El 4 de mayo de 1812 el cabildo porteño presidido por José Domingo Gonell, recibió como Comandante Político y Militar, al coronel Simón Bolívar, nombrado por órdenes de Francisco de Miranda. Esa designación, ocasionó malestar en algunos miembros notables de la ciudad. Ya de por sí, había ciertas discrepancias internas por el manejo de los asuntos políticos.
Acerca de esta situación, (Carraciolo Parra 1936, 440) destaca lo siguiente: en el mes de abril Manuel Moreno de Mendoza había renunciado a la comandancia de la fortaleza, y Francisco Paúl recomendó a Miranda el nombramiento de Nicolás Ascanio; cargo que desempeñaría a cabalidad. Pero, suponemos, esa sugerencia no la atendió Miranda, porque cuando designó a Bolívar; quien estaba a cargo era el coronel Manuel Ayala, probablemente de manera interina. A esa situación se sumó un altercado entre Simón Bolívar y el comandante de artillería Domingo Taborda, que le causó la prisión a este último.
Para ese entonces, Domingo de Monteverde había invadido a Coro con el propósito de tomar Valencia. Puerto Cabello, quedó prácticamente aislada. En junio, era insostenible la plaza, por falta de insumos. El 27 Simón Bolívar trató asunto con el comercio. Dos días después, convocó a los vecinos a un cabildo extraordinario. El acta de esa reunión, estuvo guardada en los Archivos de la Municipalidad; según parece hasta el tiempo del Centenario del Nacimiento de Simón Bolívar; editada por Daniel Antonio Chambón (1883).
Sin embargo, el acta en mención, no fue firmada por los asistentes, pues aparentemente los amotinados iniciaron sus hostilidades ese día, afectando el término de la misma. Este caso puede verificarse en el oficio escrito por Simón Bolívar a Francisco de Miranda, “Ahora que son las tres de la mañana os repito cómo un oficial indigno de serlo con la guarnición y los presos se han sublevado en el castillo de San Felipe, y han roto un fuego desde la una de la tarde sobre esta plaza”. Es decir, del día 29, porque está fechada el 30 de junio de 1.812.
En cuanto a la reunión con la municipalidad, José Nucete Sardi (1971; 267) comenta “El coronel Simón Bolívar, anda por la ciudad; se intenta hacerlo preso en el cabildo y si es necesario matarlo, pero el sagaz coronel no asistió a la sesión. Fracasa el proyecto de tomar la plaza sin disparar un tiro y el fuerte se pronuncia por el rey”. El autor no cita la fuente de ese supuesto plan para asesinar a Bolívar, consideramos se apoyó en las actas extraviadas.
Los Confabulados
Ramón Díaz Sánchez en su obra “Guzmán Elipse de una Ambición de Poder” (1975; 529) se refiere a los seis días de defensa de Puerto Cabello, “el coronel Simón Bolívar lucha desesperadamente por reconquistar la plaza. Sombras y sangre llenan la cuna de la patria recién nacida”
Según, Simón Bolívar tuvo noticias de lo que ocurría en el castillo de San Felipe el 30 de junio, por información del teniente coronel Miguel Carabaño. Explica que, antes de comenzar el ataque, se había presentado en su casa el comandante del castillo coronel Ramón Aymerich, a quien interrogó respecto a lo que sucedía, pero éste respondió ignorar.
Bolívar, en su comunicado defiende al coronel Aymerich, por considerarle “de honor e inteligencia, tan prolijo en el cumplimiento de sus deberes”. Pero, acusa de cooperar con el enemigo a Francisco Fernández Vinony destacado allí, subteniente del batallón de milicias de Aragua. Expresando, “éste oficial, indigno de serlo, es un hombre de una conducta detestable, sin honor y sin talento. Yo ignoraba todo esto”
Guzmán a título de sargento, estaba preso en el castillo desde julio de 1810 por conspirar contra la Junta Suprema. El 29 solicitó la rendición a Bolívar firmando como gobernador y comandante en jefe del castillo San Felipe de Puerto Cabello, aludiendo “no pertenece hoy, ni pertenecerá jamás, sino a su legítimo soberano el señor Don Fernando VII”.
Además, de Vinony y Guzmán, participaron en el motín Francisco Azmendi, José García Peña, Jacinto Iztueta, Sánchez Inchauspe, Juan Antonio Baquero, Alarcón, Clemente Britapaja. Apoyaron desde el exterior Rafael Hermoso, y el teniente coronel Faustino Garcés y Juan José Camejo.
Gual, explica que Miranda al abrir campaña lo primero que pensó fue en asegurar la plaza de Puerto Cabello, previendo a su comandante que no mantuviese a tantos prisioneros de Estado juntos en la fortaleza. Esa recomendación no fue tomada en cuenta, más bien consiguió el apoyo de los personajes que estaban descontentos con el mando de Bolívar.
Comenta, Indalecio Liévano Aguirre (1988; 117–118) “en el castillo de San Felipe permanecían encarcelados numerosos prisioneros españoles, detenidos durante la insurrección de Valencia, quienes, a pesar de los esfuerzos de sus guardianes, tenían activa comunicación con el exterior, porque las gentes de los alrededores de la plaza eran decididas partidarias la causa realista. Este ambiente de hostilidad hacia los republicanos, advertido fácilmente desde los primeros momentos por el nuevo comandante, le indujo a asumir una actitud de radical severidad con sus habitantes, que no tardo en aumentar las notorias simpatías de estas por los españoles y en ganarle a Bolívar el calificativo de tirano”.
En el informe de Bolívar del 12 de julio, aparece una aseveración, tal vez, desatendida en el contexto histórico de la época, en relación a la división de casta imperante. Menciona al coronel Faustino Garcés, jefe de la Vigía, de origen pardo, a quien mando a relevar por el capitán Montilla. Pero, después de conversar con este, lo considero inocente, y más que todo, “por su popularidad y gran crédito entre la clase de pardos, lo hacían temible si se le hacía el ultraje de quitarle el mando y desconfiar de él como sospechoso; y en este caso no me quedaba recurso alguno para sostener la plaza, pues los únicos que la defendían eran pardos”.
Precisamente, Francisco Vinony, exigió a Simón Bolívar el 30 de junio, algunas condiciones, una de ellas “el cargo provisional de la Plaza para Faustino Garcés”. Este personaje después de aquel suceso, servició a los realistas. En 1823, apunta Miguel Elías Dao, frente a la Iglesia del Rosario, caerá el cuerpo de un personaje con el mismo apellido Garces
La actuación de Rafael Hermoso, es la más polémica, de no haber sido a título personal en contra de Bolívar. Importante hijo de Puerto Cabello, se había involucrado desde muy temprano en las actividades políticas. En 1783, participó en las gestiones para obtener una diputación autónoma de Valencia. En las reformas de 1810–1811 también contó con su actuación.
Según, el informe dirigido a Miranda, Hermoso era oficial de contaduría, pero había desertado de la plaza la noche anterior, entregando información al enemigo. Además, de haber seducido al capitán Juan José Camejo que se hallaba a la cabeza de 120 hombres en el destacamento del puente del Muerto, se pasó con toda su tropa y oficiales, este día, a Valencia.
Destaca, José Nucete Sardi (1935) que “Rafael Hermoso había hecho guardias en clase de paisano en el castillo, siendo el cabecilla de la conspiración contra Bolívar en la Plaza; al fracasar el intento de apresarlo en el Cabildo, y posteriormente asesinarlo, prosiguió con el motín previsto antes, en mutuo acuerdo con la custodia de turno de ese día, Francisco Fernández Vinony”.
Se encuentra irrisoria la participación de Hermoso, pues como funcionario de la Real Hacienda de Puerto Cabello, había contribuido “a favor de la justa causa del gobierno de Venezuela y su feliz permanencia, por el tiempo necesario a mantener una fuerza armada para oponer a los insultos y ataque de sus contrarios, en especial de las Provincias del Departamento Guayana, Coro, y Maracaibo”, tal como aparece en la Gaceta de Caracas 5 de marzo 1811.
Don Juan Jacinto Yztueta, simpatizó con las reformas del 19 de abril. En la Gaceta de Caracas 26 de marzo de 1811 aparece en la “Lista de los Comerciantes, Mercaderes y Bodegueros”, registrados voluntariamente en el Tribunal Consular a donar a favor del Estado para los gastos de la guerra con los rebeldes corianos. Pero, el 11 de julio una facción de Valencia se reveló en contra de la independencia absoluta. Aparentemente, el rumor de la abolición del catolicismo como religión, le hizo cambiar de parecer.
A Yztueta lo absolvió el Congreso de culpa, se revindicó en 1823 ayudando a Páez en los planes de la toma de Puerto Cabello. Tres años más tarde es electo miembro del Cabildo porteño. Clemente Britapaja, Juan Antonio Baquero y Juan Camejo eran los únicos extraños a la ciudad, y no se tienen mayores noticias de su participación en aquellos días.
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Guzmán era SARGENTO MAYOR, no sargento...ese grado venía después del grado de capitán, equivale a lo que hoy llamamos Mayor.
Por ignorancia, denostamos de Guzmán llamando lo sargento, cuando en verdad ers un oficial con grado superior.