Hijo de Lorenzo Medina e Isadora Jiménez, Francisco nació en Barquisimeto el 30 de marzo de 1874 y desde los cinco años se inició en el violín. Era tan dedicado y logró tan hermosas interpretaciones que le fabricaron un instrumento especial a su tamaño y sus pequeños brazos.
Abandonó los estudios de medicina en el quinto año para dedicarle más tiempo al violín y las clases particulares de música y en el Colegio Federal que desde muy joven impartía. Dirigió la orquesta de los doctores, una agrupación de médicos y comerciantes barquisimetanos quienes una noche, de pumpá y sombreros de copa, brindaron una histórica serenata al gobernador Aquilino Juares, quien al conocer al joven virtuoso le ofreció una beca a Europa, pero la rechazó.
En 1900, arribado Cipriano Castro a la presidencia de la república, lo presentan al caudillo tachirense y dedica a la primera dama, doña Zoila de Castro un Ave María que el mandatario premió con una beca que esta vez sí aceptó y el diez de julio de ese mismo año se embarcó rumbo a Italia con tan mala suerte que el cupo en el conservatorio de Milán ya estaba completo.
Intrépido, el joven pidió ser escuchado impresionando con tanta exquisitez y calidad al director general del conservatorio que lo aceptó supernumerario. Cursó estudios superiores de música con el maestro Gaetano Rampazzini, además de iniciar una exitosa carrera que había de convertirlo en uno de los más reconocidos músicos del viejo continente, que recorrió con su arte.
En 1905 fundó en Milán una academia de música que dirigió hasta 1930 y en 1908 ganó el concurso organizado por el conservatorio para seleccionar el mejor método de enseñanza del violín aún utilizado en esa institución y otras academias del mundo.
Cuentan que la reina Margarita de Parma fue de visita oficial a Milán y contrataron a Medina para que acompañara una misa especial en la iglesia de San Fidel. Al salir del templo se encontró con la reina Margarita quien caminaba con su séquito y él la saludó con una reverencia respondida por la monarca y al reconocerlo de inmediato le dijo: “usted fue el exquisito artista que inundó el templo con su melodía extraordinaria” y le preguntó su procedencia.
Medina dijo ser hispanoamericano. “De Venezuela, Su Majestad”. Ella le dijo no haber escuchado la misa con atención debido a su culpa. “Sus melodías excelsas me distrajeron, pero así me acercaron más al cielo”.
En 1929 Medina regresó a Venezuela y lo nombran director de la Escuela de Música y Declamación, en Caracas y en 1933 funda en Barquisimeto la academia de música instrumental y de canto “Nicolo Paganini”, una orquesta de conciertos y un orfeón.
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