El maestro Napoleón Lucena tenía por alumna de bandolina y piano a la joven hija de un curazoleño, don Piert M. Hage, empleado a cargo de la facturación en la empresa “Calderón e Hijos” y tesorero de la Logia Masónica N° 50, quien luego se residenció en Puerto Cabello con su familia. La citada joven se llamaba Ana María Hage Hendrina, de 14 años de edad, y era una muchacha de alba piel, rubios cabellos y ojos azules. Como discípula de Lucena, este compuso algunas lecciones y melodías para que después de aprendidas las ejecutara al piano como rutina escolar.
Cierto domingo, reunidos familiarmente el maestro Lucena y algunos amigos músicos invitados a la casa de don Piert, luego de oír las notas musicales interpretadas por la aprendiz en la bandolina, le sugirieron al director de la Mavare que procurara reunir tales piezas de enseñanza musical y las arreglara en una sola composición. Se le requirió asimismo que le colocara el nombre que habría de llevar la pieza musical, a lo que Lucena delegó en la niña tal cometido. Ana María manifiesta que llevaría el apellido de origen holandés de su madre. Fue así como nació “Hendrina”, tomando el segundo apellido de la gentil hija de Holanda.
Vestigios de la casa que habitó Ana María Hage Hendrina, apostada en la carrera 17 entre calles 29 y 30 de Barquisimeto
En testimonio epistolar de Daniel Segura al cronista Fulgencio Orellana en 1970, Lucena había solicitado que escribiera unos versos al poeta yaracuyano, natural de Campo Elías, Andrés Manuel Rojas, hijo de don Fermín Calderón, en ocasión de una visita de don Piert, padre de Ana María, a Chivacoa en la residencia de don Fermín. Fue allí donde se le puso la letra adaptada al ritmo del bambuco-canción, para luego entregárselos con gran afecto a la agraciada señorita. De acuerdo con Silva Uzcátegui, la pieza musical como tal fue estrenada el 31 de diciembre de 1932 en el teatro Juares, con motivo de las bodas de plata de la Orquesta Mavare alcanzando de inmediato gran notoriedad, convirtiéndose en la actualidad en el himno sentimental del estado Lara y Barquisimeto en particular.
La casa que habitaba Ana María Hage Hendrina en Barquisimeto quedaba en la carrera 17 entre calles 29 y 30, acera norte, de la cual hoy solo existen unos minúsculos vestigios de la tal edificación.
¿Y qué pasó con Hendrina? Es sugestivo pensar que aquella nívea doncella que inspiró al poeta Andrés Manuel Rojas el drama de amor y tormento que se entrelaza en las estrofas de la letra del bambuco de Napoleón Lucena, tal vez nunca llegó a saber de la legendaria fama que obtuvo la pieza musical y la huella que dejó en nuestra ciudad inspirada en ella. Tiempo después Ana María Hage Hendrina contrajo matrimonio y se residenció en Bonaire y murió octogenaria en la isla de Puerto Rico.
Bibliografía consultada
Acosta, Otto (2016). Crónica urbana – Dos piezas musicales. Barquisimeto: El Impulso, 23-01-2016.
Orellana, Fulgencio (1973). La ciudad y el tiempo. Barquisimetp: edición del autor.
Silva Uzcátegui, R.D. Barquisimeto (1959). Barquisimeto. Historia privada, alma y fisonomía del Barquisimeto de Ayer. Caracas
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