Así las cosas, el historiador carabobeño y miembro de la Academia Nacional de la Historia, Francisco González Guinan, por el año de 1907 se encontraba en Valencia documentándose para escribir una historia de Venezuela. Es entonces cuando su amigo Ricardo Smith, un día de octubre, al encontrarse de visita en casa de su amiga la señora María Josefa Gutiérrez de Navas Spínola, viuda del ingeniero Carlos Navas Spínola (el constructor del acueducto de la ciudad), le llamó la atención un viejo y grueso libro colocado sobre un mueble. Al abrirlo Smith se sorprendió al ver las actas del Congreso de 1811. Inmediatamente, y con el permiso de la señora María Josefa se llevó el libro para mostrárselo a González Guinan.
Ambos amigos se reunieron en la casa de Smith, que casualmente había pertenecido a Miguel Peña, constituyente de aquel Congreso de 1811. González Guinan, al revisar el grueso tomo, se sorprendió al darse cuenta de que el libro era nada menos que el Libro Nro. 2 de las Actas del Congreso de 1811, contentivo del original del Acta de la declaración de la Independencia.
Smith conferenció con la señora María Josefa, a quien le explicó la importancia del libro, que pertenecía a la República y es en las manos de la nación, donde debía estar, a lo cual la señora accedió y precisó que el volumen había llegado a su casa entregado por la señora Isabel La Hoz de Austria. Esta señora, era a su vez descendiente de los Zavaleta, una familia valenciana de próceres de la independencia, quienes sufrieron persecuciones durante la guerra, a quienes evidentemente se les había confiado la custodia del Libro de Actas del Congreso.
El Congreso se había instalado en Caracas el 2 de marzo de 1811 y evidentemente sus actas se fueron transcribiendo desde esa fecha en un libro, que sería el Número Uno; seguramente se fue llenando este libro con las actas de las diversas asambleas hasta el momento en que se agotó.
Este libro Nro. 1 no contiene el acta de independencia ya que se llenó con actas anteriores a la declaración y desapareció para siempre. Agotado el primer se comenzó a plasmar las actas desde el 25 de junio de 1811 en adelante en un nuevo libro, el Número 2, que las contiene hasta el acta del 24 de diciembre de ese año.
Este Libro Número 2 es sin duda el más importante, ya que contiene las deliberaciones del 5 de julio, y por suerte del destino, se quedó en Valencia.
Cayó la primera república, cayó la segunda y el libro sagrado permanecía oculto a los ojos de los enemigos. Valencia fue sitiada y saqueada, primero la conquistó Monteverde, luego pasó Bóves con su horda diabólica, destruyéndolo todo. Vino Morillo y vivió entre nosotros por largo tiempo y el libro seguía fuera del alcance de los adversarios de la república. Luego de la independencia vinieron guerras fratricidas, revoluciones y saqueos, pero el libro seguía allí protegido por las mujeres valencianas, hasta que providencialmente llegó la hora de que la Gran Partida de Nacimiento se hiciera visible a los venezolanos.
La familia Zabaleta eran una vieja familia valenciana; Manuel Zabaleta era un comerciante establecido en la ciudad desde el siglo XVIII y estaba casado con una dama danesa, María Josefa Geddler. De este matrimonio nació nuestra heroína Josefa Zabaleta.
Pero el plan contra Morillo fue descubierto y desarticulado. Se detuvo a todos los implicados, los cuales fueron enjuiciados y muchos de ellos resultaron fusilados. La Zabaleta fue encarcelada; se salvó del paredón por su condición de mujer y por ser una de las damas más destacadas de la cuidad, su pena fue conmutada por el destierro. Pablo Morillo, cuando da cuenta de la conspiración, en una comunicación al Rey de fecha 4 de agosto de 1820 señala:
Doña Josefa Zabaleta…por la generalidad con que todos los testigos manifestaron que era, la cabecilla y protectora, se condena a la expatriación del territorio español
Doña Josefa fue expulsada a Jamaica, a donde fue a parar con su hijo. Allí al tiempo se casó con Juan Manuel de Arrubla, neogranadino. Años más tarde la familia fijó su residencia en Bogotá, donde continuó su apoyo a los republicanos. En su casa se hospedaban muchas veces los guerreros patriotas, entre ellos estuvo otro vecino de Valencia, el recordado Carmelo Fernández Páez, militar y artista, uno de los pintores de los murales de la casa de su tío José Antonio Páez.
Doña María Josefa de Navas Spínola escribió:
La gloria de la conservación y el hallazgo del preciosísimo libro, yo la reclamo para Valencia y sobre todo para sus abnegadas y patriotas matronas y vírgenes que, a manera de vestales de la libertad, y haciendo de sus pechos escudo y de sus manos arcas santas, lograron salvar el trascendental documento, de los horrores de nuestra guerra magna y especialmente de las pavorosas catástrofes de 1812 y de los inenarrables martirios que padeció esta ciudad en 1814. Ese libro encierra un poema: es un Moisés salvado, no de las aguas del Nilo, sino de un océano de sangre, de una inmensa hoguera de extermino y de muerte que tenía por extensión toda la extensión de la República
FUENTES:
Colomine, Luis Alfredo. “Venezuela y Sus Próceres” snt Caracas 1974
González Ginan, Francisco. “Hallazgo del Acta Solemne de Independencia de Venezuela” Valencia, Imprenta del Estado. 1908
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