men­tos nece­sar­ios para hilar, tejer y luego crear y com­bi­nar las máquinas para tales propósitos.

El cón­sul en Ham­bur­go responde a las peti­ciones de Aguina­galde en tér­mi­nos entu­si­as­tas y le asev­era que él per­sonal­mente pres­en­cia­ría los exper­i­men­tos con la cocuiza y el dis­popo en una fábri­ca cer­cana a la ciu­dad de Ham­bur­go e infor­mar­le al gob­er­nador los resul­ta­dos jun­to con las telas pro­duci­das. Las per­sonas que han de servir de mae­stros en el arte de hilar y enseñar la mejor apli­cación de las máquinas, será nece­sario dar­les un pasaje libre a razón de 60 pesos sen­cil­los cada uno has­ta Puer­to Cabel­lo, pre­v­er su manu­ten­ción y procu­rar­les bes­tias de sil­la para con­ducir­los has­ta Barquisimeto.

. Le aclara que luego de recibir los mate­ri­ales des­de Venezuela, los ensayos y exper­i­men­tos con el dis­popo, la cocuiza y el cocuy, la com­bi­nación de las máquinas y la con­struc­ción de ellas tomarán de uno a dos meses, por lo que has­ta entonces se puede deter­mi­nar lo respec­to al val­or de las máquinas, suel­do, pasaje y manu­ten­ción de uno o dos mae­stros del arte de tejer e hilar la cocuiza.

Toda esta serie de acciones emprende­do­ras por parte del gob­er­nador Martín María Aguina­galde para crear las bases mod­er­nas de la mejor explotación y ben­efi­cio de las riquezas nat­u­rales de la región y del país con la creación del Insti­tu­to Indus­tri­al, no pudieron lle­gar a feliz tér­mi­no por la muerte de este a manos intere­ses económi­cos poderosos de fac­ciones políti­cas esclav­is­tas con­ser­vado­ras, adver­sas a los cam­bios políti­cos que bus­ca­ba este inno­vador y emprende­dor gobernador.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Gar­men­dia, Her­mann (1965). Bar­quisime­to has­ta el nove­cien­tos. Bar­quisime­to: Gran Motors de Bar­quisime­to S.A
Querales, Ramón (2003). El Insti­tu­to Indus­tri­al de Bar­quisime­to, 1853. Bar­quisime­to: Con­ce­jo Munic­i­pal de Irib­ar­ren. Unidad del Cro­nista Municipal

CorreodeLara

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