Desde su inicio el mercado venía marcado por el signo de la desgracia, aunque se trataba de una obra de gran categoría, contaba en su Enciclopedia Larense R.D. Silva Uzcátegui quien lo describió como “un soberbio edificio de ladrillos, amplio y espléndidamente construido”. En su libro Barquisimeto, paisaje sentimental de la ciudad y su gente Raúl Azparren, lo destacaba como una de las edificaciones que contribuían el embellecimiento de la ciudad. Se llegó a reconocer como una de las obras mas destacadas de la arquitectura de fines del XIX.
Aunque no estaba en sus competencias, el general Fabricio Jacinto Lara, hijo del epónimo de la entidad y presidente del estado, decidió construir un mercado para la ciudad a inaugurarse en 1883, con el centenario del natalicio del Libertador. No lo concluyó por falta de recursos. En fecha reciente escribió Juan Carlos Contento García que correspondió en 1886 al siguiente gobernante, general Juan Tomás Pérez, abrir por primera vez las puertas del mercado de Los Cien Arcos, como se lo llamó, justo al costado este de la actual Plaza Bolívar.
No todo era belleza en el interior de aquel mercado municipal. Los expendedores eran llevados a la fuerza a vender y estos se quejaban de la insalubridad e inseguridad del edificio.
En 1890, el periódico El Teléfono –contaba Contento García– denunciaba que la carne que se expendía era “increíblemente mala, flaca, de mal gusto, mal color y subido precio”. Por la mala fama adquirida, en los alrededores las pulperías proliferaron y el público las prefirió al mercado que los comerciantes fueron abandonando.
Así nacieron los mercados de Altagracia, Bella Vista, Central y El Manteco, que fueron sustituyendo las actividades del viejo mercado donde contaba Azparren existían las “pesas” donde colgaban en ganchos las reses y carniceros expertos cortaban con sus afilados cuchillos marineros las solicitudes de los parroquianos y mostraban “la riqueza hortícola, representada por los pepinos criollos, que ya no se consiguen, mientras se exponían, provocativos datos, lefarias, buches y semerucos, frutos de plantas xerófilas desaparecidos que tampoco nadie sabe de ellos, aunque todavía se consiguen semerucos”.
Como escribiera Silva Uzcátegui, desde su inicio el mercado venía marcado por el signo de la desgracia, hasta ser demolido sin compasión, ni siquiera por ser una de las piezas arquitectónicas mas reconocida en su tiempo.
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barquisimeto no tiene dolientes en lo que se refiere a patrimonio historico, nadie da explicacion de porque se han derribado tantas obras arquitectonicas como por ejemplo la carcel las tres torres, la es tacion de ferrocarriles, el mercado , la casa natal de tantos personajes historicos solo dejan una plaquita como recuerdo... una verdadera lastima y sin contar las casonas viejas que a cada momento derriban para hacer un complejo residencial por eso estamos anclados en el subdesarrollo, donde estan los costumbristas, los historiadores,los que se dicen amigos de barquisimeto , los cronistas con tanta preparacion academica y no la ponen al servicio del gentilicio barquisimetano, una tragedia una verdadera tragedia senores...