El expresidente Joaquín Crespo fue velado en Cabudare
Dos sillas de madera y cuero de color negro, propiedad del general José María Ponte, sirvieron para colocar el ataúd. En el piso, de ladrillos irregulares, contiguo al cajón donde yacía el corpulento general Joaquín Crespo, se situaron varias velas en fila para alumbrar el cadáver del expresidente de la República.
En el lugar solo se escuchaban algunos murmullos y llantos reprimidos que fueron interrumpidos por las palabras que pronunció, para el descanso eterno del célebre militar, el presbítero Diocesano López, quien se paró frente a la urna de tablas, ataviado con un sobrepelliz y estola negra, sosteniendo sobre sus manos un crucifijo de plata maciza y en la otra una pequeña Biblia con cubierta de terciopelo rojo intenso.
Los despojos de Crespo, los situaron en el corredor de la Casa de Alto, única en Cabudare con balcón, de allí su nombre. Era una casona de techo de tejas, pisos de ladrillos, en la primera planta, en la superior de tablas de buena madera. Exhibía gruesas paredes de adobe, amplios ventanales y puertas de dos hojas.
Estuvo afincada en la Calle o camino Real, que luego pasó a denominarse Calle San Juan Bautista, más tarde Juancho Gómez y hoy avenida Libertador. El propietario para el luctuoso momento del velorio, era el general Amábilis Solaigne. Las ruinas del inmueble estuvieron en pie hasta 1996.
La mayoría de los habitantes del pueblo de Cabudare, se acercaron a rendir el último tributo al general. Las crónicas registraron que “a muchos se les vio llorar, incluso a distinguidas damas, quienes elevaron plegarias al Cielo”.
A las pocas horas del velorio, ya entrada la tarde, llegaron al lugar del velorio, el doctor Luis Muñoz Tébar y Eduardo Brandt, provenientes de Barquisimeto, con el mandato de intervenir nuevamente el cadáver, procediendo a cubrir la urna con una considerable capa de yeso.
Ya en la noche de ese mismo día, el féretro de Crespo fue llevado a Barquisimeto para continuar camino a Caracas por vía del Ferrocarril Bolívar. Hasta hacía unas horas antes, había sido el caudillo más poderoso de Venezuela y el miembro más destacado del liberalismo amarillo.
Crespo nació en San Francisco de Cara, estado Aragua, el 22 de agosto de 1841. Su carrera militar la inició ‑muy joven‑, en 1858, al alistarse en las filas del ejército federal, que ya al final de la Guerra de los Cinco Años, figuró bajo las órdenes de Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco.
De un disparo
En abril de 1897, llegó al estado Lara, el general José Manuel Hernández, con la expresa misión de promocionarse para la presidencia del país. Siguió la marcha a los pueblos foráneos de El Tocuyo, Carora, Curarigua, entre otros, en donde fundó los “Comité de Propaganda Electoraria hernandistas”.
Había por parte del Gobierno nacional, al mando del general Joaquín Crespo, amplias garantías para que la propaganda y las nuevas elecciones se hicieran con toda libertad, resultando ganador Ignacio Andrade para presidir el país y al general Torres Aular para dirigir al estado Lara.
Sin embrago “el mocho” Hernández desconoció el nuevo mandato, alegando fraude electoral, y en Queipa, el 2 de marzo de 1898, proclamó Revolución Nacionalista.
El presidente de la República nombró a Joaquín Crespo comandante en jefe del Ejército Nacional en Campaña y al general cabudareño Aquilino Juares, jefe de la Segunda Circunscripción Militar de la República.
Juares enlistó su ejército en Barquisimeto y Crespo salió a perseguir al “mocho” en La Mata Carmelera, estado Cojedes, en donde a poco de iniciarse la batalla, cayó muerto por una bala, a las ocho de la mañana, el 16 de abril de 1898.
El cadáver fue salado
El doctor José Rafael Núñez, Comisario General de Guerra y Secretario del Ejército del Gobierno, describió en el parte, que el cadáver del general Crespo lo sacaron del campo de batalla hasta Acarigua en hamaca.
Allí, “con sal y otros elementos de que podían disponer, lo prepararon para traerlo a Caracas, como lo hicieron vía Barquisimeto”.
De Acarigua lo llevaron a Cabudare, a donde entró el cadáver el 19 de abril, en una carreta tirada por una “hermosa mula” y seguido de un pelotón de tropa al mando del general Guillermo Barráez.
El cuerpo embalsamado con sal, estaba sumergido en un cajón de madera cubierto con gran cantidad de hojas de cambur.
En medio de una íntima y silenciosa recepción, los generales Francisco de Paula Vásquez, jefe del batallón que ocupaba la plaza de Cabudare, José María Ponte y el doctor Antonio Heredia, recibieron el féretro.
Ni en el cementerio,
tampoco en el Panteón Nacional
El cadáver de Joaquín Crespo fue inhumado en un mausoleo en el Cementerio General del Sur en Caracas, y en marzo de 2013, sus familiares denunciaron que los sarcófagos del general y su esposa, Jacinta Parejo de Crespo “Misia Jacinta”, fueron profanados y sus restos desaparecieron.
La dramática noticia fue publicada por numerosos medios de comunicación social de Venezuela e incluso de otros países, aunque las autoridades negaron el hecho argumentando que no fueron los restos de Crespo los que sustrajeron los profanadores, sino el de otro familiar pese a las contundentes fotografías que ruedan en Internet.
Por su parte, la Academia Nacional de la Historia reveló que el expresidente Joaquín Crespo, tampoco se encuentra en el Panteón Nacional, pues no figura entre los ocho dignatarios de Venezuela que se encuentran en la iglesia convertida en monumento.
Luis Alberto Perozo Padua
Fotos: Luis Heraclio Medina Canelón/ cronicasyotrashistorias.blogspot.com
Fuente: Rafael Domingo Silva Uzcátegui. Enciclopedia Larense. Tomo I. Biblioteca de Autores Larenses. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas 1981
Memorias sobre las revoluciones de Venezuela José Francisco Heredia – Sección 1895. Venezuela 1980
Julio Álvarez Casamayor. El Kabudari. Cabudare Junio de 1998
Telasco Mac-Pherson. Diccionario Histórico, Geográfico, Estadístico y Biográfico del estado Lara. Barquisimeto 1883
Publicado en Diario EL IMPULSO
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