O´Leary, el cuarto evangelista

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
@lombardiboscan

Los “evangelistas” o historiadores de Simón Bolívar son: Ramón Azpúrua, natural de San Carlos, el sacerdote y general de división José Félix Blanco, el caraqueño Felipe Larrazabal y el cuarto y más importante Daniel Florencio O´Leary, edecán y biógrafo del Libertador, información ésta aportada gentilmente por Carlos Coello (@ccoello)


Las “Memo­rias” de O´Leary son favor­ables a Bolí­var, su ami­go per­son­al. Tan­to afec­to le tuvo O ´Leary a Bolí­var que a un hijo suyo le puso el nom­bre de Simón Bolí­var O’Leary, casi nada. Arribó como legionario has­ta Guayana en 1818. Acom­pañó a Bolí­var en las cam­pañas de los llanos tratan­do de con­vencer a Páez para que se uniera a la “bue­na causa”. Tra­mon­tó la Cordillera And­i­na y tuvo una actuación como sol­da­do en Pan­tano de Var­gas que con­duciría a la deci­si­va Batal­la de Boy­acá en 1819, la batal­la esen­cial de toda la Inde­pen­den­cia con­ti­nen­tal, y no Ayacu­cho en 1824 como se ha creído. 

Daniel Flo­ren­cio O´Leary

Bolí­var le tuvo apre­cio y le nom­bró edecán en 1819 den­tro de su Esta­do May­or, que no es poca cosa porque se trata­ba en un tiem­po de guer­ra, del ver­dadero gob­ier­no de ese entonces. Su colab­o­ración con Bolí­var se estrechó aún más. En 1820 for­mó parte de las nego­cia­ciones con Pablo Moril­lo para acor­dar el Armisti­cio y un Trata­do de Reg­u­lar­ización de la Guer­ra que en sí rep­re­sen­tó una especie de ren­di­ción dis­im­u­la­da por parte de los real­is­tas en la Cos­ta Firme. La revuelta lib­er­al en la Metrópoli trastocó por com­ple­to la demen­cial y absur­da políti­ca mil­i­tar repre­si­va adop­ta­da por el gabi­nete de Fer­nan­do VII ini­ci­a­da a par­tir del año 1814 con la lle­ga­da del Ejérci­to Expe­di­cionario de Pablo Moril­lo con sus 12.000 veteranos.

Al irse Moril­lo de vuelta a España era inevitable el fin de la Monar­quía españo­la en Améri­ca. O´Leary a par­tir de ese momen­to se con­vierte en tes­ti­go de excep­ción de las lla­madas Cam­paña del Sur (1822–1826). Ya no sólo es un aten­to cro­nista sino un guer­rero con­suma­do. Nada mal para un extran­jero cuyas habil­i­dades no sólo fueron mil­itares sino has­ta sociales porque de man­era muy opor­tu­na logró un casamien­to con la her­mana de Car­los Sou­blette, otro con­no­ta­do miem­bro del Par­tido Boli­var­i­ano de ese entonces y más luego Pres­i­dente de Venezuela entre los años 1843–1847.

La leal­tad de Flo­ren­cio O´Leary para con Bolí­var fue abso­lu­ta. Quizás esto haya sido la razón prin­ci­pal de que sus “Memo­rias” evi­den­te­mente apologéti­cas con la causa de la Inde­pen­den­cia y remar­can­do la grandeza históri­ca de Bolí­var sean el pun­to de par­ti­da del cul­to boli­var­i­ano en Venezuela. Aunque hay que ten­er cuida­do en esto. Si bien O´Leary mil­itó en el Par­tido Bolí­var jun­to a Sucre, Urdane­ta y demás leales a su per­sona y causa. Cuan­do decidió recopi­lar sus pape­les y doc­u­men­tos en Jamaica en 1840 lo hace des­de la amar­gu­ra del des­en­can­ta­do. Sólo le ani­ma los hon­ores de la pos­teri­dad jun­to al encum­bramien­to del Lib­er­ta­dor denostado.

Sabe bien que el proyec­to de la Gran Colom­bia (1819–1830), la joya de la Coro­na boli­var­i­ana, había fra­casa­do. Y que Páez y San­tander, ambos en el pasa­do ali­a­dos, habían reac­ciona­do fer­oz­mente para cor­tar la cabeza de Simón Bolí­var y lo habían con­segui­do. Manueli­ta Sáenz que sabía muy bien de estas con­spir­a­ciones, buscó refu­gio en Jamaica y más luego en Ecuador su patria de nacimien­to pero tam­poco le per­mi­tieron residir ahí. En 1835 se instaló defin­i­ti­va­mente en el puer­to de Pai­ta, al norte del Perú. 

Cuan­do el famoso rev­olu­cionario Giuseppe Garibal­di le fue a vis­i­tar le llamó la aten­ción que a los per­ros que yacían al lado de Manueli­ta ésta los llam­a­ba: Páez a uno y San­tander al otro. El aven­turero ital­iano intri­ga­do le pre­gun­tó por los motivos de nom­brar de esa man­era a los dos canes, y Manueli­ta le respondió que así podía patear­los todo el tiem­po. Ver­dad o men­ti­ra es una anéc­do­ta que expre­sa muy bien el recon­comio entre los tri­un­fadores de la guer­ra con­tra los realistas.

Si bien es ver­dad que el mis­mo Simón Bolí­var fue el pro­pio pub­licista de sus acciones históri­c­as, y que su vanidad era muy grande, y que su más grande ambi­ción en vida siem­pre fue pós­tu­ma, es decir, que le recor­daron como uno de los más grandes hom­bres de la His­to­ria Uni­ver­sal. Nun­ca man­i­festó abier­ta­mente ser par­tidario de orga­ni­zar un cul­to que exal­tara sus grandes haz­a­ñas y realizaciones.

Será Páez, y esto es una parado­ja, quién ini­ció el cul­to a Bolí­var en Venezuela como políti­ca de Esta­do. Había que suplan­tar el “opro­bioso” pasa­do colo­nial y sólo la leyen­da de Bolí­var podía hac­er­lo con una efec­tivi­dad demole­do­ra. Aunque Páez nun­ca pen­só en O´Leary tenien­do éste, supues­ta­mente, la may­or can­ti­dad de pape­les y doc­u­men­tos de la vida públi­ca y pri­va­da de Simón Bolí­var. Pre­fir­ió acud­ir a Rafael María Bar­alt y Agustín Codazzi para que elab­o­raran los lin­deros históri­cos y geográ­fi­cos de la nue­va Venezuela.

El cul­to boli­var­i­ano se repo­ten­cia­rá de una man­era más agre­si­va en los peri­o­dos en que mandó como déspota ilustra­do Anto­nio Guzmán Blan­co. Quién con los dineros de las arcas del Esta­do vene­zolano com­pró a los famil­iares de O´Leary todo su archi­vo el cual man­da a pub­licar para exal­tar aún más la memo­ria épi­ca del Lib­er­ta­dor a par­tir del año 1879. Este encar­go no es gra­tu­ito: el mito Bolí­var ini­ci­a­do en el año 1842 había resul­ta­do exi­toso y efec­ti­vo para los gob­er­nantes de Venezuela, todos caudil­los y caciques comar­cales, que con­vertían sus fra­ca­sos en el pre­sente en éxi­tos ruti­lantes al trasladar­los a un pasa­do de glo­ria iden­ti­ficán­dose con Simón Bolí­var. Obvi­a­mente todo esto reforza­do con las plazas Bolí­var dis­em­i­nadas en todo el país, los des­files y el cam­bio de la topon­imia his­páni­ca por la bolivariana.

Sólo que Guzmán Blan­co sac­ri­ficó la ver­dad históri­ca que apare­cen en muchos de los doc­u­men­tos del archi­vo de O´Leary a la con­ve­nien­cia políti­ca, la suya, obvi­a­mente. Vamos a referir lo que dijo el his­to­ri­ador González Guinán, min­istro de Guzmán Blan­co, sobre éste asun­to:   “Cuan­do Simón B. O´Leary, hijo del Gen­er­al y encar­ga­do de la edi­ción, com­pare­ció ante Guzmán Blan­co, éste, a voz en cuel­lo, como tenía por cos­tum­bre, le dijo: “La ropa sucia se lava en casa; y jamás con­sen­tiré que en una pub­li­cación que se hace por cuen­ta de Venezuela, se amengüe al Lib­er­ta­dor”. La pur­ga de car­tas y doc­u­men­tos fue masi­va. Todo aque­l­lo que pudiera dañar el buen nom­bre de Simón Bolí­var fue bor­ra­do de la faz de la tier­ra. Y el tes­ti­mo­nio de O´Leary, a través de sus muy valiosos pape­les, qued­a­ba amputa­do irre­me­di­a­ble­mente per­di­en­do lo más trascen­dente de una huel­la históri­ca: su veracidad.

No me he aden­tra­do en los 36 tomos de ésta mon­stru­osa pub­li­cación, un buen ami­go: Luis Pacheco, de man­era desin­tere­sa­da, me los está hacien­do lle­gar por vía dig­i­tal y empiezo a hur­gar en ellos. Debo hac­er­lo a pesar de sus muti­la­ciones porque aún quedan cosas muy valiosas para com­pren­der al hom­bre y la época. Eso sí, adver­tidos, de que al ser una “obra de Esta­do”, es ya de por sí, un tes­ti­mo­nio de la his­to­ria oficial. 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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  • Buenas tardes amigo. Muy excelente todo estos comentarios anecdóticos. Me llamo Edgar Oviedo y vivo en Maracaibo. Quisiera iniciar un intercambio de comentarios sobre varios tópicos históricos de las que no se habla en la historia oficial. Cualquier forma de comunicación puede ser por éste correo electrónico. Cuando lea este mensaje, por favor me responde por esta misma vía. Gracias. Estamos en contacto

  • Por favor, cuando me dirija un mensaje, me da su nombre y si tiene un número celular para poder comunicarnos más rápidamente. Muchas gracias

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