Del Viejo Barquisimeto, encontramos que probablemente haya sido Richardi, el personaje que en la humildad logró popularidad en mayor medida. La gente lo recuerda con ahínco relacionándolo con el alcoholismo, pero –más allá de esto- fue un hombre trabajador.
Ciertamente jamás vio con indiferencia una botella de cocuy mal colocada en una mesa o en una vidriera; no. Sencillamente la bebía con fruición. Ah, pero con asiduidad acudía a las pocas barberías que en los ’40 y ’50 existían en la ciudad, y entonces acordaba con el fígaro el servicio de limpieza de poncheras, escupideras, bacinillas y demás recipientes de peltre. Servicio análogo desarrollaba Richardi, en casas de familia.
Comentaban por ahí que se esmeraba en el trabajo hasta el punto de dejar esos objetos, absolutamente impecables. Si después de asearlos “sobrevivía algún lunar”, éste no tendría que ser achacado a fallas en su labor, sino a las perennes e inevitables “desconchaduras” que el uso cotidiano de estos “peroles” de peltre, generaba.
Cuando en el año 1959 (aproximadamente) fallece “Richardi”, la tristeza resultó generalizada en Barquisimeto. “Llovieron” las colaboraciones para que sus restos fueran velados dignamente. El Cuartel de Bomberos (Av. Carabobo), fue el sitio escogido. Richardi es recordado como un personaje popular, alegre, trabajador, simpático… ¡y muy barquisimetano!