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El Hallazgo del Acta de Independencia de Venezuela

Luis Heraclio Medina Canelón
Historiador

Los libros que contenían las Actas originales de la declaración de la Independencia de Venezuela habían desaparecido alrededor del año de 1812, tiempos en que la capital de la República se había trasladado a la ciudad de Valencia y el general Domingo Monteverde daba sus estocadas finales a la Primera República


Después de ese año no se había vis­to ningu­na de las actas orig­i­nales y el tex­to de la declaración se conocía sólo por haber sido pub­li­ca­do en la pren­sa repub­li­cana de la época. Ter­mi­na­da la guer­ra, el Libro de las Actas del Con­gre­so había sido bus­ca­do por casi cien años, tan­to en Venezuela como en el extran­jero sin éxi­to alguno. Se había inver­tido tiem­po, esfuer­zo y dinero para encon­trar la par­ti­da de nacimien­to de la Repúbli­ca, con resul­ta­dos neg­a­tivos. Has­ta a Inglater­ra habían lle­ga­do los inves­ti­gadores en procu­ra del pre­cioso doc­u­men­to con resul­ta­dos infructuosos.

Así las cosas, el his­to­ri­ador carabobeño y miem­bro de la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria, Fran­cis­co González Guinan, por el año de 1907 se encon­tra­ba en Valen­cia doc­u­men­tán­dose para escribir una his­to­ria de Venezuela.  Es entonces cuan­do su ami­go Ricar­do Smith, un día de octubre, al encon­trarse de visi­ta en casa de su ami­ga la seño­ra María Jose­fa Gutiér­rez de Navas Spíno­la, viu­da del inge­niero Car­los Navas Spíno­la (el con­struc­tor del acue­duc­to de la ciu­dad), le llamó la aten­ción un viejo y grue­so libro colo­ca­do sobre un mue­ble.  Al abrir­lo Smith se sor­prendió al ver las actas del Con­gre­so de 1811. Inmedi­ata­mente, y con el per­miso de la seño­ra María Jose­fa se llevó el libro para mostrárse­lo a González Guinan. 

Ambos ami­gos se reunieron en la casa de Smith, que casual­mente había perteneci­do a Miguel Peña, con­sti­tuyente de aquel Con­gre­so de 1811. González Guinan, al revis­ar el grue­so tomo, se sor­prendió al darse cuen­ta de que el libro era nada menos que el Libro Nro. 2 de las Actas del Con­gre­so de 1811, con­tenti­vo del orig­i­nal del Acta de la declaración de la Independencia.

 Smith con­fer­en­ció con la seño­ra María Jose­fa, a quien le explicó la impor­tan­cia del libro, que pertenecía a la Repúbli­ca y es en las manos de la nación, donde debía estar, a lo cual la seño­ra accedió y pre­cisó que el vol­u­men había lle­ga­do a su casa entre­ga­do por la seño­ra Isabel La Hoz de Aus­tria. Esta seño­ra, era a su vez descen­di­ente de los Zavale­ta, una famil­ia valen­ciana de próceres de la inde­pen­den­cia, quienes sufrieron per­se­cu­ciones durante la guer­ra, a quienes evi­den­te­mente se les había con­fi­a­do la cus­to­dia del Libro de Actas del Congreso. 

El Libro per­maneció var­ios días en Valen­cia, donde fue exhibido a la sociedad carabobeña y fue entre­ga­do a las cua­tro de la tarde el 5 de julio en acto solemne al pres­i­dente Cipri­ano Cas­tro en el Salón Elíp­ti­co del Pala­cio Fed­er­al.  Des­de entonces reposa en un arca en el Salón Elíp­ti­co del Pala­cio Leg­isla­ti­vo y es abier­to cada 5 de julio con moti­vo del aniver­sario de la independencia.

 

¿Por qué se dice que es el Libro 2 
de las Actas del Congreso?

El Con­gre­so se había insta­l­a­do en Cara­cas el 2 de mar­zo de 1811 y evi­den­te­mente sus actas se fueron tran­scri­bi­en­do des­de esa fecha en un libro, que sería el Número Uno; segu­ra­mente se fue llenan­do este libro con las actas de las diver­sas asam­bleas has­ta el momen­to en que se agotó. 

Este libro Nro. 1 no con­tiene el acta de inde­pen­den­cia ya que se llenó con actas ante­ri­ores a la declaración y desa­pare­ció para siem­pre. Ago­ta­do el primer se comen­zó a plas­mar las actas des­de el 25 de junio de 1811 en ade­lante en un nue­vo libro, el Número 2, que las con­tiene has­ta el acta del 24 de diciem­bre de ese año.

Este Libro Número 2 es sin duda el más impor­tante, ya que con­tiene las delib­era­ciones del 5 de julio, y por suerte del des­ti­no, se quedó en Valencia.

Cayó la primera repúbli­ca, cayó la segun­da y el libro sagra­do per­manecía ocul­to a los ojos de los ene­mi­gos. Valen­cia fue siti­a­da y saque­a­da, primero la con­quistó Mon­teverde, luego pasó Bóves con su hor­da dia­bóli­ca, destruyén­do­lo todo. Vino Moril­lo y vivió entre nosotros por largo tiem­po y el libro seguía fuera del alcance de los adver­sar­ios de la repúbli­ca. Luego de la inde­pen­den­cia vinieron guer­ras frat­ri­ci­das, rev­olu­ciones y saque­os, pero el libro seguía allí pro­te­gi­do por las mujeres valen­cianas, has­ta que prov­i­den­cial­mente llegó la hora de que la Gran Par­ti­da de Nacimien­to se hiciera vis­i­ble a los venezolanos.

¿Quiénes eran los Zabaleta, 
guardadores del Libro de Actas de la Independencia?

La famil­ia Zabale­ta eran una vie­ja famil­ia valen­ciana; Manuel Zabale­ta era un com­er­ciante estable­ci­do en la ciu­dad des­de el siglo XVIII y esta­ba casa­do con una dama dane­sa, María Jose­fa Ged­dler. De este mat­ri­mo­nio nació nues­tra heroí­na Jose­fa Zabaleta. 

Esta se casó en primeras nup­cias con el coman­dante patri­o­ta Fran­cis­co de P. Tinoco, muer­to en com­bate en Puer­to Cabel­lo en 1813 bajo las órdenes de Urdane­ta. Luego la viu­da se dedicó a colab­o­rar con los patri­o­tas en la guer­ra de diver­sas man­eras, lle­gan­do su activi­dad este­lar en el año 1820, tiem­po en que Moril­lo esta­ba estable­ci­do en Valen­cia y doña Jose­fa o “La Zabale­ta” como car­iñosa­mente la cono­ce­mos los valen­cianos encabezó un com­plot con­tra el gen­er­al español. Jose­fa recaudó dinero, coordinó reuniones con otros con­spir­adores, con­ven­ció al Alcalde de la ciu­dad para impli­carse en el plan, envió cor­re­spon­den­cia, etc. 

Pero el plan con­tra Moril­lo fue des­cu­bier­to y desar­tic­u­la­do. Se detu­vo a todos los impli­ca­dos, los cuales fueron enjui­ci­a­dos y muchos de ellos resul­taron fusila­dos.  La Zabale­ta fue encar­ce­la­da;  se salvó del paredón por su condi­ción de  mujer y por ser una de las damas más desta­cadas de la cuidad, su pena fue con­mu­ta­da por el destier­ro. Pablo Moril­lo, cuan­do da cuen­ta de la con­spir­ación, en una comu­ni­cación al Rey de fecha 4 de agos­to de 1820 señala:

Doña Jose­fa Zabaleta…por la gen­er­al­i­dad con que todos los tes­ti­gos man­i­fes­taron que era, la cabecil­la y pro­tec­to­ra, se con­de­na a la expa­triación del ter­ri­to­rio español

Doña Jose­fa fue expul­sa­da a Jamaica, a donde fue a parar con su hijo.  Allí al tiem­po se casó con Juan Manuel de Arrubla, neogranadi­no. Años más tarde la famil­ia fijó su res­i­den­cia en Bogotá, donde con­tin­uó su apoyo a los repub­li­canos. En su casa se hosped­a­ban muchas veces los guer­reros patri­o­tas, entre ellos estu­vo otro veci­no de Valen­cia, el recor­da­do Carme­lo Fer­nán­dez Páez, mil­i­tar y artista, uno de los pin­tores de los murales de la casa de su tío José Anto­nio Páez.

Doña María Jose­fa de Navas Spíno­la escribió:

La glo­ria de la con­ser­vación y el hal­laz­go del pre­ciosísi­mo libro, yo la reclamo para Valen­cia y sobre todo para sus abne­gadas y patri­o­tas matronas y vír­genes que, a man­era de vestales de la lib­er­tad, y hacien­do de sus pechos escu­do y de sus manos arcas san­tas, lograron sal­var el trascen­den­tal doc­u­men­to, de los hor­rores de nues­tra guer­ra magna y espe­cial­mente de las pavorosas catástro­fes de 1812 y de los inenarrables mar­tirios que pade­ció esta ciu­dad en 1814.   Ese libro encier­ra un poe­ma: es un Moisés sal­va­do, no de las aguas del Nilo, sino de un océano de san­gre, de una inmen­sa hoguera de exter­mi­no y de muerte que tenía por exten­sión toda la exten­sión de la República


FUENTES:
Colomine, Luis Alfre­do. “Venezuela y Sus Próceres” snt Cara­cas 1974
González Ginan, Fran­cis­co. “Hal­laz­go del Acta Solemne de Inde­pen­den­cia de Venezuela” Valen­cia, Imprenta del Esta­do. 1908

CorreodeLara

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