Luis Rodríguez Moreno, en cada rincón
Violeta Villar
Periodista y escritora

La muerte del otro, del ser querido, de quien se nos adelanta, activa una especie de máquina del tiempo. De recuerdos que nos vinculan con quien ya no está. Para quienes somos creyentes, es el comienzo de una mejor vida así nos duela la soledad que deja el ausente.
Así, se nos ha ido Luis Rodríguez Moreno, el periodista quien, con solo escribir sus iniciales, ya era una autoridad: L.R.M., el veterano, el hombre de las mil historias, el jefe de siempre del diario EL IMPULSO de Barquisimeto, uno de los personajes más queridos de la ciudad.
Un nombre y una historia en la historia del periodismo larense y de Venezuela.Cada periodista que hizo de EL IMPULSO una familia tenía una anécdota con L.R.M. En mi caso, siempre agradeceré que me dio la oportunidad de formar parte de esta casa periodística de la cual nadie se va. Mi pasantía como comunicadora social de la Universidad de los Andes fue la entrada al antiguo edificio azul, de la calle 23.

El querido fotógrafo Ignacio Rebolledo, quien también se nos fue, me llevó a estrechar la mano de L.R.M. y dar inicio a una vida periodística en el centenario. En una oficina, L.R.M., en la vecina, José Ángel Ocanto, otras iniciales de sólido prestigio periodístico: JAO. Ambos, desde sus espacios, dirigían como orquesta perfecta la redacción del diario EL IMPULSO.
Luis Rodríguez Moreno vivió la época de la cuartilla, de la máquina de escribir. Del ordenador y de la modernidad. Conocía “a todo el mundo” y todo el mundo lo conocía a él. Era querido porque se ganó el aprecio a fuerza de escritura, de trayectoria, de largas conversaciones.

Por sus gestos amables y alegrías.Se nos fue el jefe, el amigo, el padre, el abuelo… se ha ido un hombre a quien le debemos esa palabra que así dicha parece poco y es un mundo: oportunidad.
La oportunidad de ser periodistas en el diario EL IMPULSO que era y es lujo y honor.Gracias L.R.M. por las oportunidades, por creer y confiar, por prestarnos a tu familia que también fue y es nuestra. Gracias por los chistes, por los regaños y las felicitaciones. Gracias por estar incluso en la lejanía y ser oportuno en tus llamadas y consejos.
Ahora, seguro, andarás con el Gordo Peña en nuevas aventuras en el lugar de las almas buenas. Tu legado nunca será ausencia. Cada rincón tiene tu nombre. Y no solo en día miércoles.