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Juicio a Marcos Pérez Jiménez: Del poder a la cárcel

Luis Alber­to Per­o­zo Padua
Peri­odista espe­cial­iza­do en cróni­cas históricas
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

El pro­ce­so judi­cial con­tra Mar­cos Pérez Jiménez, dic­ta­dor de Venezuela entre 1952 y 1958, rep­re­sen­tó un momen­to históri­co al ser uno de los primeros casos en Améri­ca Lati­na donde un exjefe de Esta­do fue juz­ga­do por cor­rup­ción. Tras ser extra­di­ta­do des­de Esta­dos Unidos en agos­to de 1963, fue reclu­i­do en la Cár­cel Mod­e­lo de Cara­cas y someti­do a un pro­ce­so judi­cial que cul­minó el 9 de abril de 1968, cuan­do el Tri­bunal Supre­mo lo con­denó a cua­tro años, un mes y 15 días de prisión por peculado

En la his­to­ria con­tem­poránea de Venezuela, pocos per­son­ajes gen­er­an tan­to debate como Mar­cos Pérez Jiménez, el dic­ta­dor que mar­có una época con obras faraóni­cas y un férreo con­trol político.

Des­de su ascen­so al poder has­ta su caí­da, juicio y pos­te­ri­or exilio, su vida fue un refle­jo de los con­trastes de una Venezuela en transformación.

Pérez Jiménez es extraditado

El prin­ci­pio del fin

El 23 de enero de 1958, Venezuela des­pertó con la noti­cia de que Mar­cos Pérez Jiménez, quien gob­ern­a­ba el país con mano de hier­ro des­de 1952, había hui­do a Repúbli­ca Domini­cana en el leg­en­dario avión “La Vaca Sagrada”.

Su sal­i­da fue la cul­mi­nación de una serie de protes­tas pop­u­lares, unidas al descon­tento mil­i­tar, que exigían el fin de un rég­i­men autori­tario mar­ca­do por la cen­sura, la repre­sión y el enriquec­imien­to ilíc­i­to de la élite gobernante.

En medio del caos políti­co, el país ini­ció un pro­ce­so de tran­si­ción democráti­ca. Sin embar­go, la huel­la de Pérez Jiménez per­maneció, espe­cial­mente en sus grandes obras de infraestruc­tura que, para bien, cam­biaron el ros­tro y mod­ern­izaron el país.

Exilio y per­se­cu­ción judicial

Tras refu­gia­rse en Repúbli­ca Domini­cana, Pérez Jiménez buscó asi­lo en Esta­dos Unidos, instalán­dose en Mia­mi. Durante esos años, vivió en un cómo­do exilio finan­cia­do, según las acusa­ciones, con el dinero sus­traí­do del erario públi­co venezolano.

En 1963, el gob­ier­no vene­zolano, lid­er­a­do por Rómu­lo Betan­court, inten­si­ficó los esfuer­zos para extra­di­tar al exdic­ta­dor. Las autori­dades esta­dounidens­es reci­bieron la solic­i­tud de extradi­ción de Pérez Jiménez el 21 de agos­to de 1959 y fue detenido el día 25. Pre­sion­a­dos por las acusa­ciones de malver­sación de fon­dos públi­cos y pec­u­la­do, final­mente entre­garon el reo a la jus­ti­cia vene­zolana el viernes 16 de agos­to de 1963.

Estu­vo detenido en la cár­cel del con­da­do de Dade, en Mia­mi, des­de diciem­bre de 1962 con el número 1.374. El mis­mo Pérez Jiménez, había declar­a­do a los peri­odis­tas que en la prisión norteam­er­i­cana había “reba­ja­do 22 kilos”.

La propia primera dama, Flor Chal­baud, declarará des­de Esta­dos Unidos, ‑pues no pudo via­jar a Venezuela sino un tiem­po después‑, que las condi­ciones de que goz­a­ba su esposo, “con­forme lo establece la ley vene­zolana”, eran “extra­or­di­nar­i­a­mente supe­ri­ores a las que le dieron las autori­dades estadounidenses”.

Un juicio histórico

Al lle­gar a Venezuela, Pérez Jiménez fue reclu­i­do en la Pen­i­ten­cia­ría de San Juan de Los Mor­ros, en donde sus famil­iares y ami­gos pudieron vis­i­tar­lo. Jamás estu­vo inco­mu­ni­ca­do o fue mal­trata­do, según sus propias declara­ciones cor­rob­o­radas por sus cercanos.

Más tarde, sería traslada­do a la Cár­cel Mod­e­lo, en Cara­cas, con­ver­tido en el cen­tro de uno de los juicios más emblemáti­cos de la región. Era la primera vez que un dic­ta­dor lati­noamer­i­cano enfrenta­ba car­gos for­males por corrupción.

Pérez Jiménez traslada­do por per­son­al esta­dounidense al avión que lo retornaran en cal­i­dad de reo a Venezuela. Nótese lo del­ga­do que se veía. Foto: cortesía HistoricImages

 

Pérez Jimenez en su cau­tive­rio en Venezuela. Foto: cortesía de HistoricImages

En el juicio, lle­va­do a cabo por el Tri­bunal Supre­mo de Jus­ti­cia, y que tuvo una fuerte cober­tu­ra mediáti­ca, se pre­sen­taron prue­bas de desvío de fon­dos rela­ciona­dos con emblemáti­cos proyec­tos de su gob­ier­no, como la autopista Cara­cas-La Guaira, el Tele­féri­co de Méri­da y la Ciu­dad Universitaria.

Mien­tras tan­to, su defen­sa inte­gra­do por los doc­tores Car­los Berrizbeitia, Rafael Naran­jo Ost­ty, Mor­ris Sier­ral­ta y Rafael Pérez Per­do­mo, argu­menta­ba que el dinero se había uti­liza­do para mod­ern­izar al país, posi­cionán­do­lo como una de las naciones más desar­rol­ladas de la región.

Pérez Jiménez enfren­tó el pro­ce­so con la mis­ma acti­tud de autori­dad que había car­ac­ter­i­za­do su gobierno.

El juicio ter­minó el 9 de abril de 1968, cuan­do Pérez Jiménez fue con­de­na­do a cua­tro años, un mes y quince días de prisión por malver­sación de fon­dos públi­cos. Sin embar­go, como ya había pasa­do más tiem­po detenido en espera de juicio, fue lib­er­a­do poco después. Jamás se le juzgó por crímenes con­tra la humanidad.

Pérez Jiménez con sus abo­ga­dos. Archi­vo de la Fotografía Urbana

Exilio defin­i­ti­vo y lega­do polémico

Tras su lib­eración, Pérez Jiménez se exil­ió en Madrid, España, donde vivió cómoda­mente has­ta su muerte el 20 de sep­tiem­bre de 2001, en Alcobendas.

Des­de su exilio no estu­vo ausente de la políti­ca acti­va vene­zolana, pos­tulán­dose a senador por la agru­pación políti­ca de derecha Cruza­da Cívi­ca Nacional­ista (CCN) para las elec­ciones gen­erales de 1968, salien­do en ausen­cia; sin embar­go, la Corte Supre­ma de Jus­ti­cia invalidó su elección.

El par­tido Cruza­da Cívi­ca Nacional­ista (CCN) logró pos­tu­lar a Mar­cos Pérez Jiménez como can­dida­to a la Pres­i­den­cia en las elec­ciones de 1973, con­fian­do en su amplia pop­u­lar­i­dad. Sin embar­go, los prin­ci­pales par­tidos políti­cos pro­movieron y apro­baron en el Con­gre­so Nacional una enmien­da con­sti­tu­cional dis­eña­da especí­fi­ca­mente para inhab­il­i­tar­lo políticamente.

Flor María Chal­baud Cas­tro Car­dona Tejera, esposa de Mar­cos Pérez Jiménez

Esta enmien­da, apli­ca­da de for­ma retroac­ti­va, pro­hibía a per­sonas con sen­ten­cias firmes de más de tres años ocu­par car­gos públi­cos, impi­di­en­do así su candidatura. 

Su figu­ra sigu­ió sien­do un tema de dis­cusión en Venezuela por décadas has­ta que el pres­i­dente Hugo Chávez le otorgó el perdón y lo invitó volviera a Venezuela, pero el exdic­ta­dor se negó ale­gan­do prob­le­mas de salud. En ese entonces vivía en La Morale­ja, una de las zonas más exclu­si­vas de Madrid.

El expres­i­dente y gen­er­al de División reti­ra­do, Mar­cos Pérez Jiménez, fal­l­e­ció el 20 de sep­tiem­bre de 2001 en Alcoben­das, España, a causa de un ataque al corazón, tras haber per­maneci­do incon­sciente durante sus últi­mas sem­anas de vida. 

Al día sigu­iente, el 21 de sep­tiem­bre, su cuer­po fue incin­er­a­do. Sus famil­iares man­i­fes­taron su deseo de repa­tri­ar sus restos a Venezuela “algún día”, como un anh­elo de rec­on­cil­iación con la tier­ra que mar­có su vida y su lega­do histórico.

Para algunos, fue un arqui­tec­to del pro­gre­so, respon­s­able de la mod­ern­ización del país. Para otros, fue un dic­ta­dor que silen­ció a la disiden­cia y dejó un lega­do de repre­sión y desigualdad.

Un hito en la justicia 

El juicio de Mar­cos Pérez Jiménez sen­tó un prece­dente en Améri­ca Lati­na, demostran­do que inclu­so los líderes más poderosos pueden rendir cuen­tas ante la justicia.

Sin embar­go, tam­bién dejó pre­gun­tas abier­tas sobre la capaci­dad de las democ­ra­cias nacientes para garan­ti­zar jus­ti­cia ple­na y evi­tar la repeti­ción de regímenes autoritarios.

CorreodeLara

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