Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

Amemos la patria del otro como la nuestra
Chiara Lubich

Hay historias incómodas que permanecen ocultas. Son como los secretos de familia que en las películas y las obras de teatro de los griegos antiguos sólo salen a relucir. Es el caso de Maracaibo. Con su pasado colombiano y su apego a la Monarquía hispánica. Ambos hechos han sido borrados por la Historia o forman parte de una historia del disimulo o la vergüenza


Mara­cai­bo, la provin­cia de Mara­cai­bo, que era un ter­ri­to­rio muy exten­so equidis­tante del ori­ente colom­biano y el cen­tro-occi­dente vene­zolano. Fue en real­i­dad un país aparte con todas las de la ley. Su relación admin­is­tra­ti­va o nacimien­to jurídi­co fue primero con la Real Audi­en­cia de San­to Domin­go des­de los mis­mos ini­cios de la col­o­nización his­páni­ca en el Mar Caribe en los albores del siglo XVI. 

El nom­bre de Venezuela nació en el Lago de Mara­cai­bo y fueron los Wel­sares, una famil­ia de ban­queros ale­manes, los fun­dadores de la ciu­dad de Mara­cai­bo en el año 1529. Mara­cai­bo y su puer­to establecieron una dinámi­ca red de inter­cam­bios, humanos y com­er­ciales, a través de sus numerosos ríos con todas las zonas aledañas en el tran­scur­rir de los tres sig­los his­páni­cos. Hacien­do del Depar­ta­men­to de San­tander, la Penín­su­la de la Gua­ji­ra, la Ser­ranía de Valledu­par, los tres Esta­dos andi­nos (Tru­jil­lo, Méri­da y Táchi­ra) jun­to a los llanos bari­ne­ses occi­den­tales la con­for­ma­ción de un país con fisonomía propia.

Entre 1670 y 1770 Bogotá a través de sus gob­er­nantes colo­niales ejercieron dominio admin­is­tra­ti­vo sobre Mara­cai­bo aunque era Mara­cai­bo la cap­i­tal y cabeza de su pro­pio hin­ter­land. Mara­cai­bo fue primero parte de Colom­bia que parte de Venezuela (Cara­cas). El año 1777 acabó nues­tra his­to­ria colom­biana, aunque seamos jus­tos, en ese entonces Colom­bia era la Nue­va Grana­da. La medi­da cen­tral­izado­ra de los bor­bones no gustó a Maracaibo.

Y esto es la raíz de fon­do de la rival­i­dad históri­ca entre Mara­cai­bo y Cara­cas que en la Inde­pen­den­cia (1810–1823) se zan­jó a favor de Cara­cas has­ta el día de hoy. En la Inde­pen­den­cia Mara­cai­bo “no sigu­ió el ejem­p­lo que Cara­cas dio” y al perder la guer­ra hubo cas­ti­go y sus anales fueron bor­ra­dos por el nue­vo cen­tro hegemóni­co estable­ci­do en Cara­cas como cap­i­tal. El escu­do de la ciu­dad de Mara­cai­bo nos delata. 

En su cin­til­lo está la huel­la de nue­stro apego al real­is­mo y Monar­quía his­páni­ca en con­tra de los par­tidar­ios de la Repúbli­ca. Fuimos pro-monárquicos porqué Cara­cas acogió la idea de Inde­pen­den­cia. De haber sido lo con­trario, Mara­cai­bo hubiera sido par­tidaria de la Inde­pen­den­cia. No había un prob­le­ma político/ideológico en esto sino de intere­ses de clase, de las clases diri­gentes que son las que dic­tan el movimien­to de la Historia.

Muy pos­te­ri­or­mente, cuan­do Cara­cas nos sacó de la Ban­dera Nacional (Mara­cai­bo no tiene estrel­la), y se estable­ció que Bolí­var, un caraque­ño, rep­re­senta­ba toda la sim­bología de la nue­va Patria, Mara­cai­bo pasó a una vida un tan­to men­gua­da, a la de un actor de repar­to. Lo más increíble de todo esto es que los mis­mos his­to­ri­adores y elites zulianas han preferi­do un rela­to ambiguo y encubri­dor de estos hechos porque de referir la ver­dad de lo suce­di­do for­marían parte de un expe­di­ente crim­i­nal, de una cul­pa sin perdón.

Lo colom­biano estu­vo estigma­ti­za­do por un cul­to nacional­ista que los liti­gios fron­ter­i­zos adver­sos para Venezuela ter­mi­naron por san­cionar jun­to a una idea de pre­des­ti­nación supe­ri­or de parte de los vene­zolanos por la pere­g­ri­na idea de que el “El Lib­er­ta­dor” común nació en Venezuela y no en Colom­bia. Adi­cional­mente, la riqueza petrol­era en Venezuela, a lo largo del siglo XX pasa­do atra­jo una inmen­sa inmi­gración colom­biana sobre el Occi­dente vene­zolano, sobre todo, al Esta­do Zulia donde ocur­rió el nacimien­to de la indus­tria petrolera. 

El Almi­rante José Pru­den­cio Padil­la, quién fue el artí­fice de la vic­to­ria en la Batal­la Naval del Lago de Mara­cai­bo el 24 de julio de 1823, fue un gua­jiro y de paso negro. Nació en Río Hacha en el corazón de la Penín­su­la de la Gua­ji­ra. Héroe que no gustó mucho a Bolí­var y que mandó a fusilar en el año 1828.

 Nues­tra Vir­gen, la Vir­gen de Chiquin­quirá es ori­un­da de Colom­bia. Y de paso, un dato que la may­oría igno­ra: es la san­ta patrona de Colom­bia. El Zulia y Colom­bia com­parte entre sus más grandes afec­tos a una mis­ma vir­gen. Nue­stros gua­jiros no tienen patria, para ellos la patria es toda la Penín­su­la de la Gua­ji­ra y éste ter­ri­to­rio divi­di­do arti­fi­cial­mente por las fron­teras es com­par­tido tan­to por Colom­bia como Venezuela. En con­clusión: hay una parte de nues­tra his­to­ria que debe­mos recuperar.

No deberíamos seguir hacién­donos eco del chan­ta­je nacional­ista y patrióti­co elab­o­ra­do des­de Cara­cas luego de 1830. Tam­poco ati­zar la ban­dera del sep­a­ratismo. En cam­bio sí exi­gir el respeto a una relación fed­er­al­ista por enci­ma de la cen­tral­ista. E inten­tar recu­per­ar una memo­ria rota y frag­men­ta­da que nos haría enten­der mejor porqué el Occi­dente vene­zolano tuvo y mantiene una estrecha relación con la actu­al Colom­bia, un pari­ente que es her­mano y que debe­mos asumir como tal y sin com­ple­jos. Y siem­pre des­de una relación de respeto y complementariedad.

La ver­dad nos hará libres dice Juan 8:32 en la Biblia.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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