Y es que aquella tarde después de la batalla, mientras una parte del Ejército Republicano continuaba tras lo que quedaba del Batallón Valencey y en el campo se saqueaban las carpas de víveres y bebidas abandonadas por los realistas, en puntos distantes al sector donde se decide la confrontación yacían los caídos al inicio, los héroes del Bravos de Apure y el Cazadores Británicos que en un principio fueron sorprendidos por una lluvia de balas realistas, unos a la espera de ser atendidos y otros cuyo destino era ser enterrados o quemados, entre quienes estaba Pedro Camejo.
A partir de ese momento se configura una serie de eslabones que han rodeado el destino de sus restos y que obedecen a la forma como se manejaron las acciones posteriores a la batalla, tan deficiente que el propio Simón Bolívar cuatro días después, a través de Briceño Méndez, le expresó a Santiago Mariño su “dolor y sorpresa” tras enterarse de que aún no se habían enviado partidas a recoger a los dispersos, las armas y demás elementos de guerra abandonados en el campo y sus bosques inmediatos.
Inclusive en 1846, veinte años antes de que su nombre comenzara a ser conocido gracias a la Autobiografía de José Antonio Páez, Juana Andrea Solórzano, su viuda, tuvo que respaldar ante el Estado venezolano una solicitud de pensión con la firma del propio centauro llanero y dos testigos que dieran fe de que Camejo efectivamente había participado en la Guerra de Independencia como teniente de caballería, falleciendo en Carabobo.
Todo este vacío hizo posible lo que en Tocuyito se ha tenido como cierto sin que la historia lo haya refutado en 200 años, reivindicando la tradición oral de que los restos del teniente de caballería Pedro Camejo se fundieron con nuestra tierra y que a finales del siglo XIX habría sido observada una señal de su presencia en el piso de la iglesia San Pablo Ermitaño.
Hoy, del celebérrimo Negro Primero en el Panteón Nacional solo hay tierra de su probable lugar de nacimiento junto a la arena del punto aproximado donde cayó, sin la machetilla que fue exhibida en algunas localidades.
Pero tanto la huella de aquel hombre que al caer en los primeros tiros de la batalla no llegó a tener plenamente la gloria de batirse con el enemigo, como sus restos, según la tradición y según la historia, parecieran estar destinados a quedar por siempre sembrados aquí, en Campo de Carabobo o en Tocuyito. Nadie sabe, en realidad.
Yolanda Aris Cronista Oficial del Municipio Palavecino arisyoli1@yahoo.es l pueblo de Santa Rosa está históricamente…
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Felicitaciones, siempre la historia y acontecimientos de la guerra patria por la independencia, es en si, muy emotiva y fascinante, la emoción de leer, sobre estos hechos, me hace sentir, más patriota. Siga publicando, tenemos que saber de dónde venimos y hacia donde vamos .