Con la muerte temprana de su padre, Agustín José Gómez Rojas, comenzó a trabajar aun muy pequeño, aprendiendo el negocio de la botiquería en Carora, en donde había nacido el 28 de mayo de 1922.
Llegó a Cabudare a los 17 años, trabajando en varias farmacias de Barquisimeto, observando en hospitales, asistiendo a clases y consultando manuales y textos médicos.
Esther María Gómez Álvarez, su hija, quien siguió sus pasos y se graduó de médico, relata orgullosa que varios de estos libros consultados por el doctor Gómez, datan de la época colonial y otro montón estaban actualizados.
Construyó una entrañable amistad con don Felipe Ponte, el enfermero de Cabudare, y juntos ejercieron la medicina y la botiquería. Con Blanca Isabel Álvarez, también natural de Carora, se desposó en 1949, unión de la cual nacieron diez hijos.
El doctor Gómez fue sin duda un químico farmacéutico con habilidades integrales en salud, fabricación de medicamentos, quien además desarrolló brebajes con utilización de medicamentos con fines terapéuticos fitoterapeuticos, alopáticos, homeopáticos, cosméticos, suplementos dietarios, vacunas entre otros. Fabricaba el famoso jarabe Yagrumo para la Tos ferina con medicamentos patentados.
La botica abría al público hasta las 11 de la noche y los cabudareños vieron al doctor Gómez, atendiéndola hasta el último día de su fase terrenal, ocurrida el 19 de marzo de 1996.
A juicio de Carlos Guédez, vecino de Cabudare, la primera farmacia o expendio de medicinas de Cabudare, estuvo ubicado en la calle del Comercio, hoy Juan de Dios Ponte, propiedad de Félix Martínez.
Luego surgió el Expendio de Medicinas El Nazareno, regentado por Sixto Graterol Ordoñez entre los años 30 y 40, ubicado frente a la plaza Bolívar, en el mismo local
donde con el transcurrir de los años, se instalará la Botica Coromoto.
El inmueble era propiedad de Augusto Casamayor, solvente comerciante del Cabudare rural. El boticario Graterol había arrendado la casona y el local, “pero más tarde se fue de Cabudare y esto se quedó sin venta de medicinas”, afirma Carlos Guédez rememorando sus años mozos.
Al tiempo, el doctor Agustín Gómez compró la propiedad y abrió la Botica Coromoto. Sostiene Guédez, que la casona era propiedad de José de los Santos Guédez, su padre, quien la compró a crédito a Casamayor por 800 bolívares, después, cuando Guédez fijó residencia en Sarare, traspasó a Casamayor por el mismo precio.
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Buena crónica.