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Eladio del Castillo un sabio barquisimetano

Omar Garmendia
Cronista y escritor

Hubo un tiempo cuando un sabio habitaba en Barquisimeto. Era uno de esos hombres de catadura antigua, de costumbres austeras y provincianas, médico y paleontólogo, botánico y zoólogo, astrónomo, políglota y de prolongados afanes en la educación y la cultura, todo lo cual formaba parte de su filosofía personal y su don de vida


De com­plex­ión del­ga­da, ergui­do, de ojos claros y bril­lantes que deno­ta­ban con­fi­an­za y opti­mis­mo, la vida del doc­tor Ela­dio del Castil­lo, tran­scur­ría entre la penum­bra con­ven­tu­al y fres­ca de su casona colo­nial, donde años antes, en 1821, había per­noc­ta­do el lib­er­ta­dor Simón Bolí­var, enclava­da en la calle Lib­er­ta­dor, rodea­do de libros y raros obje­tos y sus activi­dades educa­ti­vas en el Cole­gio Fed­er­al de Primera Cat­e­goría y otras impor­tantes insti­tu­ciones de la ciu­dad y fuera de ella. Des­de esa casa man­tu­vo una inten­sa cor­re­spon­den­cia con diver­sas insti­tu­ciones y per­son­al­i­dades, entre ellas Camille Flam­mar­i­on, con­no­ta­do cien­tí­fi­co y escritor francés de fama por esos tiempos.

 


Ela­dio Arístides del Castil­lo Hernán­dez había naci­do en Yaritagua el 18 de febrero de 1867, 

 

 

 

 

Sus padres fueron el gen­er­al Juan Cal­ix­to del Castil­lo y Eulo­gia Hernán­dez. Des­de muy joven sus primeras letras las cursó en Yaritagua. En Gua­nare, real­izó estu­dios de gramáti­ca castel­lana y de lengua france­sa con el mae­stro Manuel Anto­nio Sotil­lo y lengua lati­na con el pres­bítero Martínez, allí obtu­vo el títu­lo de Bachiller para luego ini­ciar estu­dios de Med­i­c­i­na y Cirugía en la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela, Cara­cas, donde cul­minó sus estu­dios el 20 de diciem­bre de 1891 con el títu­lo de Doc­tor en Med­i­c­i­na el 14 de octubre de 1893.

Fue dis­cípu­lo de los doc­tores Adol­fo Ernst, Elías Rodríguez, Simón Wom­e­se­le, Marín Her­rera, Anto­nio José Vil­le­gas, Ale­jan­dro Frías Sucre, Adol­fo Fry­desh­er y Fran­cis­co Anto­nio Rísquez. Igual­mente, en Cara­cas, hizo estu­dios de astronomía con el inge­niero y astrónomo caraque­ño Dr. Luís Ugue­to Pérez. Una vez grad­u­a­do de médi­co, ejer­ció su pro­fe­sión en Yaritagua durante 7 años y luego se trasladó a Bar­quisime­to. En esta ciu­dad se dedicó fun­da­men­tal­mente a la med­i­c­i­na pre­ven­ti­va más que la curativa.

Los con­se­jos de salud 

Den­tro de su filosofía per­son­al, el doc­tor Del Castil­lo pro­fesa­ba aque­l­las cos­tum­bres y prác­ti­cas que en su larga expe­ri­en­cia como per­sona y como médi­co le dicta­ba el conocimien­to dirigi­do hacia la con­ser­vación de la vida en salud. Cada indi­vid­uo en fun­ción de sus par­tic­u­lar­i­dades y situa­ciones per­son­ales, como la edad o el esti­lo de vida, per­mite dis­fru­tar de un bien­es­tar físi­co, men­tal y social.

En entre­vista que le hiciera Modesto Izquiel en 1951, decía el doc­tor del Castil­lo que vivir es un arte y una de las raras ramas de la med­i­c­i­na. Men­ciona­ba, a su vez, difer­entes libros y obras donde están con­tenidas las fór­mu­las de vida que per­miten vivir lar­gos años salud­able­mente. Indi­ca var­ios con­se­jos salud­ables que recomien­da para vivir mucho. Y lo dice quien, para el momen­to de la entre­vista, el doc­tor del Castil­lo, fris­a­ba los 80 años de edad.

Decía el doc­tor del Castil­lo que el esquele­to humano es algo que debe preser­varse por ser el sostene­dor de órganos y mús­cu­los y con lo que se logra la longev­i­dad, por lo que morirse joven ‑dice del entre­vis­ta­do doc­tor del Castil­lo- es una demostración de imper­don­able ton­tería, pues, al con­trario de los antigu­os grie­gos, para quienes el que moría joven era el ama­do de los dios­es, resul­ta antifilosófico.

El ini­cial con­se­jo que brin­da y recomien­da el doc­tor del Castil­lo pertenece a Pitá­go­ras y es sen­cil­lo y bara­to: con­siste en tomar todos los días en las comi­das, una cuchara­di­ta de miel de abe­jas, lo cual reafir­ma lo que la dietéti­ca actu­al con­sid­era una gran fuente vita­míni­ca. Tam­bién nos recuer­da otro con­se­jo lig­a­do al ante­ri­or y con­siste en ten­er en cuen­ta y cuidar la gen­erosi­dad de esos pequeños insec­tos y su orga­ni­zación, que hoy en día están ame­naza­dos por la avasal­lante e ingra­ta civ­i­lización mecan­iza­da e industrializada. 

El segun­do con­se­jo refiere huir en lo posi­ble de los golpes morales, causa fun­da­men­tal de la muerte. Un ter­cer ene­mi­go de la longev­i­dad, nos lo dice el doc­tor del Castil­lo den­tro de sus amables con­se­jos, está el café. El café negro, que mar­chi­ta el corazón, como el amor pasion­al ‑dice- y lo ha pro­scrito de su esfera domés­ti­ca. (Izquiel, Modesto, 1951, p.p. 26–27).

Único en barquisimeto
que conocía el idioma esperanto

Ded­i­ca­do a la cien­cia, la edu­cación y la cul­tura, se espe­cial­izó en botáni­ca, zoología, min­er­alogía, astronomía, agri­men­su­ra y en dis­tin­tos idiomas como el francés, ital­iano, alemán, latín, griego y esperan­to. Este últi­mo aspec­to, el poliglo­tismo, era el refle­jo del interés en el que dis­cur­ría su vida y la de muchos per­son­ajes cul­tos y que no deja­ba de influir en el pen­samien­to de los int­elec­tuales sen­si­bles de esa época.

Su casa de res­i­den­cia en Barquisimeto

Vale la pena destacar que el doc­tor Ela­dio del Castil­lo era el úni­co en Bar­quisime­to que habla­ba, escribía y dom­ina­ba per­fec­ta­mente el idioma denom­i­na­do esperan­to, el cual aprendió en esta ciu­dad por inter­me­dio de un joven que le trasmi­tió los primeros rudi­men­tos y luego por el inter­cam­bio epis­to­lar con cono­ce­dores de esa lengua en dis­tin­tos país­es, así como la adquisi­ción de libros extran­jeros que solic­itó traer des­de Cara­cas, España y otros país­es europeos. 

Hizo con­sul­tas a dis­tin­tas per­sonas que lo apo­yaron y ayu­daron en su apren­diza­je, entre ellos Lisan­dro Alvara­do, pese a que no con­ta­ba como cono­ce­dor de ese idioma. Pro­duc­to de esas inda­ga­ciones com­pu­so una gramáti­ca del esperan­to, que per­maneció inédita.

El esperan­to es, o pre­tende ser, un idioma inter­na­cional idea­do para hac­er posi­ble la comu­ni­cación entre los hom­bres de todos los pueb­los de la tier­ra en pie de igual­dad, lo que rep­re­sen­ta en real­i­dad una utopía. Fue crea­do por el pola­co Lud­wik Lejz­er Zamen­hof en 1887 y cuya inten­ción fue crear una lengua neu­tral más ade­cua­da para la comu­ni­cación inter­na­cional, capaz de expre­sar todos los mat­ices del pen­samien­to humano (https://es.wikipedia.org/wiki/Esperanto).

No aspi­ra el esperan­to suplan­tar una cul­tura idiomáti­ca en gen­er­al, sino el de ser un instru­men­to para lle­gar a todas las cul­turas. Por el uso del alfa­beto lati­no, su gramáti­ca sen­cil­la y lóg­i­ca, por la inge­niosa man­era de obten­er un sin­número de pal­abras par­tien­do de pocas raíces, y por el carác­ter inter­na­cional de su vocab­u­lario, el esperan­to es un idioma que se hace fácil de apren­der (http://esperanto.net/info/baza_es.html).

Su labor docente 

Intere­sa­do en la docen­cia, fundó en Bar­quisime­to, en 1894, el Cole­gio “Wohn­siedler” con el doc­tor Teodoro Bar­reto. Jun­to con el Dr. Ramón Wohn­siedler, Ananías Cote, Sin­fo­ri­ano Mos­quera Suárez y Jesús María Tor­re­al­ba, fun­da tam­bién el “Cole­gio Bar­quisime­to” el 1º de enero de 1906 el cual fun­cionó has­ta 1911. En dicho cole­gio enseñó por algún tiem­po el esperanto. 

El rec­tor de ese cole­gio fue el pro­pio don Ela­dio, acom­paña­do por el doc­tor Jesús María Tor­re­al­ba como vice-rec­tor; como aux­il­iar don Ramón Wohn­siedler y entre los pro­fe­sores se con­ta­ban el doc­tor Ananías Cote y Sin­fo­ri­ano Mos­quera Suárez. La par­tic­u­lar­i­dad de esta insti­tu­ción educa­ti­va reside en el hecho de que sus pro­fe­sores, en una labor altru­ista que los hon­ra, no cobra­ban estipen­dio alguno.

Fue docente durante 20 años en el Sem­i­nar­ios San­to Tomás de Aquino des­de 1912 y luego en el Div­ina Pas­to­ra, bajo el patrocinio de mon­señor Anto­nio María Dubuc. Asimis­mo, fue docente en el Cole­gio Fed­er­al de Primera Cat­e­goría, en el Cole­gio Inmac­u­la­da Con­cep­ción y el Insti­tu­to La Salle. Fue direc­tor del Cole­gio Fed­er­al de Varones, con­ver­tido después en el Liceo Lisan­dro Alvara­do. Entre 1924 y 1927 fue Rec­tor del Cole­gio Fed­er­al de El Tocuyo, más tarde lla­ma­do Liceo Eduar­do Blan­co durante 3 años.

En El Tocuyo hace estu­dios de la nat­u­raleza jun­to con el doc­tor Lisan­dro Alvara­do, a quien conocía des­de su época de estu­di­ante de med­i­c­i­na en Cara­cas y de pale­on­tología en Bar­quisime­to con el her­mano lasal­lista Nec­tario María. En 1919, ejer­ció en Bar­quisime­to el car­go de inspec­tor de Higiene y Salu­bri­dad del Esta­do Lara.

Cole­gio Fed­er­al de Varones en Bar­quisime­to. Pub­li­cación de El Cojo Ilustrado

Pub­li­ca­ciones y reconocimientos

Pub­licó en per­iódi­cos y revis­tas diver­sos artícu­los de carác­ter cul­tur­al y poesía, tales como Yaritagua, orí­genes de su cul­tura y su civil­i­dad; En pro de la cul­tura; Ver­sos a un ami­go; Ver­sos a mi madre, entre otros.

Ded­i­ca­do a la cien­cia, la edu­cación y la cul­tura, se espe­cial­izó en botáni­ca, zoología, min­er­alogía, astronomía, agri­men­su­ra. En el plano cien­tí­fi­co se dedicó a la recolec­ción de plan­tas, min­erales y piezas pale­on­tológ­i­cas y pub­licó tra­ba­jos sobre el ter­mómetro médi­co, el gusano de seda y su util­i­dad, el cere­bro, el sueño y los sueños, el agua potable, la mon­e­da y los micro­bios, las bebidas aromáti­cas y su util­i­dad, la boca y su higiene, las manos y su aseo, la necesi­dad del sueño, los mastodontes del esta­do Lara, el semeru­co de Bar­quisime­to y las plan­tas exóti­cas. En 1918 fun­da la Bib­liote­ca Bolívar.

Fue galar­don­a­do por la Sociedad Astronómi­ca de Fran­cia por el estu­dio del eclipse total de sol de 1916. En el ámbito nacional fue recono­ci­do por la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria, la Fed­eración Médi­ca Vene­zolana, el Epis­co­pa­do Nacional, el Cole­gio Médi­co del esta­do Lara y el Con­ce­jo Munic­i­pal el cual lo nom­bra Hijo Ben­eméri­to del Dis­tri­to Irib­ar­ren del Esta­do Lara.

Luego de más de 45 años ded­i­ca­do fruc­tífera­mente a la docen­cia, la cul­tura y la cien­cia, este sabio silen­cioso y lleno de vida se jubi­la en 1939, dedicán­dose en el tiem­po de la paz del retiro a sus escritos e inves­ti­ga­ciones. 21 años después muere en Bar­quisime­to el 20 de febrero de 1960 a los 93 años.


DOCUMENTOS CONSULTADOS
Esperanto [Documento en línea] Disponible: https://es.wikipedia.org/wiki/Esperanto (Consulta: 28-11-2020).
Esperanto.Net.Multlingva Inform-Centro pri Esperanto [Documento en línea] Disponible:

http://esperanto.net/info/baza_es.html (Consulta: 28-11-2020).

Izquiel, Modesto (1951). Contribución biográfica para la historia de la cultura larense. Esquemas biográficos. Caracas: Ävila Gráfica.
Montilla, Belky [Documento en línea] Disponible:

https://www.facebook.com/groups/yaritaguaysupatrimoniocultural/permalink/3078049352211117 (Consulta: 22-11-2020)

Páez, Lisbella, 18-07-2020 [Documento en línea] Disponible:

http://yaracultura.blogspot.com/2010/07/eladio-del-castillo-hombre-de-ciencia.html (Consulta: 22-11-2020)

U.E.N. Eladio del Castillo [Documento en línea] Disponible:  

https://eladiodelcastillo.es.tl/Dr-.--Eladio-del-Castillo.htm
CorreodeLara

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  • Tambien fue el primer director de la Biblioteca Bolivar hoy biblioteca Pública Pío Tamayo

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