CrónicasEfeméridesHistoriaReportajesTodas Las Entradas

Enero de 1963: El asalto al Museo de Bellas Artes

Luis Heraclio Medina Canelón
Historiador

El 21 de diciembre de 1962 el presidente de la república, Rómulo Betancourt inauguraba en el Museo de Bellas Artes de Caracas la exposición “Cien Años de Pintura Francesa”. Un extraordinario evento cultural conjunto de la Embajada de Francia, el Gobierno Venezolano y la Fundación Fina Gómez, que sirvió de enlace entre los entes oficiales. Por primera vez en el país se exhibían una gran cantidad de obras originales cedidas por el Museo Louvre, entre las que se encontraban obras de Van Gogh, Cezzane, Gauguin, Picasso o  Braque.


El pres­i­dente Betan­court en la inauguración.

En los primeros días de la exposi­ción veinte mil per­sonas habían vis­i­ta­do el even­to, des­de artis­tas, estu­di­antes has­ta gente del común. Cara­cas se vestía de gala con un even­to nun­ca visto.

Pero unos pro­mo­cio­nan la cul­tura y la edu­cación  mien­tras que otros se ded­i­can al ter­ror­is­mo, la vio­len­cia y la muerte. En esos tiem­pos la izquier­da llev­a­ba a cabo una lucha con­tra el gob­ier­no con­sti­tu­cional con aten­ta­dos, secue­stros, bom­bas y otros actos de terrorismo.

 A los pocos días de la inau­gu­ración de la mues­tra, el 16 de enero a las tres de la tarde, en medio de una per­ti­naz llu­via, un grupo de aprox­i­mada­mente quince guer­rilleros de las Fuerzas Armadas de Lib­eración Nacional (FALN), aus­pi­ci­adas y sostenidas por la dic­tadu­ra cubana, irrumpió en la sede del Museo de Bel­las Artes, en las inmedia­ciones del Par­que Los Cao­bos. Var­ios hom­bres y unas pocas mujeres arma­dos con ame­tral­lado­ras y pis­to­las sometieron a los tres guardias nacionales y algunos vig­i­lantes pri­va­dos que cus­to­di­a­ban a la exposición.

Con nervio­sis­mo los guer­rilleros fueron esco­gien­do las obras que robarían que fueron cuida­dosa­mente selec­cionadas de los dis­tin­tos salones de la exposi­ción, pero en un momen­to una de las extrem­is­tas, quizás por tor­peza hace un dis­paro que hiere en una pier­na a un joven liceís­ta que se encon­tra­ba admi­ran­do las pinturas.

Los delin­cuentes cor­tan las líneas tele­fóni­cas del museo y tan rápi­do como lle­garon se lle­van su botín. Uno de los delin­cuentes grita:

Ese no. Ese Gau­guin y ese Cézanne. Quer­e­mos los cuadros de más valor¡

El botín de los sub­ver­sivos fue:  “Nat­u­raleza muer­ta del aban­i­co”, de Paul Gau­guin, las “Bañis­tas”, de Paul Cézanne,  “Flo­res en un vaso de cobre”, de Vicente van Gogh, “Nat­u­raleza muer­ta” de Pablo Picas­so, y la “Nat­u­raleza muer­ta con peras”, de George Braque. Lo roba­do esta­ba val­o­rado en una suma mil­lonar­ia para la época.

La noti­cia inmedi­ata­mente se conoce en todo el mun­do. La indi­gnación en Venezuela y en Fran­cia es par­tic­u­lar­mente grande. La pren­sa inter­na­cional com­pa­ra­ba el robo con el ocur­ri­do en el pro­pio Museo Lou­vre, en Paris,  cuan­do se lle­varon a la Gio­con­da o Mon­al­isa y estu­vo desa­pare­ci­da por var­ios años. Se empezaron a bara­jar las hipóte­sis, pero todo apunt­a­ba a una acción de la sub­ver­sión izquierdista.

La PTJ, la Dige­pol y las policías uni­for­madas se acti­varon por toda Cara­cas, se sigu­ieron estric­tos pro­ced­imien­tos de con­trol en fron­teras, puer­tos y aerop­uer­tos, mien­tras que las FALN emi­tieron un comu­ni­ca­do dicien­do que no entre­garían las obras de arte mien­tras Betan­court sigu­iera en el poder.

Al poco tiem­po la Policía Téc­ni­ca Judi­cial, la recor­da­da PTJ, ubicó tres vehícu­los en los que se desplaz­a­ban los asaltantes: una camione­ta Chevro­let 57, de col­or verde y pla­ca H6-6748, en Que­bra­da Hon­da, que había sido roba­da el día martes a un repar­tidor de leche; en la aveni­da Bogotá, de Los Cao­bos, fue encon­tra­do poco después el Ford verde, mod­e­lo 59, pla­ca A6-1385; el Chevro­let 59, col­or gris y pla­cas C5-4923 apare­ció en El Valle. Los téc­ni­cos de dac­tilo­scopia encon­traron unas huel­las y salieron los primeros sospe­chosos. Se allanó la Uni­ver­si­dad Cen­tral, que era una guar­i­da de guer­rilleros y luego de algunos tiro­teos se cap­turó a var­ios sujetos.

En el tran­scur­so de las inves­ti­ga­ciones, por La Flori­da,  los fun­cionar­ios inter­cep­taron a un vehícu­lo sospe­choso en el que via­ja­ban dos jóvenes y una chi­ca. Los suje­tos trataron de despis­tar a los policías exhi­bi­en­do car­nets de la UCV,  pero cuan­do los fun­cionar­ios vieron los cuadros hubo un cor­to tiro­teo en el que la mujer huyó y los dos guer­rilleros resul­taron heri­dos. En el car­ro, un Dodge año 55, blan­co y azul esta­ban los cuadros roba­dos, sin may­ores daños. Habían pasa­do sólo dos días después del robo. Las obras de arte fueron lle­vadas primero a la sede de la PTJ que se con­vir­tió en una impro­visa­da exposi­ción. El direc­tor de la insti­tu­ción, el Dr. Rem­ber­to Uzcátegui Bruzual, orgul­loso, exhibió a la pren­sa y a los rep­re­sen­tantes del Museo, de la emba­ja­da y otros fun­cionar­ios públi­cos,  los obje­tos recu­per­a­dos. El 19 de enero fueron devueltas las obras al museo que al poco tiem­po reabrió la exposi­ción que per­maneció has­ta el 21 de diciem­bre de 1962.

Los guer­rilleros izquierdis­tas con­tin­uaron con sus actos de ter­ror­is­mo, secue­stros, asesinatos y bombas. 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *